Fall Gelb: La Campaña francobelga
El 12 de octubre de 1939, a las 3 de la mañana el embajador belga en Berlín era despertado por el jefe del personal:
- Señor, un mensajero del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán.
- ¿A estas horas?
- Sí, y dicen que es algo urgente.
Sin tiempo apenas para ponerse el batín de guatiné, el embajador bajaba a su despacho y recibía al diplomático nazi.
- Lo lamento mucho Sr., pero debo comunicarle que desde este momento existe un estado de guerra entre el III Reich alemán y el Reino de Bélgica; si las fuerzas reales belgas deponen las armas y despejan el camino de la Wehrmacht hacia Francia, no habrá derramamiento de sandre.
Efectivamente, con unos ojos aún borrosos el embajador belga leyó el mensaje, firmado por el propio Adolf Hitler y por Joaquin von Ribbentrop, el jerarca nazi encargado de la "diplomacia".
- Por favor, permítame, tengo que llamar a Bruselas...
- Proceda, proceda...
Tras cinco minutos de conversación telefónica a voz en grito, el embajador volvió al despacho.
- ¿Tiene la respuesta?
- Sí. Bélgica no se arrodillará. Me complace informarle de que Su Graciosa Majestad Leopoldo III ha ordenado que nuestro ejército se ponga en máxima alerta. No cederemos ni un metro del sagrado sueldo belga, y no permitiremos que ninguna potencia agresora extranjera entre en nuestro territorio para atacar a un buen vecino nuestro. Buenas noches, Herr.
El funcionario alemán se marchó a la Kanzilleria, pero antes paró en la embajada húngara, donde el embajador húngaro le informó que finalmente el país danubiano se unía al Eje, y que acababan de declararle la guerra a Francia y Gran Bretaña; sin embargo, el embajador búlgaro rechazaba, por ahora, las presiones alemanas de ingresar en el Eje.
Tres horas después de la entrega de la declaración de guerra y en cuanto amaneció, la Wehrmacht y la Luftwaffe se pusieron en marcha. Mientras el frente francés permanecía inactivo, los cuatro PanzerArmees junto con el cuerpo motorizado y el apoyo de todos los cuerpos de ejército de infantería de primera línea, avanzaron sobre Lieja y Arlon, evitando Bastogne.
Apoyados por intentos bombardeos sobre Alsacia-Lorena, Valonia y la Champaña, a las 9 de la mañana los belgas se retiraban desbordados de Lieja y Arlon. En el aire, se libraban intensos combates aéreos sobre los cielos de Bélgica y la Renania, en todo caso favorables a los alemanes.
A las ocho de la tarde del día 12, el III PanzerArmee y el I Morotizado llegaban a Arlon. Mientras, los franceses eran derrotados nuevamente en Lieja. A las once de la mañana las fuerzas de Arlon se lanzaban al asalto de Reims, liderados por Hauser.
A las cuatro de la tarde del día 13 el I y el III PanzerArmees ocupaban finalmente Lieja. La primera fase del plan había concluido, aislando a tres divisiones belgas en Bastogne. Una hora más tarde el Ejército Francés huía en desbandada de Reims, abriendo la vulnerable puerta de la Champaña. Las Árdenas habían sido superadas, y el centro del dispositivo francés estaba roto en añicos.
La mañana del 14 los aliados eran derrotados en Namur y la bolsa de Bastogne era eliminada por los ejércitos de infantería que avanzaban por Bélgica para cubrir el frente.
Ese mismo día, el mundo recibe la noticia de que Lituania no ha podido continuar soportando las presiones soviéticas y ha capitulado ante Moscú, accediendo a su anexión. El pueblo alemán, que sentía simpatías por los lituanos, no comprende porque Hitler no reacciona; evidentemente desconocen la existencia de los protocolos secretos anexos al Tratato de amistad germano-ruso de agosto...
En el frente, el I. PanzerArmee de Guderian ocupaba Namur la madrugada del 15, seguido por el II. PanzerArmee de Von Manstein.
Por la mañana, mientras comenzaba el asalto a Valenciennes, ya en las inmediaciones de París, el XII. Armeekorps de Leeb se veía obligado a retirarse de Luxemburgo frente al asalto combinado de 20 divisiones francobelgas, comandadas por uno de los poco generales franceses que demostraron su valor en la campaña, un joven Charles De Gaulle. Sin embargo, Luxemburgo no era importante, y aprovechando la distracción de fuerzas para dicha ofensiva, el OKW advirtió que la línea Maginot en Strasburgo había quedado prácticamente desguarecida; se cursaron las órdenes oportunas para un asalto masivo contra la capital de Alsacia.
La madrugada del 16 de octubre, tras derrotar hasta en tres ocasiones a los franceses, el general Hauser ocupaba finalmente Reims con el III. PanzerArmee, seguido por el I. Motorizado. Por la tarde, el I. PanzerArmee ocupaba Valenciennes.
La mañana del 17, tras cinco días de campaña, la Wehrmacht estaba a las puertas de París, y el frente aliado completamente deshecho. Comenzaron entonces los franceses a realizar continuos y frenéticos asaltos contra las posiciones alemanas en Reims, que les forzaron a abandonar la recién ocupada Luxemburgo. Mientras tanto, la infantería del I. Armeekorps asaltaba Amberes y derrotaba a los defensores belgas.
Al día siguiente la ofensiva sobre Strasburgo tuvo lugar, y 19 divisiones alemanas se lanzaron contra dos divisiones francesas, bien apostadas en la línea fortificada Maginot. Tras dos días de intensos combates en los que los franceses estuvieron a punto de capitular, sólo la repentina llegada de dos divisiones más de refuerzo evitó su desastre, y llevó al OKW a ordenar la suspensión de la ofensiva; la maniobra de distracción ya había dado sus frutos.
A las 11 del día 19, Hauser ocupaba Compiegne, lugar de la humillación alemana en 1918, donde se celebró la firma del armisticio; a las 2 de la tarde Von Manstein llegaba a Valenciennes, uniéndose a las fuerzas de Guderian, y preparando el asalto de Amiens.
A las cinco de la tarde del día 20, tras ocho días de campaña, Bruselas era ocupada por el VIII. Armeekorps; sin embargo, poco después Namur era recuperada por los belgas. Por la noche el I. y el II. PanzerArmees ocupaban Amiens.
A las siete de la mañana del 21 de octubre, se lanzaban tres ofensivas simultáneas que acabarían de liquidar a los aliados: París, Luxemburgo y Namur. A la una los aliados se retiraban de las tres provincias, y Goebbels vociferaba por Radio Berlín que los panzer alemanes se acercaban al Arco del Triunfo de París; a su vez, millones de franceses huían de las ciudades del norte y se echaban a las carreteras. El Ejército Francés quedaba completamente desmoralizado, y refugiados se confundían con desertores por los caminos de la campiña francesa.
La noche del 22, la BBC comunicaba al mundo que el Parlamento Británico, en sesión extraordinaria, había aceptado la dimisión de Chamberlain como primer ministro británico, y que había elegido a Winston Churchill, un veterano del ejército y la política inglesas, como nuevo Premier anglosajón.
A las 11 de la mañana del 23 de octubre de 1939, Hausser, al frente del III. PanzerArmee, entraba en París, y repelía los descoordinados y poco insistentes asaltos de las fuerzas francesas. Cuatro horas después Von Manstein ocupaba Lille, y por la noche Luxemburgo era recuperada. Al día siguiente Guderian ocupaba Le Havre, completándose la pinza sobre el Ejército Francés del Norte, que en realidad era ya una sombra de lo que fue.
El mismo 24, Italia y Japón aceptaban firmar el Pacto Tripartito propuesto por el III Reich.
Tras dos días de duros combates, el 25 Troyes era también ocupada por el IV. PanzerArmee Rommel (que constaba sólo de dos divisiones acorazadas); sin embargo, acosado por ejércitos superiores que rodeaban sus posiciones, el general resistiría apenas dos días más los asaltos aliados. En el norte, el II. PanzerArmee ocupaba primero Dunkerke y después Dieppe, aniquilando a cinco divisiones francesas rodeadas. El VIII. Armeekorps ocupaba Mons, cercando a los belgas en Gante.
A las diez de la noche del día 30, tras dieciocho días de campaña, el viejo Mariscal Pétain solicitaba a Berlín un armisticio. El antaño orgulloso Ejército Francés, del que tanto esperaba Churchill ("Suerte que existe el Ejército Francés", había dicho cuando en 1936 Hitler ocupó la Renania), deponía las armas y se rendía, humillado ante la Wehrmacht.
Obligado además por la agresividad japonesa a ceder Indochina, el nuevo régimen paternalista y ultraconservador tendría su capital en la ciudad-balneario de Vichy, y concedería a Alemania la administración militar de toda la costa atlántica, la regiones centrales y de París, viéndose obligado además a aceptar la anexión de la región germanoparlante de la Alsacia-Lorena al III Reich.
Sin embargo, parte de los franceses no aceptaron la autoridad del viejo Petáin, y unidos en torno a la galvanizante figura de Charles De Gaulle, se proclamaron como los "franceses libres", y prometieron seguir luchando junto a Gran Bretaña.
Minutos después de la capitulación francesa, Mussolini le declaraba la guerra a los Aliados, deseoso de tener su parte del botín francés. Sin embargo, Hitler no accedió a ninguna de las pretensiones italianas sobre el territorio francés, y se negó a cederle Córcega, Niza o Saboya, tal y como pretendía el dictador fascista. Tampoco aceptó obligar a Vichy a otorgar bases navales o incluso parte de su flota a Italia. Si Italia quería un Imperio, debería construírselo por sí misma, le dijo el Führer a Ribbentrop.
El 3 y el 4 de noviembre los últimos reductos belgas, Amberes y Gante, era ocupados por el cuerpo motorizado y por el VIII. Armeekorps, respectivamente. Sin embargo, el rey Leopoldo III se negaría a capitular, huyendo a Londres y ordenando que la lucha continuara, aunque fuera desde el Congo Belga.
Fall Gelb hacía sido completado, con un espectacular éxito. En veinte días, Francia y Bélgica habían sido borradas del mapa, con un coste en bajas más que moderado (unos 50.000 muertos en el bando alemán). La Blitzkrieg había funcionado a la perfección, practicada sobre un territorio prácticamente liso, dotado de buenas comunicaciones, y contando además con la colaboración de un contrincante anquilosado, lento de reflejos, y aferrado a doctrinas desfasadas.
Solventada la amenaza francesa, Holanda y Dinamarca serían los pasos previos a la preparación de la invasión de Gran Bretaña. Hitler tenía prisa; para Navidad, quería que la esvástica ondeara en las Casas del Parlamento de Londres...
El 12 de octubre de 1939, a las 3 de la mañana el embajador belga en Berlín era despertado por el jefe del personal:
- Señor, un mensajero del Ministerio de Asuntos Exteriores alemán.
- ¿A estas horas?
- Sí, y dicen que es algo urgente.
Sin tiempo apenas para ponerse el batín de guatiné, el embajador bajaba a su despacho y recibía al diplomático nazi.
- Lo lamento mucho Sr., pero debo comunicarle que desde este momento existe un estado de guerra entre el III Reich alemán y el Reino de Bélgica; si las fuerzas reales belgas deponen las armas y despejan el camino de la Wehrmacht hacia Francia, no habrá derramamiento de sandre.
Efectivamente, con unos ojos aún borrosos el embajador belga leyó el mensaje, firmado por el propio Adolf Hitler y por Joaquin von Ribbentrop, el jerarca nazi encargado de la "diplomacia".
- Por favor, permítame, tengo que llamar a Bruselas...
- Proceda, proceda...
Tras cinco minutos de conversación telefónica a voz en grito, el embajador volvió al despacho.
- ¿Tiene la respuesta?
- Sí. Bélgica no se arrodillará. Me complace informarle de que Su Graciosa Majestad Leopoldo III ha ordenado que nuestro ejército se ponga en máxima alerta. No cederemos ni un metro del sagrado sueldo belga, y no permitiremos que ninguna potencia agresora extranjera entre en nuestro territorio para atacar a un buen vecino nuestro. Buenas noches, Herr.

