El camino hacia la guerra: 1936-1939
Primera parte
Prólogo: La amarga derrota de 1918 y la dura posguerra
En 1918, después de cuatro años de guerra de trincheras en el Oeste, y habiendo forzado a la nueva URSS a una paz humillante en Brest-Litovsk, el pueblo alemán se sublevó contra el gobierno despótico del Kaiser, los soldados se insubordinaron en las trincheras, y los sindicatos y partidos obreros paralizaron el país.
Todo ello, unido al inminente colpaso en el frente occidental, tras la entrada en guerra de los EUA y la llegada de las nuevas armas (especialmente los blindados), provocó que el Kaiser huyera a Holanda, y que la nueva República Alemana solicitara la paz a las potencias aliadas.
Éstas, devastadas por la guerra (especialmente Francia), y forzadas a hacer sacrificios inhumanos para vencerla (incluyendo pactos y concesiones a sus propias clases obreras, y también a las mujeres), desearon culpar de la Gran Guerra en exclusiva a Alemania, y la impusieron la carga de satisfacer brutales indemnizaciones de guerra a los vencedores, al objeto de poder compensar las gigantescas deudas (sobretodo con los EUA) y comenzar la reconstrucción sus maltrechas economías.
Además, Alemania fue mutilada territorialmente, y perdió provincias en el Este a favor de Polonia, en el norte a favor de Dinamarca, y en el Oeste a favor de Bélgica y Francia.
En 1920 la joven República estableció sus bases en la Constitución firmada en Weimar, pero pronto la inestabilidad política, la profunda depresión económica, y el auge de los extremismos de izquierda y derecha marcaron su rumbo futuro.
Así, si bien el nuevo régimen fue el primero del mundo en configurarse como un Estado social y democrático de Derecho, con una avanzada carta de derechos humanos, libertades políticas y mejoras sociales, la antigua clase dirigente (militares y terratenientes prusianos, alta burguesía, banca y magnates de la industria pesada) no aceptaron de buen grado el nuevo régimen democrático y progresista, y se dedicaron a fomentar su desestabilización a conciencia, incitando especialmente a los grupúsculos más derechistas. Estos se verían especialmente inspirados cuando los Camisas Negras de Mussolini entraron en Roma el 28 de octubre de 1928.
Dicha inestabilidad llevaría además a buena parte de la clase media (propietarios de pequeños negocios y profesionales liberales) a buscar opciones "de orden", que pusieran fin a la nueva y agitada vida política alemana, y que especialmente acabaran con el peligro comunista, cada vez más extendido entre los trabajadores del antiguo Reich (tal y como demostraron los fallidos golpes comunistas de 1919 y de 1924).
Finalmente, tras un fallido pronunciamiento en Munich, y un breve y cómodo paso por la cárcel, un soldado austríaco derrotado, que también fracasó como pintor en Viena, comienza a extender su leyenda en los mítenes de taberna, y a galvanizar, en torno a su figura y a cuatro vagas ideas revanchistas y racistas, todo el descontento y la frustración de los militares, el lumpen del proletariado y la atemorizada clase media. Ese individuo era Adolf Hitler.
Tras obtener meros resultados marginales, importantes sectores económicos fijaron su atención en el joven orador y su partido, que prometía orden y grandeza para Alemania. Gracias a su ayuda, y a un esmerado control de los medios de comunicación (apoyado también en la coacción de las camisas pardas SA, verdadero brazo armado de los nazis), en el quinto Reichstag el NSDAP (Partido Obrero Nacional Socialista Alemán) superó los 100 escaños y en el sexto y el séptimo obtuvieron entre 250 y 200 escaños, llegando a recibir encargo del anciano Hindengurg el encargo de formar un gobierno de coalición, jurando como Kanziller el 30 de enero de 1933.
El 27 de febrero se incendia el Reichstag, y la prensa nazi acusa a los comunistas del atentado. Tras un juicio que fue una farsa, dos comunistas búlgaros y varios locales, fueron considerados culpables. Las SA se encargarían de generar una situación de caos y de disturbios en las calles, y aprovechando la ocasión Hitler disolvería el Parlamento y convocó elecciones para tan sólo seis días después. El 5 de marzo los nazis obtienen más de 17 millones de votos y 288 escaños, de un total de 647.
El 24 de marzo de 1933, sólo estaban presentes 535 de los 747 diputados del Reichstag. La ausencia de algunos no fue excusada, estaban en custodia protectiva en campos de concentración. Sometido a todo el peso de la presión y el terror nazis (y con cierto beneplácito de parte de la derecha alemana), el Reichstag aprobó una ley habilitante conocida como "Ley para la Protección del Pueblo y el Estado", con 441 votos a favor.
Esta ley marcaba el verdadero momento en el que los conspiradores se hicieron con el control político. Así, los nazis adquirieron el control político total, libre completamente de los límites de la Constitución de Weimar. Los artículos de la Constitución de Weimar que reconocían los derechos fundamentales quedaron suspendidos de forma indefinida...
En mayo del 33 se prohiben los partidos y los sindicatos, y tras apoderarse de sus fondos, se crea el Frente de Trabajo del III Reich (DAF), sindicato único contrario a la lucha de clases. En diciembre el NSDAP se convierte en el Partido Único del régimen, y en agosto de 1934, tras la muerte de Hindenburg, Adolf Hitler asume la presidencia del nuevo Reich.
A partir de 1934 el régimen se escora cada vez más hacia el racismo y las tesis eugenistas, promulgando leyes de pureza racial, especialmente dirigidas contra los judíos - Leyes de Nuremberg, 15 de septiembre de 1935), pero también a suprimir a toda oposición política interna (creación de los KZ, primeros campos de concentración -y exterminio-).
El año es 1936, y la nueva camarilla nazi dispone de todos los recursos de un país industrializado, culto y avanzado como es Alemania...