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unmerged(60366)

Linebacker
Aug 29, 2006
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La batalla del Mar del Coral, frente a la costa noretse de Australia, fue una pugna que quedó en tablas, pero que sirvió para elevar la vacilante moral de los norteamericanos. Poco después, con la batalla de midway y las de Guadalcanal, quedó definitivamente frenada la expansión nipona en el Pacífico.

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El acorazado Nagato, en 1939

Mar del Coral, casi una hora antes del amanecer del día 8 de mayo de 1942.

A bordo de los cuatro portaaviones norteamericanos y japoneses que aquel día librarían una batalla que señaló un hito en la historia naval, reinaba una actividad febril. Ciento veitiún aviones nipones y ciento veitidón de la U.S Navy eran llenados de combustible, bombas, torpedos y municiones para sus ametralladoras y se izaban a las cubiertas de vuelo en los ascensores mientras ambas agrupaciones se disponían a lanzar al aire un puñado de aviones de reconocimiento para tratar de localizar al enemigo.

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El almirante Frank Jack Fletcher

Sobre la agrupación del almirante Fletcher lucían aún las estrellas y bogaban algunas nubecillas lentamente arrastradas por el alisio del Sudeste, pues estos navíos se hallaban ya fuera del frente nuboso en el que, 230 millas más al norte, se encontraban sus enemigos japoneses. Para éstos, el cielo estaba cubierto y emborrascado, con algunos intermitentes claros caprichosamente espaciados a intervalos de varias millas, y, por supuesto, sin horizonte.

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USS Lexington
 
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Hacia las seis, poco antes de clarear la aurora, del Zikaku y del Shokaku despegaron varios aviones que explorarían sobre un sector circular de 90º, aproximadamente comprendido entre el SSE y el SO, hasta el límite de su radio de acción.

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El impresionante Shokaku

Poco más tarde, a las 6:25, se remontaban del Lexington 18 aparatos, que buscarían en los 360º del horizonte, hasta las 200 millas en el semicírcluo norte y las 150 en el sur.

Aproximadamente una hora después de la partida de los aviones de reconocimiento, los japoneses pusieron en el aire una fuerza de ataque compuesta por 69 aparatos: 18 cazas, 33 bombarderos en picado y 18 torpederos, al mando del capitán de corbeta Takahashi.

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Kakuichi Takahashi

Estos aeroplanos arrumbaron al SSO, es decir, sobre e eje del sector que ya se exploraba, a velocidad reducida, en espera de los resultados. Tan pronto se elevó el último de dichos aviones, la agrupación de Takagi puso rumbo al SSO, a 30 nudos, para aproximarse al enemigo y acortar el viaje de vuelta de los aviones propios.

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El almirante Takeo Takagi

La tarde anterior se habían incorporado a esta escuadra dos cruceros pesados de Goto, de manera que Takagi, para sacar el mayor partido posible a las condiciones atmosféricas (que dificultaban su localización), dividió su fuerza en dos grupos, cada uno con un portaaviones, dos cruceros pesados y tres destructores, que navegarían de conseerva pero separados entre sí unas diez millas. Con lo cual se esperaba que las distancias claras en el nuboso cielo solo desvelaran, para el enemigo, a uno pero no a los dos portaaviones al mismo tiempo.

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El portaaviones japonés Zuikaku

Este dispositivo de combate reducía a la mitad, en caso de ataque aéreo, la protección suministrada a los portaaviones japoneses por la artillería de los cruceros y destructores, pero era adecuada a las condiciones reinantes y se revelaría eficaz.
 
El contramaestre primero Kenzo Kano, que mandaba uno de los bombarderos nipones enviados a explorar, avistó a la Task Force 17 cuando ésta se hallaba a 230 millas de los buques japoneses; se mantuvo a distancia, ocultándose hábiñmente entre las nubes; estudió cuidadosamente su composición, rumbo y velocidad y, a las 8:33 llamó por radio al Shokaku para informar. Esta señal fue inmediatamente transmitida a Takahashi siendo captada también por el Lexington, donde, una vez traducida, pronto estuvo en manos de Fletcher.

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El famoso caza Mitsubishi A6M, más conocido como "Zero", despegando de un portaaviones

El almirante americano se dió cuenta de que su agrupación había sido descubierta y señalada con toda exactitud, pero por el momento no pudo hacer otra cosa que apretar los puños, pues sus aviones de reconocimiento seguían mudos. Sin embargo, los portaaviones de Hara serían atacados antes que los norteamericanos.

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El vicealmirante Chuichi Hara, al que apodaban "King Kong"

En efecto, a las 8:15, el alférez de navío Smith había conseguido unir algunas de las unidades de la agrupación de Takagi, que, intermitentemente oculta por nubes y chubascos, era difícil de ver bien, de modo que hasta las 08:38 no pudo hacer oficial señalar el importante avistamiento. Pero su mensaje situaba a los buques japoneses 45 millas más cerca de los portaaviones norteamericanos de lo que en realidad estaban, lo que para éstos tendría después malas consecuencias.
 
Fletcher hizo despegar con la máxima urgencia a los aviones que desde el amanecer, aguardaban imacientes dicha orden. Del Yorktown se elevaron 8 cazas, 24 bombarderos en picado y 9 torpederos, y diez minutos más tarde ponía en el aire el Lexington 9 cazas, 22 bombarderos en picado y 12 torpederos. 84 aviones en total. Éstos y los de Takahashi se cruzaron entre nubes, no muy lejos, pero sin verse.


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USS Yorktown

Dos escuadras enemigas se arestaban a combatir, por primera vez en la Historia, sin que los buques que las componían pudieran siquiera verse, cada una a más de doscientas millas marinas por debajo del horizonte de la otra, para descargarse golpes terribles, pero mientras sus cañones de grueso calibre permanecen obligadamente mudos, incapaces de alcanzar a un adversario que se halla muy lejos de su alcance visual y balístico; era, pues, una batalla "diferente" a todas las libradas hasta entonces; era la primera batalla librada "desde más allá del horizonte".

