EL PICOR DE CABEZA QUE SALVÓ A RICHELIEU
En 1641 la situación del todopoderoso ministro de Luis XIII, el cardenal Richelieu, era frágil.
El Monarca se había dejado seducir por su favorito Cinq-Marcs, al que colmaba de honores, entre otros el de Caballerizo Mayor, por el que era conocido como Don Mayor. El jovén Marques, a pesar de ser de una nobleza baja y haber sido encumbrado por Richelieu, no ocultaba a nadie que deseaba conseguir sustituir a este como primer ministro.
De hecho no lo ocultaba ni ante el mismo Rey, sin embargo este, a pesar de todo, seguía fiel al Ministro como muestra esta conversación mantenida por los dos, en ella el Rey se quejaba amargamente a Cinq-Marcs de la pesada carga que le suponía el Ministro, a lo que este contestó:
-"Sire, sois el dueño. ¿Por qué no lo despide?"
-"Hermoso amigo, no vaya usted tan aprisa! El cardenal es el más grande servidor que Francia tuvo jamás. No sabría estar sin él. El día en que se declarase contra vos, ni siquiera yo podría conservaros."
Además y lo más preocupantes, las intrigas de los Nobles volvían al primer plano. El Duque de Bouillon, señor del Principado de Sedán, el duque de Guisa y el Conde de Soissons estaban declarados en Rebeldía y la situación estalló a principios de Julio cuando Bouillon declaró la guerra a Francia y entró en el Norte de Francia con 7.000 soldados Imperiales.
La conspiración, como todas, estaba financiada por el Reino de España, en serios apuros por la guerra contra Francia y que deseaba conseguir una paz con Francia, quitando de en medio a Richelieu.
El Monarca y el Ministro se encontraban en esos momentos rumbo al Sur, así pues Richelieu ordenó al Mariscal de Chatillon la defensa de Francia y que acabará con la rebelión.
Chatillón era un hombre valiente, pero no era demasiado buen General, a pesar de todo su ejercito era más númeroso que el de los Rebeldes.
Sin embargo, el ejercito Francés, con las pagas atrasadas, cansado de años de guerra y moralmente del lado de los nobles rebeldes, no era una fuerza de combate demasiado buena.
El ejercito rebelde estaba dirigido por un gran General, como era el Conde de Soissons, que superaba en genio militar al Mariscal de Chatillón.
Soissons era príncipe de Sangre y primo segundo del rey Luis XIII. Había estado implicado en una conspiración contra Richelieu junto a su primo Gastón, el hermano del Rey, en la que pretendían asesinar al ministro. Pero a la hora de la verdad ninguno se atrevió a levantar el arma y huyó a Sedán.
Ahora, se dirigía con su ejercito al corazón de Francia y sólo Chatillón se oponía en su camino a Paris. Los dos ejercitos se encontraron el 6 de Julio en la "Batalla del Bosque de la Marfee".
Las tropas de Chatillón comenzaron a desestar en masa, los oficiales huían, las tropas soltaban las armas y los pocos regimientos que combatían eran vencidos. A pesar de la superioridad númerica Chatillón había sido aplastado y ya no podría volver a presentar batalla, el camino a Paris estaba libre y con ello la guerra de los 30 años se inclinaría definitivamente hacía España con la caída del ministro Richelieu y el tratado de Paz ya acordado.
La noticia llegó a Paris y al ministro. En Paris se repitió un pánico parecido a cuando años antes las tropas Españolas del Cardenal-Infante D.Fernando se acercaban a Paris y fueron detenidas por el Rey a pocas millas. La calle del Temple se llenaba de carruajes intentando salir de la capital. Mientras tanto el ministro se creía perdido.
El Rey, que aunque Tartamudo, enfermo e inseguro era un guerrero valiente, se disponía a armar un nuevo ejercito para hacer frente a los rebeldes y poner a Cinq-Marcs al frente. ¿Salvaría el favórito a Richelieu?
Mientras tanto el Cardenal se veía perdido, enfermo y débil, sabía que poco más podía hacer para salvarse a él y a Francia que esperar un milagro.
Y el milagro ocurrió de la forma menos esperada. Acabada la batalla el conde de Soissons, el glorioso vencedor, el que provocaría la caída de Francia tenía calor, por lo que se quitó su casco. Tenía la cabeza empadada en sudor y sentía un fuerte picor.
Llevaba una pistola en su mano derecha y decidió usarla como rascador. Aunque su escudero le advirtió que la pistola estaba cargada llegó tarde. El disparo sonó y el duque cayó muerto con una bala atravesandole el cerebro. El gran Príncipe de la Sangre, el valiente General, el que iba a provocar la caída de Richelieu caía muerto de la manera más absurda posible y sin ningún tipo de gloria.
Los rebeldes perdían a su líder. Boullión no era ni sería nunca un General y Guisa era un arzobispo casado con dos mujeres y totalmente loco. Las tropas comenzaron a retroceder hacía Sedán.
Cuando las noticias llegaron a Paris algunos no podían creerlo. Aunque todavía no se sabía que Soissons había muerto de manera tan absurda, lo cierto es que había muerto. Richelieu estaba salvado, pues aunque las tropas españolas e Imperiales seguían en el Norte estas ya no marchaban sobre Paris.
Chatillón tendría tiempo de reorganizar su ejercito y marchar a Sedán.
No hizo falta, Boullión temiendo perder la cabeza, venganza favorita de Richelieu, pidió perdón a Luis XIII que se lo concedió gracias en parte a que intercedió por él Cinq-Marcs y en otra buena parte a que Boullión cedía Sedán, principado independiente, a la corona.
De una derrota segura, de la posible caída de Richelieu e incluso el destronamiento del Rey, de la paz con España perdiendo las conquistas Francia obtenía la ganancia de un rico principado y proseguía la guerra contra España hasta la derrota de esta.
Y todo porque el conde de Soissons se rascó la cabeza con una pistola cargada...
Louis de Borbón, Conde de Soissons