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criverod2003

Second Lieutenant
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Dec 7, 2005
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Este es mi primer AAR del Crusader Kings y la verdad que quería hacerlo desde hace años. Espero conseguir sorprender y entretener a los que lo sigan.

Características generales:

- Juego: Crusader Kings + Deus Vult 2.0
- Dificultad: Normal
- Agresividad: Debilucha
- Escenario: 1066
- País: Ducado de Lombardía

Objetivos:

- Serán revelados más adelante

Reglas:

- Hacer la partida lo más creíble posible, pero sin restricciones concretas.

Se aceptan y agradecen sugerencias sobre la partida y sobre el AAR en cualquier momento.

Luz de Europa

Preámbulo

Capítulo I Azzo d'Este
Capítulo II El niño duque
Capítulo III La carta
Capiítulo IV La dama de Apulia
Capítulo V Un cambio de suerte
Capítulo VI Se prende la antorcha
Capítulo VII Consecuencias
Capítulo VIII Consolidación
Capítulo IX Tiempos oscuros
Capítulo X Sucesión
Capítulo XI Et tu, Brute
Capítulo XII Reconstrucción
Capítulo XIII Pax Romana
 
Last edited:
Antes de empezar el AAR he comprobado la viabilidad de la idea (ya veréis cuál) y la verdad que la partida está encajando bastante con la historia que tenía pensada, así que la cosa promete. Para hacer la prueba he tenido que avanzar unos cuantos años en la partida, así que ye están escritos 4 capítulos y tengo material para otros 2 según mis cálculos, pero los iré publicando poco a poco (mi intención es publicar un capítulo al día, pero no prometo nada). A partir de ahora intentaré mantener la partida y el AAR más parejos para que podáis participar.

Si os gusta el AAR podéis leer uno que escribí hace unos años sobre el HoI2, aunque desgraciadamente la partida se puso tan lenta que no pude terminarla:

http://forum.paradoxplaza.com/forum/showthread.php?t=225646

Mañana el preámbulo y el capítulo I. Deseadme suerte ;)
 
Last edited:
Da gusto ver nuevos AARs del CK. Y con eso de los objetivos ocultos ya me has dejado intrigado. A ver por donde tira este AAR, pero por lo de ahora promete ser interesante.
 
Preámbulo

El año de nuestro Señor de 1066 está llegando a su fin. El Sacro Imperio Romano Germánico domina el centro de Europa, Guillermo I se acaba de coronar rey de Inglaterra y los reinos cristianos del norte de la Península Ibérica resisten al invasor musulmán a duras penas. La barbarie, la maldad, la codicia y la injusticia se extienden por todo el continente. Los europeos viven angustiados en la oscuridad, sin imaginar que alguien podría traer una antorcha o incluso el amanecer para guiarles al esplendor de épocas pasadas.

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Europa en 1066

En el centro la región vive un noble más: Azzo d’Este, duque de Lombardía, conde de Lombardía y Pavía. Él no lo sabe con seguridad, apenas lo intuye, pero está a punto de iniciar este mismo día una empresa que cambiará el destino de Europa y del mundo para toda la eternidad. Él sólo jugará un pequeño papel, pero será recordado por los siglos de los siglos como el artífice de la más increíble historia jamás contada.

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El Ducado de Lombardía en 1066
 
Capítulo I: Azzo d’Este

El anciano duque está cansado. Siempre lo está. A sus 59 años sabe que el fin de su vida se acerca sin poder remediarlo. Su hijo y heredero Fulco d’Este es conde y a pesar de su corta edad aprende rápido. Cualquier otro duque, conde o incluso rey estaría conforme con haber asegurado la sucesión dentro de su sangre, pero Azzo no lo siente así. Necesita saber que su nombre será recordado más allá de sus hijos y sus nietos. Necesita hacer algo importante.

