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30: Entre la revoluición y la contrarevolución: Del 4 al 22 de octubre de 1979

Washington, Londres y París tenían su atención fija en España. Tras la "Revolución de los Clavales" que había derribado la dictadura que António de Oliveira Salazar impusiera en la década de los 30, Washington había temido un gobierno de extrema izquierda en Lisboa. Y ahora España, por eso, Carter, con el apoyo de Margaret Thatcher, ayudar al gobierno español para impedir la revolución comunista. Helmuth Schmidt, el canciller alemán, se unió a la iniciativa.

Por su parte, Cyrus Vance, aunque no opuesto a un gobierno de centroizquierda, no queria ver a los comunistas en un gobierno de coalición. El 14 de octubre, Thatcher telefoneó por "casualidad" a González para advetirle sobre el peligro de ser demasiado de izquierdas (a la Dama de Hierro no le hacía ni pizca de gracia ver al PIS en el gobierno). Uno de los momentos claves de la conversación Thatcher-Gonzalez llegó cuando el presidente español le dijo a Thatcher que, por supuesto “No deseamos volvernos comunistas", a los que la premier británica replicó: “Bueno, Kerensky tampoco quería.”

El lunes siguiente al fin de semana revolucionario, los mismos funcionarios públicos fueron a trabajar como de costumbre. La policía patrulló las calles coo siempre y los militares siguieron al mando de los mismos generales y oficiales de siempre, salvo por Milans del Bosch, Merry Gordon y los demás golpistas arrestados.

El gobierno tampoco había cambiado mucho, salvo que, en lugar de haber un primer ministr, estaba un comité de seis "comisarios populares". La estructura del estado seguía en su sitio. Sólo se le habían añadido algunos comités de trabajadores. El humor de los funcionarios se lee en un artículo escrito por Pedro Rodriguez para ABC,publicado el 10 de octubre:

No hay palabras para poder expresar nuestra indignación y pena...la gran tarea por la que lucharon nuestros padres se ha venido abajo por la traición de nuestras gentes. España, ayer invencible, hoy se encuentra derrotado por la felonía y la cobardía. Los socialistas sabían que Suárez estaba a punto de devolver el orden y la prosperidad a España. Era cuestión de unos pocos meses, tal vez de unas solas semanas. Por eso González, Guerra y compañía nos han apuñalado por la espalda, no sólo traicionando a la monarquía, al gobierno y a las fuerzas armadas, sino a todo el pueblo español, que sufrirá las consecuencias de siglos de miseria.

Rodriguez escribió lo que pensaba y resumió lo sentido por muchos oficiales, funcionarios, burgeses y partidarios del antiguo régimen o de las filas conservadoras. Al mismo tiempo que la revolución empezaba a declinar, nacía la contrarevolución, cuya voz podemos escuchar en este articulo, que fue publicado sin problema alguno.

La ira se dirigía contra el PSOE. No contra el PCE. Para muchos españoles, González y Guerra era unos traidores. Eran los "Comisarios del Pueblo", lo quisieran o no. La tragedia radica en esto. Que los líderes del PSOE no pudieran verlo. Sólo veían los viejos enemigos: El PCE y el PIS. Ellos habían intentado ayudar a España y salvar la monarquía. No habían podido, pero lo habían intentado todo. Para ellos, la revolución era un incómodo incidente que esperaban solucionar, pero sin por ello ganarse la gratitud de los contrarevolucionarios

Mientras, el PCE estaba inerte. La revolución misma había roto sus filas y su control de los hechos. De manera increíble, había quedado fragmentado en un número interminable de comités que no prestaban atención a los demás. Hasta el final de 1979 Iglesias no tenóa organización a la que recurrir y, a partir de entonces, una muy débil. En España, en el otoño invierno de 1979, el peligro bolchevique no era real.

Los problemas comenzaron cuando González quiso gobernar. Intentó convocar elecciones cuanto ántes, pero el PIS estaba ansios9 por postponerlas hasta el otoño def 1980, para dar tiempo a la revolución a consolidarse. A finales de octubre de 1979 se puso unj afecha: el 1 de marzo de 1980.
 

