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El 10 de mayo, el día de la ofensiva alemana contra Francia, la división de Stauffenberg (la 6ª División Panzer, la antigua División Ligera) esperaba su turno en Coblenza y al norte del Lahn, detrás de la 2ª División Panzer y dos de infantería. La 6ª Panzer formaba parte del XXXVIII Cuerpo de Ejército, que pertenecía al Panzergruppe Kleist.

La división cruzó el Rin en Neuwied, dividida en tres grupos de combate. Quedó atascada y formó una larga cola de 120 kms por las estrechas carreteras de las montañas Eifel. Algunas secciones de infantería se mezclaron con los grupos de combate de la 6ª Panzer y los comandantes fueron incapaces de actuar, y von Kleist tuvo que reprender duramente todas las violaciones de la disciplina de la marcha. Así, la 6ª Panzer cruzó la frontera un día más tarde de lo previsto, alcanzando ele Mosa el 12 de mayo, y encontrado que el puente del Mosa había sido volado. Se intentó cruzar el río bajo fuego enemigo, y finalmente el 13 de mayo se tendieron los puentes y comenzaron a pasar los tanques, estableciendose una cabeza de puente en Monthermé. Al día siguiente la artillería francesa destruyó el puente del Mosa, pero se siguió el cruce con balsas, y las ameralladoras enemigas causaron numerosas bajas a los dos batallones que defendían la cabeza de puente. Tampoco había llegado el convoy de suministros, por lo que Stauffenberg usó el Storch del comandante de la división para buscarlo y guiarlo hasta el Mosa.

Dos días después la 6ª Panzer encabezaba el avance de las seis divisiones acorazadas que habían cruzado el Mosa. No hallaron apenas oposición: los atacantes sólo dieron con unidades francesas aisladas y mal organizadas que fueron capturadas en el avance hacia la costa. En Guisa la división se encontró por primera vez ante tanques franceses pesados que eran inmunes a los cañones antitanques alemanes. El 17 de mayo el teniente Neuckenauwer acertó 25 veces con sus cañones sobre un tanque francés, que sólo se detuvo al impactar el 26º proyectil en una cadena. Sin embargo, los franceses no supieron aprovechar su superioridad en carros. Con la llegada de cañones de 88 mm se detuvo el ataque acorazado francés.

El 18 de mayo Stauffenberg escribió a su mujer dessde el puesto de mando en el Oise para decirle que la división había atravesado el Eifel y las Ardenas, había cruzado el Mosa, el Oise y, aquel mismo día, el Somme. Los franceses hasta el momento no habían mostrado vcoluntad de lucha, y se entregaban a millares. Stauffenberg asistía conmocionado al "colapso de una gran nación, un colapso no sólo militar, sino también psicológico". Los británicos no se habían dejado ver. Seguramente estaban pensando en la defensa de su cabeza de puente en el Canal. Claus decía que dormía poco, pero vivía bien: los vinos eran excelentes.

A pesar de los contraataques franceses y los duros combates, la 6ª Panzer seguía plenamente operativa. En la noche del 20 de mayo la vanguardia de la división llegaba al Canal. Al día siguiente llegó la orden de detener el avance las puntas panzer debido al contraataque aliado en Arrás.

Una semana más tarde Stauffenberg fue trasladado a la II Sección (organización) del Estado Mayor. Para él resultaba muy difícill abandonar su división "en medio de la guerra y de las operaciones más gloriosas" para sumergirse en la "burocracia". Sin embargo el traslado significaba un reconocimiento al trabajo y las capacidades de Stauffenberg, que le habían hecho merecedor de la Cruz de Hierro de la Primera Clase.

(continuará)
 
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Su entusiasmo por los triunfos cosechados en Francia chocó contra la frío atmósfera que se respiraba en el Estado Mayor del Ejército. Su predecesor como director del grupo II del departamento de organización, el capitán de Estado Mayor Bernd von Pezold, un antiguo amigo de la época de Bamberg, no creía que Alemania pudiera ganar la guerra, y Stauffenberg sí lo creía posible.

Abordó su nuevo destino con entusiasmo. Esperaba introducir una serie de cambios por los que había luchado en vano durante su servicio en el campo de batalla. Claus no tardó en trabajar codo con codo con el jefe del departamento, el coronel de Estado Mayor Walther Buhle. El problema era tener que coordinar las actividades del Estado Mayor con las oficiales militares y gubernamentales situadas al mismo nivel, y "depender de un Führer absoluto con unas ideas muy personales", tal y como confesaba a su esposa en una carta. En ella reconocía que debería acostumbrarse a que sus esfuerzos quedaran anulados "por una súbita decisión del Führer". En dos semanas advirtió que el principal problema de trabajar en el Estado Mayor era la caótica estructura de mando de la Wehrmacht.

A mediados de julio de 1940, Albrecht Ritter Mertz von Quirnheim, que en la campaña de Francia había sido condecorado con la Cruz de Hierro de primera clase por su valentía mientras servía como oficial Ia de la 290ª ID, se convirtió en el director del grupo IV (Experiencias) del departamento de organización. En noviembre fue ascendido a comandante y en diciembre asumió el mando del grupo I, puesto en el que permaneció hasta noviembre de 1942.

Como Stauffenberg, Mertz estaba convencido de que los británicos estaban vencidos estratégicamente y no podía entender que se aferraran con tantas fuerzas a una lucha que tenían perdida. Era obvio que no tomaba en cuenta la política del equilibrio continental. El 19 de julio Francia pidió el armisticio. Tres días después Stauffenberg escribió a su esposa: "Su derrota es total, su ejército está destruido. Esta nación ha recibido un golpe del que no se recuperará fácilmente".

