Más da una pidra
Así se podría resumir en pocas palabras la situación sufrida entre el binomio Imperio Bizantino Georgia vs. Timuridas. Una guerra que duro algo más de 1 año y medio y en el que lo único que se pudo sacar de provecho fue mostrar a Oriente Medio nuestro potencial, salvo eso, no se pudo sacar nada de provecho de la guerra. Una guerra que los últimos siete meses se lucho más entre emisarios y diplomaticos que entre lanzas y flechas.
Por mucho que el Imperio Bizantino intento sacar una paz provechosa, sabía que Georgia era un lastre para las negociaciones, sus dirigentes tan solo querían que la guerra terminase de una vez, no querían sacar rédito de sus victorias ni de su ocupación, mientras que nosotros pedíamos las dos regiones más próximas a nuestros territorios, pero no fue posible llegar a ningún acuerdo y tampoco podíamos seguir conquistando. Al final, en Diciembre Georgia firmo una paz sin nuestro consentimiento, pero que debíamos de aceptar por ser sus fieles aliados.
Fue en este punto, en el que Manuel II comenzó su camino hacía la locura, durante las semanas siguientes su actitud fue variando y actuando de manera incomprensible, estos actos estaban perjudicando seriamente al país y a sus intereses, por lo que el ejército debió de actuar, con el consentimiento de la Corte.
La situación en principio sería solo temporal, ya que la causa o la más que posible causa de su locura fuera una enfermedad, se decidió tras escuchar a los médicos de la Corte que el Emperador debería de guardar cama el tiempo que fuera necesario hasta que recobrase el juicio.
Todo el mundo sabe que pasa cuando se deja al ejército al mando de un país:
Previsible, luchar contra los herejes es un motivo más para permitir que el ejército tome el poder.