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Mapa de operaciones: las dos escuadras no llegaron a estar a alcance de tiro

Fletcher, que creía al enemigo más cerca de lo que en realidad estaba, dio instrucciones al contraalmirante Fitch, embarcado en el Lexington, especialista en portaaviones y a quien acababa de entregar el mando táctico de la TF-17, para que, sin reparar en el gasto de combustible, los aviones americanos volaran a la mayor velocidad posible y atacasen cuanto antes a los portaaviones japoneses. Esta medida se vio también favorecida por el viento, casi de cola, y por el rápido avance de aquéllos a su encuentro, a una velocidad de 30 nudos. Así que una hora y tres cuartos después del despegue, los bombarderos en picado del Yorktown que volaban a 5000 mts de altura, descubrieron, a través de un desgarrón en las nubes, a los dos buques de batalla del Vicealmirante Hara. Sin embargo, decidieron esperar a la llegada de los aviones torpederos, más lentos y que se aproximaban volando mucho más bajo, para lanzar un ataque coordinado.

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Contraalmirante Aubrey Wray Fitch

Detectados al oído y después visualmente por los serviolas japoneses, el Shokaku aproó al viento y comenzó a lanzar sus cazas al aire, mientras que el Zuikaku y sus acompañantes desaparecían en un espeso chubasco de agua. A las 10:57, el capitán de corbeta Taylor condujo al ataque a los aviones torpederos del Yorktown, que se aproximaron al Shokaku volando a muy baja altura, protegidos por los cazas F4F, mientras los bombarderos se lanzaban, simultáneamente en un picado de vértigo.

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Bombardero en picado Douglas SBD Dauntless

El portaaviones japonés, que semejaba una inmensa plataforma flotante y dejaba tras de sí una gran estela blanca, pues se movía a toda velocidad disparando sus cañones de 127 mm y sus ametralladoras, consiguió, con violentos giros de timón a una y otra banda, esquivar todos los torpedos lanzados contra él. Pero dos bombas de 454 kg cayeron directamente sobre el buque, como un castigo del cielo, estremeciendo de quilla a perilla. Uno de los artefactos destrazó la parte de proa de la cubierta de vuelo del buque, que quedó imposibilitado para lanzar al aire sus aviones, y produjo un fuerte incendio de gasoilina. La otra bomba le alcanzó a popa, perforando la cubierta y haciendo explosión en el taller de motores de aviación. Minutos después, cuando el Zuikaku salió del chubasco que le había envuelto tan oportunamente, Hara pudo ver, consternado, que el Shokaku "ardía furiosamente". Así era, y ya tenía a bordo varias decenas de muertos y heridos; pero sus incendios serían pronto controlados y sofocados, y el casco y los equipos de propulsión y de gobierno del buque habían quedado intactos.

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Torpedero Nakajima B5N despegando del potraaviones Shokaku

Mientras tanto, los aviones del Lexington buscaban infructuosamente los buques de Hara. Tres de los cazas F4F perdieron de vista a los torpederos a los que escoltaban, teniendo que regresar al portaaviones, y los 18 bombarderos en picado tampoco consiguieron avistar al enemigo (debido al incorrecto punto señalado por Smith), y, faltos de combustible, tuvieron que arrojar al mar sus bombas y regresar asimismo a su nave nodriza. En cambio, la laboriosa búsqueda de los 11 torpederos que mandaba el capitán de fragata Brett, a partir de aquella información falsa, sí dio resultado, de modo que a las 11:40, 6 cazas, 11 torpederos y 5 bombarderos en picado norteamericanos lograron localizar a los buques de Takagi y se dispusieron al ataque.

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El Shokaku, incendiado, maniobra bruscamente para evitar los torpedos
 
Me gusta, me gusta.
Aunque leer que un portaaviones se hunde me pone triste.:(
 
El escurridizo Zuikaku volvió a escabullirse entre la densa lluvia, pero el Shokaku quedó al descubierto. Tres cazas F4F cayeron envueltos en llamas, derribados por los Zeros japoneses; otros aviones atacantes fueron víctimas de la artillería nipona, y todos los torpedos fallaron el blanco, pero el Shokaku resultó nuevamente alcanzado, esta vez por una sola bomba, lanzada por el teniente de navío John J. Powers (póstumamente condecorado con la Medalla de Oro del Congreso), que, haciendo gala de un valor extraordinario, descendió hasta tan baja altura de la cubierta de vuelo del portaaviones enemigo, que la explosión sobre ella de la bomba que había lanzado alcanzó su propio aparato, que cayó al mar y en el que muriieron sus dos tripulantes.

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El teniente John James Powers

En el Shokaku se produjeron nuevos daños e incendios, y las cifras de muertos y heridos ascendieron a 108 y 40, respectivamente. Pero el buque no sufrió averías graves y después pudo regresar por sus medios a Japón, donde en poco más de un mes quedaría reparado.

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Grumman F4F Wildcat de la US Navy

Como veremos, el ataque de los escuadrones del Yorktown y el Lexington contra los portaaviones de Hara no fue todo lo eficiente que cabía esperar después del fulminante hundimiento del Shoho, la mañana del día anterior (7 de mayo). Pero la intensa nubosidad había favorecido a los japoneses, ocultándolos eficazmente; los torpedos americanos fueron arrojados demasiado lejos y eran bastante lentos, y los Zeros, la artillería y las maniobras evasivas del mucho más resistente y veloz Shokaku contribuyaron a dificultar el ataque y a paliar sus daños.