Edificio que alberga la embajada belga en Berlín
El funcionario alemán se marchó a la Kanzilleria, pero antes paró en la embajada húngara, donde el embajador húngaro le informó que finalmente el país danubiano se unía al Eje, y que acababan de declararle la guerra a Francia y Gran Bretaña; sin embargo, el embajador búlgaro rechazaba, por ahora, las presiones alemanas de ingresar en el Eje.
* * *
El asalto a la fortaleza belga
Tres horas después de la entrega de la declaración de guerra y en cuanto amaneció, la Wehrmacht y la Luftwaffe se pusieron en marcha. Mientras el frente francés permanecía inactivo, los cuatro PanzerArmees junto con el cuerpo motorizado y el apoyo de todos los cuerpos de ejército de infantería de primera línea, avanzaron sobre Lieja y Arlon, evitando Bastogne.
Apoyados por intentos bombardeos sobre Alsacia-Lorena, Valonia y la Champaña, a las 9 de la mañana los belgas se retiraban desbordados de Lieja y Arlon. En el aire, se libraban intensos combates aéreos sobre los cielos de Bélgica y la Renania, en todo caso favorables a los alemanes.
A las ocho de la tarde del día 12, el III PanzerArmee y el I Morotizado llegaban a Arlon. Mientras, los franceses eran derrotados nuevamente en Lieja. A las once de la mañana las fuerzas de Arlon se lanzaban al asalto de Reims, liderados por Hauser.

