• We have updated our Community Code of Conduct. Please read through the new rules for the forum that are an integral part of Paradox Interactive’s User Agreement.

Kurt_Steiner

Katalaanse Burger en Terroriste
5 Badges
Feb 12, 2005
21.161
1.186
  • Arsenal of Democracy
  • For The Glory
  • Victoria: Revolutions
  • Hearts of Iron IV Sign-up
  • Crusader Kings Complete
Ioannes Rex

~ ~ ~ ~ ~

Un AAR Plantagenet (CK)



john3.jpg

Con la memoria fresca de mis AARs del CK -pues muchos son llamados a empezar, pero pocos escogidos para se acabar-, comienzo este nuevo intento con un objetivo claro en mente: explicar la historia de un solo rey, por los años que el juego le den para vivir, más el epílogo correspondiente, y no más. Porque, seamos sinceros, tantos siglos agotan al más pintado y yo soy cambiante cual dirección del viento -para un AAR del CK que he acabo, ciento más he comenzado- Así, una vez mi personaje principal muera, sanseacabó.

¡A por el jamón!




Capítulo primero: ¿Me amáis?

Por culpa de mis pecados, encontróme el destino vagando en mi exilio por una isla olvidada de la generosa mano del Creador, desprovisto de mñas compañía salvo qie la de mi fiel aunque cabrona mascota, que es lo mismo que estar más solo que la una, pero peor, pues no se acaba de estar todo lo solo que uno quisiera. Pero si plugo así al Señor, pues sea. Y fue.

Llevaba lloviendo todo el día de mala manera, por no decir que llevaba así el mes entero, y yo maldecía la mala fortuna que me había hecho abandonar la buena vida que estaba disfrutando allende los mares. En fin, llovía a mares, y tanto mi fiel acompañante como yo estábamos calados hasta los huesos, y estando mi temple perdido, pues estaba uno hasta las orejas de tanta lluvia, cuando, de repente, levantóse la cortina, que digo, el muro de agua que nos caía de todas partes y nos encontramos en unos de esos lamentables y raquíticos pueblos irlandeses, perdido, malgrè moi, en mi húmeda carne mortal en una gritona y apestosa muchedumbre formada por una marea humana que hubiera pasado por una manada de tigres, pues como tales apestaban. Movíanse hacia adelante, para saludar a su señor, cuando apercibíme que de eso nada, que moverse no se movían, sino que los movían unos soldados de lanza en ristre, y de ese modo fue como la amable muchedumbre me lanzó, en mi mojada humanidad, dentro de un hermoso y lujoso carruaje, y encontréme con una varonil y apuesta cara que me miraba con harta perplejidad. Y tras agradecer al suelo que lo que uno chorreaba era agua y no aceite, me dispuse a ser corrido a gorrazos, ponlomenos.

john1.jpg

- Oh, Dios mío -me dije, oliendo el final de mis días mientras notaba un súbito apretón en las almorranas, pues se me estaba aflojando todo, pues me temía que iba de la sartén a las brasas...

- No tanto, no tanto -díjome el hombre. Fijéme en sus ropas, caras y de buena calidad, en la escolta de hombres rudos y con cara de muy pocos amigos que me miraban con peores intenciones y en la carroza y supuse que me encontraba con algún tipo de noble local.

Es harto ocioso referir a vuestras mercedes que la comitiva entera se detuvo en seco por mi acto involuntario de inesperada presencia. Entonces, el gentil caballero me hizo la pregunta más extraordinaria de toda mi vida, que me hizo temer por mi integridad corporal, de espalda para abajo, concretamente.

-¿Tú me amas, joven escu..., joven caba... joven lo-que-seas?

Así, con semejante pregunta, no pude por menos que pensar que habría corrido menos peligro de eunuco en un jarém moruno que delante de aquel bello doncel, cuyos instintos no conocía, pero que se me antojaban raritos, aunque el tiempo plúgole de corregirme de aqueste error, para mi eterno alivio. Consciente de que mi respuesta podía alargar o acortar mis días, y hacerme de oro o de mierda, opté, visto que mi fiel consejero, es decir, mi mascota, no aparecía por parte alguna, a hacer lo que todo buen caballero haría en semejante situación, es decir, contestar a lo burro y sin pensarlo mucho, que si uno piensa dos veces, ya piensa una de más. Total, para cagarla valen igual de bien cinco minutos de voraz pensamiento que dos horas de calmada cavilación. Así que díjele:

-Con todo mi corazón, mi señor.

El feliz caballero, pues por su enorme sonrísa parecía que le había tocado el guarro más gordo de la feria de mi pueblo, exclamó:

-¡Que simpático es el gañán!

Apareció entonces mi peluda e impuntual mascota, es decir, Peti, y yo opté por bajarme del carruaje. Ahí pensé que se acababa mi gloria tan breve.

-Me aburro... O me explicas algo que me entretenga, o usaré tu cabeza para jugar a los bolos.

- Bueno, sire, soy un caballero errante cuyo nombre no importa -al notar su daga en mi gaznante y ver su sonrisa simpáticamente cabrona opté por cambiar de idea- pero que si hay que llamarse se llama por el anónimo nombre de sir Kurt Steiner, de allende los mares, pero muy allende, vamos, allendísimo, y que acabo de regresar por mi peregrinaje por los Santos Lugares, y lamento informaros, sire, que mi señor el rey Guido de Lusignan ha, ¡oh mísero de mí, infelice! -grité con una pena fingida que aún me sorprende al recordar- muerto en un trágico accidente de caza, cuando mi... digooo, una, eso, una flecha anónima y desconocida que no, repito, no salió de mi arco, pues yo no tengo arco, en fin, que una flecha le acertó en pleno y majestático corazón.