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El portaaviones ligero Shoho, ardiendo y alcanzado por un torpedo

Toca el turno de ver cómo se las arreglaron los aviones japoneses en el otro lado del horizaonte, fuera del denso, oscuro y húmedo cinturón de nubes del frente frío, y bajo el brillante baldaquino azul que allí se alzaba sobre el Mar del Coral.
 
El contraalmirante Kenzo Kano se mantuvo observando de lejos los buques de la "TF-17" hasta que solo le quedó el combustible imprescindible para regresar a su portaaviones. Entonces puso rumbo al NNE, y pronto perdió de vista, sombre la inmensa y brillante lámina azulada, a las unidades norteamericanas. Después avistó el enjambre de aviones del capitán de corbeta Takahashi, y observó que, dado el rumbo a que volaban, lo más probable es que aquellos aparatos no encontrasen al enemigo. Esto significaba que tardarían en localizarle, lo que supondría un eligroso aumento en el consumo de combustible o que directamente no localizasen al enemigo.

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Yokosuka D4Y3 Suisei, el avion que pilotaba Kenzo Kano

Kano era uno de esos individuos capaces de sentir profundamente una idea tan abstracta como la de la partia y que no dudan en sacrificarse por ella.Porque el "amor a la Patria (como diría Alfred de Vigny) es lo bastante grande para llenar todo un corazón y emplear toda una inteligencia". Por eso Kano decidió decidió ponerse al frente de la formación aérea japonesa y conducirla hacia el enemigo. Sabía que aquél gesto le costaría la vida, pero aceptó su entrega sin pensar y también sin temor.

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Un bombardero despega desde el Zuikaku

Los aviones japoneses cambiaron el rumbo y se dirigieron, certeros, hacia el Lexington y el Yorktown, siendo detectados por los radares de estos buques a 70 millas de distancia. No obstante, en aquel momento los norteamericanos no estaban bien preparados. Una patrulla de cazas acababa de tomar cubierta, y los ocho F4F que se hallaban en el aire andaban escasos de combustible, por lo que se les ordenó mantenerse en las proximidades de los buques. Los portaaviones aproaron al sudeste, forzaron máquinas y lanzaron al aire otros 9 cazas y 23 bombarderos en picado, estos últimos con la difícil misión de interceptar los aviones torpederos japoneses, que volarían bajos y eran más lentos que los Dauntless. Pero los conco cazas a los que se dio un vector para interceptar a distancia a los aviones enemigos, que aquella mañana de excelente visibilidad solo se dejaban ver entonces a traves de radar, no lograrían hallarles. Probablemente Kano fue el causante de ello.

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Gran explosión a bordo del Lexington

Cuando sobre el cielo azul pálido se divisaron por fin los aparatos japoneses que se aproximaban con el sol a la espalda, el pulso de cada marinero americano debió acelerarse. Durante el ataque, el Lexington y el Yorktown cometieron el error de distanciarse mucho en sus frenéticas maniobras evasivas (más de ocho millas), con lo cual dividieron la cortina antiaérea formada por los cinco cruceros y siete destructores. Ello denilitó la acción artillera, que, a pesar de todo, pareció formidable a los japoneses.

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El Lexington durante el ataque, visto desde un avión japonés. Obsérvese el denso fuego antiaéreo
 
Mientras los aparatos torpederos nipones se dividían entres escuadrillas para atacar a los portaaviones desde varios sectores, protegidos por los Zeros, y los bombarderos en picado se descolgaban desde las alturas como meteoros, las mortíferas piezas atiaéreas de 127 mm y las ametralladores de 40 y 20 mm de todos los buques norteamericanos abrieron un fuego infernal. Veamos las impresiones de un testigo de excepción, el capitás de corbeta Shimazaki (Takahashi perdería la vida en esta acción), que había mandado la segunda ola de ataque contra Pearl Harbour y ahora se disponía a lanzarse sobre el Lexington, al que daban apoyo directo los cruceros pesados Astoria, Portland y Chester y tres destructores.

En todos mis años de lucha no había podido imaginar yo un combate semejante. Al aproximarnos a los portaaviones enemigos encontramos una verdadera muralla de fuego antiaéreo. Aquéllos y sus buques de escolta oscurecían el cielo con sus balas trazadoras, sus proyectiles antiaéreos y las negras explosiones de éstos. Parecía imposibles que fuéramos a sobrevivir a semejante barrera. Nuestros cazas y los enemigos se perseguían en el centro mismo de la formación y por todas partes caían aviones envueltos en llamas. Durante esta tempestad de explosiones, descendí hasta casi rozar el agua, a fin de lanzar mi torpedo contra el Lexington. Vi a sus marineros con los ojos fijos en mi avión mientras me aproximaba bien por debajo del nivel de su cubierta de vuelo. No creo que pudiera sobrevivir otra vez a unos momentos tan terribles.

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Bombarderos en picado japoneses dirigiéndose a su objetivo

Dos escuadrillas de seis aviones torpederos cada una atacaron al Lexington por ambas amuras, de manera que los cambios de rumo ordenados por el capitán de navío Sherman no pudieron impedir que aquel formidable buque de 36.000 toneladas estándar, que se movía a 30 nudos, fuera alcanzado, en rápida sucesión y a la banda de babor, por dos torpedos.

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Frederick Carl Sherman, alias "Ted"

Momentos después, una gran bomba estallaba en una caja de urgencia de 127 mm, en la amura de babor del buque, y otra de 250 kilos, en la estructura de la chimenea, provocandoambas importantes daños y muchas bajas. El estallido próximo de otros tres artefactos aéreos rompió las planchas del pantoque del portaaviones, por debajo del cinturón blindado de 152 mm, y le produjo varias vías de agua.

