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Viden

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Jun 25, 2006
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Los campos de trabajos forzados de Stalin impulsaron la economía de la URSS y dejaron atrás dos millones de muertos. El sistema sólo desaparecería con la era Gorbachov.

En unas elecciones durante la dictadura de Stalin, un hombre escribió la palabra “Comedia” en su papeleta de voto. Quería protestar por las farsas electorales de la Unión Soviética. En los comicios, supuestamente democráticos. Se presentaba un único partido, el oficial. El hombre, un simple apicultor, fue condenado a ocho años de trabajos forzados por denunciar esta situación con su chiste.

Una mujer robó un kilo y medio de centeno del campo que cultivaba a diario, que había sido suyo antes de la colectivización agraria. Tenía cuatro hijos, el país vivía una gran hambruna y la ración asignada por las autoridades no alcanzaba para alimentar a su familia. Fue sentenciada a diez años de prisión. Después tuvo que permanecer exiliada lejos de su hogar en instalaciones cercanas al Polo Norte. Su calvario duró 23 años y jamás logró reencontrarse con sus hijos. Todo por un kilo y medio de cereal.

En la Segunda Guerra Mundial, mientras servía en el Ejército Rojo como artillero, un intelectual escribió a un amigo una carta en la que criticaba el estalinismo. Sus opiniones fueron interceptadas por la censura y le valieron ocho años de reclusión. Con todo, lo tuvo mejor que los anteriores. Fue vigilado estrechamente por la Seguridad del Estado, se le confiscaron sus manuscritos y terminaron expulsándolo de su país, pero consiguió publicar varios libros testimoniales que le hicieron merecedor del premio Nobel. Poco después, en 1973, vio la luz su obra más famosa sobre las injusticias, penurias y aberraciones del sistema penal soviético en la era Stalin. Era Alexandr Solzhenitsin, el autor de Archipiélago GULAG.

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Alexandr Solzhenitsin

Millones de Presos

Se tenía noticia e esta red carcelaria desde los inicios de la Revolución, pero sólo la aparición de este libro, medio siglo después, difundió sus atrocidades por el mundo entero. Era el GULAG, las siglas en ruso de la Dirección General de Colonias y Campos de Trabajo Correctivos. Todavía se desconoce el número exacto de víctimas. Algunos autores calculan unos 18 millones de personas bajo Stalin. Otros elevan la cifra a 25, contando los siete millones que fueron deportados después a localidades remotas. Echando cuentas, un 15% de la población soviética se vio atrapada en el GULAG estalinista. Se sabe con certeza que murieron en él casi dos millones de personas. En 1953, el año en que murió Stalin, había 2.750.000 detenidos en campos de concentración.

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Igual de colosal y escalofriante fue la cantidad de centros donde se encerró a esta muchedumbre. Había miles de ellos repartidos por toda la geografía soviética. Los peores eran los situados en Siberia Oriental.

De Siberia a Moscú

Allí se añadían las duras condiciones de vida a unas temperaturas invernales insoportables. Como recuerda un informe recientemente desclasificado del NKVD (La policía política de la época) , en estos complejos dedicados a la explotación forestal había “techos por los que se filtraba el agua, ventanas sin cristales, ningún tipo de mueble, sin lechos”. Esto en zonas como la ribera del Indigirka, donde se registró el récord climático de 71 grados bajo cero. Los condenados dormían en estos lugares inhabitables “en el suelo, colocando debajo musgo y heno”. Por culpa del hacinamiento y de una completa falta de higiene surgían epidemias de tifus y de disentería, no pocas veces letales, según el mismo documento. Otras veces los reos eran ejecutados. O la muerte llegaba sencillamente por hambre o agotamiento.

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Gulag en Vorkuta​

También hubo campos de concentración en plena capital de la URSS. Moscú albergaba centros donde los presos construían edificios, procesaban sustancias químicas o fabricaban juguetes. Sucedía igual en todas las ciudades de cierto tamaño. Se aprovechaba a los internos como mano de obra gratuita para potenciar la producción, las infraestructuras y, en general, la economía del país. Era una idea de Stalin.

Un proyecto estalinista

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No obstante, el GULAG, nació siglos antes que el Estado comunista. Fue en el XVIII. Ya los zares de la Rusia imperial castigaban los delitos comunes e ideológicos con trabajos forzados. Nada más tomar el poder, Lenin aprovechó el sistema para purgar la URSS de elementos contrarrevolucionarios. Pero la expansión masiva del GULAG llegó con el sucesor de Lenin. Cinco años después de asumir la jefatura del país, Josef Stalin decidió poner en marcha un ambicioso proyecto para fortalecer la economía nacional. Esta empresa de grandes proporciones, el Primer Plan Quinquenal, buscaba aumentar en un 20% anual la productividad del país. Su sector clave era la industria pesada. Pero para fomentar este enorme crecimiento hacían falta muchos más obreros de los que había. Además, éstos debían emigrar a las heladas estepas siberianas, donde se hallaban casi todos los yacimientos de gas, carbón y minerales necesarios en las fábricas. Stalin encontró la solución a este problema en el GULAG, una fuente inagotable y muy barata de recursos humanos.