Tropas acorazadas alemana abriéndose paso por Bélgica
A las cuatro de la tarde del día 13 el I y el III PanzerArmees ocupaban finalmente Lieja. La primera fase del plan había concluido, aislando a tres divisiones belgas en Bastogne. Una hora más tarde el Ejército Francés huía en desbandada de Reims, abriendo la vulnerable puerta de la Champaña. Las Árdenas habían sido superadas, y el centro del dispositivo francés estaba roto en añicos.
La mañana del 14 los aliados eran derrotados en Namur y la bolsa de Bastogne era eliminada por los ejércitos de infantería que avanzaban por Bélgica para cubrir el frente.
Ese mismo día, el mundo recibe la noticia de que Lituania no ha podido continuar soportando las presiones soviéticas y ha capitulado ante Moscú, accediendo a su anexión. El pueblo alemán, que sentía simpatías por los lituanos, no comprende porque Hitler no reacciona; evidentemente desconocen la existencia de los protocolos secretos anexos al Tratato de amistad germano-ruso de agosto...
En el frente, el I. PanzerArmee de Guderian ocupaba Namur la madrugada del 15, seguido por el II. PanzerArmee de Von Manstein.
Por la mañana, mientras comenzaba el asalto a Valenciennes, ya en las inmediaciones de París, el XII. Armeekorps de Leeb se veía obligado a retirarse de Luxemburgo frente al asalto combinado de 20 divisiones francobelgas, comandadas por uno de los poco generales franceses que demostraron su valor en la campaña, un joven Charles De Gaulle. Sin embargo, Luxemburgo no era importante, y aprovechando la distracción de fuerzas para dicha ofensiva, el OKW advirtió que la línea Maginot en Strasburgo había quedado prácticamente desguarecida; se cursaron las órdenes oportunas para un asalto masivo contra la capital de Alsacia.
La debacle del Ejército Francés
La madrugada del 16 de octubre, tras derrotar hasta en tres ocasiones a los franceses, el general Hauser ocupaba finalmente Reims con el III. PanzerArmee, seguido por el I. Motorizado. Por la tarde, el I. PanzerArmee ocupaba Valenciennes.