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En la imagen, los impactos confirmados sobre el portaaviones Lexington

Tras el difícil y costoso pero eficiente ataque nipón, que en total había durado nueve minutos, el Lexington tenía a bordo numerosos muertos y heridos, tres de sus seis cámaras de calderas estaban parcialmente inundadas, presentaba una escora de 7º a babor, dos de sus ascensores habían quedado inutilizados, aunque a paño con la cubierta de vuelo, y en el interior tenía tres incendios. Pero lo más grave, lo que pronto acarrearía funestas consecuencias, era que las explosiones de bombas y torpedos habían debilitado las juntas de varios tanques de gasolina de aviación, cuyos vapores se esparcían ahora, letales, invisibles e ignorados, por muchos compartimentos del gigantesco portaaviones...

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El Lexington en llamas y con una apreciabñe escora a babor

El Yorktown, escoltado por los cruceros pesados Minneapolis y el New Orleans y cuatro destructores, salió mucho mejor parado del ataque japonés. Más maniobrable debido a su menor eslora, los aviones torpederos nipones le atacaron por una sola de sus amuras, lo que permitió al comandante del buque, capitán de navío Buckmaster sortear todos los torpedos dirigidos contra él.

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Elliot Buckmaster, fotografiado en 1940

Este ataque tampoco estuvo coordinado con el de los bombarderos en picado, que no lanzaron el suyo hasta nueve minutos más tarde. Una sola bomba de 360 kilos alcanzó al Yorktown cerca de su isla, atravesó cuatro cubiertas, mató a 37 hombres, hirió a 37 más y produjo los consiguientes incendios y destrozos. Dos bombas caídas junto al costado del portaaviones le agujerearon el casco por encima y debajo de la línea de flotación, pero un torpedo lanzado poco después contra él pudo ser esquivado por Buckmaster.
 
El combate, iniciado a las 11:18, terminó, con este infructuoso lanzamiento en solitario, a las 11:45. Los aviones japoneses se reagruparon y partieron como una nube siniestra. Fueron enmudeciendo los cañones antiaéreos, y los buques norteamericanos moderaron su desenfrenada carrera. En ambos alcanzados portaaviones se procedió al traslado de heridos a la enfermería y se continuaron los intensos trabajos para sofocar los incendios, achicar compartimentos y reparar provisionalmente las averías. Una hora después de finalizar el ataque japonés, en el Lexington todo parecía bajo control: la escora había sido corregida mediante el trasvase de petróleo a otros tanques la cubierta de vuelo estaba disponible para recibir aviones, eyectores y bombas de achique mantenían casi secas las cámaras de las calderas, que habían sido de nuevo encendidas, y la velocidad del buque era de 25 nudos. Según parecía, el formidable navío sobreviviría a la batalla del Mar del Coral. Sin embargo, a las 12:47 se produjo una gran explosión en el interior del Lexington, que algunos supusieron debida a la detonación de alguna bomba japonesa de espoleta retardada. En realidad, el agente desencadenante de lo que pronto se convertiría en catástrofe fue la chispa producida en un ventilador eléctrico. Un incendio de grandes proporciones señoreó inmediatamente la parte de proa del hangar, propagándose con rapidez hacia el centro del buque, y explosiones de menor potencia, debidas al estallido de municiones y gasolina, se sucedieron como en cadena por el interior del infortunado portaaviones. Una espesa e irrespirable humareda negra invadió el hangar y muchos compartimentos inferiores, y al faltar la energía eléctrica se apagaron las luces, los extractores de aire se detuvieron, las comunicaciones internas quedaron interrumpidas y la presión de agua en los colectores de contraincendios cayó a cero.

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La tripulación abandona el Lexington ante los imparables incendios posteriores al ataque.

Mientras en la cubierta de vuelo se recibían los aparatos que regresaban del ataque a los portaaviones japoneses, en el interior del Lexington la situación se hacía insostenible. A las 14:45, otra violenta deflagración por debajo de la cubierta protectora (con un blindaje de 76mm )dejó fuera de servicio la ventilaciónde todas las cámaras de máquinas y las calderas, que tuvieron que ser evacuadas debido al peligroso aumento de la temperatura, y el maltrecho buque, convetido ya en un inmenso brasero, quedó al garete y lanzó una señal de auxilio.

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El portaaviones Yorktown, escorado (aunque esta imagen fue tomada en la posterior batalla de Midway)

El destructor Morris se aproximó e intentó extinguir los incendios desde fuera, pero era inútil. El Lexington se había convertido en un furioso volcán en el que las explosiones se sucedían, y , ante el temor de que volasen las cargas de los torpedos o el pañol de urgencia de bombas de aviación contiguo al hangar, el capitán de navío "Ted" Sherman no tuvo más remedio que ordenar el abandono de su querido buque, que ya derivaba merced al viento, envuelto en una espesa humareda negra. No hubo pánico. Todos los hderidos fueron embarcados en las balleneras, que seguidamente fueron arriadas al agua, y el resto de la gente (la dotación del Lexington era de 2.951 hombres) se arrojó al mar desde cubierta y fue recogida por los destructores, que ya se habían acercado al gigantesco brulote. Pese a las dificultades experimentadas por los que se habían lanzado por sotavento, pues el buque se abatía constantemente sobre ellos a unos dos nudos y medio de velocidad, impulsado por el viento, la evacuación no registró ninguna baja.
 
Poco antes de las siete de latarde, terminada la recogida de náufragos, el destructor Phelps, cumpliendo órdenes del almirante Fletcher, lanzó cinco torpedos contra el agonizante Lexington, cuatro de los cuales le alcanzaron bajo la línea de flotación. Una hora después, el buque se hundía espectacularmente, envuelto en llamas, entre contínuas explosiones y un fuerte silbar de las planchas calentadas al rojo vivo, como un monstruo de fuego. Se llevaba consigo, a su tumba en el fondo del mar del Coral, los cadáveres de 216 hombres que habían muerto con honor por su patria.

