Hola a todos. Vale, sí, muchos estaréis diciendo: "¡¿Otro AAR de la Casa de Barcelona?!". Éste lo he escrito para conmemorar el aniversario de la Batalla de Muret. Pero, en este caso, intentaré cumplir los sueños de Pere II. La verdad es que no sé cómo calificar este AAR realmente, si de AAR en sí, puesto que este va a ser un relato que narre, más o menos, la vida de un personaje: Jaume I. Me he decidido a escribir ésto, ya que desde la infancia, aquí en Valencia, nos enseñan que fue uno de los mejores reyes que hemos tenido. ¿Y por qué no recrear la vida de Jaume I, éste mes de septiembre? Para los que no lo sepáis, el doce de septiembre es el día en el que acaeció la batalla de Muret, que puso fin a las pretensiones de Aragón en la Tolosa y la Septimania. He intentado que este AAR sea lo más fidedigno posible a la página de la Wikipedia en catalán, de modo que intentaré hacer lo mismo.
Objetivos:
- Lograr todo lo que logró el Rey Jaume I en vida. (Conquistar los Ducados de Valencia y de Mallorca)
- Hacer realidad las ambiciones del rey Pere II. (Conquistar la Tolosa)
- Apoderarse del Reino de la Trinacría. (Conquistar Sicilia)
- Participar en las Cruzadas en caso de activarse.
Imposiciones:
- En caso de contratar mercenarios, solo a los Almogàvers, la Banda Catalana, y quizás la Compañía de San Jorge, por el patronazgo.
- ¡El rey ha muerto, el rey ha muerto! - esa era la frase más en boga aquellos nefastos días. El rey Pere II el Católico, un verdadero paladín de la Cristiandad, acababa de fenecer en el fango de la Occitania. La desastrosa batalla de Muret, que él mismo había capitaneado, había sido una vergüenza total, pues las tropas del rey Felipe Augusto aplastaron a las huestes aragonesas, ayudados por los pérfidos cruzados francos, mentirosos asesinos de creyentes. Los traidores señores de la Tolosa, que se habían aliado con Pere para liberarse del yugo de Felipe Augusto, habían sido encarcelados por el rey franco, que pese a todo, les trató con caballerosidad. Para colmo, el caos rugía en el reino de Aragón, ya que el nuevo rey de los catalanes y los aragoneses, era apenas un niño de cinco años, de nombre Jaume, y estaba prisionero en manos del ambicioso y cruel Simon de Monfort. El niño estuvo un tiempo en los dominios del conde francés, mas, el Papa Inocencio, conmovido por la situación del joven rey, ordenó, so pena de excomunión, que liberaran al niño. Simon de Monfort prefirió no ariesgarse a incurrir en la ira papal, y entregó al inexperto Jaume a manos aragonesas, de nuevo. Éste joven niño, descendía por línea materna de los emperadores del Imperio de Oriente, y por paterna, del ya legendario Wifredo el Velloso y los reyes Jimenas, por lo que no había duda acerca de su abolengo y linaje.
El reino de Aragón a la muerte de Pere II.
Sin más dilación, el trece de septiembre, Jaume fue jurado como rey de los aragoneses y de los catalanes, por derecho divino. Fue jurado en la villa de Huesca, antigua capital de Aragón, y en la de Barcelona, la sede catalana por excelencia. Las celebraciones y jaranas no fueron tan animadas cómo las de la coronación de su padre Pere, si no que estuvieron cargadas de tristeza y desdicha. El joven rey no parecía tan triste (o alegre) cómo algunos de sus vasallos, si no que se mostraba impasible, sentado en su trono rojo y dorado. A su vera, se sentaba el regente del reino, el alcalde Guifré, que servía también al joven rey en otros asuntos más turbios, de espionaje.