Incluso niños

Miles de pequeños propietarios rurales se negaban a ceder sus tierras a la comunidad, como exigía el Plan Quinquenal. Estos miles pasaron a engrosar las barracas del GULAG. Paulatinamente, el sistema penitenciario dejó de estar controlado por los jueces y pasó a depender de la policía política, que obedecía al dictador. Los prisioneros, arbitrariamente detenidos, condenados y desplazados, contribuyeron con su esclavitud al éxito de la industrialización soviética. A comienzos de los años 30 había 200.000 presos en la red. A finales, tras el Segundo Plan Quinquenal y las llamadas purgas del Gran Terror, eran 1.3 millones.

La Segunda Guerra Mundial aumentó la nómina de reos con desertores, enemigos capturados y, como siempre, presuntos opositores al régimen. Iban a parar al GULAG, según explicaba un decreto de 1948 “todos los espías, trostkistas, desviacionistas, derechistas, mencheviques, socialistas-revolucionarios, anarquistas, nacionalistas, blancos y otros elementos antisoviéticos”. También los rusos que, infringiendo una ley del año anterior, cometían el curioso delito de casarse con extranjeros. Cualquiera podía caer en la maquinaria represiva de Stalin. Y cualquiera lo hacía. Por eso había campos de trabajo, de castigo, de mujeres, de discapacitados, de enfermos mentales y hasta de niños. En 1948 eran 22.815 los menores de cuatro años recluidos en las guarderías dependientes de los establecimientos femeninos.

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A costa del trabajo ajeno

No había sector económico que no se beneficiara de los trabajos forzados. Los prisioneros del GULAG talaban árboles, construían caminos y fabricaban armas. También pescaban en el Pacífico e incluso desarrollaban nuevas tecnologías, como la energía atómica (Entre ellos había científicos). Tan fundamental fue el papel productivo de la red, que se estima que un tercio del oro nacional de la época fue extraído por estos esclavos.

Pese a los arrestos, los interrogatorios, las condiciones de vida miserables, los exilios obligatorios, la destrucción de familias enteras o las ejecuciones caprichosas, fueron muchas las personas que sobrevivieron al GULAG. Así como las detenciones eran incesantes, también eran constantes las excarcelaciones. Unos había cumplido su condena, otros eran promocionados de interno a guardia o se incorporaban al Ejército.

No solía haber más de dos millones de reclusos a la vez. Pero este calvario terminó con la vida de otros tantos y arruinó la de muchos más. No eran raros los casos de depresión crónica, locura o lesiones irreparables entre los que volvían a la calle, la mayoría campesinos y obreros, además de algunos intelectuales.

La desestalinización, nuevos esquemas productivos y una serie de revueltas llevaron al cierre de casi todos los campos de concentración a partir de 1953, cuando murió el dictador. Sin embargo, ciertos núcleos de barracas fueron reconvertidos discretamente en prisiones en las décadas siguientes. Sólo una activa intervención de Mikhail Gorbachov, ya a finales del siglo XX, puso punto y final a esa especie de archipiélago que describió Solzhenitsin en su libro, esas islas de horror sembradas a lo largo y ancho de la URSS. Los abuelos de Gorbachov, como tantos millones de rusos actuales, padecieron en carne propia el infierno del GULAG.

Saludos
 
El Infierno helado​

La vida diaria en los campos de concentración estalinistas

Un Zek, un prisionero del GULAG, no valía absolutamente nada. Si moría, era sustituido de inmediato por otro para que la baja no afectase a la productividad del campamento. El frío extremo, la agresividad de los guardias y los compañeros, las escasas raciones de comida y las jornadas agotadoras eran algunas de las pesadillas a superar para salir con vida..

Agotamiento

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Los presos trabajaban sin interrupción unas 16 horas al día. Desde las 7:30, cuando marchaban vigilados a su puesto, hasta las 23:00, cuando se apagaban las luces. Eran jornadas extenuantes. Las tareas cotidianas incluían reparar caminos, talar árboles congelados, cavar agujeros, tallar piedras en las minas o limpiar letrinas, todo con herramientas primitivas. Sin duda, el sistema era útil para Stalin. Por ejemplo, los 150.000 reclusos de los 150 campos situados en Perm supusieron de 1948 a 1953 un tercio de la mano de obra de esta región. Para colmo, casi salían gratis.

