Hace unas semanas volví a instalar el HoI 2 luego de mucho tiempo, y recordé cuanto me gustaba crear eventos y modificar el juego. Desde hace unos días estuve creando varias modificaciones en Austria para este AAR. El juego está en inglés (aviso por las imágenes) pero voy a intentar explicarlo todo. Acostumbrado a jugar en inglés, los textos de los eventos los hice también en ese idioma, así que los voy a traducir a medida que ocurran. Mi plan es que más o menos a la mitad del AAR, cuando ya estén casi todos probados por primera vez, los suba para que ustedes los disfruten en inglés y/o en español. Espero que les guste (espero disfrutarlo yo también, es la primera vez que lo juego completito).
Acaba de finalizar la reunión que seguro marcará la historia de Austria. El gabinete de Kurt Schuschnigg mantuvo el primero de muchos encuentro con Otto von Habsburg, legítimo heredero al trono del Imperio Austro Húngaro; y todo vuela en mi cabeza, los detalles, las risas, las esperanzas. Voy a intentar ordenarlo correctamente.
El depuesto Archiduque fue citado a un encuentro secreto por el gobierno Austríaco. El lugar elegido fue Innsbruck, en los Alpes. Ambos nos sorprendimos al ver la carta, pero mayor sorpresa nos llevamos al conocer el motivo de tanto secretismo.
Tras los saludos de protocolo y un aperitivo con platos típicos, Schuschnigg lanzó sin rodeos el por qué de la reunión. "Queremos refundar su imperio", le dijo a Otto, sin siquiera parpadear. Ambos nos quedamos tiesos, que supongo que el jefe de Gobierno austríaco tomo como una señal de que debía proseguir.
"Hemos seguido sus intentos de restauración en Hungría con muco interés Archiqude [1], y en parte nos regocijamos en que hayan fracasado. Austria se encuentra en una situación muy compleja que parte de un solo punto: está desmembrada. Sin dinero en las arcas y rodeados de gigantes nos es imposible influir en la politica internacional, y menos reclamar los territorios que nos corresponden. Tengo a Italia con sus Heimwehr, unas milicias que de austríacas nada tienen, y luego a los Nazis que intentan replicar su partido para terminar con nuestra autonomía. ¡No podemos ni lograr un pequeño acuerdo comercial con Alemania sin que el mundo se nos tire encima!".
El Canciller se detuvo para beber de su vaso de agua y continuar de una manera tan veloz que seguramente no era beneficiosa para su salud.
"Ni siquiera podemos procurar los recursos para pagar las reparaciones de guerra. Entre las huelgas y las industrias que cierran, nuestra economía no levanta cabeza. Queda claro que la única posibilidad de pagar nuestra deuda externa, despreocuparnos por las agrupaciones apátridas y conseguir el respeto internacional que merecemos es rearmar el imperio. Pero esto deja un interrogante, ¿quién gobernará? Ciertamente no seré yo, y no tenemos miembros de la realeza, pues fueron todos expulsados. Ústed Herr Habsburg. ¿Quién mejor que el legítimo heredero al trono?".
Los ojos de Schuschnigg brillaban tras su discurso. Esperaba, cual una mascota que mira a su amo mientras le da la comida, la respuesta de Otto.
"Me honra su propuesta - contestó mi señor - pero las potencias jamás lo permitirían, su ley no lo permite y seguramente el pueblo no aceptará a un gobernante que no conoce".
"Esas preocupaciones déjemelas a mí. Estamos convencidos de que ningún austríaco rechazará la posibilidad de la grandeza, y los que persistan, tendrán su precio. Tenemos contactos en las embajadas más importantes de Europa que seguramente persuadirán a sus gobiernos de que una restauración es clave para la paz en el continente".
"Bueno, pero aún cuando pudiera ser coronado, ¡los territorios del imperio están dispersos y forman parte de otros estados, Italia entre ellos!", cuestionó el Archiduque.