ScreenSave17-11.jpg

Entoncse la sonrisa del desconocido se hizo más amplia y cálida, y con una vocecilla algo bujarrona, me dijo, sin dejar de sonreir:

-Infiero, por vuestras palabras, gentil caballero, que la vella y dulce reina Sibila se ha vuelto a quedar viuda...

ScreenSave11-11.jpg

-Del todo, sire.

-Maravi... estoo... ¡oh, que tragedia, que dolor, que horrible destino! - y cambiando el tono de voz, continuó-. Me parece que voy a viajar a Tierra Santa a confortar a tan desesperada dama, pero a la de ya mismo. Y vos, mi desconocido pero conocidamente conocido caballero, os habeis ganado el honor de convertiros en mi guardaespaldas personal, con la especial tarea de mantener las flechas traidoras y/o anónimas lejos de mi real cuerpo. ¿Que os parece, sir Kurt?

john2.jpg

Así, de esta absurda forma fue como conocí y me convertí en el principal guardaespaldas del príncipe Juan de Plantagenet, Señor de Irlanda, duque de Meath, conde de Mide, Dublin y Cornwall, el más joven de todos los hijos del rey Enrique II de Inglaterar y Leonor, duquesa de Aquitania.

ScreenSave6-19.jpg
 
Last edited:
Como todos somos como somos, a saber, hidalgos e hijosdalgo, me apresuro añadir que no es Fernando Alonso el protagonista de mi AAR, sino el principe Juan, interpretado por Toby Stephens.

Que nos conocemos, manguarrianes.



PD: Se parece el jodío, se parece... :D
 
Buena región te has metido, teniendo delante tuyo todo el poder del Islam XD. Te recomiendo que no vayas de visita por Hattin, que allí te piden el oro y el moro XD

Pero tú crees que Juan Plantagenet va a arriesgar su pellejo o permitir que otro se quede con SU oro? Pondios, que pareces nuevo...
 
Ioannes Rex

~ ~ ~ ~ ~

Un AAR Plantagenet


Capítulo II: Me aburro...

Durante el largo viaje al Reino de los Cielos tuve que hacer frente a uno de los mayores peligros jamás padecido por un cristiano: el aburrimiento ajeno, que podía tener lamentables consecuencias para mi salud. Por desgracia, el principe Juan tendía a aburrirse con una rapidez pasmosa, asaz diabólica, si me apuran vuestras mercedes. Además, las diversiones disponibles en Irlanda no eran del gusto mundano de su alteza. Por suerte partimos para Tierra Santa antes de que el aburrimiento llegara a ser peligroso.

Pero un barco tampoco es un lugar excesivamente entretenido -a menos que se trate de navegar en plena tormenta, que es otro tipo de diversión completamente diferente, huelga decirlo-. Para ello opté por transmitirle mis conocimientos sobre el reino de Jerusalen.

Para empezar, el principal apoyo del reino cruzado, el Imperio bizantino, estaba, como mandaban sus tradiciones, en completo desorden. Todavía se estaba recuperando de la derrota sufrada, una docena de años atrás, en Myriokephalon, a los que sumaron las intrigas y luchas internas que siguieron al golpe de estado de Andronico Commeno en 1182, que desataron las tradicionales venganzas, purgas y masacres de rivales a las que tanta afición tienen los bizantinos. El principe Juan estaba encantado con estas historias, tan cercanas a su corazón, pero dejó de estarlo pronto cuando le informé que esto había reducido a Bizancio a una potencia de tercer orden en Oriente Medio, con poca influencia en los sucesos internacionales. Lo cual equivalía a decir que Jerusalén perdía así a uno de sus mayores valedores.

Peor aún, el Basileus, Isaac II Ángelo tenía sus asuntillos pendientes con el rey normando de Sicilia, Guillermo II, desde que éste intentara invadir los Balcanes en 1185 y su posterior interferencia en los asuntos de Isaac con Chipre, ya que Guillermo apoyaba al rebelde Isaac Comneno, que se había hecho con el control de la isla. Esta pugna no hacía sino complicar el panorama para Jerusalén.

screensave5.png

De Saladino no hacía falta decir mucho. Señor de Egipto y de Siria, era quizás el potentando más poderoso de todo Oriente Mediop. Juan estaba al corriente de sus logros y victorias, y, para mi sorpresa, me confesó que admiraba al valiente pagano, a pesar de que fuera un infiel.

screensave1.png


El interés del príncipe estaba en la situación de Jerusalén. No perdió el tiempo en elogiar la sabiduría de la bvella reina Sibilla al tomar para sí la corona y el poder, a diferencia de lo hecho con sus antiguos maridos, con el apoyo de los principales barones de Palestina: Raimundo III de Trípoli, conde de Trípoli y principe de Galilea y Tiberiades en nombre de su esposa; Balián de Ibelin, duque de Ascalón y conde de Beersheba; Jocelyn de Courtenay, Duque de Tiro y conde def Beirut, y los Grandes Maestres de los Templarios y Hospitalarios, Gerard de Ridefort y Roger des Moulins, respectivamente. En el norte se encontraba el ducado de Antioquía y su señor, Bohemundo III, conocido como el Tartamudo, y que se hacía llamar principe.

ScreenSave12-14.jpg

ScreenSave6-20.jpg

ScreenSave17-12.jpg

Pienso ahora que, si hubiera sabido el papel que el estino le tenía reservado en Jerusalén, sus elogios de la reina no hubiera sido tan amable...