USS Lexington

Astillero Shipbuilding Co., Camden, N.J
Clase Lexington
Autorizado 1916 como crucero de batalla.
1922 como portaaviones
Puesta en grada 25 de Enero de 1921
Botado 3 de octubre de 1925
Asignado 14 de diciembre de 1927
Destino Hundido el 8 de mayo de 1942 en la Batalla del Mar del Coral

Características generales

Desplazamiento 38.746t normal.
49.000 t a plena carga.
Eslora 244,4 metros
Manga 27,4 metros
Calado 11 metros
Armamento 4 montajes x 8 cañones x 8 pulgadas-200 mm
12 cañones simples x 12 pulgadas-127 mm
4 cañones dobles 127 mm
16 cañones de 20 mm
25 cañones de 40mm.
Propulsión 180.000 CV, 12 calderas de vapor, 4 hélices
Velocidad 33 nudos
Autonomía 10.000 millas nauticas a 10 nudos
Tripulación 2.122 marineros y oficiales
Aeronaves 91 aviones

De las profundidaes submarinas, bajo la aceitosa superficie del mar donde poco antes había flotado el gran portaaviones, pero sobre la que ahora solo danzaban restos de todas clases, llegó el bramido de dos formidables detonaciones, tan potentes, que el comandante del Phelps creyó que su destructor acababa de ser torpedeado, y los buques del grueso de la "TF-17", que se hallaban a dies millas de distancia, vibraron con fuerza. Aquellos dos terribles golpes de timbal, que a los norteamericanos parecieron una protesta desesperada del Lexington, señalaban el fin de la batalla del Mar del Coral, pues el almirante Nimitz había ordenado a Fletcher que se retirase velozmente a Pearl Harbor. De manera que, envuelta en las sombras de la noche, la "TF-17" arrumbó hacia el sur para abandonar rápidamente aquel que durante cinco días fue el teatro de unas operaciones que habían tenido un desenlace bien triste y dramático para los norteamericanos. Porque el Lexington, apodado "La Dama Gris" era uno de los buques más potentes con que había contado la US Navy, y también uno de los más queridos.

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Otra foto del formidable portaaviones Lexington

A las 13:00 horas de aquella dramática jornada, el averiado Shokaku, con sus incendios ya extinguidos pero incapacitado para tomar a bordo o poner en el aire sus aviones, debido a los destrozos sufridos en la cubierta de vuelo, recibió órdenes de dirigirse directamente al Japón.

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La cubierta del portaaviones Shokaku, serimente dañada por los bombarderos americanos

Así que todos los aparatos supervivientes del ataque contra el Lexington y el Yorktown tuvieron que aterrizar en el Zuikaku. Algunos llegaban averiados, por lo que fueron lanzados al mar para hacer sitio a los demás; otros con sus pilotos heridos, sufrieron accidentes al tomar cubierta, y unos cuantos, faltos de gasolina, cayeron al agua, donde sus tripulantes fueron recogidos por los destructores. Como resultado de todo ello, los únicos aviones japoneses disponibles para un nuevo ataque la tarde del 8 eran 6 torpederos, 9 bombarderos en picado y 24 cazas. Aproximadamente otros 50 apaatos se hallaban más o menos averiados o se habían ido en el Shokaku. El almirante Takagi creía que los portaaviones americanos probablemente habrían resultado hundidos, y lo mismo suponía Fletcher de los buques enemigos, pues los pilotos de uno y otro bando sobreestimaron muy erróneamente sus resultados.

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El as de la aviación norteamericana James Henry Flatley, a bordo de su Wildcat
 
De manera que, envuelta en las sombras de la noche, la "TF-17" arrumbó hacia el sur para abandonar rápidamente aquel que durante cinco días fue el teatro de unas operaciones que habían tenido un desenlace bien triste y dramático para los norteamericanos. Porque el Lexington, apodado "La Dama Gris" era uno de los buques más potentes con que había contado la US Navy, y también uno de los más queridos.

No obstante, la baltalla del mar del Coral fue un exito, tanto tactico como estrategico para los estadounidenses. Y me extraña que no hayas mencionado nada sobre los acontecimientos de los dias cuatro a siete, con el hundimiento del Soho, dos tragaminas, un transporte y un destructor dañano, obligando a la cancelacion de la operacion MO
 
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No obstante, la baltalla del mar del Coral fue un exito, tanto tactico como estrategico para los estadounidenses. Y me extraña que no hayas mencionado nada sobre los acontecimientos de los dias cuatro a siete, con el hundimiento del Soho, dos tragaminas, un transporte y un destructor dañano, obligando a la cancelacion de la operacion MO

ya, pero que ventaja le dio a los gringos la victoria? si es que se le puede llamar victoria...

para mi esta batalla siempre ha sido un empate tecnico entre las dos armadas... pero dada la mayor capacidad de recuperación de la armada estadounidense... pues por eso fue una victoria gringa... pero nada mas... a mi parecer...
 
Tanto en este artículo como en otras fuentes consultadas, se considera esta batalla como una victoria táctica japonesa (por tonelaje hundido, más que nada) y una victoria estratégica norteamericana, al evitar el desembarco nipón en Papúa Nueva Guinea, la antesala para invadir Australia.

De todas formas, se demostró que cualquier derrota pírrica norteamericana, dado su poderío industrial, se tornaba en una pequeña victoria, debido al serio desgaste para el imperio japonés,que tenía más dificultades para reponer sus barcos en comparación con su archienemigo del Pacífico.
 
