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Kairn

Sergeant
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Jan 2, 2012
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¡Buenas! Tal y como comentaba en el BAAR, me arranco a hacer un AAR en CK2, intentando darle mucha vida e interpretación a la partida. No sabía con que dinastía comenzar, así que lo puse aleatorio, con una condición: empezar con un jugador a nivel Conde. Y el escogido ha sido el Mandatario Blush Andjogli de Cumenia, pertenenciente a las tribus nómadas y semi-nómadas de jinetes de las estepas euroasiáticas. Nada más verlo, me ha dado un tembleque pensando qué pasará con los mongoles. Pero eso será parte de la historia, así que... comencemos!!

Índice:

*Punto de Partida (Capítulo 0): Inderbor en el año 867.
*Libro I (Capítulos 1-6): Blush Andjogli, Mandatario de Inder e Aqtobe (850-885)
*Libro II (Capítulos 7-12): Gzi Andjogli, Mandatario de Inder (885-903), Gran Mandatario de Yaik y Mandatario de Aqtobe (890-903), Mandatario de Yaik (890-898)
*Libro III: (Capítulos 13- ): Bönek Andjogli, Gran Mandatario de Yaik y Mandatario de Inder (903- )



CAPÍTULO 0: INDERBOR EN EL AÑO 867

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Las tierras al norte del Mar Caspio y del Mar de Aral estaban pobladas por jinetes nómadas y semi-nómadas, agrupados en familias, que a su vez se unían en clanes, y que a su vez se unían en tribus, lideradas por un Khan. Este era el caso de la tribu de los Cumenos, que atesoraban una vasta extensión de terreno dividida en siete cacicazgos y una gran región (Kipchak) que contenía dos más. Los dos cacicazgos más occidentales estaban gobernados desde hacía 17 años por nuestro protagonista, el brillante estratega Blush Andjogli, Mandatario de los cacicazgos de Inder y Aqtobe.

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A sus 42 años, Blush era el principal Hombre de Armas del reino, asesorando en cuestiones bélicas al Khan de Cumania Sokal Andjogli, su hermano mayor, poseedor de otros tres cacicazgos. El resto de tierras de la tribu estaban divididas entre Sirçan Turgay, el Gran Mandatario de Kipchak; y Tobol Ishim, esposo de Tura Andjogli (hermana de Blush), Administrador del Khan y Mandatario de los dos cacicazgos restantes.

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Blush dirigía sus territorios desde las tierras tribales de Inderbor, en el cacicazgo de Inder, con el apoyo de su Consejo. Este Consejo estaba compuesto por cinco personas de confianza: su mujer Peksen Durut, una engañosa mujer, hábil en el arte de la manipulación y el espionaje; su hijo mayor Etrek, que a pesar de tener varios defectos, era un gestor admirable en las cuestiones del reino; su hijo menor Gzi, un joven justo y amable, que llevaba la voz del Mandatario allí donde fuera necesaria; su hombre de armas, un aplicado general llamado Gzi; y el chamán Sug, que además de cuestiones de gobierno, dirigía el templo de Karatogay, que disponía de su propio cuartel de milicia y poblado a su alrededor. Completaban la corte permamente de Blush tres cumanos de familias humildes.

La política de la tribu Cumena era de mecanismo simple (elección del sucesor por parte de los gobernantes) pero resultados complejos. El mismo Blush era heredero por parte de su hermano del Kanato Cumeno y del cacicazgo de Yaik. Así mismo, sus cacicazgos de Inder y Aqtobe irían a parar a sus hijos Gzi y Etrek, respectivamente. Y ya que su padre fue el difunto Mandatario del cacicazgo de Tyumen (en posesión del Khan), Blush estaba legitimado (al igual que su hermana Tura) para levantarse en armas reclamando tal posesión, algo que no estaba en la mente del cumeno. Sus relaciones con sus vecinos no eran malas, salvo con los Mandatarios de la tribu Jazana con los que compartía frontera: el Mandatario Ipaos del cacicazgo de Pecheneg, y el mismo Khan Manassah II de Jazaria. Ambos eran de religiones extrañas, ajenas al Tengrismo que Blush profesaba, por lo que la relación era tensa a ambos lados de la frontera.
 
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LIBRO I: Blush Andjogli
Capítulo 1: La subyugación del cobarde Kutan, Gran Mandatario de Kimak


En aquella fría mañana de invierno, el caballo del mensajero entra veloz en Inderbor. Buscaba al Mandatario Blush, que le recibe sin demora. El mensaje que porta es claro, y el Hombre de Armas del Khanato se lo esperaba desde hacía algún tiempo: el Khan Sokal ha decidido subyugar al cobarde Kutan, Gran Mandatario de la región de Kimak. El mensajero asegura que el Khan ha levantado unos 1750 hombres para mandar a la batalla.

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Blush sopesa lo que la batalla significa. El invierno no era el mejor momento para plantearla, pero las guerras nunca eran rápidas, y en cualquier caso sería inevitable enfrentarse a las inclemencias del tiempo. El Mandatario puede contar con más de 500 hombres propios. Si sus relaciones fueran mejores con el Chamán Sugr, seguramente podría solicitar las tropas del templo, pero duda mucho que acceda a tal petición. Así que decide prepararse para la batalla aunque el Khan aún no le haya solicitado aún apoyo militar. Ordena armar sus hombres y agruparlos en Aqtobe, poniendo al frente a su general Gzi. Así mismo, pone a trabajar a los demás miembros de su consejo: envia a su mujer Peksen al fronterizo cacicazgo de Bilyar para aprender sobre sus superiores dotes organizativas militares; ordena a su hijo Etrek y al Chamán Sugr a predicar y extender informaciones sobre la importancia de la guerra en ciernes entre los fieles y los pobladores del clan, animando a los más fanáticos y entregados a unirse a las filas de los soldados; y envia a su hijo Gzi a caballo hacia el cacicazgo enemigo de Balkhash, para establecer contactos con sus gobernantes y sembrar la disensión hacia el Gran Mandatario Kutan. El propio Blush aguarda en Inderbor las noticias de la batalla, ya que aún siendo gran batallador, le daba pereza emprender campaña bélica en el exterior.

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Días después, el mensaje del Khan llega a Inderbor: su ambicioso hermano le solicita unirse a la causa del Khanato para incorporar Kimak bajo el control de la tribu. Blush acepta sin dudarlo, confiado en la iniciativa de Sokal. Por entonces, Blush sabe que sus enemigos cuentan con unos 1100 hombres, por lo que augura un fin exitoso de la campaña bélica. Los otros Mandatarios de la tribu, Pulad y Sirçan, también se unen al Khan en la guerra contra Kutan. El Khan demanda que Blush se traslade a Yaik, para entrenar las tropas que desde allí se están preparando para acudir a la batalla como refuerzos.

Sin embargo, los infieles al otro lado de la frontera de Inder no quisieron perder la oportunidad de hacer sangre. Sabiendo de la marcha de las tropas de Inder y Aqtobe, el judío Manasseh II de Jazaria decidió coger las armas para reclamar las tierras occidentales de Cumania. Teniéndolos próximos, Blush decide que sus hombres se reorganicen en Aqtobe, para luego dar la vuelta hacia los hombres del Khan infiel de Jazaria: el Hombre de Armas Gzi comanda el batallón con los guerreros de Inderbor, seguidos del guerrero Ituk que lidera a los guerreros de Aqtobe.

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Mientras, el Khan Sokal, con sus ansias de ser glorificado ante los hombres, desea establecer un Kanato de Cumania poderoso y organizado. Para ello, propone aumentar el poder del Khan sobre los Mandatarios, hasta entonces totalmente autónomos en su gobierno. Pulad y Sirçan no ven con buenos ojos la medida, pero el confiado apoyo de Blush a su hermano permite que la tribu se organice de manera que el Khan pueda tener un poder limitado sobre los Mandatarios.

Los hombres del Khan infiel aguardan al otro lado del río Mius, que hace de frontera ante ambos cacicazgos. Esa ventaja defensiva hace que Gzi tome una decisión improvisada: cruzar la frontera por el cacicazgo norteño de Pecheneg, para luego atacar al sur al enemigo sin tener que cruzar el río. Un golpe de suerte ayuda a los cumanos: una importante revuelta se gesta contra el Khan judío en su propia tribu, y las rebeldes tropas de Pecheneg no opondrán resistencia al paso de Gzi.

En los campos de entrenamiento de Yaik, Blush recibe buenas nuevas del frente oriental. El Gran Mandatario de Zhetysu, una amplia región situada al sur de Kimak, apoya en la subyugación del cobarde Kutan a su hermano. Blush confía en que pueda acabarse tal empresa sin la necesidad de sus hombres, dispuestos a hostigar al Khan infiel de la frontera occidental.

Los hombres de Gzi llegan en primavera a las tierras del cacicazgo enemigo de Atyrau, estableciendo un asedio que les permita tomar el lugar. Sin embargo, sus exploradores observan con inquietud la magnitud de las fuerzas del enemigo: el Khan infiel tiene unos 4800 hombres dispuestos a combatir su revuelta. Tal número es insuperable por los hombres de Gzi, observando los movimientos de tal ejército para batirse en retirada si es necesario. Todas las demás tropas de Cumania están centradas en el frente oriental, incluso los guerreros que está preparando Blush con éxito en Yaik, por lo que Gzi estaría sólo en caso de ser el objetivo de tamaña fuerza enemiga. El Mandatario de Inder no duda en enviar una misiva a su hijo Gzi para que se traslade al Khanato de Jazaria. Allí debera buscar vasallos díscolos del Khan infiel, para crear disensión y unirse a la revuelta contra él.

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El asedio en Atyrau avanza prósperamente durante el verano, pero cunde la alarma entre las tropas: 800 hombres vasallos del Khan infiel avanzan contra Gzi. Sin dudarlo, el Hombre de Armas cumano levanta el asedio y parte hacia el norte para huir rápidamente hacia Pecheneg, y de allí a Inder. Casi al mismo tiempo, el diplomático Gzi Andjogli llega al cacicazgo de Alania (en el Khanato de Jazaria), sabiendo de las grandes diferencias entre el Gran Mandatario Itaz de Alania y el Khan infiel. Sin embargo, las tropas de Gzi son interceptadas por los 800 enemigos en Pecheneg. Por suerte, los rebeldes de Jazaira se unen a Gzi contra las fuerzas del Khan infiel, y consiguen vencer y poner en huida a los más de 450 guerreros supervivientes del enemigo. Entonces, el implacable Gzi toma una decisión valiente: avanzar con sus algo más de 400 hombres tras los huídos para diezmar definitivamente a dicha fuerza. Sin descanso, avanzan hacia Atyrau a la caza de enemigos.

El otoño llega con noticias escabrosas. Peksek afirma a su esposo Blush que Ayasun Urusoba, la mujer de su hermano el Khan Sokal, está preparando una conjura para acabar con la vida de su hijo Gzi Andjogli. Sin dudarlo, Blush acude raudo a la corte de Yaik, para pedir explicaciones y exhortar a su cuñada a que ceje en tal empeño. Ayasun solicita el perdón por sus errores, y promete no emprender acciones contra Gzi.

La victoria vuelve a premiar en el campo de batalla al Hombre de Armas Gzi, que vence al ejército enemigo, y vuelve a tomar la misma decisión que antes: perseguir a los enemigos hasta Itil e inflingirles otra dura derrota. Los cumanos observan que 5000 hombres rebeldes de Jazaria se dirigen hacia Atyrau, por lo que tienen las espaldas cubiertas en caso de tener que batirse en retirada. Sin embargo, considera que esos 5000 hombres serán mucho más poderosos que sus centenares de hombres exhaustos, por lo que deciden prudentemente aguardar en Atyrau, dominada por los rebeldes a su llegada. Poco después, Gzi emprende el camino de vuelta a casa cruzando el río fronterizo, para que sus hombres pasen el resto del invierno en sus hogares tras la corta pero moralizante campaña occidental.