Habló a menudo, en las semanas siguientes, del fatal error de Hitler al dejar escapar a los ingleses de Dunkerque. Al primo de su esposa, el barón von Lerchenfeld, le dijo que los logros de Hitler quedaban ensombrecidos por los graves errores cometidos en Dunkerque. Ahora, la guerar costaría más vidas a los alemanes. En otra ocasión habló con despercio de la decisión de Hitler de no perseguir a los británicos por el canal.

Stauffenberg era un soldado profesional, y jamás consideró a Hitler como tal. Reconocía, sin embargo, su talento, su "olfato para los asuntos militares". En 1940 o 1941 le dijo a Kurt Nettesheim, su librero de Wuppertal, que desde que estaba en el cuartel general había variado la opinión negativa que antes tenía sobre Hitler. Le dijo que éste contemplaba las cosas en un contexto más amplio y luchaba por el futuro de Alemania. Estar cerca de él estimulaba el pensamiento creativo: había que ayudarlo a ganar la guerra.

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fuente: http://einestages.spiegel.de/static....html?o=position-ASCENDING&s=7&r=1&a=1835&c=1
De izquierda a derecha: la condesa Caroline Stauffenberg, con Alfred Stauffenberg en brazos; Alexander Stauffeberg con el hijo de Claus, Berthold; Nina Stauffenberg; Claus Stauffenberg con su hijo Heimeran sentado en sus rodillas; Olga Üxküll. Fotografía tomada en Lautlingen, en 1940.​
 
Gracias por el esfuerzo kurt. Me está gustando mucho.
 
@Luki: Gracias.

Continuamos...



Stauffenberg no revelaba sus pensamientos íntimos a cualquiera. Además fue siempre proclive a adoptar puntos de vista opuestos a los defendidos por sus interlocutores. Por un lado, reconocía el talento de Hitler como estratega, pero criticaba que no hubiera perseguido a los ingleses. Parece ser que en ésta época no pensaba que Hitler debiera ser derrocado. No habría sido propio de él ctuar en contra de lo que le dictaba su conciencia.

Su hermano Berthold también oscilaba entre el escepticismo lúcido y el reconocimiento reácio. En 1939 solía decir que los necios almirante siempre decían que el Führer conseguiría todo lo que se propusiera. Tras la victoria de Francia tuvo que reconocer que tenían razón.

No existen indicos de que Stauffenberg tuyviera conocimiento de las ordenes de Hitler para exterminar a judíos, los intelectuales polacos y a los comisarios del ejército rojo hasta principios de 1942. Un colaborador suyo en el departamento de organización dijo que Stauffenberg quedó conmocionado al conocer los crímenes de las SS en Polonia y la URSS. Sus compañeros afirman que desde junio de 1940 cada vez estuvo más indignado ante la brutalidad del nazismo en las zonas ocupadas.

Su primo, Cäsar von Hofacker, que trabajaba en el gobierno militar en Francia, se quejaba tanto de forma oficial como privada de que en los más altos niveles no se reconociera "la aportación decisiva que Francia podría hacer", por ejemplo, contra "Torch" en 1942. Pero no era posible contar con la confianza de los franceses por los excesos del nazismo. Al igual que su primo, Hofacker defendía entonces la posición de que la guerra, si no se podía ganar, debía llevarse hasta un final propicio para Alemania, nolens volens con Hitler. La brutal represión realizada por el nazismo le hizo ver que el gobierno de Hitler aplicaba a la política exterior "el mismo fanatismo totalitario que hemos ejercidos en el interior durante los últimos ocho años".

Antes de 1942 sólo un hombre, George Elser, había intentado matar a Hitler [Nota: también lo había intentado, con mucho menos éxito si cabe, Maurice Bauvaud]. Desde entocnes las meiddas en torno al führer se habían intensificado. Incluso oponentes tan decididos como Hoster y Bonhoffer no se decidían a seguir el ejemplo de Elser. En 1939, cuando la ofensiva occidental amenazaba en convertirse en una catástrofe, Erich Kordt y Hasso von Etzdorf, del minisgterio de exteriores, estuvieron dispuestos, por breves momentos, a pasar a la acción, con la única condición de que existiera una organización capaz de asumir el poder tras el atentado.
 
Una pregunta, Kurt:

La intervención de NohcCuteGirlz, ¿ha sido acordada contigo, o se trata de una intervención espontánea?
Porque con la coeherencia expositiva y argumental conque sueles dotar a tus hilos (este no venía siendo la excepción), y tu atención a los detalles, el añadido que hizo dicho forero queda como un graffiti pintado sobre el David de Miguel Ángel.:wacko:

Aquí mayormente conocemos cómo fue y cómo acabó el complot.
Por tanto lo que importa es cómo lo cuenta cada uno, añadiéndole su punto de arte en la medida que lo tenga, y permitiendo que el desarrollo de la historia hasta su conclusión sea de quien empezó a contarla.

Cosa que, por lo visto, a dicho forero lo tiene sin cuidado.

¡Debe ser una pasada ir al cine con este "hamijo" a ver una remake de lo que sea!:D
 
Una pregunta, Kurt:

La intervención de NohcCuteGirlz, ¿ha sido acordada contigo, o se trata de una intervención espontánea?

No tengo ni la más remota idea de quén es y de porqué ha metido eso aquí, teniendo como tiene en la primera página el link con el hilo referente a la resistencia alemana. Sinceramente, ni idea.

PD: Ahora que me fijo, no creo que sepamos nunca el porqué.
 
PD: Ahora que me fijo, no creo que sepamos nunca el porqué.

Era un bot que ha hecho un copiapega del segundo post, no hay que hacerle ni caso.
 