El almirante Inoue, prudente, no creyó las precipitadas nuevas del desastre norteamericano, y considerando que la disponibilidad de un solo portaavioones no era garantía suficiente, ordenó la retirada de las fuerzas bajo su mando y el aplazamiento del desembarco en Port Moresby. Así que, a las 6 de la tarde, la agrupación de Takagi arrumbó al norte. Sin embargo, al conocer aquella retirada, y por primera vez en esta batalla, el almirante Yamamoto decidió intervenir para ordenar a las fuerzas de Takagi y Goto que se agruparan y destruyeran los restos de la "TF-17". Consecuentemente, a las dos de la madrugada del día 9 de mayo, ambas agrupaciones se dirigieron hacia el sur para tratar de localizar al enemigo. Pero la "TF-17", como ya hemos dicho, se había retirado en la misma dirección, y el grupo australiano de Crace se había retirado a Sidney; de modo que los esfuerzos japoneses fueron baldíos y, en la mañana del 10 de mayo, Takaghi y Goto recibieron órdenes de regresar a Truk.

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El Vicealmirante John Gregory Crace comandaba a los australianos en esta batalla.

En cifras, la batalla del Mar del Coral, la primera librada entre portaaviones, que necesariamente elevó esta clase de unidades a la categoría de buques de batalla, arroja los siguientes resultados: los norteamericanos tuvieron 543 muertos; los nipones 1074. Los Estados Unidos perdieron 77 aviones emabrcados (36 se hundieron con el Lexington); los japoneses, 87 embarcados (incluidos los que se fueron con el Shoho) y 10 basados en tierra. En tonelaje, la U.S. Navy perdió 44.826 toneladas de buques, y la Teikoku Kaigun, 13.850.

NOTA: en wikipedia, las cifras de bajas son diferentes. Expongo ambas aunque creo que ésta última fuente está mejor documentada:

Bajas y pérdidas
USA
1 portaaviones,
1 destructor,
1 petrolero hundidos;
1 portaaviones dañado;
69 aviones destruidos.
656 muertos( Tripulación de los aviones muerta: Yorktown-14, Lexington-21. Tripulación de los buques muerta: Lexington-216, Yorktown-40, Sims-178, Neosho-175, y Chicago-2 (Phillips; ONI, pp. 25–45). Más otros 10 muertos de la RAAF.)

JAPÓN
1 portaaviones ligero,
1 destructor,
3 buques menores hundidos;
1 portaaviones,
1 destructor,
2 buques menores,
1 transporte dañados;
92 aviones destruidos.
966 muertos (Tripulación de aviones muerta-90, Muertos en los buques: Shōhō-631, Shōkaku-108, Fuerza de invasión de Tulagi-87, y aproximadamente otras 50 bajas varias(Peattie, pp. 174–175; Gill, p. 44; Tully, "IJN Shoho" and "IJN Shokaku").


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El almirante Shigeyoshi Inoue

Los inevitables desaciertos y errores cometidos por los almirantes de ambos bandos (no olvidemos que era la primera batalla de esta clase librada en la Historia), fueron similares, en su mayor parte debido al temor de que los portaaviones propios quedaran inutilizados antes de poder lanzar sus aparatos al ataque, y la Señora Suerte repartió casi equitativamente sus favores. El frente frío que aquellos días atravesó el Mar del Coral impidió que los combates principales tuviesen lugar el día 6 de mayo. De no haber sido así, probablemente los portaaviones japoneses y americanos se habrían, como mucho, neutralizado mutuamente, lo que tal vez hubiera salvado al Shoho, con el previsible resultado de que el desembarco nipón en Port Moresby muy probablemente se habría llevado a la práctica. El hecho de que así no fuera ha hecho pensar a algunos historiadores que esta batalla fue una victoria táctica, pero también una derrota estratégica de los japoneses.

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Vicealmirante Aritomo Goto

La realidad es que aunque los nipones no lograron todos sus objetivos, se podría decir que ganaron la batalla del Mar del Coral. Porque uno de ellos, establecer una base en Tulagi, fue logrado, y por otra parte, esta batalla no "detuvo" elk avance japonés. De Tulagi, los nipones pasaron a Florida, Guadalcanal y otras islas de las Salomón, y para impedir que saltaran a las de Santa Cruz, Nuevas Hébridas, etc. los norteamericanos ocuparon, a fines de mayo, la isla de Espíritu Santo, que pronto transformarían en una formidable base militar, y luego, aquel mismo año, tuvieron que desembarcar importantes contingentes de tropas en Guadalcanal y apoyarlas constantemente durante seis meses, con potentes fuerzas aéreas y navales. Esto, y no la batalla del Mar del Coral, fue lo que en realidad detuvo el avance japonés.

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Por otra parte, fue la escuadra aliada la que abandonó el campo definitivamente, y si las tropas niponas no desembarcaron en Port Moresby fue porque el almirante Inoue, prudente, canceló la operación ante la amenaza de que el Yorktown aún estuviese operativo. El caso es que el portaaviones norteamericano, aunque dañado, estaba activo, aunque ausente en esos momentos. Además, prescindiendo de un destructor y de algunos barcos auxiliares hundidos a cada bando, los nipones cambiaron un portaaviones ligero de 11.300 toneladas y 28 nudos de velocidad, el Shoho, por otro de más de 36.000 toneladas y 35 nudos, el poderoso Lexington.

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El almirante Yamamoto trató infructuosamente de que los buques japoneses dieran caza a los restos de la "TF-17"

Que las pérdidas en pilotos navales tenían mucha mayor relevancia para la armada japonesa que para la estadounidense es indudable, pero ello era debido al erróneo sistema seguido por el alto mando de la Teikoku Taigun para reclutar y formar a sus aviadores. Se suele decir que los japoneses perdieron estratégicamente esta batalla poruqe los aviadores perdidos en el Mar de Coral en su 5ª división de portaaviones no pudieron participar en la batalla de Midway, aunque con ese mismo argumento se puede decir que Japó no ganó ni una sola batalla aeronaval. Esta batalla no resultó aplastante y fue el punto de infexión que comenzó a decantar la balanza a favor de la industriosa US Navy, y que elevó la moral de los norteamericanos.

