EDU_HAUSSER said:
Lo que cuentas es rigurosamente cierto, la batalla duro unas pocas horas , ha habido batallas, consideradas como tal que no duraron horas, ni siquiera una.
A mi entender quitarle merito a una victoria como la de Otumba, no es muy lógico.
Si tenemos presente que cada combatiente azteca ocupara 1 metro cuadrado, tenemos que la superficie fisica del ejercito indigena superaba los 40.000 metros cuadrados es decir 4 Ha de tios con plumas muchos de ellos con pieles de jaguar gritando y rugiendo, eso tiene que imponer y el solo echo que los 500 españoles no salieran por patas al ver todo eso dice mucho del tamaño de sus pelotas.
Vacceo como siempre ha hecho un aporte importante, cerca de 5000 guerreros de Tlaxcala y Mixtecas engrosaban las filas "aliadas", sin embargo no hay que olvidar que estos teniean mas miedo que vergüenza a los aztecas los cuales habian aterrorizado a sus poblaciones durante decadas, es muy de entender que su valor combativo fuera de mero bulto, teniendo entonces presente su mas que probable huida en caso de fracaso hispano en el campo de batalla.
Analizando por tanto el escenario tenemos que 16 jinetes españoles cuyos cojones no les cabían en la coquilla de la armadura, mal alimentados, con los hierros de su armadura oxidados por la humedad, se lanzan en una incierta carga contra 4 hectáreas de guerreros gritando y aullando...........en fin para mi no tiene parangón en la historia de las guerras humanas (quizá los 300 de Leonidas en las Termópilas).
En resumen no rebajemos la importancia de tal acontecimiento.
Un abrazo a todos
No le quito mérito desde el punto de vista estratégico: ganar ese combate (con un coste tan módico aunque espectacular) le abrió a Cortés el valle hacia el lago Texcoco y Tenochtitlan, además de predisponer a su favor a otros pueblos que querían sacarse de encima al yugo azteca, pero que dudaban de que esos extranjeros fueran tan poderosos como para conmover un orden que parecía eterno y dictado por los dioses.
Tampoco niego el valor de los 16 jinetes que arremetieron contra un sector del despliegue azteca, directamente hacia el lugar en que estaba el estandarte del general enemigo.
Pero tácticamente no ofrece nada, y por eso carece de importancia como "batalla".
En cuanto a Cortés mismo, ordenando esa carga sabía que ponía en juego el único as con el que podía compensar una desventaja numérica contra la que de otra manera no podría vencer.
Cuando trabó contacto con los indios de Mexico, no le pasó desapercibida la impresión que causaban sus caballos y armas. Incluso ante los tlaxcalanos hizo alguna exibición de poderío para convencerlos de que les convenía estar del lado de los conquistadores.
Los aztecas no conocían al caballo. Y mucho menos se imaginaban que esas cosas enormes con 2 cabezas que se avalanzaban contra ellos a la carrera haciendo tronar el suelo, eran jinetes a caballo. Se sintieron desconcertados; y como los guerreros aztecas no eran insensibles al valor individual, esas "criaturas" aparte de poderosas debían ser muy valientes.
Pero aparte de eso, ¿con qué podían intentar detener a una carga de caballería, aunque se tratara de un contingente tan reducido? ¿Con espadas y mazas de madera que tenían lascas de obsidiana a modo de filo? No tenían masas de piqueros que pudieran bloquear una carga.
No sé qué tan grande pudiera ser la religiosidad de Cortés. Pero intuyo que a esa edad ya había visto suficiente guerra como para saber que los dioses no se entrometen en los asuntos humanos... especialmente los bélicos. De lo que sí estoy seguro, es de que estaba convencido de que la suerte está de parte de los audaces.
Así que jugó su mejor carta con el convencimiento de que si eso no le daba la victoria, nada lo haría. El resto de su contingente, desde que barrenaron sus naos en Veracruz impidiéndose a sí mismos cualquier posibilidad de retirada, sabía que la muerte era la única opción a la gloria. Así que: o se la jugaban con confianza ciega hacia su jefe, o de lo contrario no tenían oportunidad de salir con vida para contarla.
En cuanto al desbande azteca, después de la muerte de su jefe, a mí no me asombra: en esa época, en anteriores y en posteriores, ejécitos europeos acostumbrados a la caballería y las armas de fuego, abandonaron el campo a la carrera por lo mismo que los aztecas... e incluso por bastante menos que eso.
Tan impresionante como los caballos les deben haber parecido el armamento de los caballeros. Y no me refiero a los arcabuces. Las espadas y mazas aztecas podían matar, pero eran más incapacitantes que letales. La toledanas con un solo golpe podían hendir a un guerrero desde la cabeza hasta la cintura, o cercenarle la cabeza o una extremidad con un solo tajo. Y los cascos y petos aztecas (hechos con pieles, fibras trenzadas y acolchados con plumas), no eran defensa contra ese armamento.
Es decir: la diferencia tecnológica era tan abismal, como podría serlo si el ejército de Wellington en Waterloo hubiera consistido en una brigada de infantería del XIX que solo formara la "delgada línea roja"; pero al momento en que la artillería francesa abriera fuego, emergiera media docena de tanques Abrams apoyados por un par de helicópteros Apache cargando directamente contra el puesto de mando de Napoleón. Posiblemente hasta el veterano más duro de la Vieja Guardia habría perdido los nervios, y la batalla no habría durado ni un cuarto de hora.
Los aztecas le perdieron el miedo a los caballos, cuando comprobaron que solo era un animal desconocido... pero animal al fin y al cabo. Y por tanto se los podía matar, lo mismo que a los españoles.
Eso ocurrió cuando los tenochcas se rebelaron contra el imbécil que dejó Cortés al mando de la plaza para ir a Veracruz a enfrentarse con Narváez, y que produjo una masacre innecesaria contra indios indefensos y desarmados que estaban celebrando una fiesta.
Los aztecas (durante la rebelión que siguió a ese hecho) lograron capturar a un caballo, y los chamanes lo mataron y descuartizaron. De esa manera, los guerreros les perdieron el respeto a los españoles (al mismo tiempo que a Moctezuma, que pasó a ser considerado un traidor) y se dispusieron a vender muy cara su derrota.
Prueba de que Otumba había quedado muy lejos en el ánimo de los aztecas, fue el modo en que defendieron su ciudad: casa por casa hasta su completa destrucción, y hasta el último guerrero.
Una auténtica gesta azteca comparable con Numancia, el ghetto de Varsovia, o Stalingrado.