La primera misión de Stauffenberg consistió en reorganizar el ejército, reduciendo sus divisiones de 165 a 120; las divisiones acorazadas debían aumentarse de 7 a 20 y las 8 motorizadas a 10. También tenía que coordinar las competencias de los estados mayores del ejército en campaña y el de reserva, hacer frente a muchas cuestiones relativas a los servicios de intendencia, la organización de las formaciones de voluntarios, las relaciones entre ejército y policía, los guardias fronteras, las SS, el Ministerio del Interior y el Alto Mando de la Wehrmacht.

El 31 de julio Hitler ordenó la preparación de la ofensiva contra Rusia. El ejército en campaña se debía ampliar de nuevo, de 60 a 180 divisiones. Esta es la tarea que fue encomendada a Stauffenberg a su regreso de Lautlingen, done había pasado un permiso de ocho días. También debía prepararse la ocupación del sur de Francia, por si los aliados desembarcaban en el norte de África. Pero, sobre todo, Stauffenberg se ocupó de preparar Barbarroja. El 1 de enero de1941 Stauffenberg fue ascendido a comandante de Estado Mayor.

En la mañana del 22 de junio, el general Friederich Olbricht, jefe del Allgemeines Heeresamt (Oficial General del Ejército), informó a sus oficiales que había comenzado Barbarroja. Olbricht sabía que las fuerzas alemanas eran insuficientes para el plan de campaña, conocía el armamento y las reservas del enemigo. En el mando del ejército, sin embargo, imperaba una excesiva confianza en las propias fuerzas y el desconocimiento de las ventajas que suponía para el enemigo la vastedad de su territorio. Hitler, sordo a toda objeción, mantuvo su estrategia de la Blitzkrieg y planeaba futuras campañas en el Mediterráneo y contra Inglaterra. Cuando a comienzos de la campaña rusa el teniente general Friedrich Paulus, el Oberquartiermeister I en el Estado Mayor del ejército, expuso a Hitler las dificultades del abastecimiento durante el invierno, Hitler prohibió cualquier "cháchara" sobre una campaña invernal.

(continuará)
 
Tras visitar el frente a mediados de julio de 1941, Stauffenberg informó personalmente a Halder sobre el esfuerzo que la campaña estaba reclamando sobre las formaciones alemanas, cuya fuerza combativa iba menguando, mientras que la sucesión de victorias inflamaba peligrosamente la confianza de las tropas. Pronto varias formaciones alemanas se encontraron al borde el colapso por agotamiento, como la antigua división de Stauffenberg, cuyo comandante, Loeppner, informó a su antiguo subordinado que la división estaba luchando en grupos dispersos, sin fuerza, sin reservas, corriendo de un combate al siguiente.

Mientras, la fabricación mensual de armamento no alcanzaba a reponer las perdidas, y los regimientos acorazados tenían que reducirse a dos batallones, con excepción de lo del Afrika Korps. Y los rusos no paraban de lanzar más divisiones al combate. Al comienzo de las operaciones se habían estimado que la URSS disponía de 200 divisiones y para agosto ya se contaban 360. Mientras, los alemanes avanzaban, alejándose de sus bases de suministros, mientras que el enemigo acortaba las distancias con las suyas.

Fue probablemente durante su viaje al frente, en julio de 1941, cuando conoció al teniente coronel de Estado Mayor Henning von Tresckow, así como a su ordenanza, el teniente de la reserva Fabian von Schlabrendorff. Ambos quedaron impresionados por su visitante que, "además de no ser nazi, consideraba a Hitler y el nacionalsocialismo como un peligro". Según comenta von Schlabrendorff, no fue hasta el verano de 1943 cuando Olbricht les puso en contacto con Stauffenberg y supieron a ciencia cierta qué "espíritu le animaba".

Mientras tanto, los informes de Stauffenberg sobre la disminuidas fuerzas de las divisiones alemanas en el frente parecían no surtir efecto alguno. Para octubre ya era obvio que la situación había cambiado, que los avances eran imposibles por el barro Sin embargo, todavía se daba por supuesto que en otoño de 1941 se tomarían los pozos petrolíferos del Cáucaso y que en la primavera de 1942 las operaciones partirían desde el Cáucaso hacia Irak y que pronto se daría el golpe de gracia a los soviéticos.

A principios de septiembre, el conde Helmuth James von Moltke, que era Kriegsverwaltungsrat (consejero de administración de guerra) en la sección de Grupe Extranjeros de la Abwehr, se encontró con un primo de Claus, el barón Hans Christoph von Stauffenberg. Von Moltke estaba buscando en secretos colaboradores para preparar un gobierno alternativo que pudiera entrar en acción tras la caída del nazismo y le preguntó al barón: "¿No tiene usted un pariente en el cuartel general del Führer? ¿No se podría hacer nada con él?" La respuesta era no. Claus opinaba que primero había que ganar la guerra. "Durante la guerra uno no puede hacer esas cosas, sobre todo durante una guerra contra los bolcheviques. Pero después, cuando volvamos a casa, nos encargaremos de la peste parda".
 
Ya en el verano de 1941 Stauffenberg le pidió a Bussman, el teniente de la reserva que desde abril trabajaba en el departamento de administración de guerra del Generalquartiermeister, que reuniera todo el material que inculpar a las SS. Según lo que cuenta Bussman, él mismo habría facilitado a Stauffenberg informes sobre los Eisentazgruppen de las SS y la policía que realizaban fusilamientos en la retaguardia del frente ruso. También Bussman explica los esfuerzos realizados para anular la orden de los comisarios de Hitler; en especial, Stauffenberg y el coronel de Estado Mayor Hueeinger, el jefe del deparatmento de operaciones, habrían realizado esos esfuerzos en el estado mayor general.

