Capítulo 2: Look away! Look away! Dixieland!
14 estrellas lucía la bandera que se hizó en el capitolio de Washington tras la quema de la ciudad y su inclusión dentro de la confederación. Una gran rueda de 13 estados representaba a Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Kentucky, Tennessee, Georgia, Florida, Alabama, Mississippi, Missouri, Arkansas, Louisiana y el nuevo estado anexado tras la quema de Washington: Maryland. La estrella grande del centro de la rueda representaba a Texas, todavía manteniendo un estatus especial dentro de la confederación, debido a su previa condición de país independiente y a su particular idiosincrasia, que posteriormente sería reflejada concretamente en la constitución del sur.
Muchos veían ya esta bandera como la definitiva, pues el objetivo del sur era ahora tan sólo unificar todo Maryland, y luego intentar defender su independencia. Sin embargo, el norte al momento quiso proteger el resto del territorio de Maryland, y con ese objetivo unificó los dos antiguos estados de Maryland y Delaware en uno solo: su nombre sería Del-mar.
Bandera del recién creado estado de Del-Mar
Maryland ahora era confederada, y se hallaba en confrontación frontal con el estado unionista de Del-mar. La opinión pública dentro de ambos estados se hallaba igualmente dividida (ofreciendo una situación similar a la de Virginia), y sólo las vías militares podrían decidir la frontera del territorio sureño y el unionista. Así pues, además de la bandera de la confederación, se hizó también al cabo de unos días la nueva bandera de Maryland, que seguiría la estética que estaban ofreciendo las enseñas de los diversos estados de la Confederación.
Hubo en esta época la consolidación de los diversos símbolos nacionales de la Confederación. La Combat Cross, bandera del ejército confederado, seguía teniendo tan sólo 13 estrellas (Texas decidió conservar su propia bandera para sus tropas, la Lone Star), pero se convirtió en el símbolo más repetido en las diversas banderas que adoptaban los estados del sur. La simbología se consideraba un aspecto importante dentro de la Confederación, ya que era necesario dejar siempre patente que en el sur eran los Estados la base de la organización democrática, y no el gobierno central. Así pues, mientras las tropas confederadas cantaban canciones populares y avanzaban hacia las recién creadas fronteras para defender su patria, el capitolio de Richmond bullía en actividad para decidir la constitución del sur.
Y era el tema de la esclavitud el más peliagudo en dicho debate. Los más ortodoxos en la naturaleza de la confederación, como Lee, consideraban que dicho derecho debía ser una competencia que decidieran los estados del sur por sí mismos. Sin embargo, Davis consideraba que éste era un derecho individual, no de los Estados, así que efectivamente debía estar reflejado en la constitución. Pese a que los representantes de los estados donde el esclavismo estaba más implantado consideraban que debía figurar el derecho a poseer esclavos como "irrevocable", la opinión mayoritaria dirigida por Davis logró que no fuera así. La constitución reconocía el derecho a poseer esclavos de cualquier ciudadano libre de la Confederación, pero prohibía explícitamente su compra-venta. Así pues, se huyó de las vaguedades de los afines a Lee, y de la ortodoxia de los esclavistas más convencidos como Robert Toombs o John C. Breckinridge.
El esclavismo continuaría en la confederación, pero no se podían legalmente "crear" nuevos esclavos, así que en realidad el objetivo último era que en un medio-largo plazo esta institución obsoleta desapareciera. Sin embargo, el sistema apoyado por Davis y sus políticos afines era una manera más racional de acabar con el esclavismo que no el abolicionismo impuesto por el norte, que tenía en cuenta poco o nada las consecuencias.
En esa misma época, el general sureño John Hunt Morgan inició una operación conocida como "The Great Raid". Puesto que el gobierno de Richmond había aprovado una táctica defensiva contra el norte, Hunt consideró que era necesaria una fuerza que luchara en la retaguardia del Norte, con el objetivo de desorganizar las divisiones que se estaban agrupando en la frontera del medio-oeste.
El éxito del operativo fue relativo, pero sin duda logró retrasar lo suficiente a las tropas federales como para dar tiempo al ejército confederado a atrincherarse en las fronteras y hacer imposible una invasión desde el oeste.
Sin embargo, dentro de la propia confederación no todo eran buenas noticias. Pese a que cada día eran menos, todavía existían importantes núcleos unionistas en el sur, y algunos operativos espontáneos tuvieron lugar dentro de las fronteras confederadas.
Los sucesos en su mayoría fueron de muy menor importancia, salvo en Arkansas. Las diversas revueltas unionistas en Arkansas culminaron con la toma de Fayetteville, creando un gobierno efectivo protegido por las montañas. El encargado de reconquistar Fayetteville fue un oficial que se haría muy popular mucho más tarde en el conflicto: Thomas Jonathan Jackson.
El éxito de Jackson en la toma de Fayetteville hizo que Lee decidiera enviarle al frente de Virginia, para comandar a las tropas que defenderían el estado.
En el parlamento de Richmond, Davis también tuvo que resaltar otra desventaja importante de la Patria respecto a los yankees: la ausencia de una industria naval eficiente. Sólo existía un astillero menor de clíperes de vela en Florida, y en una época en que la máquina de vapor estaba sustituyendo progresivamente a la vela, y el metal a la madera en la coraza de los barcos, dichos clíperes eran obsoletos. Así pues, Richmond pagó al Reino Unido y a Francia la construcción de fragatas interceptoras, que serían muy útiles para bloquear la llegada de suministros desde el mar al frente unionista.