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26 de diciembre de 1066

Pero para él no hay tiempo. Sí lo hay para sus herederos a los que él puede servir de guía marcando un objetivo ambicioso, enorme, casi inalcanzable. Un objetivo que cubriría de gloria al que lo cumpliera y a toda su dinastía. Azzo ya tenía este objetivo muy claro desde que era un muchacho, pero se había acomodado en su posición y no había seguido su sueño. Ahora con la mano temblorosa por la emoción coge su pluma y comienza a escribir. A menudo se detiene y lee todo desde el principio y al hacerlo tiene la sensación de estar leyendo una absurda idea de niño caprichoso, o quizás los desvaríos de un anciano. O quizás una idea brillante.

Al terminar de plasmar sus pensamientos se siente aliviado, con la sensación de que escribir aquellas frases era el sentido de su vida. De alguna forma sabe que ha nacido y vivido para plasmar esa idea. Tras releerla una y otra vez dobla ambos extremos y la sella. Por fuera escribe simplemente “Para el primer heredero de mi sangre que cumpla los 16”. Por último guarda el documento junto a su testamento en una pequeño baúl que nunca más volverá a abrir.

Al asomarse a la ventana observa que está ya anocheciendo. Abandona sus aposentos y va a ver a su hijo Fulco, conde de Grisones. Por el camino no para de hacerse preguntas. ¿Qué pensará su hijo cuando abra aquella carta una década más tarde? ¿Le prestará atención o sentirá lástima de su senil padre? ¿Será él quien alcance su sueño o es demasiado ambicioso pensar a tan corto plazo? Azzo se asoma a la habitación de Fulco justo cuando su cuidadora sale, habiendo dejado al pequeño ya dormido. El duque siente un escalofrío de emoción al pensar que podría estar en presencia de aquel que alcance su sueño. Sólo con pensar que podría ser así, se siente honrado de estar allí, como si estuviera en presencia de los grandes héroes de la antigüedad. Y así estuvo, inmóvil, viendo dormir a su hijo durante un largo rato con un reflejo de orgullo y admiración en su rostro.

Desde aquel 26 de diciembre de 1066 todos los que viven en la residencia ducal notan un cambio. Desde aquel día Azzo siempre está feliz y contagia su alegría a todo el que se encuentra. Sólo él sabe que el cambio se debe a que se siente completo, listo para marchar al otro mundo sin ningún remordimiento. El 14 de junio de 1070 Azzo d’Este, duque de Lombardía, conde de Lombardía y Pavía, muere placidamente mientras duerme. A pesar de que ya se había ido hace horas, a la mañana siguiente su cara sigue iluminada por la felicidad de saber que se iba con los deberes hechos.

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14 de junio de 1070
 
Este capítulo es más de introducción que de otra cosa. Lo mismo pasará con el capítulo II. A partir del capítulo III la historia se empieza a desarrollar de forma más detallada.

¿Alguien se atreve a intentar adivinar el sueño de Azzo?
 
Last edited:
¿Poner a los Von Fraken en la lista del INEM? :rofl:

Por cierto, el hijo de Azo que es mariscal ¿como és que no está en la lista de succesión?

Es mariscal en otro ducado y además no es su hijo. La esposa de Azzo tiene 2 maridos vivos :wacko: y es con el otro marido con quien tuvo ese hijo, aunque salga en la lista de hijos de Azzo :confused:. Si te fijas no tiene el icono de sangre que sí tienen los otros 2 vástagos. Un fallo del juego como otro cualquiera.
 
Last edited:
Me gusta mucho tu forma de narrar. :)


Espero que el objetivo sea reconstruir el Imperio Romano de Occidente con tu dinastía en el trono imperial; cualquier cosa por debajo de eso sería un objetivo de flojos. :p:D
 
Quedo suscrito a este AAR. Mucha suerte tanto con el juego como con la narracion.
 
Capítulo II: El niño duque

Capítulo II: El niño duque


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- ¡Fulco d’Este! ¡Duque de Lombardía, conde de Pavía, Lombardía y Grisones!