Violencia

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Los castigos desproporcionados, los golpes y la tortura estaban a la orden del día. No sólo había que temer a los guardias: Podía esperarse lo peor incluso de los propios compañeros. Algunos eran soplones. Otros se convertían en guardias para mejorar su vida. Y todos competían entre ellos por satisfacer sus necesidades más básicas. Imperaban la tensión, la desconfianza y la ferocidad entre los internos.

Hambre

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Las raciones de alimento eran miserables. Apenas cubrían las necesidades diarias de nutrición. Eso si los presos cumplían los objetivos. Si no, se les reducía aún más la comida. A los menos eficientes se les privaba por completo de ella hasta que morían. Solían tomar un mísero desayuno a las 6:30 y una cena igual de escasa a las 19:30. Según Solzhenitsin, a veces se podía encontrar, con suerte, un murciélago podrido que roer.

Aislamiento

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Nadie podía visitar los establecimientos penitenciaros sin un permiso expreso de la autoridad. El aislamiento era absoluto incluso en las ciudades, aunque era aún más extremo en los centros situados en lugares remotos. A las estepas siberianas o a los desiertos rocosos de Asia central se llegaba anónimamente en vagones de ganado, antes de tomar caminos secundarios o rutas acuáticas heladas en invierno. Tan eficiente fue la incomunicación de los detenidos que jamás entró en los campos una cámara de televisión que permitiera documentar en vivo su reclusión.

Humillación

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En el GULAG se buscaba deshumanizar a los detenidos. Se enseñaba a los guardias a verlos como enemigos o simplemente como escoria. Así se pretendía aligerar sus conciencias, ya que eran testigos cotidianos, cuando no ejecutores, del infierno en que vivían los prisioneros. A éstos se les prohibía cualquier gesto de camaradería. Nada más ingresar se les retiraban los botones, cinturones, tirantes y cordones, para evitar que se suicidaran. Muchos acababan locos.

Frío

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El invierno soviético, frío en cualquier punto, alcanzaba niveles terribles en ciertos campos. En la zona del río Kolimá, en la Siberia ártica, se decía que la nieve duraba todo el año y el resto de los meses era verano. En el centro de Oimiakon, en la cuenca del Indigirka, se llegó en 1926 a un récord mundial de -71’2 ºC. Mal abrigados, peor alimentados y sometidos a duros trabajos, los reos caían como moscas.

Hacinamiento

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Los campos estaban abarrotados. De noche, los presos se amontonaban en los camastros de las barracas, cuando los había. Los dormitorios, de este modo, no brindaban descanso suficiente, además de ser una fuente de hedor, infecciones y agresividad. En 1946 el campamento Perm-36, hoy convertido en Museo del GULAG, albergaba en apenas cuatro casetas a 1.000 presos: 250 por barraca. También había un área especial, aún más sórdida, reservada para los castigos.

Enfermedades

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Los destinados a las minas de cobre o de carbón (Recursos que interesaban mucho a Stalin) morían pronto de afecciones respiratorias. Sus bronquios y pulmones no tardaban en cargarse de polvo letal. También abundaban los cuadros de tifus y disentería por falta de higiene. El personal médico tomaba notas sobre la resistencia del cuerpo humano, media si un condenado podía aguantar un poco más tormento o, sólo en los casos imprescindibles, mantenía con vida a los trabajadores heridos o enfermos. Para que pudieran volver al trabajo.

Saludos
 
Viden said:
...e incluso desarrollaban nuevas tecnologías, como la energía atómica (Entre ellos había científicos).
Seguro que a los jugadores de HoI 2 les suena esta foto y este señor:

korolev.jpeg


Efectivamente, es Sergey Korolev; el padre de la cohetería soviética y por ende, el hombre cuyos diseños permitieron logros como el Sputnik o los Soyuz.

Aunque educado en el diseño aeronáutico, este buen hombre se pasó casi seis años en un GULAG de Siberia tras los que logró desarrollar los primeros ICBM soviéticos.

Lo de la energía nuclear no lo tengo tan claro dado que la principal figura responsable del comienzo de la carrera atómica, que es este señor:

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Premio chicos, es Igor Kurchatov. Este buen hombre tuvo no problemas con el GULAG, sino con el mismo Beria al ser él quien dirigía su programa de investigación encaminado a lograr la bomba en 1948.

Sin embargo, si hubo colaboradores salidos del GULAG, estaría bien que les referenciaras de manera directa.
 