Frente al quinto día de campaña
La mañana del 17, tras cinco días de campaña, la Wehrmacht estaba a las puertas de París, y el frente aliado completamente deshecho. Comenzaron entonces los franceses a realizar continuos y frenéticos asaltos contra las posiciones alemanas en Reims, que les forzaron a abandonar la recién ocupada Luxemburgo. Mientras tanto, la infantería del I. Armeekorps asaltaba Amberes y derrotaba a los defensores belgas.

Combates en el frente belga
Al día siguiente la ofensiva sobre Strasburgo tuvo lugar, y 19 divisiones alemanas se lanzaron contra dos divisiones francesas, bien apostadas en la línea fortificada Maginot. Tras dos días de intensos combates en los que los franceses estuvieron a punto de capitular, sólo la repentina llegada de dos divisiones más de refuerzo evitó su desastre, y llevó al OKW a ordenar la suspensión de la ofensiva; la maniobra de distracción ya había dado sus frutos.

El asalto de Strasburgo en su apogeo
A las 11 del día 19, Hauser ocupaba Compiegne, lugar de la humillación alemana en 1918, donde se celebró la firma del armisticio; a las 2 de la tarde Von Manstein llegaba a Valenciennes, uniéndose a las fuerzas de Guderian, y preparando el asalto de Amiens.

Frente al octavo día de campaña
A las cinco de la tarde del día 20, tras ocho días de campaña, Bruselas era ocupada por el VIII. Armeekorps; sin embargo, poco después Namur era recuperada por los belgas. Por la noche el I. y el II. PanzerArmees ocupaban Amiens.
A las siete de la mañana del 21 de octubre, se lanzaban tres ofensivas simultáneas que acabarían de liquidar a los aliados: París, Luxemburgo y Namur. A la una los aliados se retiraban de las tres provincias, y Goebbels vociferaba por Radio Berlín que los panzer alemanes se acercaban al Arco del Triunfo de París; a su vez, millones de franceses huían de las ciudades del norte y se echaban a las carreteras. El Ejército Francés quedaba completamente desmoralizado, y refugiados se confundían con desertores por los caminos de la campiña francesa.
Prisioneros de guerra franceses
La noche del 22, la BBC comunicaba al mundo que el Parlamento Británico, en sesión extraordinaria, había aceptado la dimisión de Chamberlain como primer ministro británico, y que había elegido a Winston Churchill, un veterano del ejército y la política inglesas, como nuevo Premier anglosajón.

