CAPÍTULO XXIII
Queríamos a México y México se dejaba querer. Las relaciones diplomáticas eran brillantes, los vecinos del norte estaban dispuestos a darnos más dinero y lógicamente nosotros queríamos más dinero.
Meses más tarde del último acuerdo, se volvió a ofrecer tecnologías a cambio de una sustanciosa cantidad de dinero. Ellos aceptaron sin mucha dilación mientras nosotros planeábamos dónde colocar la nueva sede de “Círculo de Amigos del País”.
En un principio el ejecutivo pensó que Nueva Segovia era un lugar estratégico donde colocar esta sede, pero al final se decidió por colocarla en Managua, una provincia costera considerada por muchos un paraíso natural. De modo que se volvió a instruir a unos peones que trabajaban en la plantación de café para llevar adelante la industrialización del país.
La vista de Managua con Lago Managua al fondo
La mejora de EEUU de Centroamérica era evidente a todas luces, esto se veía reflejado en la inmigración a las Antillas. La llegada masiva de europeos a nuestras costas era imparable, los nuevos ciudadanos se les encargaba unas fincas comunitarias en un barrio mezclado entre centroamericanos natales y nuevos extranjeros. Rápidamente éstos se integraban en la cultura nacional convirtiendo la población de las islas poco a poco en una numerosa proporción centroamericana.
No solo los inmigrantes eran campesinos cabreados con el absolutismo reinante en Europa, también se registraron numerosos estudiosos y grandes pensadores que ayudaron a cambio de acogerles a las grandes universidades. Uno de estos casos fue Jhon Mc’Guire, un ingeniero irlandés que enseñó a la UG cómo desarrollar los motores de vapor. A este prohombre se le dio una pequeña parcela en Atiatlán a modo de gratitud. Pronto solo sería uno de tantos.
Una de los objetivos era industrializar el país, y ahora que se había creado el “Circulo de Amigos del País”, se comenzó a desarrollar la tecnología de los ferrocarriles, tan usuales en Europa, el presidente quería que toda Centroamérica estuviese conectada. Estos planes se les planteó a los nuevos capitalistas explicándoles los posibles futuros beneficios que esto acarrearía al país.
Los liberales comprendieron que se necesitaban sindicatos para administrar las miles de protestas que se generaban en los campos. De modo que se permitió la creación de “CTU” (Comunión de Trabajadores Unidos), este sindicato de ideología socialista sería importante en un futuro cercano teniendo un papel fundamental en el país.
Antes de terminar el año los planes de Esteban González daban sus frutos. Los “amigos del país” en Guatemala habían fundado la primera fábrica. La empresa se llamó “Envasados Ganzo”, esta empresa en construcción fue una llamada de atención a todos los obreros europeos que veían como este pequeño país en progreso les daría trabajo a todos y cada uno de ellos. No se hicieron esperar, miles de alemanes, polacos y rumanos se abalanzaron a los barcos para trabajar en esta nación-promesa.