Aprovechando la tranquilidad del frente occidental, y ante la pronta victoria en el frente oriental, Blush se dedica a atender las peticiones de sus vasallos. Su humilde Hombre de Armas Giz le solicita tomar a una mujer en matrimonio. El Mandatario le permite tomar a una joven plebeya de la corte de su cuñado Pulad, en una ceremonia sencilla pero con numerosos e ilustres invitados. Su hijo Etrek también le solicita una mujer digna de su condición, y en este caso Blush pone en marcha la diplomacia extranjera. Gracias a su hijo Gzi, ubicado en el cacicazgo de Alania y cercano al cacicazgo de Yegorlyk, sabe que su Mandatario Tsaerasan tiene una hija de 10 años sin comprometer. La dinastía Tsaerasantae es digna de los Andjogli, y aunque sean extranjeros (Alanos) y ubicados en los territorios del Khan infiel, Blush no duda en concertar esponsales con la chica, que podría derivar en una futura alianza si el matrimonio se lleva a cabo. Sin embargo, otras peticiones de sus cortesanos no son atendidas, como la de la habil administradora Özgul (cuyo enlace la llevaría a otras cortes lejos de Inder) o la del fanático religioso Koza Kozaid (cuyas posibles esposas no son del agrado del Mandatario Blush).

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El invierno no había acabado, y el Khan Sokal declara la victoria sobre el cobarde Kutan, que pasa a ser su vasallo, y sus tierras parte del Khanato de Cumania. Sin embargo, no hay celebraciones ante tal evento, pues Blush recibe mensaje de su hermano: el Khan solicita ayudaba militar para abordar la confrontación del frente oriental combatiendo a la tribu Jazaria, debilitada por la Revuelta Jázara… cosa que Blush lleva un año haciendo. La decisión del Khan de tener a Blush como Hombre de Armas del Khanato no es por azar…


 
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Capítulo 2: Defendiéndose de los infieles

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El Chamán Sugr entra en la morada del Mandatario Blush, y ambos cumanos se saludan con cordialidad. Blush sabe que el Chamán tiene a su disposición más de 100 hombres en Karatogay, y que serían de gran utilidad de cara a la confrontación contra el Khan judío de Jazaria, pero según la ley del cacicazgo éste no está obligado a ofrecer sus hombres al Mandatario. Su objetivo con este encuentro es mejorar las relaciones entre ambos, a sabiendas de que éstas no se encuentran en su mejor momento. A pesar de que Blush cree en Tengri y su dominio sobre los cielos, duda que Sugr sea un sirviente digno del dios; la afición del Chamán por amasar dinero es vista por Blush como un signo de poca virtud. Mientras tanto, a Sugr no le agrada esas ideas del Mandatario, y considera que debiera ser menos perezoso y más aplicado en las cuestiones de gobierno. Con todo ello, ambos están obligados a entenderse a juicio del Mandatario, y por ello le convoca para intentar agasajarle y ganarse su favor. Las arcas de Blush no son tan ricas como para ofrecerle un caro regalo, pero le ofrece algo con poco coste y que puede agradar al Chamán: ser nombrado Regente de la corte, lo que le habilitará para tener la autoridad en caso de que el gobernante no pueda ejercerla. La decisión agrada al clérigo, que estaría dispuesto a favorecer al Mandatario con unos 20 hombres. Blush considera que son pocos y no merece llamarlos aún, pero se alegra de ir mejorando las relaciones.

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En cuestión de aliados, la confrontación con el Khan infiel parece favorecer a Cumania. Aliados con los Grandes Mandatarios de Yagbuid, Zhetysu y Bólgar se enfrentan al Khanato de Jazaria, debilitado por la Revuelta Jázara. Ese verano, el infiel Khan se da por vencido ante la rebelión dentro de sus fronteras, perdiendo buena parte de sus tierras del norte a favor del recién eregido Gran Mandatario de Pecheneg, el valiente Sol Havuksingila. Las noticias del líder Sol llegan a Yaik, y Blush le considera como un posible aliado valioso, del que vale la pena forjar lazos más duraderos. Tras un intercambio de misivas diplomáticas, ambos líderes llegan a un acuerdo: los esponsales de sus hijos. Gzi Andjogli se compromete a tomar como esposa a la joven hija Peksen Havuksingila, una tímida chiquilla de 6 años, lo que conllevaría a una alianza entre ambas familias.

Las batallas en territorio enemigo se suceden, con victoria para el bando cumano. Sin embargo, mientras el grueso del ejército de Yagbuid (más de 3000 hombres) saquean y arrasan en Jazaria, una columna de más de 1000 soldados enemigos cruza Inder en dirección a Aqtobe. Blush sabe que sus hombres no pueden contener dicha fuerza, por lo que mantiene a sus guerreros agazapados, enviando informe de la situación al ejército de Yagbuid. Éste vuelve sobre sus pasos a interceptar al invasor, y les obliga a seguir marchando hacia Yaik para no ser atacados. Blush decide en ese momento levantar a sus hombres para entrar en Jazaria y asediar sus posesiones, pero un error de cálculo le inflinge una dura derrota: los centenares de guerreros recién armados de Aqtobe son interceptados por el enemigo, y masacrados todos sin misericordia. El guerrero Ituk, de fuerte carácter, marcha con los hombres que quedan de Inder hacia Jazaria (otros 250 guerreros), esperando hacer algún avance con su pequeña tropa. Sin embargo, casi un millar de enemigos aguardan al otro lado de la frontera, por lo que Ituk debe retirarse a Pecheneg, y aguardar desde allí ayuda de sus aliados.

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Esta ayuda no tarda en llegar: el ejército de Yagbuid ha acabado con los invasores en Yaik, y uniendo sus fuerzas a las de Bólgar, avanza con más de 5000 hombres hacia Jazaria. Primero toma Atyrau, y luego sigue avanzando hacia Itil, obligando al enemigo a retirarse a su paso. No hay ejército que pare a esta fuerza, y las plazas Jazarias van cayendo poco a poco. Ituk se mantiene en la retaguardia, para ir acabando con los huídos enemigos de la batalla. Sin embargo, el devenir de los acontecimientos hace relajarse a Ituk, que disfruta de la cetrería y gusta dar exhibiciones ante sus hombres. Por ello, sus exploradores no caen en la cuenta de los 600 hombres que avanzan hacia su posición en Saray. No hay misericordia para ellos: los 250 cumanos caen ante el enemigo o desertan en la huída, lo cual causa un terrible enfado en Blush cuando el mismo Ituk en persona le informa en Yaik. Aunque la victoria se aproximaba, todos sus hombres habían caído en batalla.

Su fracaso bélico se ve compensado por sus avances administrativos. Su hijo Etrek le propone abrir nuevas vías comerciales con los cacicazgos al sur de Inder. Aunque es necesaria una inversión inicial, la medida traería prosperidad y avance a los cumenos, por lo que Blush hace caso de las sugerencias de Etrek.

La llegada del nuevo año trae momentos difíciles en Inderbor. La tropa enemiga que venció a Ituk entra en Inder, y planta asedio a su propia corte. Mensajeros de Blush salen hacia Jazaria para pedir auxilio al ejército aliado, que inmediatamente emprende el regreso a Cumania para acabar con tal situación. La población de Inderbor aguanta con disciplina, e incluso dentro del asedio hay breves momentos para la alegría: el Hombre de Armas Gzi tiene una hija, de nombre Özlem, con su mujer Tura. Sin embargo, el millar de hombres que rodea Inderbor lleva a la situación del enclave a un punto crítico. En primavera, cuando las fuerzas cumanas están a punto de rendirse, las tropas aliadas aparecen al otro lado del río fronterizo, lo que obliga al ejército enemigo a moverse hacia Aqtobe para no ser rendido. La población de Inderbor celebrá con gran alivio la llegada salvadora de refuerzos. Estos refuerzos persiguen con ahinco al enemigo hasta Aqtobe, donde les interceptan y les infligen una dura derrota, tanto por las bajas enemigas, como por conseguir matar al líder de su ejército: el mismo Khan infiel, el judío Manaseh II. Es su hijo, bajo la regencia de Yavdi Jabdertin, el Gran Mandatario de Sarkel, el que gobierno ahora el Khanato enemigo. Pero la dinámica no cambia, y los jazarios siguen cosechando derrotas de mano de los cumanos y sus aliados.

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Un mensaje de su hijo Etrek le llega a Blush desde Inder. Etrek desea conspirar contra su ambicioso primo Sirçan, el hijo del Khan Sokal y heredero de dos cacicazgos cumanos. Le pide a su padre que le apoye en tal maniobra, para poder eliminarle en la corte de Yaik. Esa maniobra, aunque políticamente favorecería al propio Blush, no deja de parecerle mal al confiado Mandatario, sobretodo tratándose de un pariente de sangre cercano, por lo que decide quedarse al margen de tales argucias.

Con el otoño, llega el inevitable final de la guerra. Los restos de los ejércitos jazarios son perseguidos y masacrados por los aliados cumanos, y finalmente el pequeño Khan infiel da por perdida la confrontación, comprometiéndose a mantener la paz durante al menos una década. Los guerreros cumanos festejan la victoria y vuelven a sus hogares, a descansar y reponer fuerzas para las futuras batallas que a buen seguro pronto llegarán.
 
Capítulo 3: La expansión de Yagbuid

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Los mensajeros del Khan Sokal llevan misivas a Blush, el cual sigue entrenando tropas en Yakir. El motivo es que el Khan desea imponer una severa demanda al Khan infiel por su osadía en la última campaña bélica: el ambicioso Khan reclama el cacicazgo fronterizo de Atyrau como parte del Khanato cumano. En cuanto se proclama dicha exigencia, el joven Khan infiel, tutelado por el regente Yavdi, se niega levantándose en armas contra Cumania. La campaña bélica se activa tras unos meses de pausa.

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Sin embargo, la situación comienza a complicarse, pues los antiguos aliados de Cumania se encuentran en batalla entre ellos. El avaricioso Gran Mandatario Kiliç de Yagbuid exige la subordinación del honrado Gran Mandatario Bilge de Zhetysu. Dos Mandatarios de Yagbuid apoyan a Kiliç, mientras un Mandatario de Zhetysu y el Khan Sokal se implican en la lucha por parte de Bilge. Repentinamente, Inder y Aqtobe se ven fronterizas con grandes enemigos, sin que Blush pueda convocar ni a 300 hombres propios para defender sus tierras. Los enemigos traspasan la frontera y más de 800 hombres de Yagbuid asedian Aqtobe.

El Khan Sokal mueve sus hilos para la guerra contra el Khan infiel. Solicita el apoyo expreso de Blush para la guerra contra Jazaria, cosa que el Mandatario acepta sin dudar, a pesar de no disponer fuerzas suficientes para ello. Los demás líderes de Cumania (Kutan, Sirçan y Pulad) también aceptan las peticiones de Sokal, ofreciendo sus hombres en la batalla por Atyrau.

Más de 2000 guerreros enemigos asedian Aqtobe, pero pronto las decisiones de los líderes de Yagbuid los ponen en marcha: parten hacia oriente, penetrando de nuevo en sus propias tierras, seguramente para atacar directamente Zhetysu. Blush ve la desocupación de sus tierras como una oportunidad de armar los hombres de los que dispone, y realizar incursiones en Jazaria (ya que hacer frente a los ejércitos de Yagbuid es tarea suicida). Casi 300 hombres se reunen dispuestos a cruzar la frontera, bajo el mando del iracundo Ituk, hacia Jazaria. Con la primavera cruzan el río fronterizo entrando en Atyrau, sin ser suficientes efectivos para mantener un asedio a la principal plaza del territorio enemigo. Debido a ello, el contingente sigue avanzando hacia el interior del enemigo, llegando hasta Itil. Un mensajero cumano trae buenas noticias al general, pues unos 1750 guerreros cumanos avanzan desde Yaik en dirección a Jazaria, dispuestos a combatir en el frente occidental. Sus exploradores (esta vez mucho más alertas por las amenazas de Ituk) observan que en el cacicazgo vecino de Saray (lugar dónde sufrío su más dura derrota) se encuentran algo menos de 150 guerreros jazarios. Ituk no duda en avanzar hacia ellos buscando la venganza por la masacre del año anterior. Sin embargo, los hombres de Jazaria se percatan del avance de Ituk, y no dudan en cruzar el río Volga para huir de la batalla.