Tras las celebraciones y fiestas, el inexperto rey fue mandado al condado de Alto Aragón, dónde los Caballeros de la Orden del Temple poseían una gran fortaleza, llamada Monzón, que según se decía, era parte de la desafortunada herencia del rey Alfonso el Batallador. Así pues, Jaume fue instruido por los caballeros de Cristo, junto con su joven primo, el joven Raimond-Berenguié de Provenza, con el cuál trabó una gran amistad. Mientras tanto, el reino estaba gobernado en manos del ambicioso plebeyo Guifré, que pese a su abolengo, cumplió las órdenes del rey Pere II y reforzó sobremanera las marcas del Rosellón y del Gévaudan. También ordenó que la capital fuera trasladada definitivamente a Barcelona, dónde se podría tener un dominio mayor del Mediterráneo, en vez de Huesca, en los dominios aragoneses. Para asegurarse la supremacía del joven rey Jaume, se aseguró de prometerlo con la hija del rey de Castilla, once años mayor que él. Así, si los franceses atacaban, reclamando la Marca Hispánica, contarían con la ayuda de los reinos de León y Castilla, una fuerza nada desdeñable en aquella época, puesto que tenían un gran comercio sobre la lana y unas tropas cristianas y curtidas en batalla.
Al poco tiempo de gobierno del rey Jaume, se declaró una gran cruzada para conquistar la zona que se conocía como Andalucía. A los aragoneses les extrañó sobremanera, puesto que en Tierra Santa, el reino de Jerusalén agonizaba, gobernado por niños. Desde la victoria de los árabes sobre Jerusalén, la ciudad santa se había tomado, y las posesiones del reino se limitaban a un par de territorios en la costa jerosomolitana. Además, combatían entre ellos, puesto que la desafortunada herencia del rey Amaury II había dividido en dos sus dominios: los costeros, a Jerusalén, y la isla de Chipre, a su hijo. Aún así, para ayudar al Papa en su cruzada, el rey Jaume ordenó, con tan solo seis años, que todo aquél que pudiera blandir una espada, se uniera al ejército cristiano de Aragón para luchar en Andalucía.
Dios lo disponía.
Objetivos:
- Lograr todo lo que logró el Rey Jaume I en vida. (Conquistar los Ducados de Valencia y de Mallorca)
- Hacer realidad las ambiciones del rey Pere II. (Conquistar la Tolosa)
- Apoderarse del Reino de la Trinacría. (Conquistar Sicilia)
- Participar en las Cruzadas en caso de activarse.
Imposiciones:
- En caso de contratar mercenarios, solo a los Almogàvers, la Banda Catalana, y quizás la Compañía de San Jorge, por el patronazgo.
Jaume I, El Conquistador
(1208 D. C. - 1276 D. C.)
por la gratia de Dius Rey d'Aragon et de Maillorgas et de Valencia, conte de Barçalona et de Urgel et seynor de Montpesler - Los Fueros de Aragón.
CAPÍTULO I: El rey ha muerto, larga vida al nuevo rey.
"E aquí mori nostre pare car axi ho ha fat me linatge totstemps que en les batalles que ells han fetes, he nos farem, deuem vencre o morir."
(1208 D. C. - 1276 D. C.)
por la gratia de Dius Rey d'Aragon et de Maillorgas et de Valencia, conte de Barçalona et de Urgel et seynor de Montpesler - Los Fueros de Aragón.

CAPÍTULO I: El rey ha muerto, larga vida al nuevo rey.
"E aquí mori nostre pare car axi ho ha fat me linatge totstemps que en les batalles que ells han fetes, he nos farem, deuem vencre o morir."
Y aquí murió nuestro padre, porque así ha acostumbrado a hacerlo siempre nuestro linaje, en las batallas que ellos han hecho o haremos nosotros, vencer o morir.