31: Ensayando un golpe de estado: del 25 de octubre al 15 de noviembre de 1979

Nadie sabe qué buscaba González dejando al PCE fuera del "Consejo de Comisarios Populares", pero fue un error doble, ya que no le ganó las simpatías de los conservadores ni las del ejército sino que además levantó las sospechas entre las fuerzas de la izquierda. Se empezó a rumorear que el Consejo era un juguete del PSOE, ya que la mayoría de sus miembros eran de ese partido y apenas unos pocos del PIS, lo que dañó todavía más la posición de González. Pablo Castellanos avisó al PSOE: "La Revolución puede vivir sin los consejos, pero los consejos sin la revolución están acabados".

Ironicamente, tanto González como Guerra se querían librar de los consejos, aunque los controlaran su gente, pues no encajaban con su programa y evitaban su posible alianza con los partidos burgeses. Tenian que desaparecer. Entonces Gonzalez y el general Gabeiras tuvieron una idea para arrebatarles el poder en Madrid: Para ello se llevarían cinco divisiones a la capital. Estarían formadas con elementos de las guarniciones de diversas ciudades que, por unos días, quedarían con sus efectivos reducidos. El comisario popular Gonzalez estuvo completamente de acuerdo. Con esas tropas podría reestablecer el gobierno.

El plan se llevaría a cabo entre el 12 y el 17 de noviembre. El primer Congreso Nacional de los Consejos estaba previsto que tuviera lugar el 18 en Madrid. Obviamente, el "reestablecimiento del orden" lo haría "innecesario".

Unas pocas unidades madrileñas se adelantaron a los acontecimientos. El 10 de noviembre, una compañía del Regimiento de Transmisiones 22 asaltó el palacio del Marqués de Fontalba y arrestó a un consejo de trabajadores y soldados reunidos en el edificio. También, un destacamento de Fusileros de la Guardia detuvo una manifestación comunista en la Castellana y la disolvió a culatazos. Tras la retirada de los soldados y la puesta en libertad del consejo, todo siguió como si nada hubiera pasado.

El 12 de noviembre las cinco divisiones desfilaron por Madrid. González las recibió en la Puerta de Alcalá. Les dirigió un discurso de bienvenida lleno de referencias patrióticos y, apenas hubo terminado, sin que nadie ordenara romper filas, los soldados comenzaron a salir de la formación y marcharse. Simplemente se querían ir a casa, a disfrutar de la Navidad que se acercaba. Nadie pudo pararlos. Cuando las divisiones llegaron a sus cuarteles, les faltaban efectivos. Una semana más tarde, apenas quedaban quinientos hombres en los acuartelamientos. A la contra-revolución se le había mojado la pólvora.

El 138 comenzó el Congreso Nacional de los Consejos. Fue una asamblea organizada, similar a un parlamento, que recordó a muchos periodistas de los congresos del PSOE en el exilio. El Congreso, siguiendo los deseos de González, adelantó la fecha electoral y creó un Consejo Central para remplazar al formado el 4 de octubre, pero sin dotarlo apenas poder real. Enfurecidos, los representantes del PIS decidieron boicotearlo, dejándolo en manos del PSOE. Así comenzó la ruptura entre PSOE y PIS que estallaría en enero de 1980.

Se venían escuchando rumores desde algunos días que, fuera de Madrid, en diversos ciudades el ejército había detenido y maltratado a los miembros de los consejos y quemado banderas rojas. E incluso se hablaba de la formación de batallones de voluntarios por si estallaba otra guerra civil.

Al saberse la decisión del consejo, Gabeiras amenazó a Gonzalez con dimitir si el programa del consejos se llevaba a cabo. González intentó ganar tiempo: la aplicación de esas medidas iban a tardar, no sería algo inmediato, pero Gabeiras no se dejó convencer. Esa misma tarde el restado mayor se reunió y acordó formar batallones de voluntarios por toda España.
 

32: El punto álgido de la revolución: del 15 de noviembre al 5 de diciembre de 1979

Mientras González jugaba un doble juego, el estado mayor empezó a reorganizar sus fuerzas y contactar con diversos políticos. No hablaron ni con González ni con Fraga, sino con Suárez, para sorpresa del antiguo presidente. El general Alfonso Armada fue el elegido por el estado mayor para proponer un acuerdo que dej{o mudo a Suárez. Antes de que el ex-presidente pudiera contestar, estallo otra crisis.