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Mientras tanto, Blush lleva un tiempo pensando cómo aumentar el dinero de sus arcas, para poder financiar más ejércitos. Tras estudiar el asunto con su hijo Etrek, deciden establecer un poblado estable en su asentamiento de Inderbor, para desarrollar la economía y poder conseguir más dinero de los impuestos a los pobladores. El mismo Etrek es mandado a supervisar la construcción de tal aldea, para acelerar los plazos. Sin embargo, su hijo no ceja en su empeño de convencer a Blush para asesinar a su primo Sirçan Andjogli, Maestro de espías del Khanato de Cumania. En esta ocasión, Blush vuelve a negarse a tal petición, a pesar de que no guarda una buena opinión hacia su ambicioso sobrino.

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Antes de finalizar el año, la aldea comercial es una realidad en Inder, para gozo de su Mandatario. Mientras, en tierras Jázaras los movimientos bélicos siguen sucediendo. El enemigo contrata a más de 1000 guerreros mercenarios, mientras los hombres de Cumania (más de 2000) siguen avanzando, infligiendo derrotas al enemigo y capturando a sus generales, entre ellos el Mandatario Alp de Crimea. Ituk y su reducido contingente de guerreros les acompañan, a la espera de poder dar batalla a los pequeños grupos de enemigos que se pongan a tiro.

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Noticias tristes llegan a Blush: su madre Gulay muere debido a su avanzada edad, y una breve pero sentida ceremonia se celebra en su honor. El sabor agridulce de la batalla enturbia el duelo por su madre: aunque el frente occidental está avanzando favorablemente, los enfrentamientos para defender la independencia de Zhetysu se complican: el heredero del Gran Mandatario, el negociador Bazik Qarakhanid, se halla encarcelado por sus enemigos.

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El Khan Sokal decide aumentar su poder sobre la tribu cumana, imponiendo leyes que le den más poder de cara a sus vasallos. Blush le apoya, confiado en la necesidad de un Khanato fuerte, pero los demás Mandatarios se niegan a ceder más poder ante Sokal. Finalmente, el Khan impone su decisión, lo que motiva al Gran Mandatario Sirçan de Kipchak a crear una facción dispuesta a restar poder al Khan. Sokal advierte tal maniobra, y desea congraciarse con el Gran Mandatario para que no prosiga por tal camino, nombrándole Maestro del Arco del Khanato de Cumania. Finalmente, el Khan consigue su objetivo, y el Gran Mandatario cede en sus pretensiones políticas.

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El Gran Mandatario Kiliç de Yagbuid, hábil en el campo de batalla y en las negociaciones, consigue presionar lo suficiente como para que el Gran Mandatario de Zhetysu le ceda su título y sus tierras pasen a formar parte de Yagbuid. El Khan Sokal no tiene más remedio que aceptar tal situación, y casi sin tiempo para digerirla debe atender otra confrontación bélica, esta vez desde el este: el avaricioso Gran Mandatario Bönek de Kirguiz desea anexar el Khanato de Cumania bajo sus fronteras.
 
Capítulo 3: Guerra y paz en Cumania

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La engañosamente tímida Peksen observa a los mozos preparando su caravana, de nuevo con intención de partir a tierras extranjeras. Su anterior cometido encargado por su marido Blush había sido un éxito: aprender de las eficaces técnicas de organización militar del cacicazgo de Bilyar. Ahora, tras pasar unos días en compañía de su marido (con el cual guarda una respetuosa y casta relación), esta vez su destino es hacia el sur, más allá del Khanato de Jazaria. El hijo de Blush, el diplomático Gzi Andjogli que intenta sembrar la discordia dentro del Khanato de Jazaria, informa que en la cercana Satapría de Hachimid los guerreros que componen la infantería ligera muestran una superioridad y destreza digna de admiración. Peksen parte hacia Kummukh, la capital del Marzpanate de Semender, con la intención de volver a Inder con los secretos de esos hábiles guerreros. Mientras tanto, Gzi observa como los ejércitos aliados asedian y toman el cacicazgo de Alania dónde se encuentra. Esto permite al diplomático seguir envenenando su percepción hacia el Khan de Jazaria.

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La campaña militar es exitosa, pero las tropas de Cumania cada vez se encuentran más aisladas, al tener que dividirse con el frente oriental. Y los refuerzos enemigos no paran de llegar, por lo que los números en combate comienzan a invertirse. Ituk y sus hombres guerrean por largo tiempo en las tierras enemigas, moviéndose con rapidez para evitar los abultados ejércitos enemigos, dar caza a las pequeñas huestes, y refugiarse con las tropas aliadas cuando lo necesitan. Sus tropas, cansadas y diezmadas (quedan menos de 100 guerreros), se plantean volver a Inder, aunque el camino es largo y plagado de enemigos. Las escaramuzas enemigas reducen ese número de hombres a la mitad.

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Pero las noticias son positivas: las continuas victorias sobre el enemigo fuerzan su capitulación, y el cacicazgo de Atyrau pasa a formar parte del Khanato de Cumania, bajo el gobierno del mismo Khan Sokal. Las tropas de Ituk regresan a Inder con la intención de descansar y reponer fuerzas. Estas buenas nuevas animan a la población de Inder, por lo que Etrek consigue convencer a numerosos jóvenes para enrolarse en los ejércitos del cacicazgo. Unos 300 jóvenes guerreros se arman y entrenan en Inder, por lo que Blush decide que los hombres de Ituk no descansen demasiado, y recojan esta nueva fuerza para dirigirse al frente oriental. Tal y como esperaba, Sokal pide a su hermano Blush que envíe sus tropas hacia el enemigo, y acepta al igual que los demás Mandatarios de Cumania (Kutan, Sirçan y Pulad).

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La joven prometida de Etrek, Shukhia de Tsaerasantane, cumple la edad suficiente para ser tomada en matrimonio. La alegre joven viaja hasta Inder, dónde ambos toman nuncpias según el rito Tengrista, y la unión es bendecida y celebrada por todos, lo que también conlleva una sólida alianza con el cacicazgo Jazario de Yegorlyk. Con la ya finalizada guerra con tal Khanato, y asegurada esta alianza, Blush trae de vuelta a su negociador hijo Gzi Andjogli de Alania. Quiere tener cerca de su heredero (y por ahora, también heredero del Khanato de Cumania), y le aloja en la corte de Yaik para que trabaje por mejorar las relaciones con los cortesanos del Khan. Su hermano Etrek sigue presionando a Blush para que conspire contra su sobrino Sirçan, otro posible heredero al Khanato, pero Blush sigue firme en contra de participar en tan sucia maniobra.

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Los más de 500 hombres de Blush recorren el Khanato hacia el frente oriental, y a su paso por Yaik hacen una parada para rendir honores a su Mandatario. Blush advierte entonces el descontento de su general Ituk, envidioso por naturaleza, y decide tener un detalle hacia él por su liderazgo en batalla. Sabiendo de la disponibilidad de una joven sirvienta de la corte de Yaik, el Mandatario acuerda un enlace entre la tímida Çilen y el ambicioso Ituk, para satisfacer su ánimo. Tras el apresurado enlace, la joven parte hacia Inder mientras el general continúa su camino hacia el frente oriental. Este acuerdo, favorecido por el amable Gzi Andjogli, genera que el Khan Sokal tenga mejor opinión de su hermano Blush y sus intenciones en Yaik.

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Sin embargo, el ya conocido como “El Anciano” Khan Sokal recela de Gzi para heredar el Khanato. Sokal, que prefiere a su hijo Sirçan, comienza a elaborar un complot para acabar con la vida de Gzi. Tales maquinaciones llegan a los oidos de Blush, que inmediatamente se confronta con su hermano por tal conspiración. Sokal admite la idea y el error, dejando de tomar parte en tal sucia acción. Blush decide afianzar la elección de su hijo como futuro Khan, y al igual que el resto de Mandatarios de Cumania, emite su intención de escoger a Gzi como futuro Khan. Y para proteger su integridad, llama a su mujer Peksen para que se aloje también en Yaik, y esté vigilante ante otras posibles conspiraciones contra su hijo.

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Buenas noticias de Inder: Blush ya es abuelo. Su hijo Etrek y su nuera Shukhia le han otorgado una nieta, Umay, bendecida por Tengri para crecer sana y fuerte. Y las tropas cumanas han vencido al enemigo invasor, y penetran en territorio enemigo asediando la capital de Kirghiz. El avaricioso Gran Mandatario Bönek admite su derrota, y antes de la primavera capitula en sus intenciones de subyugar al Khanato cumano. Las tropas festejan la victoria, y vuelven a casa para un merecido descanso en tiempos de paz, sin saber cuándo deberán volver a levantarse en armas.

El tiempo de paz permite a Blush centrarse en otros asuntos menos bélicos, aunque él siga en Yaik entrenando a las tropas del Khan. Por ejemplo, permite que el Chamán Sugr deje sus tareas de aleccionar y reclutar jóvenes guerreros, para que vuelva a su templo en Karatogay y pueda dedicarse a sus labores religiosas, esperando que este gesto mejore la opinión del clérigo sobre el Mandatario. Así mismo, los instructores de guerra permiten entrenar mejor a su propia infantería ligera y los arqueros, y mejorar el desarrollo de armas de asedio y defensa ante ellos.

Los meses transcurren plácidos, vigilantes ante el momento de volver a entrar en batalla. Sin embargo, las amenazas más peligrosas vienen del interior de la tribu. Peksen, la esposa-espía de Blush en la corte, ha descubierto que Shuskhia, la engañosa mujer de su hijo Etrek desea acabar con el otro hijo Gzi, pues eso permitiría a su marido heredar mayores títulos. Blush no dudó en acudir a Inderbor y abroncar severamente a la joven, hasta que prometió no tomar ninguna acción en tal sentido. Blush advirtió que la próxima vez no sería tan benevolente con tal delito.

La población en la corte de Inderbor crece: Ituk y Çilan tienen una hija, Ilkay, que es bendecida para crecer sana y fuerte. Pero las amenazas internas siguen apareciendo: el Gran Mandatario Sirçan de Kipchak declara su intención de restar al Khan el poder que tiene sobre los Mandatarios de Cumania. Hasta ahora, ni Pulad ni Kutan se han unido a él, ni por supuesto Blush que es partidario de hacer un Khanato más fuerte aún, pero los acontecimientos por venir son impredecibles...

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Capítulo 4: La ambición de "El Anciano"

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El ambicioso Khan Sokal “El Anciano” de Cumania no ceja en su empeño de aumentar sus fronteras. Puesta la vista en su último enemigo, el vecino Gran Mandatario Bönek de Kirghiz, declara que el cacicazgo de Kirghiz pertenece al Khanato de Cumania. Las espadas vuelven a sonar por todo el Khanato, y más de 4500 guerreros se preparan para la batalla. La llamada del Khan pronto llega formalmente a Blush, que accede a movilizar a sus más de 500 guerreros para la batalla, al igual que al resto de Mandatarios de Cumania y al Gran Mandatario Kiliç de Yagbuid.

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Mientras, la situación política se suaviza para Blush con los acontecimientos que se van sucediendo. El Khan Sokal declara su conformidad con que su hijo Gzi sea el heredero del Khanato de Cumania y del cacicazgo de Inder. El Chamán Sugr agradece al Mandatario su favor, y está dispuesto a unos 50 guerreros de Karatogay, cosa que Blush aún no desea reclamar. Su hijo Etrek aún sigue dispuesto a emprender acciones contra el hijo del Khan, su sobrino Sirçan, con la misma respuesta negativa por parte de Blush. El Khan Sokal desea instaurar un alto poder del Khan sobre los Mandatarios, cosa que Blush acepta y finalmente se implanta. El Gran Mandatario Sirçan de Kipchak desiste en sus esfuerzos de restar poder al Khan. La batalla en el frente oriental avanza adecuadamente asediando las tropas aliadas los tres cacicazgos del enemigo, acabando finalmente en una inevitable victoria: el cacicazgo de Kirguiz se incorpora al Khanato de Cumenia.