En una carta a su suegra, Stauffenberg dijo que la destitución de von Brauchtitsch no era tan grave como podía parecer; desde hace tiempo el Führer tomaba casi todas las decisiones que afectaban a la dirección de la guerra, debido a la "naturaleza de una personalidad tan sobresaliente y de voluntad tan fuerte". Asimismo, el mariscal había sufrido varios ataques cardíacos graves y se había retirado por vuluntad propia. El Estado Mayor estaba "mejor que antes" y gracias a la "nueva solución" se había hecho posible invertir todas las fuerzas de la nación "en la lucha decisiva". En dicha carta expresó su opinión. La guerra no estaba perdida, aunque era posible que ya no se pudiera ganar. El soldado auténtico no era un derrotista; el buen soldado luchaba ioncluso en las situaciones más difíciles.

Cäsar von Hofacker tampoco creía que la situación fuera tan desesperada: los sacrificios le dolían en el corazón, escribió a su mujer, "pero no hay motivo para preocuparnos seriamente por el destino de nuestra causa". Si los líderes aprendían a opbrar con mesura, entocnes quizá "recuperaremos las riendas de los acontecimientos mundiales y llevemos las cosas a un buen final".

A fin¡ales de marzo de 1942 la situación del ejército era todavía mucho peor de lo que se podía imaginar: de las 162 divisiones del ejército, sólo ocho estaban en situación de poder realizar un ataque. Las 16 divisiones panzer disponían entre todas de 140 carros de combate operativos, menos de la cantidad normal de una división acorazada. A finales de abril de 1942, las bajas sufridas en la campaña del este ya sumaban un tercio de la fuerza total de que disponía el 22 de julio de 1941: 1.167.835 oficiales y soldados.
 
La euforia de Stauffenberg por que Hitler se hubiese convertido en el comandante supremo del ejército no duró mucho. Sus tareas incluían dar una conferencia sobre la estructura de mando que impartió a diversas clases de alumnos de la Academia de la Guerra en Berlín-Moabit y luego en Hirschberg (Silesia). A principios de 1941 adoptó la costumbre de comenzar sus conferencias criticando la estructura de mando alemana, a la que tildaba de ser completamente absurda. Hasta 1944, al dar esta conferencia, admitía que ni él mismo lograba entender dicha jerarquía. De hecho, tras llenar una pizzar con nombres de puestos de mando y un sinfín de líneas entrecruzandose y formando un caos inextricable, Stauffenberg preguntaba a su auditorio si alguien creía que se podía ganar la guerra con semejante estructura de mando.


En la primavera de 1942, en una conversación con Hans Heinrich Herwarth von Bittenfield, Stauffenbergo todavía creia que se podría arreglar la situación si se rodeaba a Hitler de consejeros más competenets. Herwarth sostuvo que el Führer era la encarnación del diablo y que debía ser eliminado, pero no pensaba en asesinarlo, sino en encarcelarlo.

En los primeros meses de 1942, el teniente Julius Speer -subordinado del teniente coronel de estado Mayor Ebhardt Finck- y que había tenido tratos con Stauffenberg en numerosas ocasiones, quedó sorprendido al ver un retrato de Hitler en el despacho de Stauffenberg. Éste replicó que tenía la fotografía colgada del muro para que todos sus visitantes pudieran ver la expresión de la locura. Luego él y Speer comentaron como sería posible contener la desmesura de Hitler. Claus dijo al fin: "Solo hay una solución: asesinarlo".

Como se puede ver, en 1942 la actitud de Stauffenberg cambió de manera radical conforme a sus palabras de enero y noviembre de 1939 y mayo de 1940. Sólo dos obstáculos le impedían llevar a cabo la consecuencia concreta de sus pensamientos: el código militar y la expectativa de que actuaran los oficiales de más alto rango.
 
Stauffenberg ya no creía en que la guerra se pudiera ganar miltiarmente. En otoño de 1942 ya sólo esperaba que con una política armamentística consecuente y un mando experto, Alemania fuera capaz de lograr una situación de talbas en el este. A principios de junio de 1942, por encargo del jefe de estado mayor, Stauffenberg visitó algunas de las divisiones del VI ejército a su cmandante en jefe, el general Friederich Paulus. Tras la visita, en una carta al general, le dio a entender claramente que la guerra estaba perdida por culpa de la incompetencia de los líderes.

Cada vez lo amargaba más la inconsecuencia de los altos mandos, que siempre decían que le iban a plantar cara al Fürher pero que nunca lo hacían. Para agosto de 1942 tanto Mertz como Stauffenberg se refería na Hitler como a un criminal y un loco al que había que derrocar. Ese mismo mes el estado mayor del ejército y el departamento de organizción solicitaron conjuntamente la creación de una autoridad central que coordinara todo lo referente a las reparaciones y repuestos, pero el OKW creó atuoridades que duplicaban las del Estado Mayor, impidiendo la unificación de la estructura de mando.

Para paliar la falta de soldados de reemplazo, Stauffenberg redactó una orden en octubre para reducir en un 10% el personal del alto mando, de los estados mayores y los cuarteles generales de los grupos de ejército y ejército, reducir al mínimo el personal de servicio, de las planas mayores y demás organos auxiliares, así como la de las baterías artilleras "como han hecho los rusos hace mucho tiempo".

Stauffenberg también se ocupó de reclutar a los pueblos de la URSS para luchar con Stalin. Ya en octubre de 1941 se había propuesto formar una legión turco-musulmana voluntaria -similar a la existente en la Primera Guerra Mundial- para luchar en el bando alemán. En diciembre de 1941, ante la desesperada situación, Hitler admitió que se formaran legiones de 100 hombres con prisioneros de guerra liberados y habitantes del país contrario al bolchevismo. El 10 de enero de 1942 Keitel publicó unas directices referentes al uso de extranjeros en la guerra contra la URSS. Por cada ejército se formaría una centuria de voluntarios, pero en realidad existían unidades mucho mayores. Tras autorizar la formación de una legión tártara en enero de 1942, Hitler prohibió que no se formara ninguna centuria más.