La desmobilización incontrolada había dejado sin soldados a González y a Gabeiras. Las fuerzas con las que esperaban aplastar a la revolución se habían ido a casa, aunque la guarnición de Madrid, gracias a la influencia de Alfonso Guerra apoyaba al gobierno. Había una excepción. La División de los Guardias del Pueblo, que no existía en septiembre, sino que se fue formando con varios cientos de soldados llegados a la capital desde Valencia, Sevilla y Barcelona durante las primeras semanas de la Revolución. A estos se les sumaron varios centenares de soldados de las divisiones o de la guarnición. Apenas formada por unos tres mil soldados, la "División" de los Guardias del Pueblo se había instalado en el palacio real desde el 15 de noviembre.

Como no participaron en el intento de golpe de estado del 12 de noviembre y detuvieron a su comandante por ser demasiado ambiguo al respecto, la División se había convertido en un obstáculo para los planes de Gabeiras, por ello, el general se dispuso disolverla. El 20 de noviembre se les ordenó abandonar el palacio y reducir sus efectivos a 600 hombres.(para entonces la ´División´ apenas sumaba un millar de efectivos). Para aumentar la presión, González retuvo su paga. Los soldados, durante la semana siguiente, protestaron al respecto y Alfonso Guerra les exigió que abandonaran primero el palacio. Los soldados pidieron un nuevo alojamiento, primero. No hubo acuerdo.

El 1 de diciembre, la paciencia de los soldados se agotó. Esa mañana los soldados y portavoces fueron a La Moncloa. Para entonces, el gobierno estaba en crisis. "La Coalición de Unidad Socialista" se había venido abajo. El PSOE y el PIS discutían abiertamente. Felipe González, sorprendido y asustado por la llegada de los soldados, les ordenó entregar las llaves de inmediato, y entonces recibirían su paga.

A las 16.00 los soldados regresaron a La Moncloa con las llaves... y sus armas. Al mando de un tal coronel Escobar, pidieron ver a Julián Lara, uno de los tres comisarios del PIS, y le dieron las llaves. Lara llamó entonces a Guerra y le dijo que había que pagarles, pero Guerra se negó diciendo que él sólo recibía órdenes de González. Lara envió a los portavoces de los soldados a González, que los remitió a Guerra, que se negó a verles. Los soldados, furiosos, estallaron. El coronel Escobar ordenó que se cerraran todos los accesos y puso a todos los comisarios del pueblo bajo arresto.

Hacias las 17.00 González descubrió que el teléfono de sus despacho funcionaba y llamó pidiendo ayuda al Estado Mayor. Al otro lado no estaba Gabeiras, sino Armada.Al escuchar lo que Gonzalez le contaba, le replicó: "IAhora le envío fuerzas leales desde los alrededores de Madrid para que les liberen.’ Entonces Guerra apareció con la paga de los soldados y, con el dinero en su bolsillo, los soldados se fueron a palacio. Pese a todo, Armada siguió adelante con sus planes y envió a las tropas de Getafe. Eran uno de los pocos restos de las cinco divisiones que debían "restaurar el orden" en Madrid, apenas 800 soldados con unas pocas batería de artilleria. Los soldados de la División de Guardias del Pueblo sólo contaban con sus fusiles y ametralladoras.

Lo que pasó en la tarde del 1 de diciembre es sorprendente. Hacia las 19.00 González, durante una reunión del gobierno, ni dijo nada de los soldados de Getafe. De alguna manera, los Guardias se enteraron y se prepararon para el asalto pues, cuando llegaron las tropas de Getafe a las 20:30, les estaban esperando. A las 20.45 sus cañones abrieron fuego y uno y otro bando intercambiaron disparos entre las 20:45 y 23:00,. Entonces, con el ruido del combate, empezaron a llegar miles de civiles. Su aparición desmoralizó a los soldados del gobierno, pues los civiles se sumaron a los Guardias y empezaron a gritar: ‘Hermanos, no disparéis!’.