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Sin embargo, en Yaik la esposa Peksen (entrada en edad y enferma desde hace algún tiempo) se queja ante su marido de sus prolongadas ausencias en sus servicios militares al Khan. Blush, que no desea que su máxima valedora como espía se vuelva contra él, decide invertir parte de su dinero en un hermoso brazalete que regala a su mujer. Este gesto le sirve para apaciguar el ánimo de la hábil cortesana y mejorar su opinión del Mandatario. Poco después, el mismo Blush contrae la misma enfermedad que su mujer, sintiéndose débil y molesto. Todos temen por su propia salud, y comienzan las conjeturas sobre la sucesión de sus cacicazgos. El primero de ellos, el mismo hijo de Blush, Etrek. El envidioso cumano se dedica a proclamar por Aqtobe (el cacicazgo que herederá) que su padre está prácticamente muerto, y dando órdenes como si fuera ya el Mandatario. Sin embargo, el Hombre de Armas del Khan consigue esquivar los males y recobrar las fuerzas que le permiten estar al frente de los ejércitos de Cumania. Cuando a sus oídos llegan tales argucias de su propio hijo, el cual las niega cobardemente, el Mandatario tiene razones de sobra para encarcelarlo debido a sus constantes intrigas poco recomendables.

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Mientras Blush decide si tomar preso a su hijo, cosa que le agrada poco por su gran habilidad administrativa en el consejo, su mujer Peksen aparece muerta en su lecho. Por todo el Khanato se suceden las muestras de condolencias, y una honrosa ceremonia tiene lugar por la mujer que intrigó y apoyo siempre a su marido. La castidad de Blush le lleva a no plantearse tomar otra mujer como esposa, pero sabe que necesita de alguien que sea su mano izquierda, sus ojos y sus oídos ocultos. Dos candidatas sopesa para las funciones que ejercía Peksen en vida: la sirvienta Çilen, esposa de Ituk, por sus brillantes maquinaciones en la corte; y la esposa de Etrek, Shukhia, por su habilidad para intrigar y conspirar de manera hábil. El mandatario observa que Çilen le guarda rencor por alejarla de Yaik, por lo que decide finalmente nombrar a la alegre Shukhia, y perdonar el encarcelamiento a Etrek. La primera labor de Shukhia será descubrir cualquier complot existente en Yaik. Blush confía en que la joven intrigante olvide su antigua idea de conspirar contra Gzi y sea leal.
 
Capítulo 5: Una boda envenenada

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Los meses transcurren apaciblemente, y el erudito y fanático tengrista Koza Kozaid solicita a Blush que le provea de una mujer con la que desposarse. Koza es un hombre sociable pero bastante feo, por lo que el Mandatario envía un emisario a Yagbuid para encontrar una mujer que pueda ser de su agrado. La sirvienta Negris, una turca tengrista enana pero con fama de ardiente en la cama, es la escogida para tal enlace. La reticente mujer es trasladada a Inder, dónde en una humilde ceremonia toma esponsales con el erudito.

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Pero otra boda en ciernes, mucho más importante, se acerca a Inder. La prometida del heredero Gzi Andjogli, la gran jinete pechenega Peken Havuksingila, ya tiene edad de desposarse. Las conversaciones con el Gran Mandatario Sol de Pecheneg y Bólgar son fluídas, y se acuerda celebrar el enlace. En Inderbor se celebra una ceremonia por todo lo alto, con todas las personalidades del Khanato y corriendo Blush con todos los gastos de los festejos, lo cual le reporta gran prestigio. El mismo Sol acude a tal celebración haciendo honor a su apodo de “El Borracho”, atiborrándose de bebida y comida como si no hubiera mañana. Así, se forja una alianza con un poderoso vecino, que a buen seguro traerá prosperidad al linaje Andjogli.

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Sin embargo, las noticias que llegan a los pocos días de finalizar los festejos son confusas. El Gran Mandatario Sol, tras haber disfrutado de la hospitalidad de Inder, proclama que el Khanato de Cumania le pertenece, y por tanto insta al Khan Sokal a que capitule o caiga en batalla ante él. Blush pide explicaciones a su hijo Gzi, y éste a su recién contraída esposa, que asegura no saber nada de los planes de su padre. En virtud del mayor poder del Khan sobre los Mandatarios, Sokal exige a Blush que aporte 300 guerreros a los ejércitos de Cumania, cosa que el Mandatario no duda en acatar. Aunque al inicio Blush duda si tomar acciones contra su aliado o quedarse en la vanguardia con su propio ejército hasta que Sokal le pida ayuda, un sentimiento que se aviva en su interior (quizás aprendido de las experiencias políticas que observa) le llama a proteger sus títulos con ahínco, y conseguir más prestigio y poder si cabe. El ambicioso Blush decide poner en marcha sus ejércitos para defender el Khanato que su hijo heredará.

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Sin embargo, las arrolladoras fuerzas de Pecheneg entran en Cumania y obtienen plazas sin resistencia. Los casi 5000 guerreros enemigos conquistan Atyrau, y pronto asedian Inder, mientras los reducidos ejércitos de Cumania asedian plazas enemigas al otro lado de la frontera. Blush insiste a Sokal para que llame a sus aliados y a otros Mandatarios al frente, pero el Anciano insiste en que esta batalla de orgullo debe ganarla él solo, lo cual no pinta nada bien. En cuestión de un mes, Inder también cae en manos del enemigo, que no duda en secuestrar a Negris la esposa de Koza, la mujer del fanático general que comanda los guerreros reclutados en Inder. Karatogay es la siguiente en caer, lo que supone un duro golpe a la moral y a las arcas de Inder. Sin embargo, los ejércitos enemigos vuelven sobre sus pasos para recuperar su plaza de Pecheneg, momento que aprovechan los cumanos para lanzar 1500 hombres a recuperar sus valiosas tierras.

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Mientras tanto, Ituk y Koza cosechan un éxito en la frontera norte, consiguiendo dominar Bashkiria y tomando presos de su escondrijo al heredero del cacicazgo enemigo, el maquinador Tähtaman de Baskatir, y a la sirvienta ex amante del actual Mandatario, la intrigante Mutlu. Ésta primero, y más adelante el heredero, ruegan por ser confinados en otro lugar que no sea la oscura y sucia celda en la que se encuentran, pero Blush no siente simpatía alguna por ellos y desoye sus súplicas.

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La guerra avanza y los ejércitos cumanos juegan al ratón y al gato con el enemigo, golpeando y recuperando plazas mientras los 4500 pechenegos combaten en otros frentes. Así, Ituk y Koza vuelven a Inder para recuperar las plazas de Blush. Mientras, este sigue formando unidades en Yaik y su hijo Gzi intenta convencer a los consejeros del Anciano para que llame a más aliados, y aunque el Khan cada vez tiene una mejor opinión de Blush, se niega a hacerlo. El Anciano sigue liderando su ejército en tierras enemigas contra los guerreros pechenegos, convencido de que no necesita a nadie más para dar su merecido a Sol el Borracho. Su cerrazón es tal, que a la muerte de su mujer rápidamente manda órdenes para traer a Ceylan, una jovencísima sirvienta del vecino Gran Mandatario de Yagbuid Kiliç el Peleón, y contraer matrimonio en un sucio campamento de batalla. Sin embargo, la diplomacia de Gzi y su apoyo a tal enlace mejora la opinión del Khan sobre Blush, a pesar del descontento del Hombre de Armas con su hermano. Aprovechando tal coyuntura, Etrek propone a su padre abrir una ruta comercial con el vecino Kiliç, lo cual reportaría beneficios a pesar de la inversión inicial; Blush confía en su hijo para estas cuestiones, y acepta tal propuesta.

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A principios de otoño los ejércitos cumanos ya han recuperado Inderbor y Karatogay mientras el enemigo se afana en recuperar su posesión norteña de Baskatir. Blush no duda en mandar al Chamán Sugr en reclutar con sus sermones de fe nuevos guerreros que puedan apoyar a defenderse contra el extranjero, y para ganarse su apoyo, obliga a Etrek a llamar a su recién nacido segundo hijo Sugr Andjogli. Los ejércitos cumanos marchan hacia Atyrau, a recuperar dichas tierras. Mientras tanto, el Anciano otorga el título de uno de sus cacicazgos al Gran Mandatario Sirçan de Kipchak, en un gesto que Blush no acierta a entender.

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Mientras la batalla se desarrolla, volviendo el enemigo a tomar las plazas de Inder mientras los cumanos batallan al otro lado de la frontera, una caravana de mercaderes extranjeros llega hasta la residencia de Blush, solicitando refugio. El confiado mandatario no duda en brindarles su hospitalidad, a pesar de ser bastantes y comer de manera copiosa. El mercader no duda en contar exóticas historias de Indostán, su tierra natal. Al partir, el mercader agradece la hospitalidad de Blush regalándole un sirviente, el eunuco Eusebios. Para sorpresa del Mandatario, Esubesios muestra ser un fiel e inteligente sirviente, muy hábil para las intrigas. Así que no duda en sustituir a Shukhia, la mujer de su hijo Etrek, y mandar a la corte de Yaik a Eusebios para que actue codo con codo con Gzi.

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Por desgracia, el frente bélico se complica. Por un lado, el pequeño destacamento de Ituk y Koza asedia las poco guarecidas tierras de Uzen, y consiguen tomarla, capturando al pequeño Kadum, el heredero del cacicazgo. Pero el grueso del enemigo consigue alcanzar a los poco más de 1000 hombres de Sokal. Tras una inevitable derrota en la que pierden a casi la mitad de sus guerreros, los ejércitos huyen hacia la ocupada Inder, seguidos de los pechenegos. Finalmente, allí son cazados y sus ejércitos masacrados, no quedando fuerza alguna que pueda oponer resistencia. El enemigo no duda en poner rumbo a Yaik, la capital de Cumania. Allí, el Khan Sokal ha levantado a más hombres para defenderse, pero las pocas fuerzas del Khanato son insuficientes para aguantar el empuje pechenego. Las pequeñas victorias que Ituk y Koza están logrando en territorio enemigo no parecen suficiente para darle la vuelta a la guerra. Tras conquistar Pecheneg y capturar a Sarica, la sirvienta del Mandatario Ipaos de Pecheneg, ponen rumbo hacia Bilyar, sabiendo que Yaik ya ha caido y el enemigo vuelve sobre sus pasos.

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Los hombres de Blush se mueven rápido, y allí donde el enemigo no está, acude a recuperar o conquistar plazas. Así, liberan Atyrau, a donde el Khan Sokal se traslada para seguir gobernando su Khanato en declive, y se lanzan a la desesperada a conquistar de nuevo Uzen, a sabiendas de que el enemigo se está cebando dentro de Cumania. La derrota parece que llegará tarde o temprano, y Aqtobe también cae en manos pechenegas. Ituk y Koza logran reconquistar Uzen y capturar a una de las sirvientas de su Mandatario Kaydem, la valiente y orgullosa Yasar, pero observan con desesperanza como los 4000 hombres enemigos avanzan de nuevo hacia Atyrau. Desde allí, el Khan proclama que su poder sobre sus vasallos es absoluto, queriendo disponer de sus tropas y recursos para cuando lo necesite. Aunque Blush tiene sus reservas, aún sueña con ese Khanato fuerte y glorioso, y acepta tal medida, que se implanta de inmediato. Sin embargo, echando un vistazo al devenir de la contienda, el Mandatario comienza a asumir que poco va a tener que administrar el futuro Khan...
 