Por si esto no era ya de por sí fuente de suficiente diversión, también contábamos con la inestimable presencia del incansable Reinaldo de Châtillon, Señor de Ultrajordania, y su insaciable sed de oro, lo que ya había estado a punto de llevar a Jerusalén al desastre en la guerra de 1182 y que estaba a punto de ocasionar otra después de otra de sus campañas piráticas, esta vez a finales de 1186, al atacar una caravana que viajaba entre El Cairo y Damasco, rompiendo así la tregua entre los cruzados y Saladino. Aunque el ahora difunto rey Guido había conseguido apaciguar a Saladino, estaba muy claro que, más pronto que tarde, Châtillon causaría más problemas. A pesar de que Juan era consciente de que este tipo de "problemas" podía causar un desastre absoluto en Oriente Medio, dado el delicado equilibrio de poder en la zona, su alteza no podía dejar de admirar a Reinaldo, pues tenían pasiones comunes, empezando por el oro. Con esta admiración surgiendo en el oscuro corazón del principe, no pude evitar sentir una desagradable sensación de flojera en los intestinos.

ScreenSave1-29.jpg

Y luego estaba la família del mismo Juan...

Primero estaba su padre, Enrique, rey de Inglaterra y señor de Irlanda, martillo de los galeses, dueño de toda Francia y terror de sus hijos. Había envejecido peleando contra sus viejos enemigos, los reyes de Francia y Escocia, y con los nuevos, los príncipes y señores de Gales, y su esposa e hijos, además de su nobleza levantisca. Y ahora John se alejaba de las islas antes de que su hermano Ricardo reclamara la ayuda prometida en su nueva conspiración contra su padre. Acostumbrado como estaba a las traiciones, John no tenía demasiados remordimientos por dejar a su hermano en la estacada...

ScreenSave3-22.jpg

Juan se preguntaba si Ricardo sería tan temerario como para rebelarse y declarar una guerra total contra su padre. Conociendo a su hermano, quizás lo hiciera... En cuanto muriera su padre la carrera por la corona inglesa se reduciría a ellos dos, tras la muerte del pobre Geoffrey. Bueno, también estaba el hijo póstumo de éste, el tierno bebé Arturo, duque de Bretaña. Pero los ñinos son tan frágiles...

ScreenSave4-21.jpg

Y el reino de los cielos tan prometedor...
 
Last edited:
Ioannes Rex

~ ~ ~ ~ ~

Un AAR Plantagenet


Capítulo tres: Tempestad en el Cielo.

Cuando el príncipe Juan llegó a Palestino, los reinos cruzados estaban, de nuevo, sumidos en un completo desorden. En Antioquía el príncipe Bohemundo todavía estaba excomulgado por su boda con una dama de oscuro linaje de Antioquía llamada Sibila -oh, ironía. El patriarca, Aimery, se había tomado a mal que el buen príncipe se casara sin enviudar o divorciarse primero, y como tenía en poca estima la bigamia, tardó menos de lo que canta un gallo en excomulgar a Bohemudo, allá por 1180. Como dijo el cronista, "a esto él prestó poca atención. Más bien lo contrario, pues continuó con su depravado camino con renovadas energías". Mandó encadenar y lanzar a una mazmorra al bueno del arzobispo y saqueó toda iglesia que se le puso a tiro. En un instante Antioquía se asomó al abismo de la guerra civil, pues los nobles del principado no tenían en gran estima a Sibila, con buenos motivos, pues era una espía que vendía a buen precio su información a Saladino.

En Jerusalén las viejas disputas volvían estar en boga, y los del linaje de los Courtenay, junto con sus aliados, entre ellos Reynaldo de Chätillon y Heraclio, Patriarca de la Ciudad Santa, estaban volviendo por sus fueros y sus viejas querellas con Raimundo de Antioquía y todos los del clan de los Ibelín. Como siempre, vamos. Y en ese nido de avispas se fue a meter Juan, encantado de tanto alborozo. Sorprende que Saladino no se aprovechara de semejante revoltijo. Su alteza había parado que dejar y enfurecerse desde que llegamos y dejamos Acre -todo fue visto y no visto, y partimos hacia Jerusalén. Estaba hecho una furia porque nadie le había recibido, salvo unos pocos nobles que no habían acudido todavía al Consejo Real en la Ciudad Santa. En fin, nadie, en pocas palabras. Huelga decir que viajamos harto de prisa, como si nos persiguiera el diablo. Y no tengo muy claro que no lo hiciera...

ScreenSave1-30.jpg

Una de las primeras acciones de Sibylla fue restaurar los viejos lazos con bizantinos y antioqueños. Lo primero dio una oportunidad excelente para unificar a los quisquillosos señores levantinos bajo la bandera real: la flota bizantina apoyaría al ejercito hierosolomitano en un ataque combinado contra el rebelde señor de la rica isla de Chipre. Entonces estalló un gran desbarajuste.

