El dos de diciembre de 1805, un ejército de 75.000 franceses y aliados se enfrentaban en la altiplanicie situada entre Austerlitz y Brün, contra 95.000 soldados rusos y austriacos, cuyos líderes, que se habían situado en las posiciones elevadas de Pratzen, se encontraban completamente confiados en su victoria o la retirada de Napoleón, ante su evidente inferioridad numérica y posicional, que le obligaría a atacar en caso de batalla.
El resultado, sin embargo, fue el opuesto. Al acabar la batalla los aliados, incluyendo al emperador ruso (contrariamente a la creencia popular y al poco adecuado nombre de 'la batalla de los tres emperadores', el emperador austriaco Francisco II no se encontraba presente), se habían visto obligados a huir de sus ventajosas posiciones dejando atras no menos de 25.000 de sus hombres entre muertos, heridos graves y prisioneros, frente a sólo 9000 bajas francesas. La derrota fue tan completa que el emperador austriaco sólo pudo rendirse, estando el camino a Viena completamente expédito al brillante estratega corso. Sólo el buen hacer de Kutuzov permitió que las tropas rusas se retiraran con un cierto orden, evitando una masacre.
El efecto de la victoria de Napoleón fue tal que cuando el primer ministro inglés Edward Pitt 'el joven' fue informado de la batalla y de su resultado, pidió a su ayudante que 'enrrollara y guardara el mapa de Europa, ya que no sería necesitado durante los diez siguientes años'.
El resultado, sin embargo, fue el opuesto. Al acabar la batalla los aliados, incluyendo al emperador ruso (contrariamente a la creencia popular y al poco adecuado nombre de 'la batalla de los tres emperadores', el emperador austriaco Francisco II no se encontraba presente), se habían visto obligados a huir de sus ventajosas posiciones dejando atras no menos de 25.000 de sus hombres entre muertos, heridos graves y prisioneros, frente a sólo 9000 bajas francesas. La derrota fue tan completa que el emperador austriaco sólo pudo rendirse, estando el camino a Viena completamente expédito al brillante estratega corso. Sólo el buen hacer de Kutuzov permitió que las tropas rusas se retiraran con un cierto orden, evitando una masacre.
El efecto de la victoria de Napoleón fue tal que cuando el primer ministro inglés Edward Pitt 'el joven' fue informado de la batalla y de su resultado, pidió a su ayudante que 'enrrollara y guardara el mapa de Europa, ya que no sería necesitado durante los diez siguientes años'.