Capítulo 6: Sepulturas prestigiosas en tiempos de guerra

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Van cuatro años y medio de confrontación, en la que los ejércitos pechenegos son muy superiores y campean a sus anchas por Cumania, mientras los pequeños destacamentos aliados, el más numeroso comandado por Ituk y Koza, golpean y se mueven rápidamente para intentar lograr pequeñas victorias. En esas está la batalla cuando una noticia llega a ambos bandos: Sol el Borracho ha muerto. Pronto, su hijo el joven e iracundo Kourkoutai (hermano de la mujer de Gzi Andjogli) toma el mando enemigo, en un momento en que su propio cacicazgo ha sido conquistado por Ituk y Koza, lo cual da moral a los ejércitos aliados. Además, las tierras que antes gobernaba Sol se han dividido entre dos herederos, por lo que el enemigo reduce el tamaño de sus tierras. La muerte de Sol también parece apaciguar el orgullo y la rivalidad de Sokal, que acepta contactar con su vecino Kiliç el Peleón, que ahora ya dirige el amplio Khanato de Turquestán, para que le apoye en la batalla; por fortuna, acepta entrar en la contienda. El joven Kourkoutai también hace lo propio con vasallos suyos, por lo que la guerra toma renovadas energías. Gzi y Eusebios son enviados junto con el aliado Pulad (debido al matrimonio entre él y Tura, la hermana de Blush), Mandatario de Cobol, para mejorar las relaciones entre ambos y poder solicitar su ayuda en futuras contiendas. Y las funestas perspectivas de derrota parecen tambalearse, abriendo de nuevo la esperanza a Cumania.

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Jóvenes guerreros a lo largo de Cumania se animan a unirse a la batalla, y con los refuerzos de Turquestán, el número de combatientes parece equilibrarse, campeando tropas por los territorios de ambos bandos recuperando y conquistando tierras. Es en la pérdida de Inderbor cuando una mala noticia llega a Blush: su hijo Etrek ha sido hecho prisionero por Kourkoutai mientras reclutaba a nuevos guerreros. A pesar de las vergüenzas de su hijo, es un miembro valioso del consejo del Mandatario, por lo que no duda en pagar un rescate por él. En cuanto está de nuevo libre, es mandado de nuevo con más discreción a seguir reclutando jóvenes para su causa en Inder.

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Mientras, los acontecimientos se suceden lejos de la guerra. El Khan crea el título de Gran Mandatario de Yaik (ostentándolo él mismo), que incluye autoridad sobre los cacicazgos de Yaik, Aqtobe e Inder. Otro nieto nace para Blush, la pequeña Ayten (hija de su heredero Gzi y Peksen). Pero a la par, su hermana Tura fallece coincidiendo con la estancia de su sobrino Gzi, que no duda en prestar todo su apoyo al viudo Mandatario Pulad. A pesar del control militar de sus tierras por parte del enemigo, la voz de Blush llega hasta la administración de sus dominios, mostrando su rechazo hacia las ferias de mercaderes en estos tiempos aciagos (lo que causa malestar en su Chamán Sugr), pero también defendiendo a una joven acusada sin pruebas por la turba de brujería (lo que despierta su lado amable al liberarla).

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En el campo de batalla, otros prisioneros engrosan las celdas de Blush; esta vez son Usunbike, una sirvienta imbécil de Kourkoutai (que no aguantaría ni un año ese suplicio y fallecería), y un valiente y anciano general llamado Kure. Para satisfacción del cumano, ya hay sobre el terreno una fuerza capaz de hacer frente al enemigo, un ejército de 5000 hombres aliados capaces de darle la vuelta a la contienda. Desde Atyrau, el Khan Sokal dirige la revancha bélica, sin olvidarse de calentar su lecho: tras la muerte de la joven esposa Ceylan por neumonía, a los pocos días otra sirvienta de Turquestán, Peksen, ocupa su lugar. Todo esto preocupa al Hombre de Armas del Khanato, pues no está de acuerdo con las decisiones militares que toma su hermano Sokal, dividiendo fuerzas en distintos territorios (y que son presa más asequible para el enemigo).

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Tras años practicando guerrilla rápida por territorios enemigos, finalmente Ituk y Koza son cazados por un poderoso contingente enemigo, que diezma sus fuerzas hasta poco más de un centenar de hombres, casi inhabilitándolos para la batalla. Los hombres vuelven a las tierras de Inder, ocupadas por el enemigo, con la esperanza de recuperarlas de nuevo. Mas las noticias tristes llegan para el Khanato: el Hombre de Armas Blush Andjogli aparece muerto en su lecho, debido a su avanzada edad. El Khanato no está para grandes celebraciones, pero en la apresurada ceremonia tengrista, oficiada por el que fuera su Chaman Sugr, se despide al Mandatario que siempre será recordado como un brillante estratega que soñó con un fuerte Khanato de Cumania. Sus hijos Gzi y Etrek, herederos respectivos de los cacicazgos de Inder y Aqtobe, se ponen al frente de dichas tierras ocupadas tras terminar la ceremonia funeraria.


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¡Gran Aar hasta el momento! Espero que antes de que lleguen los mongoles tengas suficiente para poder defenderte.

Gracias, Lorenzo. No se si será una partida gloriosa, pero se hace (y se disfruta) lo que se puede ;)


LIBRO II: Gzi Adjogli
Capítulo 7: Subyugación consumada


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El nuevo Mandatario de Inder tras la muerte de su padre, Gzi Andojgli, es un diplomático de 36 años justo, alegre y amable. Ha consagrado los últimos años a ser la palabra de su difunto padre, tanto en territorios extranjeros como en la corte del Khan Sokal, su tío. De hecho, es el hombre propuesto en el Cumania para heredar el Khanato, y si lo deseara también podría reclamar para si el cacicazgo de Aqtobe (recién heredado por su hermano Etrek) y el cacicazgo de Tyumen (que heredó de su abuelo el Khan Sokal), pero el justo Mandatario no desea usurpar otras tierras.

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Abrigados en tiendas nómadas en un paraje oculto de Inder, Gzi analiza la comprometida situación actual. Una parte de los cacicazgos de Cumania (entre ellos el suyo) están bajo el dominio de su cuñado Kourkoutai, enfrentado al Khanato por el ansia expansionista de su difunto padre Sol. Gzi desea rodearse de un equipo de consejeros hábiles para poder dirigir su gobierno, tras la partida de su hermano Etrek (y su familia Shukia, Umay y Sugr) a Aqtobe. De los consejeros de su padre mantiene al implacable estratega Gzi como Hombre de Armas entrenando tropas; a Sugr, el aplicado líder del tempo de Karatogay, como su Chamán predicando y reclutando jóvenes fanáticos; y al eunuco Eusebios, fiel a su difunto padre Blush, que Gzi le insta a ser su Diplomático (a pesar de las reservas que mantiene el extranjero hacia su nuevo señor). Eusebios es mandado a la corte enemiga de Kourkoutai, para intentar apaciguar ánimos con el enemigo. El Mandatario también tiene en gran estima a la pareja formada por el general Ituk y su mujer Çilen, por lo que decide que a la vuelta de las tropas a Inder les premia a ambos con sendos cargos: el ambicioso Ituk es designado para administrar las finanzas y asuntos administrativos del cacicazgo, mientras que su engañosa mujer es nombrada Maestro de Espias para ser los ojos de Gzi.

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Sin embargo, los hombres de Inder localizan a un pequeño contingente enemigo en Pecheneg, y no dudan encaminarse a tal posición para atacar. Craso error, pues dicho contingente es menos numeroso pero mejor posicionado, y a duras penas consiguen inflingir una derrota a Ituk y Koza, obligándoles a batirse en retirada y disolver las tropas, volviendo sólo unos pocos hombres a Inder. Por si no fuera poco, el griego Eusebios no sólo no logra su cometido, sino que su presencia empeora la relación entre los cuñados.

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La guerra avanza, y el grueso del ejército aliado (tras liberar Aqtobe) se enfrenta en Inder a un enemigo que le dobla en número. Gzi y los suyos asisten impotentes a la derrota de sus aliados, y cada vez teme más que la derrota sea inevitable. Gzi aguarda los movimientos diplomáticos del Khan Sokal, que parece un convidado de piedra en este conflicto. Mientras su aliado Kiliç el Peleón es capturado mientras su ejército huía, así como la nuera y el nieto del Khan Sokal, éste se esconde en algún lugar del ocupado cacicazgo de Atyrau.

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El inevitable desenlace llega por fin. El Khan Sokal capitula ante el enemigo, perdiendo tal título. El Khanato de Cumania se amplia incluyendo los territorios originales más los del enemigo, abarcando un amplísimo territorio, pero gobernado por el ahora Khan Kourkoutai. Gzi deja de ser el hombre destinado a heredar el Khanato (y que ahora es su joven cuñado Bayça, hermano de su mujer Peksen). La estructura de señores y vasallos se altera: Sokal es ahora el Gran Mandatario de la región de Yaik, que incluye los cacicazgos de Atyrau, Tyumen, Yaik, y el lejano cacicazgo oriental de Kirghiz (gobernados por él mismo), así como los de Inder y Aqtobe (en posesión de los hermanos Gzi y Etrek). Sin embargo, su hermano Etrek, así como el Chaman Sugr, abogan por que Gzi se haga cargo de la región de Yaik a la muerte de Sokal, por lo que el destino aún puede deparar alguna sorpresa al Mandatario...
 
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Capítulo 8: La paz nunca es duradera...

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El tiempo de paz permite la estabilidad y la rutina necesaria para centrar la vida de los habitantes de Inder en ocupaciones menos bélicas. Debido a su anhelo de tener un hijo, Gzi Andjogli se complace al saber que su mujer Peksen está de nuevo embarazada. Tras el fin de la guerra, Eusebios es enviado a Atyrau para ser nexo de comunicación con el Gran Mandatario Sokal. Al Chaman Sugr se le permite volver a sus tareas en el templo de Karatogay para que se consagre a sus responsabilidades espirituales, algo que Gzi ve con muy buenos ojos por su creciente interés en el misticismo. Y Çilen parte hacia el condado de Derbant, al otro lado del Mar Caspio, donde la gran fama de guerreros hábiles con armas pesadas atrae la atención del Mandatario y desea acercarse a su pericia.

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Los prisioneros de guerra de Gzi son numerosos, pero casi todos sin ningún valor monetario. Gzi pide un rescate por el orgulloso heredero del cacicazgo de Baskatir, el maquinador Tähtaman, por el cual sí hay posibilidades de tener una ganancia económica. Efectivamente, el dinero pronto llega a cambio de la liberación, y sirve para que Gzi haga sus propios planes futuros: convertir la aldea comercial de Inder en una futura ciudad con más servicios y habitantes que generen más comercio. Mientras ese momento llega, el Gran Mandatario Sokal le ofrece a Gzi ser su Canciller, sabedor de primera mano de las habilidades diplomáticas de su sobrino. Gzi acepta, trasladándose a la corte de Yaik junto con su tío. Las noticias que le llegan estando en Yaik son buenas: Peksen ha parido un hijo, llamado Saru Andjogli. Gzi lo celebra alegremente, designándole desde ese mismo momento su heredero al cacicazgo de Inder.

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Pero la sociedad tribal es bélica de por sí, y el ardor guerrero del fanático Khan Kourkoutai no se apaga. Desea subyugar los dos cacicazgos separados de Kirghiz, al otro lado de la frontera oriental de Cumania, y declara la guerra para anexionarse esas tierras. El Khan envía mensajes por todo el Khanato reclamando guerreros para combatir. Gzi no recibe directamente tal petición, y se alegra pues no desea mandar ninguno de sus hombres para la gloria de su cuñado Kourkoutai. El Khan obtiene 2700 hombres que se dirigen hacia la batalla, pero tal exigencia se cobra su precio con el descontento de sus vasallos. Tras unas semanas de intrigas y diplomacia, en las que los vasallos del Khan discuten y conspiran entre ellos, finalmente varios Grandes Mandatarios de Cumania liderados por Kaydum Haraovi (Mandatario de Uzen) se plantan e inician una guerra civil contra Kourkoutai, para reducir su poder sobre los Mandatarios. Gzi no se ve implicado directamente, pero Sokal sí ha participado en tales maniobras y es abierto defensor de reducir tal poder, por lo que Inder se encuentra en el bando de los opositores al Khan.