ScreenSave0-31.jpg

Isaac Commeno estaba aliado con Bohemundo, que, como ya he dicho, también lo estaba con Sibyla. Así que cuando el emperador bizantino Isaac Ángelo anunció al Commeno que le iba a traer de vuelta al redil por las malas o por las peores, éste tardó muy poco en pedir ayuda a su aliado antioqueño que, olvidando que si tenía principado era gracias a la benevolencia bizantina, optó por apuñalar a estos por la espalda y pedir ayuda a Jerusalén en su guerra contra Bizancio. Sibylla se encontró en la poco afortunada situación de tener a dos enemigos enfrentados entre sí. Obviamente, optó por sacrificar al rival más débil, y aprovechar la situación para obligarle a jurarle vasallaje. En fin, la ambición de Bohemundo fue su perdición.

screensave4.png
screensave8.png

Esto no fue del agrado de todos los súbditos de su bellísima majestad. Balián de Ibelín levantó sus mesnadas pero sólo para combatir contra Chipre, ay que la isla era, en su punto de vista, la llave para la llegada de peregrinos y cruzados desde Europa. Por su parte, Reynaud de Châtillon y Jocelyn de Courtenay, conde de Beirut, estuvieron más que encantados de sumar sus espadas a la lucha, pues les permitía estar un paso más cerca, una vez Bohemundo fuera derrotado, de recuperar Edesa. No es que a Reynaud se le diera un ardite, pero a su aliado si, y, después de todo, no faltaba oro en Antioquía. La gran sorpresa la reservaron tanto Raimundo de Tripoli como la Orden Hospitalaria -beneficiaria de no pocas concesiones por parte de Bohemundo-, que se negaron a sumarse a la guerra para ir de cruzada personal contra los Asesinos del Viejo de la Montaña.

ScreenSave3-23.jpg

Mientras, Jerusalén se convirtió en una isla de creyentes en medio de un océano de paganos.

ScreenSave15-10.jpg

Y, entonces, me encontré con mi destino en los jardines del Palacio Real de Jerusalén. Tan pronto como la bella Sibylla puso sus adorables ojos en mi señor príncipe, quedó cautivada por su encantado y belleza. Él se ofreció al instante a combatir a sus enemigos, sin pensárselo dos veces, pero la reina, recordando que ya había perdido a dos maridos de la manera más tonta, no quiso a perder al tercero antes de llevarlo al altar, y no quiso saber nada de eso. Su alteza insistió, pues era un príncipe real y sus armas debían de estar en el campo de batalla, pero Sibylla, como ya he dicho, siguió en sus femeninos trece, y no dio su brazo a torcer. Yo asistía en perplejo silencio a este primer desencuentro entre la pareja, sin saber lo que me deparaba el destino. No tardé en conocerlo, pues mi señor se volvió hacia mí con una amplia sonrisa, y exclamó:

- Creo que tengo la perfecta solución para nuestro dilema, mi reina...

smile.jpg

"Kurt, ¿puede deletrearme el palabro "voluntario"?"

"M*****...

Así me encontré, al frente de la pequeña hueste de mi señor, camino de Antioquía, con más pena que gloria en el alma...
 
Last edited:
Ioannes Rex

~ ~ ~ ~ ~

Un AAR Plantagenet


Capítulo cuarto: Los trebuquetes de Antioquía.

Lo más notable del asedio de Antioquía era la precisión con las que los trebuquetes arrojaban sus pedras contra los muros de la ciudad mientras permanecíamos, mano sobre mano, en los campamentos, esperando el momento de entrar en acción. Así pasaron las semanas y los días de abril, hasta que el 1 de mayo, por fin, Bohemundo quiso probar su fuerza lanzando parte de su ejército, bajo el mando de su senescal, Raymond, contra nuestras líneas. Aunque no fue más que una breve escaramuza, tuvo un efecto inesperado sobre mí: Despertó al guerrero que dormía en mi interior, para mi gran sorpresa.

ScreenSave1-32.jpg

Era mi primera batalla, y estaba muerto de miedo, perdido en las filas de la caballería pesada que ocupaba el centro del despliegue del ejército de Jerusalén. Temblaba de miedo, aterrorizado por los desconocidos horrores que la batalla que se avecinaba escondía en su interior. Pero, sobre todo, tenía miedo a morir, a ser desmembrado o quedar mutilado para siempre. Como estaba al frente de la tropa que seguía al príncipe Juan, formábamos parte del segundo contingente de caballería pesada, que penetraría en la brecha que causaría la carga del primer cuerpo. Bueno, esa era la idea.

Pero no hubo nada de eso. Tan pronto la primera oleada de caballeros contra las líneas enemigas, se acabó la lucha. Todo fue un crujir de lanzas al romperse, gritos de guerra, polvo, espadas entrechocando, escudos que se rajaban por los golpes brutales que se daban y se recibían con generosa rapidez y, de repente, todo había acabado, antes de que pudiéramos penetrar en la confusa masa de combatientes que ahora se separaba con gran velocidad. Habíamos vencido.

Así que regresamos al asedio. Al lento, aburrido e insoportable hacer nada del asedio.

Pero mi sangre rugía en mis venas. Estaba poseído por una locura bélica y una nube rojiza cubría mis ojos. Necesitaba combatir, matar al enemigo, quemar sus casas y arrasarlo todo a mi paso. De repente había cambiado.

ScreenSave3-25.jpg

Más tarde nos contaron que, ese mismo día, Balián de Ibelín había puesto sitio a Limasol, a la que sometía a recio bombardeo con sus trebuquetes y catapultas. El enemigo apenas había hecho acto de presencia, salvo por una incursión del ejército de Isaakos que tuvo la misma duración y resultado que nuestra insatisfactoria escaramuza.

Esta inacabable tarea finalizó cuando morían los finales días de junio. El cobarde de Bohemundo y el traidor de Isaakos rindieron sus fortalezas cuando estábamos a punto de asaltarlas. A cambio de jurar lealtad a su nueva señora, la reina Sibylla, conservador su vida y dominios. Y yo me quedé, de nuevo, sin poder derramar sangre enemiga. En este puna yo estaba tan furioso como el rabioso Reynald de Châtillon, que rugía su furia a los cuatro vientos.

screensave7.png

screensave11k.png

Entonces descubrimos que los caballeros del Hospital todavía tenían Alamut bajo asedio, y allí fuimos todos, bajo las banderas de Jerusalén.