Esta prohibición fue sorteada de varias maneras: miles de voluntarios servían como auxliares -chógeres, traductores, sanitarios, soldados combatientes, cocineros y limpiabotas-. Rara vez se les incluía en una estadística, por lo que no se puede saber su número exacto. En marzo Hitler autorizó la creación de centurias de tártaros, caucásicos y cosacos, pero el Alto Mando porhibió la formación de nuevas legiones y sólo permitió completar las existentes hasta alcanzar el nivel de un batallón

Stauffenbeg fue encargado, en junio de 1942, de equipar a los voluntarios extranjeros con uniformes, empleos, raciones, sueldos y alojamientos. El teniente coronel de de estado mayor Henning von Tresckow, el oficial Ia del Grupo de Ejército Centro, y el comandante de estado mayor barón von Gersdorff, su Ic, solicitaron formar un ejército ruso de liberación con 200.000 voluntarios, y la propuesta fue entregada a Brauchtisch, que la consideró "decisiva para la guerra". Mientras, Stauffenberg y los demás oficiales que se ocupaban de esta cuestión tenían claro que las SS no se debían ocupar de estos voluntarios. Stauffenberg contribuyó de manera esencial a que la Wehrmacht se encargara de los voluntarios.
 
En abril de 1942, durante una conversación, Stauffenberg expresó su indignación por el trato inhumano dado la población civil rusa y todas las tropelías que el régimen permitía. En mayo fue informado sobre los asesinatos masivos de judíos y de las acciones de las SS contra los judíos en Rusia. Después de esto Stauffenberg dijo que había que eliminar a Hitler. Pero creía que hacerlo correspondía a los altos mandos del ejército.

En junio de 1942 Tresckow fue a Mauerwald para discutir quien debía liderar el movimiento de liberación de Rusia. El general ruso Vlasov parecía la persona ideal, pero Hitler y Keitel se opusieron a la idea de un ejército de liberación ruso hasta noviembre de 1944, cuando ya era demasiado tarde. A pesar de todo, Stauffenberg comenzó a formar más tropas auxiliares de voluntarios, y, con sus colaboradores, logró presentar a los caucásicos como "arios", para facilitar que fueran bien tratados.

A finales de junio de 1942 se dijo a Stauffenberg que el mariscal Witzleben había sido ganado "para la causa", aunque Claus continuó siendo algo exceptico al respecto, a la par que estaba convencido de la necesidad de derrocar a "ese loco y criminal". También habló sobre los asesinatos de los judíos con el comandante de Estado mayor Oskar Berger, que en el verano de 1942 reemplazó a Mertz von Quirnheim al frente del departamento de organización. En agosto le dijo, de repente "están matando en masa a los judíos. No se puede permitir que sigan cometiendo esos crímenes". También le comentó que Hitler debía ser asesinado, algo que repitió a su superior, el teniente coronel de estado mayor Burkhart Mueller-Hillebrand, al que dijo que había llegado la hora de pegarle un tiro a "ese cochino".

En septiembre de 1942, tras la destitución de Halder y otras medidas absurdas y sondear sin éxito a varios líderes militares, von Stauffenberg se ofreció a eliminar a Hitler. Ninguno de los testigos de estas declaraciones le denunció.
 
Stauffenberg llegó a pronunciarse a favor de matar a Hitler en tantas ocasiones que su permanencia en el Estado Mayor resultaba peligrosa para sus colaboradores y amigos, además de para él mismo. Debido a la inutilidad de su trabajo en el Estado Mayor, Stauffenberg acabó solicitando ser enviado al frente. Deseaba servir como oficial Ia en una división panzer.

El teniente general Zeitzler ordenó su traslado en otoño de 1942. Stauffenberg discutió las posibles consecuencias de su traslado con su hermano Berthold: era consciente de los peligros, pero estaba contento por ir a África. A su comandante de división, von Broich, le dijo que en Alemania se sentía "incómodo". El 22 de noviembre de 1942, el tte. cor. Henning von Blomberg, comandante del 190º Bón acorazado cayó en combate cerca de Mateur, en Túnez. Su hermano, Axel, había caído al ser abatido sobre Bagdad. Según la práctica común, su cuñado, el coronel de estado mayor Bürker, fue retirado del frente el 15 de diciembre de 1942; fue reemplazado como oficial Ia de la 10ª División Panzer por el comandante de estado mayor Bürklin, que resultó herido de gravedad el 1 de febrero de 1943. Stauffenberg fue enviado para sustituirlo.

Antes de partir mantuvo sus contactos con la resistencia, llegándose a entrevistar con el general von Manstein. El resultado de sus esfuerzos fue decepcionante y llevarían a Stauffenberg a decir "esos tipos se han cagado".

El 1 de febrero, el general de división barón von Broich reemplazó al teniente general Wolfgang Fischer, y el 3 de febrero asumió el mando de la 10ª Panzer. El comandante de estado mayor Josef Moll, el oficial de inteligencia del V Panzerarmee, reemplazó temporalmente a Bürklin. Stauffenberg llegó justo cuando la operación Fruhlingswind estaba en marcha. Sus ayudantes fueron los tenientes Wilhelm Reile y Klaus Burk y el sargento mayor Bössenberg. Contento por estar de nuevo en el frente, empezó a ganarse el respeto y la admiración de sus camaradas gracias a su competencia, fiabilidad, energía, coraje personal y talante abierto y cordial. A finales de marzo, Burk escribió a su hermano "¡El comandante y el IA son estupendos!".
 
