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Apr 10, 2008
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  • Crusader Kings II
Un David entre Goliats:


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Escenario: Tercera Cruzada (1187

Dificultad: Difícil.

Dinastia: casa de Aragón-Barcelona


Objetivos:

- Montarme un buen imperio mediterráneo, que principalmente el levante y sud de la Península Ibérica, el sud de Italia, Occitania, Provenza, Grecia y las islas mediterráneas).
- Crear en la Península y por el norte de África unos cuantos reinos independientes dirigidos por miembros del Casal de Aragón.
- Tener al 1453 el máximo de puntos possibles.
- Logicamente disfrutar de la partida, y hacer un AAR en el que vosotros disfruteis.

Reglas:

- Si anexiono un reino occidental pero después lo quiero independizar, la branca de la familia real que rija los destinos de este reino se tendrá que emparentar con la vieja dinastía gobernante (para legitimar el ascenso de la nueva casa).
- Si devuelvo la independencia a un reino cristiano católico que he conquistado el nuevo monarca tiene que ser de la misma cultura que sus subditos. Esta norma no se aplica en casos de que la cultura del reino sea árabe o no occidental (esto incluye a los bizantinos).


Índice:

Reinado de Alfons I el Casto (1162 - ?)
- Introducción: El gran Juego (enero 1187).

- Capítulo 1 (1ra parte, 2da parte): labores previas (enero-febrero 1187).
 
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Introducción: el gran juego (enero 1187)

En los primeros días del 1187 en el mundo reinaba una tensa paz. Pero hasta el más idiota se daba cuenta que era solo una calma que precedía a la tormenta.
Desde la caída del Imperio Romano Europa se había divido en un sinnúmero de reinos y principados. Aunque los unía una misma fe cristiana, siglos de rivalidades territoriales y de odios seculares los había inmerso completamente en una destructora vorágine que pronto estallaría.
En uno de los lugares donde más se podía palpar esta tensión, era en los territorios de la antigua Galia. Dos grandes poderes se habían levantado: por un lado el reino de Inglaterra, que gracias a la labor de su anciano monarca Henry II Plantagenet se había apoderado de un sinnúmero de territorios galos; y por el otro Francia, que había renacido de sus cenizas a merced de la labor hecha por los monarcas de la dinastía Capet. Dos poderes que, obviamente, pronto intentarían eliminar a cualquiera que les pudiera hacer sombra

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Pero esta no era la peor amenaza que sufría la Cristiandad. Sino que, como una bandada de chacales, las interminables hordas de los seguidores de Mahoma esperaban, pacientemente en la oscuridad, el momento adecuado para lanzarse sobre su indefensa presa.
Aunque la amenaza afectaba claramente a todos los católicos, dos eran los dominios cristianos que en escaso tiempo serian asaltados por los musulmanes.
El primero era el reino cruzado de Jerusalén, guardián del Santo Sepulcro, pues estaba completamente rodeado por los inmensos dominios del sultán Salah al-Din. Aunque era un líder justo y caballeroso, cualidades sorprendentes en un señor sarraceno, hacía tiempo que había jurado que recuperaría la Ciudad Santa para su blasfema fe. Y todo el mundo sabía que Salah al-Din era un hombre de palabra.

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A pesar de la épica lucha que pronto se desatará en el Oriente Próximo, nuestra atención, queridos lectores, se centrará en el otro dominio amenazado por la Media Luna. Un dominio llamado Hispania. Un territorio que era solo el tablero de una sanguinaria partida de ajedrez entre los sarracenos y los cristianos.
Desde la caída del Califato Omeya, la rica y culta al-Andalus había sido pasto de luchas civiles y rebeliones. Solo recientemente ha recuperado su antiguo poder bajo la egida de los rigoristas almohades, señores de un poderoso y agresivo imperio que abarca gran parte de la Mauritania y Berbería.