"Mi señor, no lo hemos citado hoy para especular, hay un plan para todo, pero primero debemos tratar nuestra realidad más cercana. El 2 de abril, usted será el emperador de Austria, pero solo si nos muestra señales de su compromiso. Sabemos que posee una cadena de industrias a nombre de un tal 'Franz Schumer', ¿quién es?".
"Pues... yo", dije rápidamente, pero temeroso.
"Mi asistente - corrigió Otto - comprenderá que tener empresas a mi nombre se volvió un tanto complicado tras la Gran Guerra".
"Por supuesto. Lo que necesitamos es que el señor Schumer... redirija... la funcionalidad de algunas de sus plantas, así como la reinversión de algunos fondos", planteó el Canciller.
"¿Redirigir? ¿Para qué?", pregunté atolondrado.
"¡Armas! Señor Schumer, no pensará que la unificación se logrará solamente con reuniones, ¿cierto? Necesitamos actuar con cautela para el rearme de nuestra nación, y claramente usted ha logrado la discreción de trabajadores y socios por igual. Recién hemos descubierto su ardid hace meses. El dinero será utilizado por conocidos privados que financiarán pequeños encargos de armamentos, que a la larga permitirán que despleguemos un poderoso ejército."
El evento que empieza todo. La primera opción es la histórica. En la segunda, el Emperador no desea esperar tanto tiempo. En la tercera, el Emperador rechaza la oferta.
"Señor Schuschnigg, no diga más por favor. Tiene mi completa cooperación. Cuando volveremos a vernos para analizar los demás planes. Le aviso que soy una persona de carácter fuerte, y no pienso ser la cara de un gobierno con el que no consienta", señaló el archiduque.
"Nos veremos una vez en febrero, otra en marzo y luego en la coronación. Es por motivos de seguridad, estrictamente. Sobre su gobierno, no tenga problemas que soy yo el que desea retirarse a una villa a disfrutar la vida, lejos de deudas, milicias y conquistas. Lo único que pido es que me conserve como su consejero, su Primer Ministro. Ahora, disfrute las pocas vacaciones que le quedan, se vienen meses llenos de emociones".
Schuschnigg nos dejó solos. Había olvidado, ahora pienso que cuidadosamente, un mapa que mostraba sus pretensiones territoriales. Más que meses, pensé, se vendrían años llenos de emociones.
[1] Históricamente, se registraron dos intentos de Otto von Habsburg para restaurar la monarquía en Hungría. Fue con colaboración militar y ambos fracasaron a tal punto que Suiza casi se niega a recibirlo la última vez.
El renacer de los Habsburgo
Innsbruck. 6 de enero de 1936
Acaba de finalizar la reunión que seguro marcará la historia de Austria. El gabinete de Kurt Schuschnigg mantuvo el primero de muchos encuentro con Otto von Habsburg, legítimo heredero al trono del Imperio Austro Húngaro; y todo vuela en mi cabeza, los detalles, las risas, las esperanzas. Voy a intentar ordenarlo correctamente.
El depuesto Archiduque fue citado a un encuentro secreto por el gobierno Austríaco. El lugar elegido fue Innsbruck, en los Alpes. Ambos nos sorprendimos al ver la carta, pero mayor sorpresa nos llevamos al conocer el motivo de tanto secretismo.
Tras los saludos de protocolo y un aperitivo con platos típicos, Schuschnigg lanzó sin rodeos el por qué de la reunión. "Queremos refundar su imperio", le dijo a Otto, sin siquiera parpadear. Ambos nos quedamos tiesos, que supongo que el jefe de Gobierno austríaco tomo como una señal de que debía proseguir.

"Hemos seguido sus intentos de restauración en Hungría con muco interés Archiqude [1], y en parte nos regocijamos en que hayan fracasado. Austria se encuentra en una situación muy compleja que parte de un solo punto: está desmembrada. Sin dinero en las arcas y rodeados de gigantes nos es imposible influir en la politica internacional, y menos reclamar los territorios que nos corresponden. Tengo a Italia con sus Heimwehr, unas milicias que de austríacas nada tienen, y luego a los Nazis que intentan replicar su partido para terminar con nuestra autonomía. ¡No podemos ni lograr un pequeño acuerdo comercial con Alemania sin que el mundo se nos tire encima!".