Stauffenberg formulaba las órdenes para la tropa con cuidado y a tiempo, en un lenguaje claro y conciso, de modo que los soldados tenía siempre la sensación de estar bien dirigidos. La energía con la que trabajaba contagiaba a sus subrodinados. Se curó sin que nadie se diera cuenta de una herida en la rodilla causada por la metralla enemiga. Solía trabajar doce o catorce horas al día, incansable, moviéndose entre los puestos de mando, visitando a los regimientos y batallones para conocer a los oficiales de la división, o caminando arriba y abajo del vehículo de mando dictando las órdenes de la división. Siempre que alguien le visitaba era obsequiado con café, cigarrillos o vino.

El comandante de la división, el general von Broich, pronto consieró a Stauffenberg como un amigo. Estaba conktento de que su Ia fuera "un hombre honrado, antinazi y un oficial de Estado Mayor muy competente". A medianoche solían hablar sobre las posiblidades de derrocar el régimen, sobre política, filosofía o literatura. Stauffenberg nunca ocultó su opinión de que Hitler debía ser eliminado ni ante von Broich ni ningún otro oficial de la división. Así lo confirmó von Hagen cuando Freisler le preguntó durante su comparecencia, el 7 de agosto de 1944, frente el "Tribunal Popular".

Tanto von Broich como Stauffenberg eran conscientes de la situación de las tropas del Eje en África, puesto que no recibían suministros y su fuerza de combate disminuía constantemente, mientras que la de los aliados no cesaba de crecer. Por ello von Broich consideraba que Stauffenberg sería más útil en Alemania que en Túnez.
 
Cuando Montgomery rompió las posiciones del DAK en el wadi Akarit, la 10ª División Panzer corría el riesgo de quedar aislada y von Broich y Stauffenberg solicitaron la retirada de su división, pero que finalmente autorizada demasiado tarde para realizar un repliegue ordenado, que se realizó en las más difíciles circunstancias.

En la entrada del suroeste de El Hafay se formó una peligrosa cola de vehículos, con cientos de ellos esperando al descubierto; las cuatro columnas que formaban la división debían atravesar el paso en fila india. Tras la salida del sol fueron descubiertos por los cazas enemigos, y una hora después bombarderos bimotores aliados causaron graves pérdidas a las tropas encalladas en la entrada del paso. La mayor parte de los vehículos avanzaron por entre las cumbres del paso de El Hafay y el lago Sebkeht, en Noual, bordeando luego las montañas al sur Mezzouna, para seguir hacia el norte. Las tropas que cruzaban la llanura entre el lago salado y el siguiente paso se vieron expuestas al ataque de la artillería y los cazabombarderos enemigos hasta que llegaron a la relativa seguridad de Mezzouna.

La retirada prosiguió durante los días siguientes, y Stauffenberg se separó de von Broich para dirigir el repliegue desde su Kübelwagen Horch y dirigirse acto seguido a su nuevo puesto de mando. El comandante le recordó que tuviera cuidado con los cazabombarderos, y que le seguiría al cabo de una hora, una vez hubiera pasado el último batallón de la división. Stauffenberg cruzó el paso de El Hafay con algunos blindados de la sección de inteligencia, bordeó la orilla norte de Sebkhet en Noual y se detuvo cerca de Bordj bou Hedma. Cuando llegó el teniente Reile, con la 10ª compañía del 10º Batallón motociclista (K10), encontró a Stauffenberg rodeado de sus vehículos blindados de radio y tratando de dirigir la retirada improvisada. "Tendremos suerte si salimos de ésta -le dijo Stauffenberg-. Como siempre, nos retiramos veinticuatro horas demasiado tarde".. El K10 siguió adelante bajo intensos ataques aéreos, abatiendo un bombardero enemigo y perdiendo dos hombres.

Al alcanzar el estrecho terreno entre Sebkhet en Noual y el paso de Chabita-Khetati, la división fue atacada por un enjambre de cazas enemigos, disparando contra los claros objetivos que ofrecían los vehículos en llamas. En medio del caos, Stauffenberg iba de un lado para otro, erguido en su Kübelwagen, tratando de dirigir las unidades, cuando un cazabombardero lo atacó de frente. Stauffenberg saltó del coche y puso cuerpo a tierra, protegiéndose la cara con las manos y entonces fue alcanzado (1).

En ese momento llegó Schott con los restos del grupo de combate; al descubrir a Stauffenberg herido, se le prestaron los primeros auxilios. Delante del asiento del copiloto, el parabrisas de su Kübelwagen tenía un agujero de bala de 20 mm. En seguida llegó una ambulancia. Schott recordó que Stauffenberg no lucía ningún vendaje cuando lo metieron en la ambulancia

Ésta era un camión Bedford en el que viajaba el doctor Keyser, el oficial médico asistente del 361 IR, 90ª División Ligera. El conductor del Kübelwagen no estaba herido, pero Stauffenberg presentaba una herida en la cabeza, en un ojo y en la mano derecha. En el asiento trasero del Kübelwagen yacía un teniente muerto. Hasta 1944, cuando fue hecho prisionero de guerra, Keyser no supo quien había sido su paciente.

Llevado a un puesto de socorro, Stauffenberg fue trasladado al hospital de campaña 200, cerca de Sfax. Le amputaron la mano derecha por encima de la muñeca, el dedo meñique y anular de la izquierda y el ojo izquierdo. Tres días después, una ambulancia lo llevó la hospital de guerra 950, en Túnez-Cartago. Aquel viaje, interrumpido por los ataques aéreos, fue en extremo desagradable y doloroso.

(1) ¿Te enteras, Cruise, te enteras? ¡Saltó del coche, no se quedó mirando al caza con cara de gilipollas descerebrado!
 
