Por partes. En primer lugar, hubo una gran afluencia de esclavos eslavos a al-Andalus a partir del siglo IX, y especialmente en el X. De hecho, la propia palabra ("sclavus"), que inicialmente tenía un significado étnico, acabó sustituyendo a la antigua palabra romana ("servus"). Esto se debe que a partir de época de Carlomagno, se configura una gran ruta comercial entre el norte y el sur de Europa; una de las principales "materias primas" que ofrecían los francos eran eslavos capturados en razzias fronterizas en las Marcas del Este, más allá del Elba, y que daban salida a través del gran mercado de esclavos de la época, situado en Verdún (y cuyos mercaderes eran mayoritariamente judíos, que tenían numerosos contactos comerciales a ambos lados de los Pirineos). Si inicialmente los eslavos se dedicaban a la servidumbre doméstica, a partir del siglo X fueron siendo incorporados progresivamente al ejército califal, que se profesionaliza a partir de Abd-al-Rahman III, y que llega a su cénit con al-Mansur. Cuando implosiona el Califato a su muerte, las distintas unidades califales buscaron bases de poder propias, y de ahí la tradicional consideración de taifas andalusíes, beréberes (en gran parte reclutados en el Maghreb, más que descendientes de los llegados con Tariq) y eslavas.
En lo que respecta a Abd-al-Rahman III, está atestiguado que tenía ascendencia vascona. Era hijo de Muhammad, primogénito del emir, y de una concubina vascona llamada Muzna; a su vez, Muhammad era hijo del emir Abd Allah I y de una concubina vascona, Onneca Fortúnez, hija del rey de Pamplona Fortún Garcés (el último de la dinastía Íñiga, y que estaba a su vez casado con una musulmana, Awriya [Oria] ibn Lubb, de la dinastía de los Banu Qasi). No hay que entender esto en el sentido del moderno "pueblo vasco", si no en las categorías usadas por las propias fuentes islámicas, que denominaban a los habitantes del Reino de Pamplona como "bashkunes" (de igual manera que a los del Reino de Asturias-León los llamaban "chilliqui", "gallegos").