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Desde el ataque a Pearl Harbor los japoneses habían llevado la iniciativa. A partir de la batalla del Mar del Coral, la guerra en el Pacífico cambió de rumbo.

Dejando de lado esta polémica, cabe señalar que la batalla del Mar del Coral tuvo tanta trascendencia e importancia como el infructuoso duelo entre los blindados Merrimack y Monitor durante la guerra civil norteamericana, que demostró que el cañón podía resultar inútil frente a la coraza; o el hundimiento, en ráoida sucesión, de los tres cruceros acorazados británicos Hogue, Cresy y Abukir, por los torpedos del submarino alemán U-9, mandado por el teniente de navío Otto Weddigen, el 22 de septiembre de 1914, que reveló las insospechadas posibilidades del sumergible. Porque ambos casos y la batalla del Mar del Coral, supusieron el comienzo de una nueva era de la guerra en el mar.

Fuentes: Historia y Vida nº145 Abril 1980; Wikipedia.
 
nobunaga said:
Tanto en este artículo como en otras fuentes consultadas, se considera esta batalla como una victoria táctica japonesa (por tonelaje hundido, más que nada) y una victoria estratégica norteamericana, al evitar el desembarco nipón en Papúa Nueva Guinea, la antesala para invadir Australia.

Pues no se que sentido le dan a las palabras tactico y estrategico los autores del articulo, pero desde luego el numero de bajas no ha sido nunca algo relevante para consideraqr una batalla vomo una victoria o como una derrota.

ya, pero que ventaja le dio a los gringos la victoria? si es que se le puede llamar victoria...

para mi esta batalla siempre ha sido un empate tecnico entre las dos armadas... pero dada la mayor capacidad de recuperación de la armada estadounidense... pues por eso fue una victoria gringa... pero nada mas... a mi parecer...

¿QUe ventajas ? Pues un monton en todos los niveles de analisis posibles.
Empecemos un analisis en el plano tactico. El objetivo de todas estas operaciones emprendidas en el mar del Coral era, por parte japonesa, la realizacion de un desembarco en Port Moresby, y por parte americana impedir que este se llevara a cabo. El desembarco no se produjo, por lo que tenemos una victoria americana.

Plano operacional.

La posesion de Port Moresby no es grano de Anis. Cierra por completo la posibilidad de hader operaciones en Nueva Guinea y el mar de Bismarck. Con Port Moresby el aliado puede hacer operacionmes contra el perimetro defensivo japones bien por la costa Este o bien por la costa oeste de Australia. El japones se ve obligado a vigilar dos vias de acceso.

Por otra parte, en Midway no pudieron estar ni el Shokaku ni el Zuikaku, los dos mejores portaaviones de la armada japonesam mientras que el Yorktown pudo ser parcheado y estar. Dos menos japos por uno menos aliado.


Plano estrategico. El americano necesita tiempo. Tiempo para movilizar su industria, para que las nuevas construcciones, los nuevos pilotos y los nuevos aviones le lleguen. El japones ha de ganar de calle, arrasando. La unica posibilidad de victoria japonesa es una quiebra de la moral americana. Todo lo que no sea una victoria japonesa por 6-0 es una victoria estrategica americana.
 
Pues no se que sentido le dan a las palabras tactico y estrategico los autores del articulo, pero desde luego el numero de bajas no ha sido nunca algo relevante para consideraqr una batalla vomo una victoria o como una derrota.
Recuerda que el articulo también cita el hecho de que los norteamericanos abandonaron el campo primero.


bolondro2 said:
¿QUe ventajas ? Pues un monton en todos los niveles de analisis posibles.
Empecemos un analisis en el plano tactico. El objetivo de todas estas operaciones emprendidas en el mar del Coral era, por parte japonesa, la realizacion de un desembarco en Port Moresby, y por parte americana impedir que este se llevara a cabo. El desembarco no se produjo, por lo que tenemos una victoria americana.
El objetivo principal era el desembarco en Port Moresby. Pero se lograron otros objetivos secundarios. Yo sigo viendo eso como una victoria estratégica, no táctica. No se eliminó a la fuerza invasora, se evitó que cumpliera su objetivo.


bolondro2 said:
Por otra parte, en Midway no pudieron estar ni el Shokaku ni el Zuikaku, los dos mejores portaaviones de la armada japonesam mientras que el Yorktown pudo ser parcheado y estar. Dos menos japos por uno menos aliado.

¡Quieto ahí! ¿Dos menos japos por uno aliado? ¿El Shokaku y el Zuikaku no volvieron a participar nunca en la guerra? ¿Y el Lexington? Una cosa es enviar a un buque a los astilleros y otra hundirlo definitivamente.

En lo que sí coincidimos (y lo he dicho ya anteriormente) es que esta batalla le dio la vuelta a la tortilla.
 
Un post realmente interesante, Oda, sobre una de las más importantes batallas navales de la IIWW :)

Sin embargo, coincido con Bolondro en las apreciaciaciones sobre las conclusiones sobre "el bando vencedor". En la guerra, no siempre las pérdidas señalan al vencedor y al derrotado, y un ejemplo de esto, es precisamente esta batalla. Como en ajedrez, un gambito siempre es un juego arriesgado, pero el que lo desarrolla con más audacia, precisión,aprovechamiento e información, al final es el que le saca más rendimiento.

La pérdida del Lexington, fue un golpe para la US Navy, pero no hay que olvidar un detalle MUY importante... se estaba gestando la decisiva campaña en Midway, y los americanos poseían la ruptura de código nipón, lo que les proporcionaba toda la información necesaria para anticipar una defensa.