Frente a los muros de Alamut descubrimos que la reina Sibylla y el príncipe Juan se habían casado (hacía tres semanas de eso) y, pocos días después, que la reina estaba encinta. También lo estaba la dama Eschiva, esposa de Raimundo de Trípoli, con lo que el feliz padre no podía ocultar su gozo, bromeando que ahora veía los frutos de la cálida despedida de su esposa. Sin más incidentes nos lanzamos al asalto del maldito alcázar de los infieles.

reynald1.jpg

¡¡¡Sangre, sangre por fin!!!

Fue una masacre, que al menos sirvió para calmar mi sed de sangre. Y fue mejor así, pues es más apropiado para un caballero cristiano matar al infiel que a otro cristiano, por muy equivocado que esté. En las murallas de Alamut, siguiendo el enloquecido ataque de los Hospitalarios, ganamos eterna fama para Cristo y Jerusalén, aniquilamos a la traidora secta del Viejo Hombre de la Montaña y yo demostré mi valor como caballero.

ScreenSave13-17.jpg




ScreenSave25-8.jpg

Sin embargo, malas noticias nos esperaban a nuestro regreso a Jerusalén
 
Ioannes Rex

~ ~ ~ ~ ~

Un AAR Plantagenet


Capítulo quinto: una boda y unos cuantos funerales.

Decir que me quedé estupefacto sería poco. De alguna manera que escapaba a mi entender Juan había logrado ganarse el corazón de Sibylla de tal modo que no sólo consiguió que ella le pidiera en matrimonio y, juntos ya, obtuvieron la bendición del Papa y del Patriarca de Jerusalén, y, de paso, la dispensa necesaria para casarse, pues ambos tenían un antepasado común en Fulko de Jerusalén, abuelo paterno tanto de Enrique II de Inglaterra como de la misma Sibylla.

sibylle.jpg

En otras circunstancias, imaginar que Juan se había casado con su tía se me hubiera antojado harto jocoso, pero no esta vez ni con esta dama. Sentí un dolor frío en el corazón a la par que un viento helado acariciaba mi columna vertebral al saber las noticias. Y no puedo decir que este dolor fuera causado por la incertidumbre que se abría ante el futuro de Jerusalén, que iba a ser regido por semejante y noble señor, aunque era una buena razón para estarlo. De todos modos, esta preocupación no iba a durar mucho. Cierto, Juan se había casada con la reina, e iba a ayudar a Sibylla a gobernar el reino...

john.jpg

... pero sólo como consorte de la reina. La corona era suya y sólo suya. Y lo mismo era el derecho a gobernar. Imagino sin demasiados problemas el desespero y la rabia de mi príncipe ante su nuevo papel de mero "asociado" al trono, pero mi alivio seguro que superó su cólera. Por si acaso, para evitarles más disgustos a mi señor, opté por disimular en su presencia. Pobrecito, tan cerca del poder y, a la vez, tan lejos...

john2-1.jpg

Peores noticias estaban por llegar. El buen rey Enrique de Inglaterra había muerto, y su hijo mayor, Ricardo, el del corazón de león, era el nuevo rey del imperio angevino. No alcanzo a imaginar cual de las dos noticias le resultó más triste a su alteza el príncipe Juan, pero me hago una vaga idea....

screensave22j.png

Escasas semanas después de la boda, mientras seguíamos de campaña, los recién casados tuvieron su primer sobrino cuando la hermana de Sibylla, Isabela y su marido, Húnfredo de Torón, fueron regalados por el Cielo con un saludable hijo varón. Existían ciertas dudas sobre el papel del "afeminado" marido en tal concepción, pero nadie tenía tiempo o ganas de perderse en detalles. Y, apenas un mes después de la boda, la reina se quedó embarazada.

screensave28.png

Todo esto de una sola tirada, como quien dice.

Para entonces mi señor y amo estaba más tranquilo, pues mi dueña y señora, la Reina, lo tenía tan feliz que no se le borraba al buen príncipe la sonrisa de los labios. Claro que habría tenido que ser muy lerdo para no ser feliz con semejante dama... Su sonrisa, sin embargo, duró lo que tenía que durar. Es decir, poco.

Noticias, otra vez procedentes de Inglaterra, enfurecieron a Juan. Ricardo se había casado -con un cardo borriquero, pero mujer, al fín y al cabo- y había tenido una niña que, pese a ser más hermosa que la misma Afrodita, acongojó sobremanera a mi señor.

-Anda que llega si llega ser un niño...

Sobraban las palabras y, en compañía de sir Guy de Gisborne, partí hacia Bretaña para encontrar una manera sencilla de lograr que el príncipe Arturo, heredero aparente de Ricardo por delante del mismo Juan, se reuniera, junto con su madre, con el Altísimo,

Cierto es que tuve mala suerte y, tras sortear los objetivos con el inefable "piedra, papel, tijera", me tocó dar matarile al joven príncipe. Guy no tuvo problemas con al dulce Constanza, que se fue a dormir con una letal dosis de veneno musulmán en el cuerpo. El problema fue cuando me llegó el turno de "actuar"...

ScreenSave32-6.jpg

Alguien golpeó primero. Y teniendo en cuenta que Ricardo I de Inglaterra se convirtió, automáticamente y esto es uno, en nuevo duque de Bretaña, no me cabía dudas sobre quien me la había jugado.