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Mientras en el norte de Iberia había unos cinco reinos cristianos. Luchas seculares habían acervado la cizaña entre ellos. Buen recuerdo de esto eran las recientes guerras que habían dejado amarada de sangre católica la tierra. No obstante el renacimiento de los andalusíes había hecho que acercaran posturas, como lo demostraba la reciente alianza que habían firmado los aragoneses, los leoneses y los portugueses.

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De entre todos estos dominios, queridos lectores, destacaremos a uno en concreto. Uno llamado a un destino sin parangón.
Recientemente formada por la unificación de Aragón y Catalunya, la Corona de Aragón se encontraba por aquel entonces regida por un joven Alfons I. Aunque su gobierno había sido sabio y justo, recientes acontecimientos le habían hecho ver la triste realidad.

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Primero fue la pérdida de la Provenza. Aunque pertenecía a la casa de Barcelona desde los tiempos de su abuelo, el buen conde Ramón Berenguer III (1097 – 1131), recientemente la presión del Sacro Imperio Germánico había obligado a Alfons, segundogénito del rey y duque de Provenza, a romper el vasallaje que debía a su progenitor y dársela al káiser alemán.
A pesar del impacto que tuvo esto en la corte aragonesa, pronto peores noticias llegaron del otro lado de los Pirineos.
Desde hacía siglos los condes de Barcelona habían expandido sus dominios por estas tierras, patria lejana de su familia. No obstante el conde de Tolosa, el señor más poderoso de aquel territorio, harto de la intromisión catalana había decidido ponerle fin jurando vasallaje al poderoso rey de Francia. Este simple acto había puesto fin a la expansión aragonesa en Occitania, por el miedo a provocar tan poderoso monarca, reduciendo sus dominios a unas cuantas tierras dispersas y a un puñado de condes gascones leales.
Estas duras derrotas diplomáticas le habían hecho ver al monarca de Aragón que un gran juego de dominio se jugaba en todo el mundo. Un cruel juego en que el premio consistía la gloria y la supremacía para el ganador y los suyos, mientras que para el perdedor solo había el olvido y la subyugación.
Y esto último era algo que Alfons I juró, por todo lo sagrado, que no sucedería a la Corona de Aragón.
 
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Creo que ya hay más AARs del CK2 con la casa de Barcelona que con el resto juntas, pero bueno, te sigo igual :D

Pues con el CKI la casa de Barcelona ya era una de las que tenia más ARRs. Por algo será... :rofl:

Respecto al CKII, ¿cuantos aars hay? Porqué de la casa de Barcelona diria que solo hay dos. El de Luciu y el mio.
 
Lo original es la fecha de salida... yo reconozco que no me puedo resistir a salir lo antes posible para tener el máximo tiempo :D
 
Capítulo (1ra parte): labores previas (enero-febrero 1187)

Una cosa que tenía clara Alfons era que antes de ir a buscar a su áureo destino al exterior, debería hacer limpieza en casa. Y esta consistía, claramente, en enfortecer la posición del monarca aragonés frente a sus revoltosos súbditos.
El primer asunto que trató fue la ley sucesoria. La que había en inicios del 1187 implicaba que cuando muriera Alfons Pere, su primigenio, heredaría Catalunya y la dignidad real, mientras que su hermano Alfons el reino de Aragón. Aunque teóricamente este último tendría que jurar lealtad a Pere para poder acceder a su herencia, para el rey era obvio que lo único que se conseguiría con esta ley sería un ciclo inacabable de luchas internas que destruirían a la Corona.

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Por esto Alfons proclamó solemnemente que a partir de entonces los nuevos reyes de Aragón y condes de Barcelona serían elegidos por su antecesor, entre los hijos que tuviera. Y el primer agraciado con esta nueva disposición fue, como muchos se esperaban, el adolescente infante Pere.

