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unmerged(50346)

Second Lieutenant
Nov 9, 2005
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En la película Barry Lindon de Stanley Kubrick, para mí una de las mejores películas históricas que existen, aparece una escena en la que se representa el castigo de un soldado prusiano en el ejército de Federico el Grande. Seguramente se trata de un desertor.
Así se castigaba la deserción en el ejercito prusiano:

“En cuanto se nota una deserción se ponen en movimiento patrullas volantes montadas; se comunica la noticia a todas las guardias, y las campanas de los alrededores de la guarnición tocan a rebato; la población está obligada a tomar parte en la persecución del desertor y los aldeanos deben cortarle el camino con hoces y guadañas. Si se coge al fugitivo se le castiga a la carrera de baquetas. Trescientos soldados, armados de vergajos mojados en agua salada, se colocan en dos filas frente a frente. Por la calle así formada tiene que pasar el desertor con la espalda desnuda y andando lentamente. Lleva las manos esposadas, y dos su oficiales, uno delante y otro detrás cuidan de que no dé pasos demasiado rápidos.
Cada uno de los soldados ha de pegar con fuerza en la desnuda espalda del desertor y, para que lo hagan vigorosamente, vigilan cabos de vara que se pasean arriba y abajo detrás de los soldados. Si es el primer intento de fuga del desertor, tiene que recorrer seis veces la calle. Recibe, por consiguiente mil ochocientos azotes. Después de ese castigo tiene la espalda completamente en carne viva. Pero, si repite el intento de deserción, puede ser castigado a pasar la calle doce y hasta veinticuatro veces. Si se cae, debilitado por la pérdida de sangre, lo echan en un montón de paja, donde siguen azotándole. El mismo Federico se cuida de que los castigos impuestos se cumplan hasta el fin. "Si el hombre está medio muerto, se aguardará para el resto del castigo hasta que se haya repuesto algo y se volverá a empezar". Un granadero llamado Marufski, para librarse del servicio militar, se cortó con un hacha dos dedos de la mano derecha; Federico ordenó: "A ese hombre se le hará pasar veinticuatro veces por baquetas y, si después vive todavía, se le condenará a dos años de trabajos forzados en un castillo".

Extraído del libro "María Teresa de Austria"
Por Mark Tschuppik
P.D.
Si a alguién le interesa, tengo más sobre disciplina prusiana de este autor.
 
Last edited:
si ya me suena que lo decian en la pelicula, que el ejercito prusiano tenia la disciplina mas ferrea de todos los que habia en la epoca... supongo que lo de los desertores seria porque no se podian permitir perder hombres por lo escasisimos que iban siempre de "manpower" XD
 
Interesante BorisK. La verdad es que viendo el castigo que ejercían a los desertores, prefiero mil veces jugarme la vida en el combate. :wacko:
 
Recuerdo un dicho entre los políticos de la época. Decía algo así como "todo estado tiene detrás un ejército salvo Prusia; que es un ejército con un estado detrás."
 
El "manpower" fué un verdadero problema para Federico en la guerra de los 7 años cuando, dada la escasez de "voluntarios" y las crecientes bajas tuvo que empezar a reclutar personal autóctono.
En cuanto a la disciplina del ejército prusiano, era algo más que simple disciplina, digamos que es la filosofía al servicio de la táctica:

¿Qué aspecto tiene ese instrumento? El ejército de Federico, instrumento misterioso, reposa en una base muy obscura. Está, como dice el historiador prusiano Friedrich Meinecke, formado por "la escoria de la humanidad", un
ejército de esclavos que, con los métodos más severos y una dureza cruel, ha llegado a adquirir la precisión de una máquina.El juicio de Meinecke está basado en la moral; y, por consiguiente, con arreglo al modo de pensar de aquellos tiempos, es erróneo. La forma de alistamiento de la mayoría de los soldados prusianos, sobre todo de la infantería, está fuera de los límites detodo juicio moral. Federico recluta en las plazas extranjeras a todo el que puede, con tal que esté sano y sea apropiado para su objeto; es igual que sea el cuerpo del hijo de un aldeano hambriento, de un vagabundo, de un sacerdote renegado o de un salteador de caminos, es indiferente el idioma que hable, y la fe que profese.
Los métodos de alistamiento de Federico no se distinguen de los de la mayoría de las otras naciones, sino en que éstas alistan la mayoría de sus soldados en el propio país, mientras que Federico hace lo contrario; la mayor
parte de su gente de a pie son hombres sin patria; una parte ínfima, hijos de aldeanos pobres de la Marca o de Pomerania. La gran diferencia está en que Federico prescinde conscientemente, en el fundamento de su ejército, de todo pensamiento de humanidad. Después de meditar intensivamentesobre el problema del poder, llegó a la conclusión de dar la preferencia al imperativo de las necesidades del Estado sobre todas las ideas filosóficas de humanidad;pero creía que, dentro de sus fronteras, podía gobernar con principios más honrados que los soberanos del Renacimiento. El concepto del Príncipe como primer servidor del Estado y el desistimiento de los elementos dinásticos a sus intereses personales, aspira a un ideal de humanidad en el que el soberano sea un ilustrador y un abogado de la oscura masa del pueblo. La relación de Federico es completamente asentimental, pero no le falta fe para despertar la inteligencia y mejorar la suerte de sus súbditos. Sin embargo, Federico aisló en absoluto de esos propósitos un elemento: el ejército. Aquí no existe ningún problema y no piensa ni un momento en hacer las bases de esa institución más éticas y humanas. Como señor del ejército, Federico no conoce la compasión: al sombrío cimiento de la fuerza del Estado no ha de llegarle ni un rayo de la idea humanitaria. Le agrada que el ejército esté formado por extranjeros; tiene por fundamento la barbarie y funciona admirablemente, gracias al empleo consecuente de medios bárbaros. Todos los detalles del mecanismo del ejército son tan precisos y tan inseparables del exactamente calculado sistema de la política social y económica, que todo vacilaría si intentase quitar una sola piedra del fundamento. "El soldado", ordena Federico, "debe temer al oficial más que a la muerte". Es verdad que los otros ejércitos no son tampoco instituciones humanitarias y que en ellos reinan los azotes y los castigos durísimos; pero Prusia, con su disciplina singular, ha llegado a que sola y exclusivamente el terror sea el agente productor de los actos guerreros del hombre de filas. Es el primer intento grande y serio de transformar en realidad la frase, no usada hasta entonces
más que en sentido figurado, de transformar al hombre en una verdadera máquina. Bajo la disciplina de oficiales y suboficiales, el soldado de Federico deja de ser una criatura con voluntad, idceas y sentimientos. En los campos de maniobras se le convierte en un autómata y el fin de ese adiestramiento sistemático y bien estudiado consiste en llegar a alcanzar una rapidez y exactitud en la marcha y en el tiro que lo haga superior a los demás ejércitos. Resultados tan extraordinarios no se pueden obtener de soldados mercenarios por otro medio que el terror. Es natural que a esos hombres degradados al estado de máquina, no les quede más que un impulso humano: la idea de huir de aquel infierno de cuartel y campo de ejercicios. Y ahí está el problema principal del ejército de Federico. Ha llegado verdaderamente a mecanizar hombres; pero ¿cómo conservarlos juntos y evitar que se escapen? El soldado goza de una libertad de movimientos mínima; el espacio en que se puede mover lo tiene marcado. En todas partes hay centinelas, los cuales están a su vez vigilados por gendarmes a caballo. "Cuando se marche por un bosque", dicen las ordenanzas del rey, "marcharán entre los árboles, y junto a la infantería, patrullas de caballería; de noche, en el campamento, se pondrán numerosos centinelas; las tiendas de los soldados se 'visitarán varias veces todas las noches; al ir por agua y leña, la tropa irá formada y mandada por sus oficiales". Los soldados en campaña no pueden hacer sus necesidades más que bajo una severa vigilancia, colocados en fila y a la voz de mando.
Esos y otros parecidos son los medios técnicos que se emplean para evitar las deserciones. Pero el medio principal sigue siendo el terror. ¡Ay del fugitivo! Federico ha elevado el terror a una altura gigantesca. (aquí se incluye el post anterior)
El problema del ejército de Federico tiene dos aspectos. Uno de ellos se refiere a la capacidad de resistencia al dolor.Hubo un filósofoque meditó sobre cuándo habrá sido en esta tierra el momento de la mayor sensación de desdicha.opinó que esa sensación debió de ser la que sintieron los animales acuáticos después del diluvio, cuando, al retirarselas aguas, se vieron ante la alternativa de transformarse en animales terrestres o perecer; a partir de entonces tuvieron que utilizar los pies en lugar de dejarse transportar por el agua. Sobre las víctimas de un cambio monstruoso en la tierra pesaban dificultades horribles. Tenían que modificar todos sus instintos y todos sus impulsos inconscientes, para emprender un destino horroroso en un elemento nuevo. Una sensación parecida experimenta el soldado de Federico. La mayoría de ellos son hombres huidos de la sociedad, vagabundos y díscolos que odian el orden, y la paradoja de la historia quiere que sea con esa clase de hombres con los que se haga el experimento singular y cruel de la mecanización humana.. . y que se haga con éxito. Ahí, a la vista de ese pobre animal que se hiere contra los barrotes de su jaula, cree Nietzsche que se debe buscar el punto donde nació aquella "conciencia intranquila" que Kant traspuso al principio moral prusiano del imperativo categórico. Kant, al ceder a Federico su obra principal, contribuye a que los malos tratos permanentes se vayan transformando en un hábito de desprecio de la vida humana y llegue a ser parte integral del patetismo nacional.