ScreenSave33-10.jpg

Así regresamos a Jerusalén, esperando tener tareas más cristianas que cumplir. Y fue allí que...
 
Ioannes Rex

~ ~ ~ ~ ~

Un AAR Plantagenet


Capítulo sexto: ¡Que vienen los moros!

Guillermo de Hauteville, rey de Sicilia y duque de Campania, había conocido tiempos mejores. Ahora galopaba con su caballo, cubierto con su armadura y con su hueste desplegada en orden de batalla, para encontrarse, bajo un sol abrasador, con el fin de su reino.

screensave53.png

El condado normando de Bengazi

El desastre comenzó con una incursión siciliana contra los piratas islámicos de Libia, que fue creciendo en proporciones hasta convertirse en la conquista de Bengasi a finales del verano de 1189. Saladino se vengó de manera casi inmediata pero, en lugar de cortar la cola de la serpiente, fue a por su caza. Su hijo al-Adin, desembarcó en el sur de Italia en noviembre de 1189. A esto siguió una cadena de desastres, de manera que para febrero de 1190 los sarracenos estaban firmemente establecidos en la península itálica tras haber destrozado a las huestes de Guillermo, que estaba en las últimas. Por suerte, el Papa Gregorio VIII había acudido al rescate, y proclamado una cruzada para liberar Alejandria del domínio de Saladino. Así, millares de cruzados alemanes penetraron en Italia y se lanzaron hacia los puertos del sur, camino de Egipto. Y, como al-Adil estaba en su camino, no tuvieron inconveniente en empezar con él. Allí se encontraron también con Guillermo, cercado en su propio castillo de Nápoles, mientras su mariscal, Margaritone de Malta, se retiraba con las pocas tropas que le quedaban a proteger la isla.

Los alemanes aplastaron con crueldad a los musulmanes, dejando un rastro de sangre a su paso. A finales de mayo habían reconquistado Lecce y Tarento, mientras Guillermo recuperaba Benevento, sólo para perderlo cuando su ejército fue aniquilado en el desastre de Barletta. La mera afluencia de cruzados germanos, amén de algunos contingentes franceses que descansaban camino de Egipto, estaban aniquilando lentamente a los ejércitos ayyubidas, que operaban en el final de una larga cadena de suministros bajo constante asedio de la flota bizantina, que se tomaba cumplida venganza de las derrotas pasadas.

ScreenSave54-5.jpg

El comienzo de las pesadillas de Guillermo

Y ahora él, Guillermo, se iba a encontrar con el hombre que le había salvado de Saladino: el emperador alemán, Enrique, rey de los alemanes, de Borgoña, Bohemia e Italia y ahora, por su espada, señor del sur de Italia. Como lo odiaba, por Dios... si tan sólo pudiera estrangularlo...

ScreenSave113-2.jpg

La respuesta teutónica

--​

Mientras, León de Cilícia se enfrentaba a un destino similar: todo el sultanato de Rüm se había lanzado en masa contra su reino. Sus reinos habían sido destrozados en los primeros encuentros con la enorme hueste enemigas y León pedía ayuda a gritos a todo el que pudiera prestársela.

screensave36.png

El noble reino de Cilícia en la cima de su gloria, ya lejana.
Sibylla sufría de un tremendo dolor de cabeza mientras sus nobles gritaban a todo pulmón:

-¡Edesa! ¡Hemos de liberar Edesa!, aullaba Joscelino de Courtenay con su habitual empecinamiento

"Oh, que sorpresa...", murmuró la enfada reina, que no se sorprendía por lo que gritaba su primo, obsesionado por recuperar su reino perdido. Miró fugazmente a su marido, y no pudo dejar de quedarse perpleja al ver su ligera sonrisa. No podía entender que diversión encontraba Juan en ver a todo el mundo discutiendo y peleándose. Ahí estaba él, tan tranquilo. Debió percibir que lo miraba, pues el príncipe se volvió hacia ella y le cogió la mano con suavidad. Sibylla sintió el paradójico efecto que su roce tenía sobre ella, de calmarla y excitarla a partes iguales...

-¡No! - gritó Bohemundo. "El que faltaba...". Sibylla miró al antiguo príncipe de Antioquía, que aún se dolía de la derrota sufrida y la consiguiente sumisión a Jerusalén. Pero peor le sentaba la idea de ir a la guerra contra Alepo y Siria por culpa de Edesa, para beneficio exclusivo, si es que había, de Joscelino. - ¡No estamos listos para luchar todavía!

-¡Egipto! -Reinaldo estalló. Los ojos le ardían con el fulgor dorado del oro egipcio que pensaba tomar en Alejandría y en toda caravana que se encontrara por el camino. "El otro... tan predecible como mi tío..."

-Maldito idiota -murmuró Balian de Ibelin, con su habitual respecto hacia el temerario aventurero.

Raimundo de Trípoli se acercó a la reina con un mensaje en la mano y una máscara de preocupación en su faz. Sibylla sonrió lentamente al leerlo y se levantó. Raimundo pidió silencio a gritos.

Dibujo1-6.jpg

"Tiberias,soy la reina ¿les puedo cortar la cabeza a todos, verdad que sí?" "Estoooo..."

-Bien, señores, se acabó la discusión –comenzó, con una ligera sonrisa todavía en sus dulces labios. Les miró uno por uno y continuó:- El rey León de Cilícia está siendo atacado por el sultán de Rüm, y pide nuestra ayuda...

Más gritos y confusión y otra vez Raimundo gritando por silencio, mientras la rabia de Sibyla crecía de manera alarmante.