¡París es ocupada!
A las 11 de la mañana del 23 de octubre de 1939, Hausser, al frente del III. PanzerArmee, entraba en París, y repelía los descoordinados y poco insistentes asaltos de las fuerzas francesas. Cuatro horas después Von Manstein ocupaba Lille, y por la noche Luxemburgo era recuperada. Al día siguiente Guderian ocupaba Le Havre, completándose la pinza sobre el Ejército Francés del Norte, que en realidad era ya una sombra de lo que fue.
El mismo 24, Italia y Japón aceptaban firmar el Pacto Tripartito propuesto por el III Reich.

Frente tras doce días de combates

El general de blindados Erwin Rommel
Tras dos días de duros combates, el 25 Troyes era también ocupada por el IV. PanzerArmee Rommel (que constaba sólo de dos divisiones acorazadas); sin embargo, acosado por ejércitos superiores que rodeaban sus posiciones, el general resistiría apenas dos días más los asaltos aliados. En el norte, el II. PanzerArmee ocupaba primero Dunkerke y después Dieppe, aniquilando a cinco divisiones francesas rodeadas. El VIII. Armeekorps ocupaba Mons, cercando a los belgas en Gante.

Frente tras trece días de ofensiva
Asegurada París, Guderian avanzaría a Argentan y después a Orleans, para cercar a las fuerzas francesas de Normandía; mientras, Hausser ocupaba Auxerre, al otro lado del Sena. Toda la Francia septentrional estaba ocupada por la Wehrmacht, y había llegado el momento de la política.A las diez de la noche del día 30, tras dieciocho días de campaña, el viejo Mariscal Pétain solicitaba a Berlín un armisticio. El antaño orgulloso Ejército Francés, del que tanto esperaba Churchill ("Suerte que existe el Ejército Francés", había dicho cuando en 1936 Hitler ocupó la Renania), deponía las armas y se rendía, humillado ante la Wehrmacht.

El mariscal Henri Philippe Omer Pétain
Obligado además por la agresividad japonesa a ceder Indochina, el nuevo régimen paternalista y ultraconservador tendría su capital en la ciudad-balneario de Vichy, y concedería a Alemania la administración militar de toda la costa atlántica, la regiones centrales y de París, viéndose obligado además a aceptar la anexión de la región germanoparlante de la Alsacia-Lorena al III Reich.

Sin embargo, parte de los franceses no aceptaron la autoridad del viejo Petáin, y unidos en torno a la galvanizante figura de Charles De Gaulle, se proclamaron como los "franceses libres", y prometieron seguir luchando junto a Gran Bretaña.

L'appel de De Gaulle
Minutos después de la capitulación francesa, Mussolini le declaraba la guerra a los Aliados, deseoso de tener su parte del botín francés. Sin embargo, Hitler no accedió a ninguna de las pretensiones italianas sobre el territorio francés, y se negó a cederle Córcega, Niza o Saboya, tal y como pretendía el dictador fascista. Tampoco aceptó obligar a Vichy a otorgar bases navales o incluso parte de su flota a Italia. Si Italia quería un Imperio, debería construírselo por sí misma, le dijo el Führer a Ribbentrop.
El 3 y el 4 de noviembre los últimos reductos belgas, Amberes y Gante, era ocupados por el cuerpo motorizado y por el VIII. Armeekorps, respectivamente. Sin embargo, el rey Leopoldo III se negaría a capitular, huyendo a Londres y ordenando que la lucha continuara, aunque fuera desde el Congo Belga.
Fall Gelb hacía sido completado, con un espectacular éxito. En veinte días, Francia y Bélgica habían sido borradas del mapa, con un coste en bajas más que moderado (unos 50.000 muertos en el bando alemán). La Blitzkrieg había funcionado a la perfección, practicada sobre un territorio prácticamente liso, dotado de buenas comunicaciones, y contando además con la colaboración de un contrincante anquilosado, lento de reflejos, y aferrado a doctrinas desfasadas.

Desfile de la Victoria en París
Solventada la amenaza francesa, Holanda y Dinamarca serían los pasos previos a la preparación de la invasión de Gran Bretaña. Hitler tenía prisa; para Navidad, quería que la esvástica ondeara en las Casas del Parlamento de Londres...
Last edited: