CAPÍTULO II - "OS TEMPOS TRANQUILOS" Y MARÍA SARGALLO
Os Tempos Tranquilos es el nombre que recibe el periodo comprendido entre 1462 y 1580. Los descendientes de Ordoño IV fueron gobernantes débiles, sin carisma que ejecutaron la acción del poder a través de validos en lugar de tomar ellos las riendas. Es un periodo caracterizado por una gran debilidad institucional interior, con pequeñas rebeliones de poca intensidad y por una gran expansión exterior gracias a la gran tradición marinera acumulada.
Afonso VI con ocho años
Afonso VI fue el primero de aquellos duques. Hijo de una princesa castellana delegó el poder en el comendero de la Iglesia de Lugo, Diego de Mondoñedo. Era un terrateniente con grandes posesiones en los alrededores del río Miño. Afonso VI temía perder la independencia respecto a sus vecinos y redactó un tratado para impedir el casamiento de sus descendientes con princesas que no fueran de origen gallego. A pesar de que se logró mantener el reino fuera de injerencias extranjeras, el coste fue muy elevado, puesto que los años sin una renovación de sangre, provocaron una degeneración de la dinastía.
Diego patrocinó diversas expediciones hacia el oeste y descubrió las islas bermudas, además de encontrar tierras lejanas que no tenían dueño. Cuando un convoy se dirigió hacia ellas naufragó y al preparar otra expedición, Portugal ya había reclamado para ellos mismos aquellas islas, en una posición tan ventajosa. En el temprano año de 1493 Castilla y Portugal comenzaron a colonizar las costas de las llamadas “indias”. Galicia no podía quedarse atrás en esa carrera o sería su fin, rápidamente fletó dos expediciones que colonizaron Puerto Rico y la Isla de La Española.
Tras treinta y nueve años de reinado enfermizo Afonso VI murió de un ictus una mañana de 1501.
Debido a su impotencia, Afonso VI no había tenido ningún descendiente por lo que se hizo cargo del ducado un consejo de regencia, hasta que tras años de deliberaciones le fue entregado el título del reino al hermano pequeño de Afonso, Ordoño V, en 1510.

El temor hacia sus vecinos aumentó hasta cotas desconocidas en el reinado de Ordoño V. A pesar de que las relaciones con Portugal y Castilla no eran malas, se produjeron dos hechos fortuitos que debilitarían muchísimo la posición del pequeño ducado.
Una serie de casualidades convirtieron a la casa de Avís en uno de los mayores terratenientes de Europa. El rey de Suecia, sufrió una grave derrota contra los daneses en 1516, muriendo en Malmo, junto a su hijo y una gran parte de la nobleza sueca. El heredero de la casa sueca era por linea paterna el rey de Portugal. Portugal no sólo ganaba todo el terreno de la gran potencia del báltico sino toda su flota y sus redes comerciales por el norte.
Por si todo ello fuera poco, el rey de Prusia murió un año después y asombrado por la religiosidad del monarca portugués, dejó en herencia su reino a Portugal.
Entre tanto, Castilla comenzó la colonización de América del Sur y la Florida, produciéndose los primeros enfrentamientos contra nativos norteamericanos.
Uno de los espías gallegos antes de ejecutar a un portugués
Ordoño V se dejó aconsejar por Anxo Gomes, un patricio galaico-portugués con grandes intereses en América y se fomentó la creación de “A Trapallada”. Debido al potencial militar portugués y castellano, se optó por una forma de hostigamiento mucho menos agresiva y con resultados más discretos mediante la creación de una profunda malla de espías. Se infiltraron en las cortes de mayor importancia para el ducado, la aragonesa, la castellana y la portuguesa, e inmediatamente dieron sus primeros frutos. Gracias a ellos se pudo proceder a la organización de revueltas internas contra las colonias españolas y portuguesas en las pequeñas Antillas y se procedió a la consolidación de las colonias americanas. Los descubrimientos castellanos y portugueses eran informados a la capitanía de puerto de Coruña con la mayor presteza posible.
Los exploradores gallegos aseguraron la zona y recorrieron todo el golfo de México en busca de civilizaciones de potencial y aunque las encontraron, debido a su vasallaje no pudieron hacer nada en su favor, más que intentar vagos eventos comerciales. Entre 1511 y 1512 castellanos y portugueses se asentaron en Norteamérica, causando una gran preocupación entre las élites gallegas, que se habían encaprichado de las mismas. Con gran premura, los espías da Trapallada lograron que los “invasores fueran expulsados” durante un tiempo vital.
Mientras tanto, los gallegos se instalaron en Bahamas y en la gran Antilla, Cuba. Con la colonización de Cuba, el ducado gallego creó una nueva provincia, la llamada “Nova Suevia” en 1515.

Ordoño V muere en agosto de 1522 y de nuevo otro consejo de Regencia se hace cargo del gobierno provocando que el resto de potencias reconozcan la escasa legitimidad del nuevo heredero, elevado al rango de duque el 14 de abril de 1527, bajo el nombre de Ordoño VI.
La Casa de Ordoño se moría, era un secreto a voces entre los notables de Galicia. Los problemas para designar heredero y las imposiciones castellanas a la hora de elegir esposas, estaban estrangulando la legitimidad dinástica de los ducados. Su poco prestigio era tal que comenzaron a aparecer escritos de hombres que decían ser bastardos del duque por todo el territorio. A pesar del uso de la propaganda de forma masiva, y de la relativa prosperidad que se gozaba, los chismorreos no dejaron de pulular.
Durante el tiempo que Ordoño VI estuvo al mando, los comerciantes gallegos llegaron a los lugares más exóticos, a Constantinopla, a Novgorod o a Kazán, donde se hicieron con el control de la zona de la antigua ruta de la seda gracias a los metales preciosos que fluían por los beneficios comerciales y por la venta de un nuevo manjar que hacía furor en las cortes del mundo: la anguila de las Rías Altas. Su coste permitía que los barcos y las carretas tuvieran que ir fuertemente escoltadas para no sufrir asaltos.
Las cosas en la mar Oceana no pudieron ir mejor: el 6 de Mayo de 1527 se colocaba la primera piedra de la capital gallega de las Indias en tierra firme. Ordoño VI proclamó el día como fiesta nacional.
La red de espías sufrió sus primeras derrotas: a pesar de la capacidad de desestabilización que tenían en la región, algunos fueron capturados por los portugueses y torturados hasta que confesaron. Portugal comenzó a odiar a su vecino del norte y buscó desestabilizarlo, pero las relaciones de éste con Castilla dejaban con las manos atadas las posibles acciones portuguesas.
La inteligencia gallega ideó un plan para lograr lo que se resume en el dicho popular: “A río revuelto ganancia de pescadores”. María Sargallo era la hija mayor del rey Castilla y había sido casada con el infante de Portugal para afianzar la paz entre los dos reinos peninsulares. Un espía cuyo nombre se ha perdido se introdujo su habitación en un lujoso palacio de Lisboa y la asesinó. Un par de puñaladas fueron suficientes. Pocos días antes, un agente hizo llegar una carta al embajador castellano en Galicia hablando del gran peligro que sufría María en la Corte portuguesa y los intentos del rey de Portugal de romper las relaciones para recuperar la provincia del Alentejo, aprovechando su reciente potencial militar y naval.
Las reacciones no se hicieron esperar y Castilla exigió respuestas. Portugal se negó a que embajadores españoles investigaran por su cuenta y se produjo una ruptura diplomática. Varios papeles fueron colocados en lugares clave, inculpando de forma directa al primogénito del rey de Portugal. Las Cortes de Thomar y las de Castilla pedían la guerra pero la mediación gallega y papal evitó el conflicto. La desconfianza había sido sembrada. Era el día de Navidad de 1533. Medio año después moría Ordoño VI dejando el reino ante un nuevo consejo de Regencia.
El nuevo consejo estuvo formado por primera vez por grandes mercantes exclusivamente, la nobleza fue virtualmente excluida del mando, elevando grandes protestas a los tribunales. El próximo heredero era literalmente un hijo bastardo de Ordoño VI sin ningún tipo de legitimidad. Francisco de Cisneros era el cabecilla visible de este Consejo y la burguesía de Galicia se estaba cansando de los problemas sucesorios y de los problemas de legitimidad. Cuando en 1546 fue coronado Ordoño VII, la cota de legitimidad volvía a ser la de un simple plebeyo elevado al rango de la nobleza.