-León ha pedido ayuda al imperio bizantino y el basielus se ha mostrado de acuerdo. De hecho, Isaac Angelo ha declarado la guerra a todo señorío musulmán que esté en las cercanías de su imperio... -su voz reflejó su cansancio al añadir-. Por nuestra alianza con Bizancio, nuestro honor nos impulsa a cumplir nuestra promesa.

Gerard de Ridefort aulló con todas sus fuerzas:

-¡Deus Vult!

"Que grandísimo..." pensó Juan, con una sonrisa de desprecio en la cara. Raimundo se puso de pie, con una expresión extraña en su cara. Fue entonces que el príncipe consorte se dio cuenta de que Sibilia se había vuelto a sentar, con una palidez tremenda y las manos apoyadas en su vriente. Bohemundo empezaba a hablar de nuevo cuando ella sintió los primeros dolores. "Oh no, ahora no...". En un momento de lucidez, raro en él, Juan se dio cuenta de lo que pasaba y gritó:

-¡Llamar a los doctores! ¡Ya llega el bebé!

Esas simples palabras desataron el pánico en la ala y todos los hombres se quedaron más pálidos que la reina, que murmuró, apretando los dientes, "hombres...".

ScreenSave58-5.jpg

El príncipe
Unas horas después, el príncipe Amalrico, el primer hijo de Sibylla y de Juan, veía las primeras luces del mundo. Jerusalén tenía un heredero. Y Juan una guerra para distinguirse en ella.

ScreenSave62-3.jpg

... y las guerras
 
¡Que bueno! :rofl::rofl:En todas las partidas que he hecho en este escenario el reino de Napoles termina siendo invadido por Salah-ad-Din :rofl:Bueno, evita de pasar por Hattin :D

PD: el heredero un poco tontete ¿no?
 
Lo de Nápoles empieza a ser un clásico. Por eso tuve que soltarle a los alemanes... Mejor así, con Saladino repartiendo estopa a los italianos, no se acordará de nuestra cita en Hattin :D

Sobre el retoño... Joer, que es un recién nacido!!!! Abusón!
 
Ioannes Rex

~ ~ ~ ~ ~

A AAR Plantagenet


Capítulo séptimo: A las puertas de Egipto.

Con seiscientos caballeros y seis mil soldados de a pie (entre arqueros, ballesteros e infantería), Balián de Ibelín partió a finales de abril de 1189 hacia Darón, donde se encontró con Shamsaddin, atabeg de Saladino. El desafortunado atabeg apenas tenía una fuerza digna de tal nombre, por lo que la primera carga de la pesada caballería cristiana, liderada por el incansable Reynald de Châtillon, esparció su diminuta fuerza a los cuatro vientos en el primer choque. Châtillon rejuvenecía en estas lides, dedicado por completo a sus viejos vicios. Tras esta breve batalla todo se resumió en el viejo trámite del aburrido asedio de la ciudadela. Fue un breve trámite, que terminó apenas transcurridas dos semanas, ya que lo inesperado del ataque no había permitido reunir grandes provisiones. Tampoco es que ayudó al ánimo combativo el escuchar a Reynald jurar que mataría y violaría a todo musulmán y animal (aunque no en ese orden preciso) que se atreviera a enfrentarse con él.

screensave71l.png

screensave72.png

¡La caballería pesada al ataqueeeeeeee!

El Arish fue más complicado de tomar. Incluso si su alcazaba era más pequeña y menos sofisticada que la de Darón, la voluntad de resistir de sus defensores era mucho más grande. Por ello tuvieron que emplearse a fondo los trebuquetes y diversas instrumentos de asedios que los soldados de Jerusalén usaron con gran habilidad para lanzar un diluvio de piedras sobre las murallas musulmanas, que se vinieron abajo con estrépito debido al incesante castigo, tras lo cual Balián ordenó asaltar la brecha. Fue un asunto tan sangriento como breve. Con sus mejores líderes caídos en los combates por la brecha, la tropa musulmana fuer aniquilada en pocos minutos. Para Balián fue más complicada evitar el saqueo de la villa que tomar. Costó, pero lo logró. Dañada pero no completamente destruida, al-Arish fue conquistada el 1 de julio.

Balián marchó con sus huestes hacia El Cairo pero se encontró con Abdul Raham cerrándole el paso. Antes incluso de tener tiempo para preparar un plan de batalla, Reynald se lanzó de nuevo, con su característica temeridad, al frente de su escolta personal, contra los sarracenos. Maldiciendo, Balián no tuvo otra alternativa que ordenar la cargar. La carnicera de Farama, pues así fue conocido este fugaz enfrentamiento, resultó ser desastroso para el esfuerzo del reino cristiano contra Egipto, pues hizo brotar el conflicto entre los dos líderes cristianos, Balián y Reynald, incapaces de ocultar su odio mutuo. Balián acusó a Reynald de ser un temerario insensato, lo que hirió el orgullo del caballero. Jurando que no volvería a aceptar las ordenes de un cobarde, Reynald se retiró de la expedición y marchó hacia el este con todas sus fuerzas. Balián, que incluso contando con las fuerzas de Reynald no hubiera podido hacer frente a toda la hueste de Saladino en el campo de batalla, ahora, con sus fuerzas reducidas, tuvo que abandonar su avance hacia Egipto en Farama.

Si las relaciones entre ambos caudillos cristianos habían sido tensas hasta el momento, a partir de ahora se convirtieron en jurados enemigos el uno del otro.