Así fue presentado por primera vez en la corte ducal el joven Fulco, que a sus 10 años era ya el hombre más poderoso de la región. Pero no era un hombre, sólo un niño. Con los ojos todavía enrojecidos por las lágrimas derramadas por su padre recorre la sala mientras los presentes hacen una ligera reverencia, algunos con sonrisa burlona. Todos saben que alguien va a aprovechar aquella situación para sacar beneficio de aquel niño duque. De hecho algunos de los presentes ya sueñan con un condado o incluso con el ducado.

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Lo único que se interpone en el camino de estos ambiciosos sin escrúpulos es Hugues d’Este, hermano mayor de Fulco. Sin embargo Hugues, de 14 años de edad, no aceptó de buen grado que su padre eligiera a Fulco como heredero, aunque tampoco tiene la malicia necesaria para recuperar lo que considera suyo por derecho. Hugues no se siente cómodo allí y quizás tampoco seguro. Todos saben que un día desaparecerá para no volver más y entonces será el momento de obtener lo máximo posible del pequeño, perdido y confiado Fulco d’Este.

Lo que nadie imagina es que la amenaza no está dentro, sino fuera. En enero de 1071 Odone di Montferratto, conde de Saluces, visita al duque y le cuenta historias infantiles acerca de la maldad del emperador Enrique IV. Su Alteza Imperial se enfrenta ya al alzamiento de tres ducados y parece que su trono comienza a peligrar. Odone di Monteferratto sabe que en estas circunstancias puede usar al influenciable duque en propio beneficio y no va a esperar a que Hugues d’Este abandone la corte.

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26 de mayo de 1071

Durante 6 meses el conde envenena la mente del niño duque y finalmente, en junio consigue sus frutos. El pequeño Fulco, confundido por las mentiras del conde de Saluces retira su juramento de lealtad a Enrique IV. Dejándose llevar por el odio que le han inculcado, no sólo se independiza del imperio, sino que además desafia al emperador y hace un llamamiento a la sublevación. El hecho de que un niño de 11 años se haya atrevido a tal cosa causa un gran revuelo en todo el centro de Europa.

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22 de junio de 1071

Enrique IV, totalmente fuera de sí, lanza a sus ejércitos contra el ducado de Lombardía. Mientras llegan, el conde de Saluces enseña sus cartas. Ofrece su lealtad a Fulco, lo cual le convierte, por ser el vasallo más poderoso, en el heredero del Ducado de Lombardía. Hugues ve en la rebelión de su hermano una excusa para dejar atrás su hogar y se une a la corte del duque de Normandía, dejando a Fulco a merced de la codicia humana.

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25 de septiembre de 1071

En febrero de 1072 las tropas imperiales entran en los dominios de Fulco d’Este. Agotadas por las campañas contra el resto de sublevados son derrotados con facilidad. Enrique IV entra en razón con la ayuda de sus consejeros y decide reservar sus recursos militares para futuras y mayores rebeliones. A cambio firma la paz con el Ducado de Lombardía, reconociendo a Fulco d’Este como legítimo conde de Grisones.

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14 de febrero de 1072

Rápidamente se propaga por el imperio la historia del niño que se atrevió a sublevarse faltando al respeto al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y salió victorioso. Los nobles sedientos de poder y riqueza deciden que ya han pagado suficientes tributos a la corona y se alzan en armas para reclamar su independencia. El centro de Europa cae en declive y el imperio mengua mes a mes.

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27 de octubre de 1073

Fulco d’Este, duque de Lombardía, comienza a ser famoso en el continente, pero nadie se imagina hasta dónde será capaz de llegar aquel joven guiado por el todavía sellado mensaje de su padre. Por ahora lo único que le ha guiado es la codicia del conde de Saluces, que fallece en el año 1074 de nuestro Señor, dejando a su hijo, Bonifacio di Montferratto como heredero del independiente Ducado de Lombardía. El conde de Córcega decide entrar en la puja por el ducado y jura lealtad a Fulco en el año 1075.