A las 23: 15 la batalla cesó. Las tropas gubernamentales se retiraron sin ser molestados a sus cuarteles. Unos y otros recogieron a sus muertos y a sus heridos, cuyo nombre se desconoce. En el Estado Mayor y la La Moncloa reinaba el horror. Armada envió un mensaje urgente a Gabeiras: ‘TROPAS DE MADRID NO FIABLES. NO ES POSIBLE PROTEGER AL GOBIERNO. ESTE DESASTRE ES UNA CATASTROFE PARA EL GOBIERNO.’ El General Quintana Lacacci se enfureció al enterarse de lo sucedido, pues Armada no le había informado y se enteró de lo sucedido por la prensa. Se convocó una reunión de urgencia.

Armada pidió que aguantaran unos pocos días más. Los batallones de voluntarios salvarían la situación. Gabeiras lo apoyó, aunque empezaba a tener sus dudas sobre la sensatez de Armada. Quintana Lacacci también dudaba de lo mismo. González, visiblemente preocupado, no estaba convencido para nada

Si la revolución hubiera tenido lideres, nada la hubiera detenido este día y se hubieran hecho con el control de la capital. Pero no tenia líderes. Los soldados, con la paga en el bolsillo y tras vencer en una lucha a muerte, se fueron a celebrarlo. Gerardo Iglesias y Pablo Castellano, que no habían tomado parte en lo ocurrido, no estaban localizables. El PIS, sin líder, no quería saber nada de lo que pasaba, lo que era una autentica bendición para González. A partir de ahora, el Consejo Central estaba dominado por el PSOE. El PIS estaba acabado.
 

32: Decisivo enero: Del 5 de diciembre de 1979 al 12 de enero 1980

Fue en Madrid y en Barcelona donde se decidió el destino de la Revolución española, entre el 5 y el 12 de enero de 1980. Lo que pasó en esos días no fue un intento comunista de desplazar ni al gobierno español ni al autonómico catalán, sino un intento de los trabajadores españoles por recuperar lo que habían ganado en octubre en Madrid y perdido a partir de entonces.

Nadie pudo preveer lo que iba a pasar en Barcelona el 6 de enero. Fue una explosión popular inesperada. Todo fue por un motivo en apariencia trivial. Durante el fallido golpe de estado del 11 de septiembre de 1979 el general Antonio Pascual Galmes, al frente de la 4a Región Militar, había mantenido una actitud sospechosa para Madrid y los partidos de izquierdas. El presidente provisional de la Generalitat, Josep Tarradellas, estaba también bajo sospechas por sus desafortunadas declaraciones pidiendo un cambio de régimen antes de que se produjera el golpe. Así cuando el jefe de polícia de Barcelona, José María Callejas Peinado, que había tenido un pequeño papel durante el secuestro de Oriol y Villaescusa, iba a ser reemplazado por David Peña Álvarez, que, para muchos, tenía demasiados lazos con el franquismo. Por eso, la izquierda pidió su inmediato reemplazo. La respuesta del gobierno central fue negativa.

El5 de enero se reunió la ejecutiva del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña, el partido comunista catalán) y dos representantes del PCE. Discutieron sobre Peña Álvarez y decidieron convocar una manifestación al día siguiente para exigir su dimisión. Se iban a llevar una gran sorpresa.

Pidieron a la gente que re reuniera en la Via Layetana a las 14:00 para "una manifestación masiva". Ya por la mañana, como había pasado en septiembre y en octubre, grandes columnas de trabajadores marcharon hacia el centro dela ciudad. A las dos en punto cientos de miles de personas, hombro con hombro, se agolpaban no sólo en la Via Layetana, sino por los alrededores, llegando hasta las plazas de Cataluña y Urquinaona.

No era una manifestación pacífica, sino una muestra de fuerza. Muchos iban armados, y casi todos estaban furiosos y listos para la acción. Tras varios discursos, la multitud no se dispersó. Como en septiembre y en octubre, alguien tomó la iniciativa, se empezaron a dar instrucciones y la gente se fue formando en grupos y columnas. Algunos dijeron que fue obra de agentes provocadores del gobierno central, pero es imposible que nadie pudiera inducir a aquella enorme multitud a hacer que no estaba en sus corazones.

A lo largo de la tarde se fueron ocupando las sedes de los periódicos, las estaciones de tren y los edificios oficiales. Durante la noche todavía se veían columnas de ciudadanos recorriendo el centro de la ciudad, buscando puntos estratégicos que ocupar. La revolución, que yacía durmiente en Barcelona desde el 11 de septiembre, había estallado y tomado el control de la ciudad.