ScreenSave75-6.jpg

ScreenSave76-5.jpg

"Reynaud, la próxima vez, a ver si te acuerdas de capturar algún prisionero, por eso de los rescates, el oro y esas cosas".
"¡¡¡¡Grandísimo hijo de camella!!!! ¡¡¡¡Que soy un guerrero, no un puñetero contable!!!!"
"¡¡¡Uy lo que me ha dichoooooooooooooooo!!!!"

En cierto modo, Reynald actuó siguiendo su sentido de supervivencia, ya que sus dominios en Ultrajordania estaban bajo asedio de un ejército abasí. Por ello retornó a su feudo con todas sus fuerzas, listo para luchar con el diablo si se terciaba. Que el señor de Bagdad hubiera olvidado sus diferencias con Saladino sólo podía acabar mal para Jerusalén.

ScreenSave78-5.jpg

reynoldjpg.png

Malditos traidores sarracenos... ¡¡¡¡Qué sólo tengo dos manos para matarlos a todos!!!!
 
Y los ingleses, y a los franceses... he metido a todo kiske de Cruzada contra Saladino. Deus Vult, oño. En el primer ensayo hasta lancé a todos los reinos hispanos contra los almohades. Cuando éstos se plantaron en los Pirineos y ví a Tommassi con turbante y a Txini orando pa la Meca opté por volver a ensayar en otra parte...

El bizantino... según fuentes bien informadas, los de ese pueblo andan ocupados en matarse entre ellos.
 
Last edited:
Es el problema de ciertas facciones musulamans en el CK (desde turcos selyucidas hasta almohades), que són tan mega-poderosas que si no les atacan multiples reinos cristianos a la vez se comen a todo quisqui (y aun así.....).
 
Ioannes Rex

~ ~ ~ ~ ~

A Plantagenet AAR


Capítulo Octavo: De Guillermo Larga Espada a Juan Manos Largas.

Ni Balián ni Reynaldo tuvieron demasiados problemas para tomar las fortalezas enemigas en el sur del Sinaí. Sibyla, por su parte, si tenía varias complicaciones con las que lidiar. Por un lado estaba su marido, que tenía harto subida la libido y las manos muy ligeras, por lo que Sibyla se las veía para atender los asuntos de estado sin descuidar, por supuesto, los placeres de la carne. Por desgracia, ahora los problemas reales eran más perentorios que los carnales, pues Ahmad al-Nasir se había presentado en las puertas del reino con un enorme ejército, y con sólo Jocelyn de Courtenay para pararle. Fue sorpresa de propios y extraños que el conde de Beirut aplastara a su enemigo de manera incontestable. Una vez más, la caballería pesada cristiana había demostrado ser imbatible, pero los arqueros montados musulmanes también habían demostrado su peligro. Muy vulnerables antes los pesados caballeros cristianos, eran escurridizos como anguilas, y eran capaces de lanzar una tormenta de flechas y escapar antes de llegar a las manos, donde tenían todas las de perder.

ScreenSave83-4.jpg

ScreenSave90-3.jpg

El descubrimiento de las inesperadas habilidades castrenses del tío de la reina causó auténtica conmocionó en Jerusalén, empezando por su sobrina, por supuesto. Fue tanta la gloria cosechada que no quedó más alternativa que conceder a Jocelyn el ducado de Tiro, lo que, por el momento, colmó las ambiciones del codicioso pariente de la reina. Hay que reconocer sus méritos, de todos modos, pues tal fue el castigo recibido en el campo de batalla que el emir de Damasco rogó por una paz que no fue concedida.

screensave94.png

screensave102.png

Los Templarios tampoco se quedaron sin su recompensa. Habían proporcionado hombres y caballos para las ofensivas gemelas del norte y del sur, por lo que se les recompensó magníficamente, no con varios castillos, como era lo normal, sino con una provincia completa, como ya había pasado con la Orden Hospitalaria. Ahora Jaffa les pertenecía y su Gran Maestre, Ridefort, rebosaba de orgullo. Tanto, que reaccionó de la manera más inesperada: renunció a seguir liderando la orden para servir, simplemente, al reino de Jerusalén. Amedée de Richefort le reemplazó al frente del capítulo palestino de la orden, mientraás que Robert de Sablé se convirtió en el Gran Maestre de toda la organización. Dos días después, Reynaldo, en su habitual despliegue de coraje, tomó Maan al asalto, recibiendo una dolorosa herida en una parte que ya tenía hendida por el medio, es decir, las posaderas.

ScreenSave96-5.jpg

ScreenSave99-7.jpg

Por su parte, Abdul-Jaleel, sheik de Deir, quiso probar las habilidades recién descubiertas de Jocelyn, y de nuevo en Irbid, donde, de manera milagrosa, el duque de Tiro derrotó a un ejército varias veces superior en número. No fue una victoria fácil, como el alto número de bajas probó. Además, reanimó las dudas sobre las debilidades marciales del duque. Por suerte, Raymond de Trípoli estaba por llegar en breve a Jerusalén.

screensave97.png

ScreenSave99-7.jpg

Para acabar de complicarlo todo, el emperador bizantino murió, no tiendo por heredero más que un menor de edad, lo que dio pie a la reanudación de las sangrientas luchas palaciegas. Mientras tanto...

ScreenSave110.jpg
 
Es el problema de ciertas facciones musulamans en el CK (desde turcos selyucidas hasta almohades), que són tan mega-poderosas que si no les atacan multiples reinos cristianos a la vez se comen a todo quisqui (y aun así.....).

No, si ya lo he descubierto. Por suerte les he pillado with the ass in the air, por lo que ha sido el moment of giving them estopa of the good in all the morrous.