El desembolso por parte del gobierno fue muy importante, equiparable al que había tenido lugar para construir los diversos fuertes del perímetro defensivo de la Confederación. Sin embargo, los diversos bancos del sur asumieron la deuda con gusto, pues estaban seguros de que dichas cantidades estaban bien invertidas si significaban la victoria confederada.
El siguiente asunto que tenía que resolver la apretada agenda del gobierno de Davis era la posición de los Cherokees y demás tribus nativas respecto a la guerra y a la confederación.
Los amerindios residentes en el Territorio Indio declararon su neutralidad respecto al conflicto. Pese a que este hecho era ventajoso para la Confederación, ya que reducía considerablemente el frente que debía cubrir el ejército, Christopher Memminger (ministro de Richmond) presionó a los nativos a apoyar a la confederación. Memminger ofreció a los amerindios la plena protección del gobierno confederado, así como la creación de un Estado propio para ellos, integrado en la confederación y con su propio gobierno, respetuoso con todas las tradiciones indígenas. El nombre escogido para este novedoso estado "indio" sería el del Estado de Sequoyah. La Unión intentó presionar también por su lado a los nativos, haciendo una oferta similar y a la vez diametralmente opuesta. Los Estados Unidos pretendían la incorporación del Territorio Indio en la unión bajo el estado de Oklahoma, que sería un estado "free soil" al estilo de los que se estaban creando en el oeste, con las mismas estructuras que cualquier otro estado del norte. Los indios debían pronunciarse, pero ambos bandos debían dejarles tiempo para decidirse.
Así, con el objetivo de tomar por completo Maryland y fijar definitivamente la frontera en la línea Mason-dixon, tres divisiones armadas con artillería salieron del fuerte de Manassas.
Las tropas de Beaulieu habían llegado a Salisbury, y ya era cuestión de tiempo que todo Maryland fuera reunificado para la confederación. Sin embargo, y pese al entusiasmo de la soldadesca, la información de los espías enviados a Philadelphia revelaba que un enorme contingente de soldados avanzaba desde Canadá y Nueva Inglaterra hacia la línea Mason-dixon. En aquellos momentos nadie imaginaba que entre Philadelphia y Maryland iban a haber las más cruentas batallas que había habido jamás en Norteamérica.
De hecho, la unión estaba enfrascada en un conflicto armado con el Reino Unido por Canadá desde hacía unos años, pero que no dejaba de ser un conflicto más bien teórico que no práctico, pues hasta la fecha apenas se había disparado en el Gran Norte. La unión ahora estaba acelerando las negociaciones para lograr una paz blanca con el Imperio Británico, y había desviado a todas sus tropas disponibles hacia el sur, conscientes de que ya eran una amenaza más que considerable.
Así, mientras los oficiales Curry y Pemberton avanzaban por Fredrick, el general Beuliau tomaba Salisbury.
Pese a los constantes avisos de que el norte se estaba organizando y de que todavía no había comenzado la guerra de verdad, lo cierto era que hasta ahora no había tenido lugar ninguna gran batalla propiamente dicha. Dicha circunstancia iba a cambiar en la pequeña población de Sharpsburg, cerca de Fredrick.
El general Lee había agrupado las divisiones confederadas en Fredrick, con el objetivo de dirigir el frente de Maryland. Sin embargo, las tropas federales, conscientes del prestigio de Lee, habían estado esperando a conocer su posición exacta para atacar su posición. El objetivo era causar una derrota rápida a las tropas de Lee que ejerciera un fuerte efecto moral sobre la confederación. No podían imaginar que el resultado iba a ser radicalmente distinto.
El asalto del general McClellan contra las líneas confederadas fracasó, produciéndose 23.000 muertes en un sólo día, y siendo el bando unionista el más perjudicado. Las tres divisiones, dirigidas por los generales Longstreet, Jackson y Stuart respectivamente, resistieron el ataque federal y lo repelieron con mucha dureza. Fue en esta batalla en la que Jackson, el liberador de Fayetteville, se ganó su apodo de "Stonewall" Jackson, al repeler la embestida federal como nadie podía haberse esperado.
Había sido la batalla con más muertos en un sólo día de toda la historia de Norteamérica, y todavía no había comenzado lo peor de la guerra.
La moral de la soldadesca confederada, pese al exponencial aumento de tropas federales en Philadelphia, estaba por las nubes. Tal fue así que el general Belieau, desobedeciendo las recomendaciones de Lee, cruzó la línea Mason-Dixon y se decidió a ocupar por completo el territorio que antes era Delaware.
Davis y Lee eran conscientes de que el excesivo entusiasmo de sus hombres podía llevar a que la guerra se les fuese de las manos. ¿Qué debía hacer ahora el general Lee? ¿Debía el ejército confederado dejarse llevar por la euforia y entrar con fuerza en el territorio de la unión para demostrar su poder e intimidar a sus enemigos? ¿O debía ceñirse tan sólo a defender su territorio para así lograr una paz rápida con los abolicionistas?
Continuará...