Carcassonne. Historia de una ciudad fronteriza.
Vista aérea de la ciudadela de Carcassonne.
Alrededor del año 40a.C. los romanos fundaron, en el sur de Francia, la Colonia Julia Carcaso, de cuyo nombre deriva el actual. Hay que decir que se han encontrado restos en la zona que hacen que la historia de la ciudad se remonte al menos al S.III a.C., momento en el que, según parece, una tribu de galos procedente de Renania (como nosotros), los Volscos Tectósagos, construyeron una fortaleza (oppidum) en el lugar.
Puede parecer mentira, pero gran parte de las fortificaciones que se aprecian en la actualidad fueron construidas por los romanos cuando, a finales del Imperio, este se confesó incapaz de defender sus fronteras y las ciudades comenzaron a amurallarse en previsión de un derrumbe total o parcial de las mismas.
En el S.V, Carcassonne se incorporó al reino Visigodo de Tolosa, cuyas fronteras iban desde el estrecho de Gibraltar hasta el Loira, el Cevennes y el Ródano. Tras la batalla de Vouillé, el rey franco Clodoveo ("famoso en el combate", hoy le llamaríamos Luís) arrebató a los visigodos casi todos sus territorios en la actual Francia, pero la ciudad que nos ocupa resistió sus ataques, permitiendo que los visigodos mantuvieran el dominio de la llamada Septimania.
Europa a principios del S.VI. Este mapa lo hice para mi AAR sobre Castilla, así que como no pago derechos de autor, vuelvo a ponerlo
Con la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica, Carcassonne se incorporó al Islam, al que perteneció durante unos treinta años, a pesar de que tras la derrota que Charles Martel infligió en Poitiers a las tropas de Abderramán, gobernador de Al-Andalus, la plaza estuvo prácticamente aislada en territorio cristiano. Se dice que Charles luchó en primera línea y que golpeaba a sus enemigos con tal fuerza que fue allí donde se ganó el sobrenombre de Martel ("martillo").
En este cuadro de Charles Steuben, de mediados del S.XIX, podemos ver la batalla de Poitiers y en ella, a Charles Martel "repartiendo".
De la época musulmana nos queda una leyenda que cuenta cómo al cercar la ciudad las tropas carolingias (Charles Martel truncó la dinastía Merovingia para crear una propia en el trono de los francos), una mujer llamada Carcas se hizo cargo de la defensa de la ciudad, pues tras años de sitio, ya no quedaban hombres que la defendieran. Se dice que de la frase "damma Carca sonna la campanna", alusiva a la campana que tocaba dicha señora para avisar de los momentos de peligro, proviene el nombre de Carcassonne.
Gracias a los esfuerzos de Pipino el Breve, la ciudad se reintegró al orbe cristiano en el año 750d.C., creándose poco después el condado de Carcasonne, que, andando el tiempo pertenecerá a la Casa de Barcelona y luego a la de Trencavel.
En 1145 la zona que rodea Toulouse (la Tolosa visigoda) está infestada por la herejía cátara ("puros" en griego), por lo que el Papa envía a San Bernardo de Claraval, redactor de los Estatutos de la Orden del Temple, a predicar a esas tierras. No debió tener mucho éxito, ya que medio siglo después, otro Papa, Inocencio III acabará enviando una Cruzada a la zona.
Durante la Cruzada, Carcassonne pasa a manos del caudillo de los cruzados, Simon de Monfort, vencedor del rey aragonés en la batalla de Murat. Se suceden diversos sitios y asaltos, que hacen que la plaza cambie de manos en varias ocasiones. El propio Monfort muere durante uno de los sitios y su hijo acabará cediendo la plaza al rey de Francia, que a la sazón pertenece ya a la dinastía de los Capetos. Esta dinastía se formó en el norte de Francia, y muchas veces se ha visto la Cruzada como un pretexto para expandir el reino francés hacia el sur, hacia territorios disputados en aquellos momentos por el condado de Toulouse y el reino de Aragón.
Carcassonne se convertirá en el centro del dispositivo defensivo francés en la mitad este pirenaica hasta que, tras la paz de los Pirineos, que concluye la guerra de los Treinta años (única derrota española a manos de Francia) todo el Rosellón pasa a manos francesas, por lo que la frontera se aleja de la ciudad, perdiendo esta su importancia defensiva.
Para finalizar con la historia de la ciudad, decir que en la segunda mitad del S.XIX se someten los restos de la fortaleza a una amplia restauración. De ella se encarga Eugène Viollet-le-Duc, que ya había acometido la restauración de la catedral de Saint-Nazare, dentro de propia ciudadela. A pesar de las críticas recibidas por dicha restauración, tenemos que ser conscientes de que la fortaleza se encontraba en muy buen estado, siendo gran parte de las murallas y torres prácticamente originales. En efecto, sólo la parte más alta de las mismas se vio afectada por las obras que comenzaron en 1853, centrándose estas en eliminar las casas "parásitas" construidas aprovechando tanto los muros como el espacio entre las dos murallas, o "liza", y que sobrepasaban el centenar.
Quizá el aspecto más controvertido de la restauración fue la adición a las torres de un tejado de pizarra cónico que nunco existió. Dicho tejado es frecuente en la zona del Loira y el arquitecto parece haberlo identificado como un símbolo del poder real, pues esa zona es tradicionalmente monárquica. Sin embargo, ningún otro castillo ni fortaleza de la zona de los Corbieres, y podríamos decir del sur de Francia cuenta con algo parecido, más indicado para las nieves del norte. Por suerte, no todas las torres recibieron el mismo tratamiento: las de origen romano tienen un tejado plano de teja, más acorde con lo que pudo ser el pasado de esta gran fortaleza.
Las torres como estas (de Samson y d'Avar, a la derecha de la porte de Rodez), de origen romano, no cuentan con el tejado cónico de pizarra, lo que las otorga un aspecto más cercano al original. Conste que, sorprendemente, estas torres, hasta casi la altura de las ventanas más altas, son originales de los S.IV y Vd.C.