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Y esto no fue lo único que recibió el nuevo heredero, sino que además su padre le proclamó duque de Aragón, dándole en feudo las tierras del Alto Aragón. Con el fin de aumentar su prestigio y, principalmente, de aprender las duras lecciones del arte de gobernar.
A pesar del impacto que tuvo esta disposición, la actividad legislativa de Alfons no se paró aquí. Sino que decidió culminar, de una vez por todas, la labor emprendida por sus ancestros.
Desde hacía un siglo, exactamente desde el reinado del gran conde barcelonés Ramón Berenguer I (1035 – 1076), los soberanos catalanes habían emprendido una ardua lucha, tanto jurídica como militar, contra sus díscolos vasallos para meterlos en vereda. Y cuando Alfons subió al trono, fiel a esta tradición, decidió completarla con éxito.
No obstante su mayor triunfo no llegó hasta el enero de 1187. Cuando en unas cortes catalanas proclamó los Usatges de Barcelona, una magna recopilación de derecho consuetudinario hecha por juristas de la corte catalana, norma legal superior en todo el territorio de Catalunya (pasar autoridad de la corona de baja a media). Y si esto no fuera suficiente pocas semanas después también emprendió medidas similares, aunque no se formalizaron en un tomo jurídico, en el reino de Aragón.

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Página extraída de los Usatges de Barcelona

Como había previsto el propio Alfons, a la mayoría de sus vasallos todo esto no les hizo ninguna gracia. El que más lejos llegó en su enfado fue Gastó VI de Montcada, señor del vizcondado de Bearn a pesar de provenir de una familia catalana de rancio abolengo; que con varios esbirros suyos creó una facción para liberarse de la tiranía del monarca aragonés.


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Iglesia deSauveterre de Beárn, importante villa de dicho vizcondado

Para evitar que los murmullos de desaprobación de los nobles se convirtieran en algo más, Alfons apeló a su codicia. A Ponç III, conde de Empúries, le dio el título de duque de Catalunya, convirtiéndole así en el noble más poderoso de este principado y en un firme partidario suyo. Respecto a Gastó solo bastó con darle el título honorifico de senescal, cargo que ya había ostentado su abuelo, y, aprovechando su obsesión de conseguir esposa para perpetuar su linaje, concertar su boda con una bella dama de la Corte.
Y así fue como Alfons aseguró, al menos durante su gobierno, la autoridad real en toda la Corona de Aragón.
Una vez cumplida con esta labor, se enfrascó en la búsqueda de los mejores partidos para su descendencia. Para conseguir así buenos aliados para el arduo futuro que se avecinaba.

(continuará)
 
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Viendo tu lista de objetivos me entra una duda, ¿tienes intención de formar también el Imperio de Hispania?
 
Viendo tu lista de objetivos me entra una duda, ¿tienes intención de formar también el Imperio de Hispania?

Pues aun no estoy seguro. Descubrí que lo podia hacer después de poner los objetivos. Por que si creo el imperio ¿los reinos que cree serán vasallos mios y no independientes? Puede que lo que haga es solo independizar los territorios que no sean necesarios para crear el título.
 
Pues aun no estoy seguro. Descubrí que lo podia hacer después de poner los objetivos. Por que si creo el imperio ¿los reinos que cree serán vasallos mios y no independientes? Puede que lo que haga es solo independizar los territorios que no sean necesarios para crear el título.

Puedes crear reyes bajo tu mando, sí.

Tienes tres opciones ahí si te haces emperador:

- Dar títulos de rey a tus vasallos. Esto permite unificar zonas y levas de forma muy rápida, pero hace vasallos que pueden ser muy poderosos en una crisis de sucesión o de independencia. También da bastante prestigio.
- Quedarte los títulos de rey tú mismo. Esto es la opción que da más prestigio, pero da unos malus de lealtad de nada menos que -20 para los duques de esos territorios, que querrían ser reyes.
- Destruir los títulos de rey. Provoca mucha deslealtad en el momento que lo haces y es la opción que menos prestigio da, pero es la opción de más estabilidad para tu imperio a medio y especialmente a largo plazo.