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26 de febrero de 1075
 
Capítulo III: La carta

Capítulo III: La carta

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11 de enero de 1076

Fulco d’Este cumple 16 años mientras el Sacro Imperio se desintegra. Es un día frío y el joven duque no tiene ánimos para celebraciones. Ha madurado mucho en sus 6 años como duque y sabe perfectamente que sus vasallos no quieren de él más que riqueza y prestigio. Si saliera de sus aposentos se vería ahogado en falsos halagos y cumplidos sarcásticos y es que aunque él ha cambiado, los demás lo siguen viendo como un niño indefenso. En esto pensaba el joven Fulco cuando, casi sin pensarlo, se levanta, y al hacerlo se cuenta de que no tiene a dónde ir. Comienza a dar vueltas por la habitación ensimismado en sus pensamientos hasta que estos resultan ser demasiado aburridos.

Se sienta entonces en su escritorio y comienza a revolver todo lo que encuentra esperando encontrar algo que le ayude a pasar el tiempo. Se entretiene durante más de una hora releyendo documentos y correspondencia que ya tiene casi memorizada. Entonces encuentra un montón de papeles escritos con torpeza por él mismo cuando aún era muy pequeño. Pasa las hojas rápidamente esperando encontrar algo interesante en aquellos garabatos o quizás algún recuerdo feliz. Un papel cae al suelo. Fulco lo recoge y observa extrañado que está doblado y sellado con el escudo ducal. Piensa que quizás lo selló él mismo jugando de niño, pero al darle la vuelta reconoce la letra de su padre: “Para el primer heredero de mi sangre que cumpla los 16”

Fulco sonríe extrañado por la coincidencia de haber encontrado aquel documento justamente en su decimosexto cumpleaños. Despega el sello con cuidado de no estropear el papel y lo desdobla. Al leer el escrito de su difunto padre se siente emocionado, aunque algo decepcionado. Emocionado por la enormidad de la empresa que se le propone y decepcionado porque parecía ser que él no era el único que había fantaseado con aquella idea siendo niño, sino que su padre había pensado exactamente lo mismo, claro que había desarrollado mucho más aquel sueño. Al terminar de leer, el joven duque de Lombardía alza la vista y busca en la pared con la mirada el infinito, o quizás más bien la eternidad. En su boca se dibuja una sonrisa de orgullo y de vanidad pensando en verse a sí mismo con aquel objetivo cumplido. Hasta ahora lo había visto como una fantasía infantil, pero aquella carta lo había convencido de que tenía sentido y que quizás no era tan disparatado. De hecho, con el imperio deshecho por las rebeliones y el invasor musulmán a las puertas de Francia, podía ser aquel el momento de confusión ideal para llevar a cabo aquel plan.

Pero la carta daba algunas recomendaciones más aparte de esperar un momento de debilidad del Sacro Imperio. Fulco debía contar con el apoyo y la confianza de sus propios vasallos, con una línea sucesoria despejada y segura, y también con la certeza de que sus vecinos más cercanos no iban a levantarse contra él al llevar a cabo su plan. De hecho su difunto padre sugería en la carta contar con el beneplácito de la Santa Sede e incluso con su ayuda. El joven duque es ya amigo personal del Santo Padre, pero le faltan apoyos internos y externos. Además previsiblemente el Sacro Imperio todavía no ha tocado fondo.

Pero lo primero es lo primero. Si de verdad va a lanzarse a por su sueño lo primero que necesita es un heredero que no se vaya a ver envuelto en disputas sucesorias o de lo contrario la fragilidad del plan se haría patente. Fulco lo tiene ya claro. Todas esas ideas estaban ya en su mente y aquella carta le había ayudado a ordenar sus pensamientos. Con renovado ánimo sale de su habitación y se dirige con paso firme y mirada alta a ver a sus consejeros.

- Buenos días Excelencia. Todos estábamos deseosos de estar ante vuestra presencia para desearos...

- ¡Basta de halagos insulsos! Hoy vengo a tratar un asunto importante, no a escuchar palabras vacías.

Los presentes quedan sorprendidos y sin palabras. Es la primera vez que el duque consigue imponerse en un consejo. Antes de que sus consejeros puedan decir nada, Fulco continua:

- Quiero que me busquen una esposa, y no cualquiera. Quiero una hija de duque y que nuestros hijos tengan la posibilidad de heredar tal distinción.

