Capítulo treinta y siete: Frentes borrascosos
Con el comienzo de las hostilidades, las principales operaciones de combate tuvieron lugar en Polonia y Checoslovaquia. La oleada inicial de ataques de la Deutsche Luftstreitkräfte y de los escuadrones de la RAF que habían llegado recientemente a sus bases en el continente estaban causando graves daños a los ejércitos comunistas. En Polonia, los defensores que cubrían la frontera estaban derrumbándose bajo la presión combinada del fuego de la artillería enemiga y de los ataques aéreos y forzadas a retirarse. En algunas zonas el repliegue tuvo lugar en orden, pero en otras cualquier apariencia de orden se vino abajo debido a la presión y las tropas huyeron en estampida, de manera que algunas divisiones se convirtieron en masas de fugitivos que huían en dirección este y que bloqueaban la llegada de refuerzos, convirtiéndose así en fáciles presas para los Junker Ju 87 Stukas y Fairey Battles (1) que sobrevolaban el campo de batalla. En algunos lugares, sin embargo, algunas pequeñas unidades que habían quedado aisladas frente al avance germano, ofrecieron una fanática resistencia. Ya fueran compañías o regimientos completos combatieron con determinación a las fuerzas acorazadas alemanas que habrían el avance, causando considerables bajas antes de ser aniquiladas por completo. En el aire la pequeña pero determinada fuerza aéra polaca fue aniquilada antes incluso de que los soviéticos pudieran reforzarla con sus escuadrones.
En Varsovia las proclamas del gobierno para voluntarios se intercalaban con proclamas que convertían la agresión soviética en una invasión germana injustificada y cobarde que galvanizó los ánimos de la población. La Polskie Radio Spółka Akcyjna (PRSA; la radio estatal polaca) informaba de avance de las tropas capitalistas (que, por algún extraño motivo, no cesaban de ganar terreno a pesar de estar siendo constantemente derrotadas por los heroicos hijos de la Revolución, al menos según los comentaristas de la PRSA) y repetía las llamadas para que los polacos se presentaran en las oficinas de reclutamiento y los centros de entrenamiento, que ya rebosaban de voluntarios y reservistas.
Mientras, en el mar unos pocos submarinos soviéticos intentaban interceptar a los solitarios mercantes aliados que regresaban apresuradamente a los puertos amigos. Para el final de la semana la mayoría de estos submarinos descansarían en el fondo del océano o estarían regresando con más pena que gloria a sus bases en la península de Kola. Por su parte, el Nordsee-Schlacht-Gruppe esperaba en la aguas de la bahía de Heligoland Bight la llegada de la Royal Navy. Su comandante, el konteradmiral Otto Ciliax, recibía constantes instrucciones del Oberbefehlshaber der Marine, el grossadmiral Erich Raeder, además de serle recordado que el Kaiser no se tomaría demasiado bien la aparición de barcos soviéticos en el mar del Norte (2), aunque los aviones de reconocimiento de la Luftstreitkräfte habían demostrado que la flota soviética del Báltico permanecía en sus base de Khronstadt sin intención aparente de moverse a corto plazo. Así, dos acorazados, dos cruceros, 21 flotillas de destructores, 48 lanchas rápidas y 65 submarinos permanecían en los muelles a comienzos de la guerra. (3)
(1) Quien me iba a decir que los Battles iban a ser de utilidad en una guerra moderna...
(2) Si el Kaiser se lo toma a mal, Otto querido, imagínate el Kurty...
(3) Tio Joe, que m'aburro... déjame estrenar al Bismarck, hombre...
Con el comienzo de las hostilidades, las principales operaciones de combate tuvieron lugar en Polonia y Checoslovaquia. La oleada inicial de ataques de la Deutsche Luftstreitkräfte y de los escuadrones de la RAF que habían llegado recientemente a sus bases en el continente estaban causando graves daños a los ejércitos comunistas. En Polonia, los defensores que cubrían la frontera estaban derrumbándose bajo la presión combinada del fuego de la artillería enemiga y de los ataques aéreos y forzadas a retirarse. En algunas zonas el repliegue tuvo lugar en orden, pero en otras cualquier apariencia de orden se vino abajo debido a la presión y las tropas huyeron en estampida, de manera que algunas divisiones se convirtieron en masas de fugitivos que huían en dirección este y que bloqueaban la llegada de refuerzos, convirtiéndose así en fáciles presas para los Junker Ju 87 Stukas y Fairey Battles (1) que sobrevolaban el campo de batalla. En algunos lugares, sin embargo, algunas pequeñas unidades que habían quedado aisladas frente al avance germano, ofrecieron una fanática resistencia. Ya fueran compañías o regimientos completos combatieron con determinación a las fuerzas acorazadas alemanas que habrían el avance, causando considerables bajas antes de ser aniquiladas por completo. En el aire la pequeña pero determinada fuerza aéra polaca fue aniquilada antes incluso de que los soviéticos pudieran reforzarla con sus escuadrones.

En Varsovia las proclamas del gobierno para voluntarios se intercalaban con proclamas que convertían la agresión soviética en una invasión germana injustificada y cobarde que galvanizó los ánimos de la población. La Polskie Radio Spółka Akcyjna (PRSA; la radio estatal polaca) informaba de avance de las tropas capitalistas (que, por algún extraño motivo, no cesaban de ganar terreno a pesar de estar siendo constantemente derrotadas por los heroicos hijos de la Revolución, al menos según los comentaristas de la PRSA) y repetía las llamadas para que los polacos se presentaran en las oficinas de reclutamiento y los centros de entrenamiento, que ya rebosaban de voluntarios y reservistas.

Mientras, en el mar unos pocos submarinos soviéticos intentaban interceptar a los solitarios mercantes aliados que regresaban apresuradamente a los puertos amigos. Para el final de la semana la mayoría de estos submarinos descansarían en el fondo del océano o estarían regresando con más pena que gloria a sus bases en la península de Kola. Por su parte, el Nordsee-Schlacht-Gruppe esperaba en la aguas de la bahía de Heligoland Bight la llegada de la Royal Navy. Su comandante, el konteradmiral Otto Ciliax, recibía constantes instrucciones del Oberbefehlshaber der Marine, el grossadmiral Erich Raeder, además de serle recordado que el Kaiser no se tomaría demasiado bien la aparición de barcos soviéticos en el mar del Norte (2), aunque los aviones de reconocimiento de la Luftstreitkräfte habían demostrado que la flota soviética del Báltico permanecía en sus base de Khronstadt sin intención aparente de moverse a corto plazo. Así, dos acorazados, dos cruceros, 21 flotillas de destructores, 48 lanchas rápidas y 65 submarinos permanecían en los muelles a comienzos de la guerra. (3)
(1) Quien me iba a decir que los Battles iban a ser de utilidad en una guerra moderna...
(2) Si el Kaiser se lo toma a mal, Otto querido, imagínate el Kurty...
(3) Tio Joe, que m'aburro... déjame estrenar al Bismarck, hombre...