El Canciller se detuvo para beber de su vaso de agua y continuar de una manera tan veloz que seguramente no era beneficiosa para su salud.
"Ni siquiera podemos procurar los recursos para pagar las reparaciones de guerra. Entre las huelgas y las industrias que cierran, nuestra economía no levanta cabeza. Queda claro que la única posibilidad de pagar nuestra deuda externa, despreocuparnos por las agrupaciones apátridas y conseguir el respeto internacional que merecemos es rearmar el imperio. Pero esto deja un interrogante, ¿quién gobernará? Ciertamente no seré yo, y no tenemos miembros de la realeza, pues fueron todos expulsados. Ústed Herr Habsburg. ¿Quién mejor que el legítimo heredero al trono?".
Los ojos de Schuschnigg brillaban tras su discurso. Esperaba, cual una mascota que mira a su amo mientras le da la comida, la respuesta de Otto.
"Me honra su propuesta - contestó mi señor - pero las potencias jamás lo permitirían, su ley no lo permite y seguramente el pueblo no aceptará a un gobernante que no conoce".
"Esas preocupaciones déjemelas a mí. Estamos convencidos de que ningún austríaco rechazará la posibilidad de la grandeza, y los que persistan, tendrán su precio. Tenemos contactos en las embajadas más importantes de Europa que seguramente persuadirán a sus gobiernos de que una restauración es clave para la paz en el continente".
"Bueno, pero aún cuando pudiera ser coronado, ¡los territorios del imperio están dispersos y forman parte de otros estados, Italia entre ellos!", cuestionó el Archiduque.
"Mi señor, no lo hemos citado hoy para especular, hay un plan para todo, pero primero debemos tratar nuestra realidad más cercana. El 2 de abril, usted será el emperador de Austria, pero solo si nos muestra señales de su compromiso. Sabemos que posee una cadena de industrias a nombre de un tal 'Franz Schumer', ¿quién es?".
"Pues... yo", dije rápidamente, pero temeroso.
"Mi asistente - corrigió Otto - comprenderá que tener empresas a mi nombre se volvió un tanto complicado tras la Gran Guerra".
"Por supuesto. Lo que necesitamos es que el señor Schumer... redirija... la funcionalidad de algunas de sus plantas, así como la reinversión de algunos fondos", planteó el Canciller.
"¿Redirigir? ¿Para qué?", pregunté atolondrado.
"¡Armas! Señor Schumer, no pensará que la unificación se logrará solamente con reuniones, ¿cierto? Necesitamos actuar con cautela para el rearme de nuestra nación, y claramente usted ha logrado la discreción de trabajadores y socios por igual. Recién hemos descubierto su ardid hace meses. El dinero será utilizado por conocidos privados que financiarán pequeños encargos de armamentos, que a la larga permitirán que despleguemos un poderoso ejército."

"Señor Schuschnigg, no diga más por favor. Tiene mi completa cooperación. Cuando volveremos a vernos para analizar los demás planes. Le aviso que soy una persona de carácter fuerte, y no pienso ser la cara de un gobierno con el que no consienta", señaló el archiduque.
"Nos veremos una vez en febrero, otra en marzo y luego en la coronación. Es por motivos de seguridad, estrictamente. Sobre su gobierno, no tenga problemas que soy yo el que desea retirarse a una villa a disfrutar la vida, lejos de deudas, milicias y conquistas. Lo único que pido es que me conserve como su consejero, su Primer Ministro. Ahora, disfrute las pocas vacaciones que le quedan, se vienen meses llenos de emociones".
Schuschnigg nos dejó solos. Había olvidado, ahora pienso que cuidadosamente, un mapa que mostraba sus pretensiones territoriales. Más que meses, pensé, se vendrían años llenos de emociones.

[1] Históricamente, se registraron dos intentos de Otto von Habsburg para restaurar la monarquía en Hungría. Fue con colaboración militar y ambos fracasaron a tal punto que Suiza casi se niega a recibirlo la última vez.
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