La familia de von Stauffenberg no tuvo noticias de que había sido herido hasta el 2 de abril. Unos días más tarde Claus llegó en barco a Livorno, desde donde fue trasladado en tren hasta Munich, donde ingresaría en el Primer Hopsital Militar de la Reserva, sito en la Lazarettstrasse. Su cirujano jefe, el doctor Max Lebsche, era considerado el mejor médico de su especialidad. Claus ingresó el 21 de abril, compartiendo habitaciones con el teniente Johannes Prinz zu Löwenstein, que estaba curando una herida recibida en una pierna. Su esposa, Nina von Stauffenberg, lo vistió por primera vez el 23 de abril; el 26 fue operado en el oído medio, intervención que lo debilitó considerablemente por espacio de una semana. Poco después le operaron de la rodilla, por la presencia de bacilos del tétano muy peligrosos. A todo esto, Stauffenberg rechazó todos los calmantes y somníferos. Cuando se fue recuperando, Claus insistó en vestirse y atarse los cordones de los zapatos él solo, ayudándose de sus tres dedos y sus dientes. Stauffenberg preguntó por el grupo de estudiantes de la "Rosa Blanca", algunos de cuyos miembros habían sido ejecutados por protestar contra el régimen. Una de sus visitas, el conde Markwart von Stauffenberg, hijo de su primo el conde Clemens von Stauffenberg, le comentó que la mayoría de los estudiantes no simpatizaba con el nazismo, pero tampoco con este grupo ni con su intento de revolución desde abajo.

Incluso en estas circunstancias, o quizás por ellas, Stauffenberg no dejó de criticar la manera con la que Hilter conducía la guerra, como hizo en presencia del general Kurt Zeitzler, jefe del Estado Mayor del Ejército, cuando éste le visitó a mediados de 1943.

Entre el 5 de julio y el 6 de agosto disfrutó de un permiso de convalecencia. Por su parte, el general Olbricht, jefe del Estado Mayor de la Oficina General del Ejército, pidió un traslado al frente. Propuso a Stauffenberg como el candidato más cualificado para sucederlo, pues habían trabajado juntos en el departamento del Estado Mayor. A principios de mayo, cuando Berthold consideró que "ya se podía hablar de todo con él", el conde Nikolaus Üküll fue a visitarlo. El tío Nux, en su calidad de comandante de la legión azerbayiana de al 162ª ID en Priluki en 1942-43, había utilizado a sus tropas para evitar los fusilamientos masivos perpetrados en el Este. Claus, por el momento, no se comprometió. Pero cuando su tío lo visitó de nuevo, dijo que puesto que los generales no habían conseguido nada, ahora debían tomar la iniciativa los coroneles.

El deseo de volver al frente que Claus expresó varias veces en esta época contradice el supuesto que entonces se hubiera comprometido a participar en la conspiración. Zeitler recordó que Stauffenberg había solicitado ser destinado al frente ruso antes de recuperarse incluso de sus heridas. Pero Zeitzler quiso darle tiempo para que se recuperara del todo, y lo puso a disposición del comandante en jefe del ejército de reemplazo. Se había decidido que Stauffenberg ocupase el puesto de jefe del Estado Mayor de la Oficina General del Ejército, que era un puesto de coronel con la posibilidad de convertirse en general de división. La designación de Stauffenberg para este puesto rea una gran distinción para un teniente coronel. Así y todo, Claus repetía que quería volver al frente.

Era un sentimiento compartido en el cuerpo de oficiales. Tresckow, en el Estado Mayor de su grupo de ejércitos, se sentía demasiado lejos del frente, tal y como escribió a su mujer el 9de julio de 1943. El teniente coronel von Hofacker y el coronel de Estado Mayor Mertz von Quirnheim se expresaron en el mismo sentido.

Durante sus largas semanas en el hospital militar, Claus repitió, como en delirio, "en tanto que oficiales del Estado Mayor todos somos responsables" y repetía que sentía que debía hacer algo para salvar Alemania". Aún desconfiaba de la conspiración civil por su caos y poca fiabilidad, políticos que no formaban parte de su círculo de amigos. Ahora, confiara más o menos en ellos, debía ponerse en sus manos.
 
Dentro de la misma resistencia, existían diferentes opiniones sobre el camino a tomar. Helmuth von Moltke consideraba que no se debía matar a Hitler; para Motlke, Hitler y su partid odebían cargar con la responsabilidad hasta el fin, pues sólo así se podría superar su ideología. El general Beck, el designado como futuro jefe del Estado, había dado vía libre al atentado en febrero; Goerdeler, el futuro canciller, lo rechazaba. Adam von Trott zu Solz, miembro del Ministerio de Asuntos Exteriores, dijo que no había ninguna perspectiva de negociar con las potencias occidentales, pero sí había motivo para suponer que sería posible hacerlo con la URSS. Antes del fracaso de Kursk y del derrumbe de Italia, los miembros del Círculo de Kreisau se hacían ilusiones sobre sobre el valor que tendría para Rusia una alianza con Alemania y juzgaron erróneamente las intenciones de Stalin a la vista de la fundación del "Comité Nacional para una Alemania Libre". Por lo visto, no se tomó la decisión de seguir explorando esta vía. Por el contrario Moltke viajó a Turquía, desde donde pensaba viajar hasta El Cairo para entrevistarse con el embajador norteamericano en esta ciudad, Alexander Kirk. En diciembre de 1943 Moltke comentó a algunos amigos que tenía en Estambul -y que estaban en posición de mediar entre los conspiradores y los aliados- el plan de una sublevación interna y de la apertura del frente occidental que iba a instalarse en Francia, a condición de que las potencias occidentalse ocuparan rapidamente España. Los norteamericanos y británicos ya tenían un plan para el caso del derrumbe interno alemán, el plan Rankin. Para ello von der Schulenburg fue a París, donde se entrevistó con el general von Stülpnagel. En sus entrevistas con el mariscal de campo von Kluge, Tresckow logró persuadirle de que colaborara con la resistencia, con al ayuda de von Gersdorff.