La cara de sorpresa de los presentes se acentúa aun más.

- Pero Excelencia, acabáis de cumplir los 16 años hoy mismo. Permitid que nosotros mismos elijamos una duquesa apropiada llegado el momento.

- Sé muy bien qué edad tengo. Y también sé que yo soy el duque y aquí se hace lo que yo ordene. Quizás piensen ustedes que soy un títere que pueden manejar a su antojo, pero no es así. Ya no. Si creen que no me doy cuenta de sus sucias artimañas están muy equivocados y al próximo que tenga una de esas “brillantes” ideas para quedarse con lo que es mío lo enviaré personalmente al destierro. Eso en el mejor de los casos.

Los consejeros bajan la mirada avergonzados de estar siendo reprendidos por aquel joven. Fulco mantiene silencio unos segundos disfrutando de la situación. Después prosigue ya más tranquilo, aunque igual de firme:

- Quiero una esposa y la quiero ahora. Espero tener al menos una sugerencia aceptable antes de final de mes.

Sin mediar más palabras Fulco sale de la habitación y vuelve a sus pensamientos. Sabe que lo que acaba de hacer es un paso bastante importante. Si bien no puede fiarse todavía de sus consejeros, al menos ahora el control lo tiene él. Hasta tal punto es así, que a media tarde el consejo le presenta a su primera candidata.
 
Pues ahí van 2 capítulos más. Mi idea es que a partir de aquí los capítulos se parezcan al III y al IV (que espero colgar mañana).

¿Os parece bien así? ¿Alguna sugerencia?

Buen fin de semana.

PD En la captura del capítulo III hay un error del que ya he hablado. En la lista de hermanos sólo Hugues (el de la derecha) es verdadero hermano de Fulco. Aclaro también que el Ducado de Lombardía se rige por la ley popular, por lo que el heredero es el vasallo más poderoso, sea o no familiar del duque.
 
Last edited:
A mi me parece que el estilo esta muy bien. ¿Vas a cambiar la ley sucesoria o vas a mantener la que tienes?.
 
Muy buen AAR. Parece que van surgiendo bastantes ARRs del CK,haber si yo en verano tambien me animo :).
De jovenes duquesas yo me acuerdo de la de suabia aunque supongo que ahora ya sera una buena moza casada.
 
Tábien, tábien!!! Ahora solo hay que colgar a algunos nobles para que sepan quien manda en Lombardía... Y en cuanto tengas el primer hijo cambiamos la Ley de Sucesión!!!:D
 
Capítulo IV: La dama de Apulia

Capítulo IV: La dama de Apulia

Los consejeros están todavía afectados por la demostración de poder del duque de aquella mañana, así que casi sin darse cuenta comienzan a hablar de forma suave y clara para evitar una nueva llamada de atención. Al entrar el duque en la estancia hacen una reverencia mucho más formal de lo habitual y no se sientan hasta que el duque se ha acomodado en su silla. Entonces le informan:

- Excelencia, lo cierto es que ya habíamos encontrado una candidata para ser vuestra consorte, pero esperábamos al momento apropiado para informaros. Parece que el momento ha llegado, así que vamos a hablaros de Mathilde de Hauteville, hija del duque de Apulia y Calabria.

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Las caras de los consejeros enrojecen. Sabían de aquella gran oportunidad desde hacía ya tiempo, pero con el duque casado a tan temprana edad las posibilidades de todos de acceder al ducado se desvanecían y por eso habían mantenido silencio. El consejero continua su presentación:

- Mathilde es joven y goza de buena salud, por lo que como mínimo será apropiada para proporcionaros un digno heredero. La sucesión en el Ducado de Apulia es algo distinta a la de aquí. Los títulos y el prestigio se tienen en cuenta, pero sólo dentro de la familia del duque. Robert Guiscard de Hauteville es ya un anciano y solamente tiene dos hijos varones. Son todavía jóvenes, pero hasta ahora no han concebido ningún varón. Si la situación siguiera así una vez fallecidos los hijos del duque, sería entonces el nieto más poderoso el heredero universal. Vuestro hijo con Mathilde de Hauteville podría ser ese heredero llegado el caso.