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Noticias vergonzosas alcanzan a Gzi en Yaik. Su mujer Peksen ha sido vista besandose en público con su Hombre de Armas, Gzi. El Mandatario monta en colera, y aunque su sentido de la justicia le dicta encarcelar a ambos por tal humillación (ya que él también está casado), finalmente decide sólo apresar a Gzi por abordar a su mujer. Sin embargo, el Mandatario da la relación con Peksen por rota, solamente tomándola como madre de sus hijos. En sustitución del traidor amante, ahora Koza es el Hombre de Armas de Gzi, entrenando a los soldados en Inder. A esa decepción le sigue otra: el Gran Mandatario Sokal ha usurpado el cacicazgo de Aqtobe a su hermano Etrek, desterrándolos a él, su mujer y sus tres hijos al lejano Reino de Hungría.

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La situación bélica se confronta cada vez más: a pesar de la revuelta, Kourkoutai declara su poder absoluto en el Khanato sobre sus vasallos, lo que anima a los Mandatarios del bando rebelde a levantar sus tropas contra el Khan. Sokal reclama hombres a Gzi, que les cede algo más de 110 guerreros para combatir a Kourkoutai. Sin embargo, observando dificultades dentro de Cumania, el vecino occidental de Jazaria se levanta en armas para reclamar la gran región de Pecheneg, en disputa entre el Khan y el bando rebelde. Esta injerencia extranjera ayuda a Ituk a inflamar el ánimo de 300 guerreros por Inder, que están dispuestos a luchar contra el enemigo. Gzi designa que sea el mismo Ituk el que los comande, apoyándoles con 200 soldados más disponibles, dándoles su bendición contra el enemigo extranjero. Este ejército y el Jazario se enfrentan en Atyrau. Aunque las fuerzas son similares, la mejor pericia del enemigo les inflinge una derrota, huyendo los hombres de Inder hacia Itil. Hasta allí son seguidos por el enemigo, que vuelve a vencerles. Los dos centenares de guerreros que sobreviven a esa batalla vuelven a Atyrau y se disuelven por orden de Ituk, para evitar más muertes en las futuras derrotas contra dicho enemigo.

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Sin embargo, sus esfuerzos no han sido en vano. El cansado enemigo es vencido por unos 800 guerreros de Pecheneg, y el mismo Gzi se ofrece a batallar con otro contingente de 800 guerreros de Yaik. Ambas fuerzas se unen en Atyrau, dispuestos a perseguir a los jazarios que se atreven aún a plantar cara. Tras acabar con ellos, los más de 1500 guerreros avanzan hacia Itil, la cual conquistan y obligan a capitular al Khan de Jazaria en sus pérfidas pretensiones. El Mandatario Gzi decide entonces no abandonar la batalla, y seguir liderando los ejércitos rebeldes contra su cuñado el iracundo Khan Kourkoutai.
 
Capítulo 9: Sucesión en rebeldía

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Una noticia llega a Gzi en el campo de batalla: la joven mujer del Anciano Gran Mandatario Sokal, su tío, desea verle muerto y no desistirá de su empeño hasta lograrlo. Gzi mueve piezas ante tal amenaza, mandando llamar a Çillen para que se aloje en la corte de Yaik, cerca de su enemiga, y da órdenes para acabar con ella en cuanto sea posible. También Eusebios es enviado a Yaik para desplegar sus artes a favor de la conspiración. Para conseguir todo ello, no duda en pagar una fuerte suma de dinero a su primo Sugr, que le acompaña en la batalla, para que mueva sus hilos dentro de la corte de Yaik y facilitar el desenlace que Gzi desea. Ambos delegan el mando de los ejércitos para partir hacia Yaik para llevar a cabo sus planes. Dicho abandono del liderazgo de sus ejércitos en otros hombres conlleva a una severa derrota en el campo de batalla, a mano de numerosos guerreros fieles al Khan Kourkoutai. La batalla gira las tornas, volviéndose favorable a los leales al Khan.

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El Gran Mandatario Sokal parece olerse tal conspiración contra su mujer, y envía de nuevo a Gzi lejos de la corte, a liderar los hombres supervivientes en la contienda contra el represivo Khan. Mientras tanto, a petición del joven Kaydem (hijo de Kaydum el líder de los rebeldes, y preso de Gzi desde que fue capturado cuando era un niño), el quinceañero es alojado en una vivienda con más comodidades, aún bajo arresto. Gzi también ordena que su hija mayor Ayten se traslade con Eusebios a la corte de Yaik, para aprender de él las artes diplomáticas. El griego se mueve con habilidad entre los mandatarios, y pronto consigue mejorar la opinión de Sokal sobre Gzi, siendo reconocidos los esfuerzos que está haciendo por su tío.

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Sin embargo, la fortuna no acompaña en el campo de batalla. El superior ejército del Khan persigue y hostiga las inferiores fuerzas rebeldes, lideradas en parte por Gzi. La victoria y anexión de Kourkoutani de los cacicazgos de Kirghiz en el frente oriental sólo da alas al fanático Khan, que concentra todas sus fuerzas en aplastar a los rebeldes. Mientras recorre los campos de batalla esquivando al enemigo, una triste noticia llega a sus manos: su hombre de confianza Ituk, general en numerosas ocasiones y administrador de su cacicazgo, ha fallecido tras un largo periodo de enfermedad. Ante la falta de candidatos hábiles a tal puesto, Gzi decide dar el indulto al traidor Gzi que cortejó a su mujer, y darle la posibilidad de redimir sus pecados dando un servicio encomiable a Inder. El indultado parece estar agradecido ante tal oportunidad, e inmediatamente se pone a trabajar en ello.

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Es entonces cuando otra noticia recorre como reguero de pólvora los campos de batalla: el Gran Mandatario Sokal el Anciano ha muerto debido a su avanzada edad, y Gzi es nombrado su digno sucesor, convirtiéndose en el Gran Mandatario de la región de Yaik. Ésta incluye los cacicazgos de Inder, Aqtobe y Yaik (bajo su propio mando), los de Atyrau, el oriental Kirghiz y Tyumen (gobernados por su ambicioso primo el Mandatario Sirçan Andjogli, hijo del difunto Sokal), y el cacicazgo de Bashkiria (perteneciente al valiente Mandatario Yeçtirek Baskatir, encarcelado por el Khan Kourkoutai, por lo que es regentado por su paranoica mujer Lärkka), todos en el bando rebelde contra el Khan.

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Inmediatamente, Gzi manda órdenes a diversos puntos de sus nuevos territorios para ser cumplidas. Toda la corte de Inder se traslada de manera discreta a Yaik (conquistada por el Khan), para tomar dominio de la capital de la gran región y gobernar sobre vasallos y cortesanos. Analiza rápidamente la situación bélica, y la considera harto desfavorable. Las fuerzas rebeldes cuentan con algo menos de 400 hombres, mientras el Khan tiene más de 4000 fieles guerreros en la lucha. Gzi podría armar a unos 250 hombres más, y con las arcas de Yaik podría contratar a 1500 mercenarios cumanos, guerreros a caballo para combatir a su lado. Sin embargo, sopesa el gran lastre que supondría alargar la guerra y gastar todo el dinero en mercenarios cuando la derrota es un final bastante probable. Prudentemente, decide dar un paso atrás, luchar con honra en esta guerra, pero aceptar el férreo poder del Khan en cuanto termine de aplastar la rebelión cumana, esperando misericordia por su parte.

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Por ello, sus primeras maniobras políticas están pensadas más en fortalecer su gobierno que en debilitar al Khan. Eusebios viaja con su hija al cacicazgo de Bashkiria, para mejorar las relaciones con Yeçtirek y Lärkka. Gzi se traslada a Yaik para comenzar a entrenar a los guerreros cumanos. Y Çilen parte de nuevo hacia Darbent a intentar aprender las habilidades bélicas de los armenios. Gzi no teme alejar a su espia de la corte, pues ahora su rival Peksen (la engañosa turca, segunda mujer del difunto Sokal, que deseaba acabar con la vida de Gzi) es su propia súbdito. Sin dudarlo, Peksen es encarcelada, y el Gran Mandatario abandona sus planes de acabar con su vida, sabiendo que la prisión es justo castigo para sus perversas intenciones.

Gzi aguarda el inevitable final de la revuelta, observando como su ambicioso primo Sirçan desea ser el Gran Mandatario de Yaik, fundando una facción con el fin de reclutar a otros Mandatarios que fuercen tal situación. Gzi observa tales movimientos, observándolo desde cerca para ver la capacidad real de su primo de movilizar a los demás vasallos…
 
Capítulo 10: ¡Apresado!

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La rebelión acaba con la inevitable derrota, y con ella llegan las represalias del iracundo Khan Kourkoutai: encarcela a todos los dirigentes que le han plantado cara, entre ellos el Gran Mandatario Gzi. Es trasladado a una prisión en el Bajo Volga, dónde sus habilidades diplomáticas valen bien poco. Su Chamán Sugr de Karatogay toma entonces las riendas del gobierno, regentando todas las posesiones de Gzi hasta su liberación. Acude a la prisión para entrevistarse con Gzi, y el confiado Regente comienza a poner en marcha las primeras medidas ordenadas por el apresado: ofrecer un generoso regalo al Khan para intentar que mejore su opinión de Gzi, e invertir en Inder y Aqtobe para mejorar las economías de tales regiones. El mismo Administrador Gzi es enviado a supervisar tales inversiones en Inder.

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Aprovechando la mala situación de Gzi, su primo Sirçan no duda en reclamar el gobierno de la gran región de Yaik para si mismo. Manda un ultimátum a Gzi, que al ser rechazado provoca que su primo se levante en armas para reclamar tal título. Gzi llama a su cuñado Kostas (Mandatario de Saray) para que le apoye en la lucha, cosa que acepta. Y decide pedir rescate a Kaydum (el líder de la revuelta fallida) para liberar a su hijo preso, con lo que consigue algo más de dinero para poder pedir en un futuro un rescate al Khan. En el campo de batalla, las tropas rebeldes cruzan el río hacia Inder, pero allí le espera el Mandatario Yeçtirek de Bashkiria, leal a Gzi, capitaneando a más de 200 hombres. En una igualada confrontación, los leales vencen a los rebeldes, que huyen hacia Aqtobe. Yeçtirek espera la llegada del inspirador líder Sugr Andjogli (hijo del rebelde Sirçan pero leal a Gzi) y su guardia de 20 hombres, que se unen a las fuerzas que persiguen a los rebeldes hacia Aqtobe.

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En Aqtobe acaban con todos los rebeldes, dejando como única fuerza enemiga a los casi 150 rebeldes que marchan a Yaik desde el norte. Los refuerzos de Kostas son interceptados por enemigos Jazarios, que les vencen en batalla y ni siquiera llegar a pisar la gran región Yaik. Pero diversos aventureros y veteranos de guerra de Yaik, animados por la agresión rebelde, deciden organizarse y plantar guerra de guerrilla a los rebeldes. Aún sin posibilidades de ganar, les atacan en Yaik y consiguen reducir su número, lo suficiente como para que los rebeldes no tengan efectivos para conquistar el asentamiento de Yaik. El ejército leal aguarda a recuperarse totalmente para embestir al enemigo que le espera. Cuando están listos, avanzan hacia Yaik e inflingen una dura derrota a los rebeldes. Vencido el enemigo, es el momento de tomar sus plazas: los 200 hombres liderados por el líder Sugr se dirigen hacia Atyrau. Les acompaña Saru el hijo del encarcelado Gzi, con la intención de que sea un gran hombre de armas en un futuro.

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Las inversiones en infraestructuras realizadas se terminan, instaurando una aldea comercial fija en Aqtobe, y haciendo crecer a Inderbor para convertirla en una ciudad que albergue a más habitantes y genere más comercio. Los asentamientos de Yaik comienzan a especializarse en mejorar sus prácticas comerciales, y tales medidas (que redundan en mejoras para la población) hacen que la gente aprecie más el gobierno de los Andjogli. Todo ello provoca que 55 hombres más en Aqtobe decidan unirse a luchar contra los rebeldes. El ejército de Sugr no tiene suficientes guerreros como para asediar Atyrau, así que vuelve a recoger a los nuevos reclutas y marchar hacia Tyumen. Los rebeldes huyen ante la llegada de los leales, pero estos son insuficientes para poder someter la ciudad enemiga. Por si fuera poco, el Gran Mandatario Gzi es avisado de que el líder de sus ejércitos Sugr, hijo de su primo rebelde, desea que verle muerto. Sabiendo de este hecho, y de la imposibilidad de conseguir más tropas para asegurar la victoria, Gzi ordena a Sugr que ofrezca una paz blanca al enemigo para evitar que las tornas se vuelvan, y evitar gastar dinero en la guerra. Así mismo, insta a Sugr a deshechar sus ideas mezquinas y que se centre en la educación del pequeño Saru, cosa que el brillante líder militar acata. Mientras tanto, el Khan emprende una guerra contra el Khanato vecino de Jazaria, con la intención de anexionarse el cacicazgo vecino de Itil.

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El cautiverio de Gzi está siendo una tara enorme para gobernar. Tras vencer la rebelión de su primo Sirçan, descubre que es ahora su vasallo el Mandatario Yeçstirek el que conspira en las sombras para crear una falsa reclamación y usurparle el título. Su espía Çilen es enviada a Atyrau, a la corte de su primo, para prevenir que se una a tal conspiración. El poder de Yeçtirek es limitado, por lo que Gzi insta a su Chaman Sugr a que no tome acción alguna (como intentar apresarle) para evitar que se levante en armas. También se entera que Pulad, otro de sus primos que es Gran Mandatario de Sibal, apoya a Yeçtirek en tal pretensión.

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Falta dinero en las arcas de Yaik. Gzi sospecha del Regente Sugr, siempre preocupado por mejorar sus riquezas, pero no tiene pruebas. Le hace llamar, y cuando acude le insta a que pague más impuestos desde su templo, ya que mantener las levas que reclama el Khan para su guerra no mejora su situación. La noticia que le entrega el Chamán Sugr no es buena: Sirçan vuelve a mostrarse abiertamente partidario de dirigir Yaik. Sin embargo, Eusebios está haciendo bien su trabajo, mejorando la opinión de Yeçtirek sobre Gzi. Por otra parte, Koza sigue entrenando tropas en Yaik, preparando más hombres para cuando sus vasallos vuelvan a rebelarse.

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Los meses pasan, y cada vez Gzi se siente más olvidado en aquella celda, enfermando en soledad. Apenas le llegan noticias, y estas son vagas. El Khan sigue anexionandose provincias en su avance hacia el este. Y en Yaik, el inspirador líder militar Sugr es ahora el Hombre de Armas del reino, mientras Yeçtirek y Sirçan siguen amenazando su trono pero sin animarse a comenzar una rebelión. Hasta que se entera gracias a una sirvienta sobornada de la razón por la que tiene pocas visitas: el Khan apoya a Yeçtirek para hacer una reclamación sobre Yaik. Gzi maldice, y le hace llegar un mensaje a su Chamán y Regente Sugr: "Encarcela a Yeçtirek". Sus tropas han aumentado desde su última contienda y están entrenadas, y mejor enfrentarse a un enemigo que a dos. Así, si consigue encarcelarlo, conseguirá más dinero por el rescate con su liberación. Gzi aguarda acontecimientos en su celda, ansiando que por fin pueda pagar por su libertad…
 
Capítulo 11: Sin misericordia

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Tras unas semanas en la que su salud mejora, Gzi recibe una visita del Chamán Sugr, con rostro grave. Sus hombres consiguieron apresar al Mandatario Yeçtirek. Bajo promesa solemne de abandonar sus aspiraciones a Yaik, y el pago de una fuerte suma de dinero, fue liberado y devuelto a sus tierras. Gzi ya tiene el dinero suficiente para pagar por su libertad… pero el Khan Kourkoutai se niega a ello. Gzi desconoce las razones de tal mala opinión, sobretodo habiendo permitido la liberación (con o sin pago) de los demás Mandatarios que participaron en la revuelta: quizás el haberse casado con su hermana Peksen, quizas haber participado en la rebelión con habilidad, o quizás el excesivo carácter ambicioso del Khan que no ansía dejar rivales políticos en libertad… Sea como fuere, Gzi es trasladado más lejos aún de sus tierras, hasta Sarkel, la última y más occidental de las conquistas del Khan.

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Gzi cambia de estrategia, e intenta ganarse la opinión favorable de su subyugador. Eusebios se traslada (con su pupila, la hija de Gzi) a Sarkel, con el objetivo de estar en contacto con el apresado y mejorar la opinión que tiene el Khan de Gzi, por lo que le entrega un caro presente y se aloja en su corte para poder influir a su favor. Por otra parte, Çilen se traslada a Bashkatir para evitar que Yeçtirek se alíe con Sirçan para usurparle el título. Çilen es hábil en estas lides, y sus sutiles amenazas provocan una respuesta sumisa del Mandatario, que no desea volver a ofender ni ser apresado por Gzi.

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Pasan más de dos años desde que los rebeldes de Sirçan capitularon, y un pueblo guerrero como el cumano se resiente cuando sus gobernantes no les incitan a la batalla. El prestigio de Gzi comienza a decaer, confinado en Sarkel. Por ello, decide poner en marcha a sus hombres. El Hombre de Armas Sugr comienza a organizar tropas para asaltos organizados en cacicazgos vecinos, y un campo de entrenamiento supervisado por el Administrador Gzi comienza a construirse. El Gran Mandatario encarcelado observa sus alternativas para lanzar a sus hombres a la batalla.

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La repentina muerte del Chaman y Regente Sugr pilla a todos por sorpresa. Le sucede en la gestión del templo de Karatogay el joven clérigo llamado Gzi que oficia su funeral, mientras que en la ausencia del Gran Mandatario es nombrado como Regente el diplomático Eusebios, hombre de demostrada lealtad. Éste no duda en adjudicar el cargo de Chamán a Sotan, un paciente guerrero en el aprendizaje de la fe tengrista. Sin embargo, el Khan Kourkoutai tiene noticia de los movimientos bélicos y de la transición de poder en Yaik, y decide una vez más interferir en los progresos de Gzi: el ambicioso Khan le revoca el gobierno del cacicazgo de Yaik quedándoselo para él, y obligando a toda su corte a desplazarse de nuevo a Inder. Gzi aún ostenta el título de Gran Mandatario de la gran región de Yaik, pero pierde la plaza en la que invirtió para la construcción de las instalaciones militares y toda autoridad sobre ella. Así que ordena que su Administrador Gzi vuelva a Inder para gestionar los asuntos del cacicazgo, y envía a su espía Çilen a Atyrau, para intentar crear discordia entre los súbditos de Sirçan y evitar que puedan rebelarse para reclamar el título de Gran Mandatario de Yaik.

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El Khan también revoca varias posesiones de diversos mandatarios por todo Cumania, aumentando sus ansias de poder, entre ellos el cacicazgo del que fuera líder rebelde Kaydum. Ello motiva la liberación de sus prisioneros, entre ellos las pequeñas Gulay y Sevindik, primas de Gzi y hermanas pequeñas de Sirçan. Una de ellas es enviada a ser educada por su hermano, mientras que la otra se une a Saru en su aprendizaje de las artes estratégicas del líder Sugr.

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Pero pronto surge a la luz las verdaderas intenciones del Khan: reclamar el cacicazgo de Syr Darya, en el Sultanato de Yagbuid. Eso provoca el levantamiento de soldados por todo el Khanato, dispuestos a batallar, lo que al menos permite tener a los hombres de Gzi en combate, tal y como deseaban. El Khan no duda en exigir al valiente Chamán Sotan a que comande las tropas levantadas en Bashkiria, que se mantienen en la retaguardia. Sin embargo, esta vez la batalla no parece ser favorable al Khan. El primer envite se salda con la derrota y puesta en huída de los 2000 cumanos por la belicidad de los 4000 enemigos enfrentados. La derrota fue tal, que el mismo Khan fue apresado, y sólo liberado tras capitular y darse por vencido. Tal experiencia fue aprovechada por Eusebios, que tuvo la oportunidad de parlamentar con el Khan, y hacerle más consciente de las dificultades que está pasando Gzi en su cautiverio. Sus palabras parecieron hacerle más sensible a su situación, lo que podría interpretarse como un posible cambio de postura en un futuro próximo respecto a su encarcelamiento.

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Eusebios le comunica otro asunto menor a Gzi, para saber su decisión. Sus súbditos Sokal (uno de los veteranos soldados que lucharon espontáneamente contra la rebelión de su primo Sirçan) e Ilkay (la hija del difunto general Ituk) se han casado a escondidas y han huído para vivir juntos. Ambos han sido apresados, y Eusebios le pregunta si decide castigarles (ya sea con la carcel o el destierro), o si les deja libres (lo cual daría una impresión un poco blanda del Gran Mandatario). El amable Gzi está harto de las desgracias, y observa este hecho como poder hacer un pequeño bien a aquellos que aún pueden disfrutar de la libertad, por lo que les concede su aprobación para formar una familia.

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Tres jóvenes alcanzan la mayoría de edad: las primas de Gzi (la justa Gulay y la humilde Sevindik), que llegan a ser una líder inspiradora la primera, y una hábil tejedora de conspiraciones la segunda. Y por otra parte, la hija de Gzi alcanza su mayoría de edad aprendiendo bien los entresijos de la política y lo fatal que pueden ser algunas decisiones, gracias a las enseñanzas de Eusebios y a la desgraciada situación de su padre. La maquinadora Ayten se despide de Gzi, marchando a Atyrau a sustituir a Çilen en su labor de crear discordia: ahora ella es la espía de su padre, intentando luchar por su progenitor con todas las artimñanas que ha aprendido. Adicionalmente, una noticia llega a Gzi que le reconforta el alma: Sokal e Ilkay tienen una niña sana llamada Dilek, gracias a la misericordia del Gran Mandatario preso.

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La guerra estalla de nuevo: el místico Khan Aksonqor del Sultanato Yagbuid, viendo la facilidad con la que venció a Kourkoutai, reclama la histórica región de Pecheneg (que incluye los cacicazgos de Turgay, Kipchak y Kazakh) para la fe suní que profesa. Los soldados se preparan por toda Cumania para combatir al infiel, en lo que se prevé como una difícil guerra. Sin embargo, Gzi no moverá ni un dedo para proteger las posesiones de Gzi, en parte por su rencor hacia el Khan, y en parte por ahorrar para intentar ofrecer un rescate mayor por su liberación. De hecho, logra que su Chamán Gzi abandone las tareas militares y acuda a Inder a atender a los creyentes y cuidar por sus almas.

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Los sunís cruzan la frontera, y sus ejércitos superiores comienzan a vencer a los cumanos. El Khan se presenta en la batalla, para intentar contrarrestar las fuerzas infieles. Kipchak cae en manos sunís, y los hombres del Sultanato asedian el asentamiento de Kazakh que defiende el Khan Kourkoutai. Eusebios aprovecha las dificultades del Khan para ofrecerle un buen trato: todo el dinero que posee Gzi a cambio de su liberación, que podrá emplear en reclutar a más hombres contra el enemigo. La respuesta es desoladora: Gzi jamás verá la luz del día si fuera por el iracundo Kourkoutai…
 
Capítulo 12: Gobierno desde la cárcel

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El ejército suní del Khan Aksonqor recorre las tierras cumanas venciendo toda oposición, y conquistados los asentamientos sin demasiada dificultad. A pesar de haber llamado a las armas a algunos aliados, las fuerzas del Khan Kourkoutai no son capaces de repeler al enemigo. El enemigo suní incluso llega a atacar el asentamiento en Aqtobe, aunque pronto levantan el asedio para golpear de nuevo en las tierras que son su objetivo de fe.

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Mientras tanto, en su cautiverio en Sarkel, a Gzi le van llegando noticias de su propia tierra. Sokal e Ilkay acaban de tener un segundo bebé, un niño llamado Tugor. Y su propio hijo Saru ya es todo un formidable guerrero, un valiente y ambicioso estratega. Su Administrador Gzi pone en marcha un ambicioso plan para expandir la ciudad de Inderbor, de manera que pueda albergar a más ciudadanos y mercaderes que desarrollen la economía y aumenten los impuestos que llegan a las arcas. Y su hija Ayten logra desenmascarar a gobernantes corruptos del primo Sirçan, con lo que su prestigio baja considerablemente entre sus gentes.

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Quizás ésta última maniobra es la que desemboca que Sirçan se levante en armas por segunda vez para reclamar la autoridad sobre la gran región de Yaik. Más de 350 hombres se levantan en Atyrau, mientras otros 300 hacen lo propio en Tuymen. Sin embargo Sugr, el comandante de Gzi (e hijo del propio rebelde Sirçan) mueve a casi 400 hombres hasta la frontera del río, y aguarda agazapado la llegada de los ejércitos rebeldes de su padre. En una batalla brillantemente planteada, Sugr vence a los rebeldes y consigue incluso apresar a su propio padre. Sugr, que confía plenamente en el Gran Mandatario Gzi y le es leal (a pesar de su cautiverio en la distancia), obedece las órdenes y encierra al rebelde, dando por finalizada la revuelta. En su confinamiento de Sarkel, Gzi sonríe por una buena noticia: su primo no volverá a ser un problema para su autoridad.

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El invierno trae consigo malas nuevas en poco tiempo. Su Administrador Gzi fallece justo después de conseguir aumentar los límites de la metrópoli de Inderbor, dejando un legado que pueda redimir sus ofensas pasadas (cortejar a Peksen, la mujer del Gran Mandatario Gzi). A los pocos días, su Hombre de Armas Sugr, que buenos éxitos le ha traído en la batalla, muere asesinado por un desconocido. Se rumorea que su propio hermano Sokal ha sido el artífice de tal crimen, pero no hay pruebas que le incriminen. Y por si fueran pocas malas noticias, su vasallo Yeçtirek se dedica a hablar mal de Gzi y dudar de su idoneidad para ser el Gran Mandatario. Esas ofensas son suficientes para lograr su encarcelamiento, lo que da a Gzi qué pensar.

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Reunido con Eusebios, el Gran Mandatario cautivo plantea sus siguientes movimientos. El primero, invitar a un Administrador de un linaje reconocido para que lleve sus asuntos: el alegre Kobyak Kobyakid se incorpora a su consejo en Inder sin perder tiempo. Así mismo, su hijo Saru se encarga de tomar el relevo de su mentor asesinado Sugr, entrenando las tropas cumanas. Eusebios, que no es partidario de encarcelar a Yeçtirek, se encargará de viajar a Bashkitir para estar en contacto con el vasallo ofensor y mejorar las relaciones entre ellos. Y su hija Ayten abandona Atyaru y se centra en descubrir cualquier otro complot que pueda surgir en Inder.

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Eusebios parte, y Gzi queda sólo en su celda de Sarkel, con pensamientos turbios y la salud bastante desmejorada. Sus propios vasallos prefieren al tímido Bönek, el hijo de su primo rebelde Sirçan, para heredar la gran región de Yaik. Gzi sospecha que tal elección es motivo de que Bönek será más manipulable que su hijo Saru a la hora de dirigir Yaik. Con tales elucubraciones, el Gran Mandatario enferma, pensando en lo que puede devenir en un futuro para él. El Khan está perdiendo la batalla contra los sunís, y Gzi le desea toda clase de maldiciones para que muera en batalla y conseguir así su ansiada libertad. El Gran Mandatario sueña con ella, y con el momento de volver a cabalgar al aire libre… sueño que nunca se realizará, pues a los pocos días muere de su enfermedad en su oscura celda…
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LIBRO III: Bönek Andjogli
Capítulo 13: Una herencia inesperada


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Bonëk Andjogli es un joven cumano de 17 años, que sorprendentemente acaba de heredar una gran responsabilidad: los títulos de Gran Mandatario de la gran región de Yaik, y el de Mandatario de Inder. Un cumano amable, humilde y paciente, pero también tímido y cobarde en las batallas, que escode una gran habilidad con la palabra y la intriga, fruto de la experiencia que recoge de su familia: su padre el Mandatario Sirçan con frecuencia se rebelaba contra su primo, el Gran Mandatario Gzi, hasta que éste le encarceló; su hermano Sugr, general de los ejércitos del Gran Mandatario Gzi (y artífice del apresamiento de Sirçan) murió asesinado, y las sospechas recayeron sobre su hermano Sokal. Y aunque el Gran Mandatario Gzi deseaba que fuera su hijo Saru (un hábil estratega militar) el que heredara todos sus títulos, los vasallos de la gran región de Yaik prefirieron darle tal autoridad al joven y tímido Bönek. Por lo tanto, a Bönek no se le escapa la amenaza que entraña su propia situación. Él, cuya mayor aspiración al heredar era casarse y tener hijos, ahora se ve abocado a gobernar sobre Mandatarios que recelan de su juventud (con gran probabilidad de querer rebelarse), formando parte de un Khanato que está perdiendo una guerra contra los sunís del Sultanato de Yagbuid.

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Lo primero que hace al llegar a Inder es reunir a los hombres del consejo que ha heredado de Gzi. El griego Eusebios es un gran diplomático, muy aplicado y fiel a su señor, encargado de mejorar las relaciones con sus vasallos. El erudito Kobyak pone sus dotes administrativas a favor de Bönek, mejorando la opinión del pueblo sobre el Gran Mandatario. Y el paciente Chamán Sotan tranquiliza al joven prestándole todo su apoyo espiritual en los momentos difíciles, gestionando la relación con el chamán Gzi del próspero templo de Karatogay. Sin embargo, la orgullosa Ayten, espía del consejo y hermana del desheredado Saru, es alguien de quién Bönek recela. Encargada de descubrir los complots que acontecen en Inder, aconseja escoger como líder militar a su propio hermano Saru, hábil como nadie en Yaik con las armas. El joven Gran Mandatario desconfía… pero acepta, pues es la mejor opción, a pesar de la opinión negativa de Saru por haber heredado los títulos de su padre (salvo el cacicazgo de Aqtobe). Tras el nombramiento en el consejo y antes de encomendarle la tarea de entrenar a las tropas, Bönek no duda en proclamar a Saru como Gran Maestro de la Espada de Yaik, un título honorífico que homenajea al guerrero por su destreza y valor. Bönek espera que estos gestos traigan una buena relación con el Hombre de Armas.

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Acto seguido, Bönek determina quién será su sucesor, en caso de ocurrir alguna desgracia. De todos los posibles candidatos, ninguno de ellos tiene en alta estima al joven. Por lo tanto, para evitar posibles tentaciones, nombra a Eldeçyuk Andjogli como heredero de sus títulos. Eldeçyuk es el hijo del primo Etrek de su padre Sirçan; Etrek fue desterrado en el pasado, y Eldeçyuk se encuentra residiendo en el lejano Reino de Hungría, dónde no podrá conspirar contra Bönek.

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Una vez puesto en orden su mandato, Bönek no duda en cumplir su primera aspiración: casarse. Tras conocer personalmente a todas las candidatas cumanas, el Gran Mandatario se fija en la joven Gulay. Hija del mítico Khan Sokal el Anciano y de una joven concubina que tomó (Sevindik), Gulay es una alegre mujer educada por generales junto a Saru. Por tanto, su conocimiento táctico y militar es capaz de suplir las carencias de Bönek en ese campo. Aunque no es sólo el fin práctico, sino la química que existe entre los dos, la que decide a Bönek tomarla por esposa. Las celebraciones son espléndidas, corriendo el Gran Mandatario con todos los gastos, lo que le reporta gran prestigio entre sus invitados.

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Sin embargo, la felicidad no es eterna. Pronto, Bönek se da cuenta de las intenciones de su Hombre de Armas de reemplazarle en el trono. Por lo tanto, no duda en visitar a su padre Sirçan, vasallo suyo y encarcelado por su rebelión pasada: el hijo le ofreció al padre la libertad y el gobierno sobre sus tierras, a cambio de lealtad y de una generosa ayuda para proteger la ciudad de Inderbor. Sirçan acepta, complacido de la oferta de su propio hijo, y pronto vuelve a Atyrau a gobernar sobre sus hombres. El dinero entregado es de suma utilidad para levantar defensas en Inder y aumentar el número de tropas a guarecer, siendo las construcciones supervisadas por el Administrador Kobyak.

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La gota que colma el vaso con su vasallo y Hombre de Armas Saru llega a los oídos de Bönek: tiene la intención de acabar con la vida del engañoso cortesano Asalup (hijo de Çilen, la antigua maestra de espías de su padre), por ofensas a su propio honor. Bönek no duda en convocar a Saru, y durante toda una larga tarde ambos parlamentan, a ratos cordialmente, a ratos con reproches de sus propios progenitores… finalmente, ambos espíritus jóvenes llegan a un acuerdo, motivando que Saru abandone sus ideas sobre Asalup y sobre la usurpación del trono de Yaik. Toda una victoria diplomática para el joven Bönek.

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Las defensas de Inder son mejoradas cuando los ruídos de espadas más se acercan. Las tropas sunís campean por Aqtobe, y aunque no se dedican a conquistar los asentamientos, sí que combaten con fanatismo cualquier guerrero cumano que encuentran. Tal situación hace que a manos de Bönek llegue un requerimiento del mismo Khan Kourkoutai: desea que se incorpore como general de uno de los ejércitos de Cumania. El joven recibe la respuesta con temor, sin deseo alguno de ir al frente de las tropas. Pero antes de marchar, imparte algunas órdenes en su feudo. Eusebios reporta que el Mandatario Yeçtirek ve con mejores ojos a Bönek, por lo que decide que se traslade junto a Saru para vigilarle y tener el mismo efecto positivo en su Hombre de Armas. Por otra parte, Kobyak desea una mujer con la que desposarse, y Bönek no duda en enviar una petición formal sobre una de las cortesanas de Yeçtirek, que finalmente desemboca en una boda entre el Administrador de Inder y la honrada Usunbike. Y el mismo Saru le reporta que las tropas están entrenando y mejorando con habilidad. Con la noticia de que Bönek parte al frente a luchar, transmitida con cierta épica por parte de Eusebios, la opinión de Saru sobre el Gran Mandatario mejora.

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En el campo de batalla, el temeroso Bönek avanza con 500 hombres hacia Kazakh, al encuentro de los 3000 suníes que asedian la plaza cumana. La falta de convencimiento en la batalla del Gran Mandatario se transmite a sus guerreros, que no llegan a tiempo para presentar batalla junto con los otros 1500 cumanos que avanzaban desde Kipchak. El resultado es desastroso: los infieles logran vencer a ambos ejércitos cumanos en dos tiempos, batiéndolos en retirada. Solamente unos días después, el Khan Kourkoutai acepta lo inevitable: el dominio del místico Khan suní Aksonqor sobre la histórica gran región de Pecheneg, que acaba anexionada al Sultanato Yagbuid. Los guerreros cumanos vuelven resignados a sus hogares, dispuestos a curar sus heridas y su propio orgullo.

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¡Ánimo con el AAR, que te está quedando muy bien! Yo personalmente te recomiendo que centres las imágenes para darle un toque más ordenado. Espero la siguiente entrega :)
 
Buenas!! Después de un tiempo fuera de juego, vuelvo con ganas de nuevo con CKII. Pero me he encontrado con una desagradable sorpresa: formateé mi ordenador guardando el archivo de la partida, y al ir a jugarla, por estar "modificado" no se registran los logros tipo Hombre de Hierro en Steam... Y eso me fastidia.

Así que, con cierto pesar, voy a dar por finalizado este corto primer ARR de dos generaciones, para embacarme en otro diferente con otro estilo, más novelesco (y también con su protagonista escogido al azar).

Así que, seguimos leyéndonos ;)