A pesar de sus orígenes poco claros, Ordoño VII era un personaje caprichoso que intentó retomar el mando de la nación quitando de en medio a los grandes hombres que gestionaban las finanzas, sin conseguirlo. A pesar de todo sus acciones no fueron mal encaminadas. Era bastante avispado e intentó retomar de forma protagonista la política del ducado, de acuerdo a los intereses de la nación.

La colonización de Norteamérica continuó: los colonos se fueron extendiendo por toda la costa de Norteamérica: Delaware, Conoy, Powhatan y Pamlico. El principal cambio durante el gobierno de Ordoño VII fue el cambio en la vocación del país. Aunque el país seguía siendo una potencia mundial comercial, se abrieron unos nuevos astilleros en Foz y se trajeron armadores de todas partes del Mediterráneo. Navíos de guerra fueron aparecieron sin parar en Galicia para asegurar el comercio con las colonias.
El comienzo de la creación de flota gallega no pudo llegar en mejor momento, en octubre de 1545 una expedición de reconocimiento encontró varias colonias inglesas al norte de la Galicia americana. Aquella posible amenaza no pudo ser eliminada por vía de la diplomacia y la corona castellana se negó a realizar una intervención armada a pesar de haber realizado numerosas peticiones formales.
El aumento de población del reino era estable y duradero y por fin había una pequeña base sobre la que constituir un ejército nacional bien armado y entrenado, que pudiera hacer frente a pequeñas invasiones internas y externas. Este primer ejército estaba compuesto por unos 10.000 hombres, que salvo por su pequeño tamaño, constituían la envidia ante el resto de naciones europeas.
En 1556, con la ocupación de toda la costa norteamericana se proclamó la segunda provincia americana gallega, bajo el nombre de Nova Galicia. Las manufacturas llegadas de todos los rincones del globo pasaban por manos gallegas en dirección a sus colonias. Se abrieron dos oficinas en nombre de la metrópoli donde los colonos podían extenderse hacia el Oeste y reclamar los territorios para si, siempre que prestaran sumisión al duque gallego. Gran cantidad de hombres, no sólo oriundos, partieron hacia el Oeste para la mayor gloria de Galicia.
Aunque Castilla estaba bien asentada en el sur de norteamérica, los nativos dividían la zona gallega de la suya, y no había casi tensiones. Por otra parte, la zona de habla inglesa fue rodeada por colonias gallegas para impedir su expansión por la zona.
A partir de 1565 la burguesía se mostró impaciente con el nuevo duque Ordoño VII, puesto que parecía incapaz de lograr tener un heredero varón. Su estirpe había dado al estado veintiséis años de inútiles regencias desde 1501. Ordoño VII sólo había tenido una hija y había muerto de tuberculosis a los dos años de edad. Los burgueses comenzaron a conspirar contra Ordoño VII, al que sólo veían como un obstáculo para sus ambiciosos planes. Finalmente tras años de preparación en 1578 se exigió la sumisión del duque a los intereses del patriciado bajo amenazas y coacciones. El hombre fuerte del golpe era Leandro Jiménez de Cisneros, sobrino de Francisco de Cisneros y posiblemente el hombre más rico de toda Galicia, así como uno de los banqueros de mayor reconocimiento en toda Europa. A Ordoño VII no le quedó más remedio que aceptar, apenas dos años después era proclamada la República de Galicia.
El nacimiento en 1580 de la República administrativa de Galicia no supuso un cambio de cara al resto de naciones puesto que el título supremo siguió en manos de Ordoño VII, ahora nombrado estatúder galaico. Aunque el título permanecía en sus manos, el poder real de la república estaba totalmente concentrada en la figura de Leandro. Os Anos tranquilos habían llegado a su fin.
Leandro Jiménez de Cisneros
Bajo la “dirección” de Leandro se aumentó en gran medida el presupuesto militar y naval, convirtiendo a Galicia en una potencia naval de primer orden capaz de competir con Castilla o Reino Unido. En el ámbito de soldadesca, la poca población del reino seguía siendo un grave problema, pero se logró crear un ejército regular de casi 25.000 efectivos
Leandro lo tenía claro, gracias a sus espías conocía los puntos débiles de Castilla y conocía sus fortalezas. El hecho de ser vasallos no hacía nada más que limitar las opciones de crecimiento gallegas y era necesario liberarse de las cadenas de los castellanos. No había tiempo que perder, el futuro sonríe a los audaces.