Quedarte como rey y no hacerte emperador te permite asimilar el territorio ducado a ducado cosa bastante más rápida y eficiente que cuando eres emperador (sólo empiezas a absorber cuando tienes *todos* los condados de iure del reino en cuestión para que ese reino se considere parte de tu imperio) y aún tienes menos prestigio. Hacerte emperador también te permite tomar de forma rápida lo que te quede por conseguir de tu imperio.

Lo sé, decisiones, decisiones :D
 
Puedes crear reyes bajo tu mando, sí.

Tienes tres opciones ahí si te haces emperador:

- Dar títulos de rey a tus vasallos. Esto permite unificar zonas y levas de forma muy rápida, pero hace vasallos que pueden ser muy poderosos en una crisis de sucesión o de independencia. También da bastante prestigio.
- Quedarte los títulos de rey tú mismo. Esto es la opción que da más prestigio, pero da unos malus de lealtad de nada menos que -20 para los duques de esos territorios, que querrían ser reyes.
- Destruir los títulos de rey. Provoca mucha deslealtad en el momento que lo haces y es la opción que menos prestigio da, pero es la opción de más estabilidad para tu imperio a medio y especialmente a largo plazo.

Quedarte como rey y no hacerte emperador te permite asimilar el territorio ducado a ducado cosa bastante más rápida y eficiente que cuando eres emperador (sólo empiezas a absorber cuando tienes *todos* los condados de iure del reino en cuestión para que ese reino se considere parte de tu imperio) y aún tienes menos prestigio. Hacerte emperador también te permite tomar de forma rápida lo que te quede por conseguir de tu imperio.

Lo sé, decisiones, decisiones :D

También está la opción de darle algunos títulos de rey a tu heredero, con eso podrás convocar todas las levas de esos reinos de una sola vez, tu heredero tendrá la bonificación por reinado largo antes y tu tendrás garantizada la lealtad de gran parte de tu Imperio en caso de rebeliones de facciones.
 
Hasta que el heredero le de por montarte una rebelión :D

A mi hasta ahora no me ha pasado eso. Mi heredero suele esperar pacientemente a que me muera. Si que ha habido conspiraciones de su esposa o esposo para asesinarme, pero mi heredero siempre es leal.

Si sus vasallos intentan derrocarle, el aspirante suele tener un accidente. Y si aún así logran derrocarle, yo les revoco el título y se lo vuelvo a dar a mi hijo.
 
Cap. 1 (2da parte) Labores previas (enero-febrero 1187):

Fue a inicios de febrero de 1187 cuando Alfons recibió unos informes que había pedido un mes antes. Sabía que para tomar la mejor decisión sobre el futuro matrimonial de sus hijos, le haría falta toda la información posible. Por esto a inicios de enero había ordenado a sus agentes que investigaran todas las cortes reales europeas, para informarle después de los mejores candidatos que había para su prole.
Aunque el monarca tardó varios días en leerlos todos, y en resolver sus dudas consultando a varios notables de su corte, pronto tomó una decisión. Por el bien de los suyos y de la Corona de Aragón consideró que los esponsales más adecuados serían los siguientes:

- Pere: para el adolescente primogénito el mejor partido seria Berenguela, hija primogénita del rey castellano Alfonso VIII. Como este monarca no tenía ningún otro hijo, si moría Berenguela era la única heredera de su progenitor. O sea que aparte de ganar un buen aliado, con esta boda Alfons abría la puerta a un posible dominio de Castilla por parte de la casa de Aragón. Interesante perspectiva, excepto si se torcía al último momento por el nacimiento de un varón; pues la madre de Berenguela, Eleonor Plantagenet, solo tenía unos veinticuatro años. Solo el tiempo lo dirá si esta apuesta sale vencedora.