Japón estaba luchando una guerra contra el Tiempo, no contra las fuerzas USA desplegadas en la zona (de ahí los "ataques preventivos" contra Pearl Harbor, por ejemplo); tenía que evitar a toda costa la movilización de su enemigo con golpes decisivos y audaces; cualquier "empate técnico" suponía una derrota, ya que el ejército que no pudiera reponer bajas al ritmo que su adversario, estaba condenado al fracaso; y eso, era el de Japón.


La puesta en "fuera de juego" de dos "piezas" tan poderosas como el Zuikaku y el Shōkaku durante meses, en el MOMENTO crucial de la Guerra y para las operaciones futuras en Midway, dio a USA la posibilidad de "concentrar" sus fuerzas y debilitó la posición de la Armada Imperial, ya que ésta se enfrentaría a una Base prevenida, con una gran presencia aérea en tierra, y el apoyo de la US Navy. Además, provocó que las desavenencias entre la Armada y el Ejército japonés, aumentaran, sin contar que el objetivo principal de la misión (la captura de Port Moresby) no se cumplió, y en cambio, el Americano (ganar tiempo) si.

USA cambió un portaviones hundido, y otro en astilleros, por un portaviones ligero hundido, y dos fuera de juego, y la aviación naval nipona debilitada.

La posición táctica y estratégica de las piezas en el tablero, a menudo determina su valía real (y no teórica), y al igual que en el Mate de la Coz, un modesto caballo es capaz de "cocear" a un Rey (o Emperador :p ) dentro de su "inexpugnable" fortaleza, rodeada de sus "mejores defensores", dejándole sin resuello :)

Oda, espero que te animes e inicies una Serie sobre el resto de batallas en el Pacífico :))

un saludo
 
Los preparativos japoneses

El objetivo más importante de la operación MO era la invasión por mar de Port Moresby, en la costa sudoriental de Nueva Guinea, lo que haría caer en manos japonesas todo el territoria de Papua, que era muy difícil de atacar por tierra debido a las montañas Stanley.
En las Salomón centrales, los japoneses querían apoderarse de Tulagi, contigua a la mucho mayor Florida y vecina a Guadalcanal.
El mando de la operación MO recayó en el mando de la 4ª escuadra, vicealmirante Inoue, que disponía de las siguientes fuerzas:
En Rabaul, las fuerzas destinadas a invadir Tulagi y Port Moresby y establecer una base de hidros en las Luisiadas, formadas por doce transportes, tres cruceros ligeros, ocho destructores, diez dragaminas, seis submarinos, tres minadores, un transporte de hidroaviones, un barco taller y una flotilla de petrolerosm cazasubmarinos y cañoneros. La 25ª flotilla aérea del contraalmirante Yamada con 60 cazas, 48 bombarderos y 26 hidroaviones.
En Truk, el grupo de cobertura del contraalmirante Goto, con los cruceros pesados Aoba, Kako, Kinugasa y Furutaka, el portaaviones ligero Soho, el destructor Sazanami. El grupo de ataque al mando del vicealmirante Takeo Takagi con los portaaviones Shokaku y Zuikaku, los cruceros pesados Myoko y Haguro, seis destructores y el petrolero Toho Maru.
Los nipones sabían que sus enemigos disponían de centenares de aviones basados en el nordeste de Australia y en Port Moresby. Suponían que sus movimientos no pasarían inadvertidos por los aliados. Previendo esta posibilidad, la agrupación de ataque de Takagi, se mantuvo al norte de las Salomón para entrar en el mar del Coral por levante, cuando lo hubieran hecho la fuerzas enemigas que se dispusieran a atacar a los transportes, que mientras irían bordeando la costa de Nueva Guinea seguidos por elgrupo de cobertura. Es decir que los tansportes y el grupo de cobertura, servirían al mismo tiempo de cebo para atraer a los buques aliados que quedarían en medio de las dos fuerzas niponas.

Crucero Furutaka
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Portaaviones Soho
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Los preparativos americanos

Los mensajes radiotelegráficos descriptados e interpretados en Washington, por el Servicio de Inteligencia de la Marina americana, enviados por Tokio a sus fuerzas aereas, navales y terrestres que tomarían parte en la operación MO, advirtieron al almirante Nimitz de que el plan japonés empezaría el 3 de mayo. Lo único dudoso era el destino de los transportes nipones pues se desconocía el nombre en clave de Port Moresby, aunque a Nimitz no le fue didícil deducirlo.
El Hornet y el Enterprise llegaron a Pearl Harbor el 25 de abril y aunque repostaron rapidamente no pudieron salir antes de final de mes de modo que su intervención era como mínimo dudosa.
La task force 17 al mando del contraalmirante Frank J. Fletcher estaba basada en Noumea desde principios de abril recibió la orden de dirigirse a Tongatabu para repostar combustible y preparase par el combate. La task force 11 al mando del contraalmirante Aubrey W. Fitch que se hallaba en Pearl Harbor se dirigió a un punto situado al oeste de las Nuevas Hébridos. Lo mismo hicieron el crucero pesado Chicago y el destructor Perkins y los cruceros australianos Australia y Hobart.
El 1 de mayo se informó al gobierno australiano de la situación y se decidió evacuar la guarnición de Tulagi ya que era un sacrificio inútil dejarla allí.
Las agrupaciones de Fletcher y Fitch se reunieron el 1º de mayo. La task force 17 quedo constituida por los portaaviones Yorktown y Lexington con 143 aviones cuatro menos que los nipones, los cruceros pesados Astoria, Chester, Portland, Chicago, Minneapolis y New Orleans, doce destructores y los petroleros Neosho y Tippecanoe. EL dia 4 llegaron los cruceros australianos y el destructor Walke, que junto con el crucero Chicago y el destructor Perkins formarían el grupo de apoyo al mando del contraalmirante británico Grace.

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Portaaviones Lexington
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