A finales de julio el golpe de estado parecía inminente. Tresckow afirmó en Berlín que von Kluge estaba listo para actuar contra Hitler tras el fracaso de Kursk. Para el golpe se usaría el plan Valquiria ideado por Olbricht. Pero las fuerzas que se iban a emplear fueron enviados con urgencia a Italia. Había que volver a empezar de cero. Se buscó afianzar el apoyo de von Kluge y conseguir el de von Manstein, pero este se negó a participar. "Todo diálogo protagonizado por otro interlocutor que no sera el Führer sería funesto, pues mostraría al enemigo la existencia de una brecha en nuestras filas. El ejército nunca debe mezclarse con algo así". También se oponía a matar a Hitler, pues desgarraría al ejército.

Stauffenberg fue reclamado a Berlín en agosto, donde comenzó a entrevistarse con los golpistas, aunque con cuidado, para que no les descubrieran.
 
El 15 de septiembre Stauffenberg fue destinado al puesto de jefe del Estado Mayor de la Oficina General del Ejército, a las órdenes del general Olbricht, el cual estaba subordinado al teniente general Fromm, comandante del ejército de reemplazo. Pronmto el conde Nikolas Üxküll (el tío Nux) se instaló en Wansee para ayudar a Claus con los asuntos cuotidianos. Sabía que era demasiado tarde para salvar la independencia alemana, pero creia que todavía se podía demostrar al mundo que dentro de Alemania había oposición al régimen criminal, y que también había una esperanza de llevar a cabo el golpe de Estado. Esto, en su opinión, se debía a los efuerzos de Stauffenberg para unir y canalizar los esfuerzos de los conspiradores.

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El número 8 de la Tristanstreasse, en Berlín Wansee, la residencia de Stauffenberg.​
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El teniente de Estado Mayor Ulrich Bürker, jefe del departamento de organización del Estado Mayor Operativo de la Wehrmacht, informó a Stauffenberg en septiembre de 1943 de que la falta de hombres, munición y combustible iban a llevar a Alemania de manera inevitable a una catástrofe. A continuación le preguntó qué personas respaldaban los planes sobre los que habían hablando. Stauffenberg sólo nombró a Beck, y Bürker le dijo que no creía que éste no tenía suficiente fuerza de resolución. También le dijo que, para llevar a cabo con éxito un golpe de estado, necesitaban contar al menos con un mariscal de campo y su aparato de mano, y le advirtió que representaba el peligro del sistema policial de Himmler. Finalmente, cuando Bürker dijo que rae demasiado tarde para un putsch, Claus le contestó con brusquedad "¡Nunca es demsiado tarde!".

Uno o dos días después Bürker le dijo que su corazón estaba con él, pero que su cabeza no le permitía participar en la conspiración. Stauffenberg señaló a la fotografía de sus hijos y le dijo "lo hago por ellos". Con ayuda del conde Peter Yorck estableció contacto con el lider socialista Julius Leber, que compartía la preocupación de Claus por los trabajadores y los soldados del frente, además de otras cuestiones -Leber fue oficial durante la Gran Guerra, condecorado por su valor, y era católico-, y se ganó el respeto y el afecto de Stauffenberg. En los meses posteriores Stauffenberg fue conociendo a otros conspiradores (el conde Schwering von Schwanenfeld, Brücklmeier, Mesternmaier, Popitz, Jessen, von Hassel, Maas, Leuschner, Kaiser, Habermann) y trató con ellos la formación de un gobierno de transición, oponiéndose a la candidatura de Goerdeler como canciller. Discutió con Leuschner la conveniencia de escoger a un representante de los trabajadores del gabinete. Leuschner y Leber querían que una gran coalición de izquierdas tuviera una papel determinante en la Alemania del futuro., pero, tras lo acontecido en 1918, no querían volver a cargar con la responsabilidad de la derrota. En todo caso, querían que Leuschner fuera el vicecanciller y Leber el ministro de interior.
 
En otoño de 1943 Tresckow presentó a Stauffenberg y a Gordeler. A éste, Stauffenberg le pareció un hombre de principios muy elevados. En noviembre de 1944, dos meses después de ser condenado a muerte, escribió en la prisión que Stauffenberg había sido un cabeza cuadrada y que había seguido una línea política poco clara al arrimo de los socialistas y de los comunistas.

En la cuestión del atentado Stauffenberg mantenía una postura inequívoca. La de Goerdeler, en cambio, era ambigua: se oponía al asesinato por motivos morales y religiosos. Pero las diferencias no acababan aquí. Stauffenberg expresó serias dudas sobre Popitz. Es posible que Goerdeler lo considerara una extralimitación de competencias, pero la prevención de Stauffenberg tenía otros motivos: Popitz había instantado conspirar con Himmler contra Hitler, y había llevado al abogado del Reichsführer a una reunión con Olbricht y Popitz. Stauffenberg le dijo von Hassell que Popitz era vigilado estrechamente por los nazis.

Stauffenberg, que dejó en manos de Goerdeler las negociaciones con socialdemócratas y los sindicatos, no era partidario de contactar con los comunistas, pero para comienzos de 1944 cambió de opinión, y los contactos comenzaron en junio. Al final de las reunión, el único acuerdo fue las garantía sde colaborar de ambos grupos. Lo que no sabían los asistentan a esta reunión era que uno de ellos era un informador de la Gestapo. En breve los comunistas y el socialdemócrata Rechwein fueron detenidos el 4 de julio, y Leber lo fue al día siguiente.