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- Constança: aunque solo se tenía unos ocho años se decidió prometerla con Richard Plantagenet, heredero del rey inglés Henry II. Así se conseguiría la amistad de una poderosa y belicosa monarquía.

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- Elionor: a pesar de sus cinco añitos se aconsejó su matrimonio con Friedrich von Hohenstaufen, duque de Suabia e hijo del anciano káiser alemán Friedrich I. Esto nos permitiría obtener el apoyo del mayor estado europeo del período.

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- Ramón Berenguer y Sança: debido sus escasas primaveras, pues el primero solo tenía tres y la segunda uno, se decidió que por ahora no entrarían en el juego matrimonial.

En ver que la mayoría de los consejeros estaban de acuerdo con él, Alfons envió a elocuentes diplomáticos para pedir los esponsales a las cortes inglesa, castellana y suaba. Cuando volvieron nos dijeron que todas las solicitudes habían sido aceptadas con entusiasmo, pues consideraron un gran honor emparentar con la noble casa de Aragón.
Una noticia que nos comentó el enviado a Alemania es que este reino había entrado en guerra con la vecina Francia, con el objetivo de apoderarse de la rica Gante. El único interés que le despertó esta noticia en Alfons fue que los franceses estarían ocupados durante un tiempo, y por lo tanto no tendrían fuerza para terminar con los últimos dominios aragoneses en Occitania. En fin, una frontera tranquila al menos durante un tiempo.

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El recientemente construido Gravensteengent, pronto tendría que probar su valía frente a las huestes germánicas

Más interesó a la corte catalanoaragonesa dos rebeliones que estallaron por marzo en al-Andalus. Harto de la tiranía de los fanáticos almohades Abdul-Aziz Mansurid, un poderoso noble local de Badajoz, se rebeló para conseguir liberarse de su dominio. Sorprendentemente consiguió el apoyo de varios señores y gobernadores andalusíes, como los de Mertola, Algarve y Balansiya, y de la región bereber de la Kabilia. Ante esta afrenta a su autoridad el califa almohade Ya’qub ha ordenado el reclutamiento de todas sus huestes, para anegar con sangre esta rebelión.

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Mapa con las posiciones iniciales de los rebeldes

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El líder de la rebelión anti-almohade

Viendo esta situación Alfons se dio cuenta de la ironía de que a pesar de su estricto gobierno, Ya’qub no había podido impedir la rebelión de Abdul-Aziz Mansurid. Por esto se dio cuenta que si muriera, y subiera al poder alguno de sus inútiles hijos, la rebelión y la secesión se apoderarían del imperio infiel. Convirtiéndola así en una presa fácil de las huestes cristianas.

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Por esto ordenó a sus agentes que se infiltraran en la corte sarracena, para asesinar al califa con el apoyo de cortesanos moros corruptos. El problema fue que aunque tuvieron éxito en la primera parte de la operación, no consiguieron que ningún almohade les quisiera ayudar. Por lo tanto las posibilidades de cumplir con su cometido se volvieron, desgraciadamente, bajas (un 48%).
Otro dominio islámico que entró en una cruenta guerra civil fue el emirato de Mayurqa. Aunque hasta hacia poco había sido controlada por los ibn Ghàniyya, últimos descendientes de los otrora poderosos almorávides, habían perdido el control de la isla mallorquina cuando las autoridades religiosas, acusándoles de ser unos herejes recalcitrantes, habían sublevado la población contra ellos.
Ante esto los ibn Ghàniyya huyeron a Menorca, firme partidaria suya, para reclutar un numeroso ejército para recuperar toda Mayurqa. Seguramente hubieran tenido éxito si no hubiera sido por un pequeño detalle. Por el detalle de que cuando recibieran noticias de lo que sucedía en las Baleares los ojos de los nobles y comerciantes catalanas brillaron de pura codicia.

(fin capítulo)