Lo he extraido todo de la revista hitoria y vida quem eh ecomprado hoy, desgraciadamente no salen nombres (Excepto el del escritor).

A lo mejor es un error, no lo se.

Saludos
 
Hasta donde yo sé, los proyectos que he nombrado eran rigurosísimo secreto de estado (militar, de hecho), por lo que es muy dudoso que se generaran en un GULAG.

Otra cosa es que sus principales impulsores sufrieran este destino, que en ese caso sí es más que evidente que les sucedió.
 
Por lo que tengo entendido, las autoridades sovieticas realizaron un estudio económico sobre la viabilidad de los Gulags y descubrieron que eran altamente deficitarios (por no hacer referencias a los grandes proyectos de construcción, mastodonticos e inutiles , como el Belomorkanal)
 
Buena recopilacion, por esto es por lo que prefiero la URSS de Gorbachov (lo bueno, si breve, 2 veces bueno) a las demas epocas, aun asi, creo que si que estaba prohibido hablar de Gulags, espero que no, seria una pena tener que borrar este post
 
y la gente se queja del genocidio nazi (horrible igualmente) pero esto duro mas de medio siglo y se llevo a mucha mas gente por delante
 
ya pero de este no hay películas ni tanto best seller
 
maggiofran.jpg


Mesieur viden, acompañe-nous, pog favog

Este, al igual que el holocausto, es tema tabú en estos foros.

De todos modos, menuda canallada todo el asunto de los gulags. Llama la atención que Stalin los apreciara tanto habiendo tenido él el placer de conocerlos.
 
Vacceo said:
Hasta donde yo sé, los proyectos que he nombrado eran rigurosísimo secreto de estado (militar, de hecho), por lo que es muy dudoso que se generaran en un GULAG.

Había gulags para la extracción del uranio por todo Asia Central, pero es que todas las infraestructuras del programa atómico fueron construidas por presos (por cierto Kurchatov se limitó a parecer un genio gracias a que el espionaje soviético envíaba detallados progresos del programa atómico británico y estadounidense)
 
Gardarian said:
Podríamos mandar a todos los presos de España a picar al Almadén. Al final ganaríamos algo.

O en un gran proyecto de obras publicas, asin devolverian el dinero que se gasta en el sistema carcelario nacional
 
tioperete said:
ya pero de este no hay películas ni tanto best seller


El holocausto tenia una causa etnica, los gulags iban mas alla i no discriminaban, todo sospechoso de haber echo algo sospechoso iba alli.

ademas que el tema del holocausto se dio a conocer lo que dio aun mas bombo, pero esto de los gulags deja el hoocausto como una trastada de niño pequeño.
 
tommy_v said:
ademas que el tema del holocausto se dio a conocer lo que dio aun mas bombo, pero esto de los gulags deja el hoocausto como una trastada de niño pequeño.

En el aspecto temporal únicamente
 
belis said:
En el aspecto temporal únicamente


La gente que murio no es la unica que cuenta, si te has fijado, mucha gente que acabo alli i sobrevivio acabaron como desechos, depresivos i demas cosas.
 
Ya se sabe, los Sovieticos querian rentabilidad inmediata y que mejor que los Gulag, coste cero practicamente. Conseguían materias primas y a cambio te dan una taza de te y azucar como mucho....mas rentabilidad imposible y como en la URSS la mano de obra no escasea, Stalin pues tenía la mano de midas practicamente...
 
El holocausto nazi es incomparable con el Gulag sovietico. Siendo egoistas, y desconociendo lo que significa la moral, se entiende el Gulag sovietico, pues tenia un fin muy claro; uso de mano de obra esclava para exprimirla al maximo(hasta la muerte) y de ese modo hacer progresar al pais.

El caso del Holocasto nazi no se puede comprender ni usando este prisma, pues matar gente no solo no produce nada, sino que para matarlos has de usar municion,productos quimicos,etc... y para transportar a tanta gente hacia la muerte necesitas una logistica importante. Por tanto, se ve como el esfuerzo productivo no solo no aumenta, sino que eliminas de un plumazo un monton de mano de obra esclava, y limitas seriamente tu aparato logistico, ya de por si mermado por la guerra.

El nazismo es irracionalismo puro y duro.
 
Sendai said:
El holocausto nazi es incomparable con el Gulag sovietico. Siendo egoistas, y desconociendo lo que significa la moral, se entiende el Gulag sovietico, pues tenia un fin muy claro; uso de mano de obra esclava para exprimirla al maximo(hasta la muerte) y de ese modo hacer progresar al pais.

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Creo que olvidas otro fin igualmente claro. La aniqquilacion de cualquier disidencia por minima que sea.