Capitulo I (1ra parte): Preparando un largo camino (1 - 1 - 1229).
Cuando Jaume I entró en la sala, se paró un momento para contemplar con orgullo la nutrida reunión que le estaba esperando. Había los principales de su Corte, para decidir entre todos lo más conveniente para los intereses de la Corona de Aragón.
Mientras se sentaba en el trono que había en el fondo, teniendo las sillas de los consejeros a ambos lados, se acordó por un momento de los difíciles años iniciales de su reinado. De las revueltas nobiliarias, de los chantajes de la aristocracia, de las expediciones fallidas contra el islam y ruina económica y social en todos los reinos. Pero ya era hora de marcar un cambio de rumbo en esta tendencia descendente, ya era hora de que Cataluña y Aragón obtuvieran el poder que les correspondía por derecho.
Ahora tocaba tomar las decisiones adecuadas para que esto fuera posible.
Primero fue una petición general que hizo a todos los presentes. Debido a su extrema juventud, y al caos que había habido en la Corona de Aragón desde del desastre de Muret, ni el prestigio de Jaume ni el de sus reinos era muy elevado. De hecho cuando los diplomáticos catalanes iban a las cortes extranjeras, tanto si eran cristianas como musulmanas, normalmente eran ninguneados. Por esto pidió a todos que, dentro de sus posibilidades, potenciaran su imagen, para reafirmar tanto su posición internacional como ante sus vasallos.
Una vez cerrada esta cuestión, por ahora, se analizó la situación de los reinos vecinos:
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Navarra: liderada por el anciano rey Antso VII
el Fuerte, claramente había dejado atrás su periodo de mayor apogeo político. El fin de la dinastía Jimena se acercaba, pues el heredero de Antso, detrás de sus viejas hermanas, era su sobrino, el francés Thibault de Champagne. Además estaba encerrada entre Aragón, Castilla y los dominios ingleses de Aquitania. Por lo tanto si no ocurría algún milagro pronto caería en manos de alguno de sus poderosos vecinos.
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León: aunque el reinado de Alfonso IX había sido bueno y provechoso, este reino también corría en grave peligro de perder pronto su independencia. Desde la muerte de Fernando, su primogénito, el heredero de León era Fernando III, hijo de la segunda esposa de Alfonso IX y rey de Castilla. A pesar de este lazo si por un hecho había destacado Alfonso IX era por su mortal odio hacia los “
advenedizos” castellanos, hecho que propició que cultivara más la amistad con los infieles almohades que con sus vecinos. Para evitar una unión de las dos coronas Alfonso IX había dispuesto en su testamento que las hijas de su primer matrimonio, Sancha y Dulce, fueran las herederas del reino de León a su muerte. Pero esta voluntad, como os podéis imaginar, hacia tiempo que la madre de Fernando III, Berenguela de Borgoña, conspiraba para anular-la.
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Castilla: a diferencia de los dos moribundos anteriores este disfrutaba de una cada vez mayor vitalidad. Sus últimos monarcas estaban promoviendo cada vez más medidas para impulsar unas leyes reales que afectaran a todo el reino, frente los privilegios y usos aristocráticos. Y si esto no fuera suficiente el caos que había estallado en los antiguos dominios musulmanes indicaban que pronto las huestes castellanas se lanzarían contra el rico al-Ándalus. Tarde o temprano los castellanos se convertirán en un estorbo para el destino que Dios le había designado a la Corona de Aragón.
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Califato almohade: la batalla de las Navas de Tolosa, o de Úbeda según las crónicas catalanas, mostró que ni las poderosas huestes almohades podían hacer frente a los caballeros cristianos del norte. I si a esto sumamos la creciente conflictividad e inoperancia que corrompió la corte califal ya os podéis imaginar que la imaginen de los rigoristas almohades ante sus súbditos se hundió en la miseria. Un seguido de continuas revueltas, principalmente en al-Ándalus y Ifriqiyya (
a grosso modo iba desde la parte oriental de la actual Argelia hasta la actual Libia), reducía cada vez más los dominios del califato. Ahora bajo su control solo están Mauritania, la región de Tlemcen (
parte occidental de la actual Argelia), las islas Baleáricas, Denia, Badajoz y Niebla.
Quien dirige actualmente a los almohades es un anciano Idris I. A merced de sus excelentes habilidades diplomáticas, y de unas nada mal habilidades militares y contables, había podido estabilizar la situación. El problema es que cuando el abuelo la diñara el heredero seria su hijo Ali, un cobarde vago inepto que sin unos buenos consejeros pronto destruiría a su propio reino. O como mínimo así esperamos.
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Terceras taifas: dentro de los estados musulmanes secesionistas de la zona se podían distinguir dos grandes grupos:
1. Grandes poderes:
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Emirato de Sevilla: a pesar de no ser precisamente un lince, en un solo año Muhammad banu Hud había creado un estado que iba desde Murcia hasta el Algarve. No obstante, a pesar de estos inicios tan prometedores, sabia que si pronto no conseguía una memorable victoria contra los cristianos múltiples revueltas contra él. Por lo tanto, ahora se encontraba en una peligrosa encrucijada.
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Hafsidas: el reino liderado por Zakariya I era el estado musulmán más poderoso del Mediterráneo occidental. Tenia dos aventajas, pues poseía unos ricos puertos y estaba lejos de los peligrosos cristianos. Seguramente pronto oiríamos hablar de él.
2. Poderes menores:
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Emirato de Valencia: fundado hacia un año por Zayyan I banu Mardanis, cuando este se rebeló contra el gobernador almohade local porqué pactó con los aragoneses, estaba situado en una rica y fértil región. Además su lujosa capital atraía comerciantes de todo el mundo. El único problemilla que tenía eran sus belicosos vecinos, la Corona de Aragón y el reino de Castilla. Además según distintos rumores los franceses tenían planes de conquistarla, tanto para extender la fe verdadera como para apropiarse de sus rendas. Sino quería perderla los catalanes y los aragoneses pronto tendrían que actuar.
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Emirato de Malaga: dirigida por Zannun banu Zannun, no hacia falta ser ninguna lumbrera para ver que ni su poderoso alcázar evitaría que pronto cayera a manos de alguno de sus hermanos de fe.
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Francia: este reino, actualmente regido por un menor Louis IX, se había erigido en uno de los grandes poderes de la cristiandad, a causa de haber anexionado parte de los dominios de sus rivales más inmediatos, Inglaterra y la Aragón. Y su sed de conquistas y gloria, aún no se había saciado. Por ahora su mirada se centraba en Valencia ¿pero seria la metrópoli del Turia suficiente para satisfacer las ansias expansionistas de los galos? Como en el caso de Castilla, la Corona de Aragón tendría que destruir, tarde o temprano, la prepotencia francesa y recuperar lo que le arrebataron en Muret.
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Inglaterra: el joven Henri III aun se lamia la herida de la batalla de Bouvines (1214), donde su padre John I “
sin Tierra” perdió gran parte de los dominios ingleses continentales. Aunque les quedaba la región de Aquitania, los agentes franceses fomentaban los sentimientos rebeldes de los orgullosos nobles locales. ¿Pronto la casa de los Plantagenet serian expulsados de la antigua Galia? ¿O serian capaces de girar la tendencia descendente y recuperar lo que era suyo por derecho? Convenía estar atentos, pues seguramente podrían ser unos buenos aliados para nuestros planes.