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Fulco queda pensativo mientras sus consejeros callan para escuchar su opinión:

- ¿Así que mi sucesor tendría la posibilidad de heredar dos ducados?

Un escalofrío recorre a los consejeros de la cabeza a los pies al escuchar la pregunta. Con voz titubeante uno de ellos responde:

- Vuestro hijo con Mathilde podría ser el heredero de dos ducados, pero debo recordaros que vuestro hijo no sería vuestro sucesor. Ese lugar lo ocupa el conde de Saluces.

El duque centra su mirada en el consejero y le responde severamente:

- Mi sucesor es mi vasallo más poderoso en el momento de mi muerte, ¿o acaso me equivoco?

Su interlocutor niega con la cabeza retirando la mirada con actitud temerosa. El joven duque sonríe disfrutando de su recién descubierto poder efectivo. Decide no dar ni una muestra de debilidad y toma la decisión en el momento:

- Escribiré de inmediato una carta al duque de Apulia solicitando la mano de su hija. Preparad un mensajero para mañana al alba. No hay tiempo que perder.

Un par de semanas más tarde todo está listo para el enlace, que tiene lugar a finales de enero de 1076.

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22 de enero de 1076

A finales de verano Mathilde de Hauteville da una alegría a Fulco. El primer vástago está en camino. El duque de Lombardía, satisfecho de lo bien que marchan las cosas se lanza con optimismo a su próximo objetivo: Conseguir apoyos a su alrededor y ¿qué mejor forma de conseguirlo que consiguiendo que sus vecinos le juren lealtad? El conde de Berna es el primero en reconocer a Fulco como su señor a cambio de protección frente al Sacro Imperio por parte de los ejércitos del ducado. El obispo de Valais le sigue, aceptando también la generosa oferta del duque.

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El 20 de junio de 1077 el primer hijo del duque de Lombardía está listo para venir al mundo. Fulco se siente nervioso y feliz a partes iguales, aunque su felicidad se ve ligeramente menguada al final del día. Es una niña, que recibe el nombre de Edda. Fulco se consuela pensando que la próxima vez será y esa próxima vez llega más pronto de lo esperado. Antes del final del verano su esposa vuelve a sentir náuseas. El segundo hijo está en camino.


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20 de junio de 1077

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Durante la gestación el ducado sigue creciendo. Los condes de Monferrato y Schwyz juran su lealtad a Fulco d’Este. El conde de Schwyz sigue en guerra, defendiendo su recién adquirida independencia del Sacro Imperio. Fulco decide entrar de nuevo en guerra con su antiguo señor, Enrique IV. Los ejércitos imperiales no están en condiciones de enfrentar a un nuevo enemigo y el emperador decide abandonar sus pretensiones sobre el Condado de Schwyz.

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El 2 de abril de 1078 Mathilde de Hauteville da a luz por segunda vez y por segunda vez hay decepción en la casa ducal. Tiziana es el nombre que se da a la criatura. Los ánimos vuelven a levantarse unos meses más tarde. Mathilde queda embarazada de su tercer hijo y todos confían en que a la tercera vaya la vencida. Y de tanto escuchar este deseo, la duquesa consorte se siente bajo presión, comienza a perder los nervios con facilidad y a tener cambios de humor repentinos. El estado de ánimo de Fulco se ve afectado. La actitud de la duquesa y la frustración de no tener todavía un heredero pasan factura y el joven duque cae enfermo en el segundo mes de 1079. En mayo Mathilde da a luz a Isabella, lo cual no hace más que empeorar la situación.

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2 de abril de 1078

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8 de mayo de 1079

Parece que la dama de Apulia no ha traído más que desgracia al ducado. Sin embargo, en el exterior todo se está cumpliendo. Los dominios del duque de Lombardía no dejan de crecer y los de Enrique IV no dejan de mermar. El Sacro Imperio es débil, pero sin un heredero Fulco debe posponer su sueño, que parece ya bastante lejano.