- ¡El rey ha muerto, el rey ha muerto! - esa era la frase más en boga aquellos nefastos días. El rey Pere II el Católico, un verdadero paladín de la Cristiandad, acababa de fenecer en el fango de la Occitania. La desastrosa batalla de Muret, que él mismo había capitaneado, había sido una vergüenza total, pues las tropas del rey Felipe Augusto aplastaron a las huestes aragonesas, ayudados por los pérfidos cruzados francos, mentirosos asesinos de creyentes. Los traidores señores de la Tolosa, que se habían aliado con Pere para liberarse del yugo de Felipe Augusto, habían sido encarcelados por el rey franco, que pese a todo, les trató con caballerosidad. Para colmo, el caos rugía en el reino de Aragón, ya que el nuevo rey de los catalanes y los aragoneses, era apenas un niño de cinco años, de nombre Jaume, y estaba prisionero en manos del ambicioso y cruel Simon de Monfort. El niño estuvo un tiempo en los dominios del conde francés, mas, el Papa Inocencio, conmovido por la situación del joven rey, ordenó, so pena de excomunión, que liberaran al niño. Simon de Monfort prefirió no ariesgarse a incurrir en la ira papal, y entregó al inexperto Jaume a manos aragonesas, de nuevo. Éste joven niño, descendía por línea materna de los emperadores del Imperio de Oriente, y por paterna, del ya legendario Wifredo el Velloso y los reyes Jimenas, por lo que no había duda acerca de su abolengo y linaje.

El reino de Aragón a la muerte de Pere II.
Sin más dilación, el trece de septiembre, Jaume fue jurado como rey de los aragoneses y de los catalanes, por derecho divino. Fue jurado en la villa de Huesca, antigua capital de Aragón, y en la de Barcelona, la sede catalana por excelencia. Las celebraciones y jaranas no fueron tan animadas cómo las de la coronación de su padre Pere, si no que estuvieron cargadas de tristeza y desdicha. El joven rey no parecía tan triste (o alegre) cómo algunos de sus vasallos, si no que se mostraba impasible, sentado en su trono rojo y dorado. A su vera, se sentaba el regente del reino, el alcalde Guifré, que servía también al joven rey en otros asuntos más turbios, de espionaje.
Tras las celebraciones y fiestas, el inexperto rey fue mandado al condado de Alto Aragón, dónde los Caballeros de la Orden del Temple poseían una gran fortaleza, llamada Monzón, que según se decía, era parte de la desafortunada herencia del rey Alfonso el Batallador. Así pues, Jaume fue instruido por los caballeros de Cristo, junto con su joven primo, el joven Raimond-Berenguié de Provenza, con el cuál trabó una gran amistad. Mientras tanto, el reino estaba gobernado en manos del ambicioso plebeyo Guifré, que pese a su abolengo, cumplió las órdenes del rey Pere II y reforzó sobremanera las marcas del Rosellón y del Gévaudan. También ordenó que la capital fuera trasladada definitivamente a Barcelona, dónde se podría tener un dominio mayor del Mediterráneo, en vez de Huesca, en los dominios aragoneses. Para asegurarse la supremacía del joven rey Jaume, se aseguró de prometerlo con la hija del rey de Castilla, once años mayor que él. Así, si los franceses atacaban, reclamando la Marca Hispánica, contarían con la ayuda de los reinos de León y Castilla, una fuerza nada desdeñable en aquella época, puesto que tenían un gran comercio sobre la lana y unas tropas cristianas y curtidas en batalla.
Al poco tiempo de gobierno del rey Jaume, se declaró una gran cruzada para conquistar la zona que se conocía como Andalucía. A los aragoneses les extrañó sobremanera, puesto que en Tierra Santa, el reino de Jerusalén agonizaba, gobernado por niños. Desde la victoria de los árabes sobre Jerusalén, la ciudad santa se había tomado, y las posesiones del reino se limitaban a un par de territorios en la costa jerosomolitana. Además, combatían entre ellos, puesto que la desafortunada herencia del rey Amaury II había dividido en dos sus dominios: los costeros, a Jerusalén, y la isla de Chipre, a su hijo. Aún así, para ayudar al Papa en su cruzada, el rey Jaume ordenó, con tan solo seis años, que todo aquél que pudiera blandir una espada, se uniera al ejército cristiano de Aragón para luchar en Andalucía.
Dios lo disponía.
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