Pablo Castellanos y Gerardo Iglesias marcharon apresuradamente a Barcelona. Una vez allí, se reunieron con miembros del PIS, del PSUC y de los consejos de obreros y trabajadores. La conferencia quedó bajo el hechizo de las manifestaciones del día anterjor y eran incapaces de tomar decisión alguna hasta que Enric Torralba, un joven comandante de la guarnición que, como todos los demás, aún estaba fascinado por el estallido de la voluntad popular. Afirmó que ‘todos los regimientos de Barcelona apoyan a la revolución y están dispuestos a derrocar a González por la fuerza de lar armas si fuera preciso’.

Castellanos consideró que esto era realmente posible y necesario, y añadió que ‘si decidimos eso, nos hemos de mover con rapidez.’ Los dos representantes del consejo pidieron calma. Era dudoso que las tropas fueran a sublevarse. Ni las peticiones de calma y sensatez de Iglesias pudieron hacer nada frente a la euforia que había tomado posesión de los allí reunidos. Por 20 votos contra 3 triunfó la decisión de ‘luchar contra el gobierno y derrocarlo’. Derrotado y deprimido, Iglesias regresó a Madrid, para reunirse con Dolores Ibarruri y el comité del PCE.

Se formó un "comité provisional revolucionario", formado por seis miembros y presidido por Antonio Gutierrez-Díaz, líder del PSUC, Castellanos y un tal Pau Miralles; este comité anunció que ‘se hacía cargo de manera provisional de las tareas de gobierno’. De hecho, nunca tuvo tal poder. Convocó otra manifestación el 6 de enero, y eso fue todo. La gente se reunión en las calles, listas, expectantes... y no pasó nada. Sus líderes se quedaron mudos. Algunos grupos tomaron algunos edificios públicos. No se lanzó ataque alguno contra los edificios gubernamentales, pues se esperaba una orden que no llegó nunca.

al final de la tarde la multitud comenzó a dispersarse y al anochecer las calles estaban vacías. A medianoche el centro de la ciudad estaba desierto. En la noche del 6 de enero de 1980, la Revolución Española murió aunque nadie se diera cuenta. El apoyo de las tropas a la revolución no se produjo. Los soldados no tenía razón alguna para arriesgar sus vidas.

Aún así, durante los tres días siguientes todo parecía posible, con ambos bandos temiéndose mútuamente. Cuando el 7 de enero se organizó otra manifestación masiva en la Plaza del Sol de Madrid, que parecía un campamento militar. Qué ocurriría si atacaban al gobierno? Nadie parecía consciente de que debilidad de los líderes revolucionarios, pero González estaba al borde del colapso nervioso. Entonces cometió su peor error. Creyendo que la mayoría de la guarnición madrileña no era defiar, se puso en manos de las tropas de voluntarios que se estaban organizando fuera de Madrid, El 10 de enero González y Guerra inspeccionaron algunos de los recién formados "Cuerpos Voluntarios". Así empezó a vincularse Felipe González a esas tropas.

Sin embargo, al día siguiente seguía sin tener a manos ningún "Cuerpo Voluntarios". La revolución armada si estaba presente. González pidió a los ex comisarios del PSI que hablaran con la gente y estos, tras escuchar a González, se fueron sin decir palabra. Enfurecido, el presidente publicó una proclama que exigía a los revolucionarios que se retiraran de los edificios ocupadas y regresaran a sus casas. Irónicamente, el Comité Central tampoco tenía poder sobre ellos. Quizás dudaban de su propia influencia sobre los acontecimientos, y como no habian ordenado ninguna ocupación de edificio alguno, pese a lo cual esto se había producido, no se consideraban autorizados para dar una contraorden para algo que no era responsabilidad suya. Antes que reconocer su impotencia, optaron por rechazar el ultimatum de González.
 

33: El sangriento final de la Revolución. Del 12 del 17 de enero de 1980

González no pensaba ceder y dejar que se repitiera lo sucedido en septiembre o en octubre. Por eso enredó las negociaciones tanto como pudo para dar tiempo a que los preparativos militares estuvieran listas.

La clave fue el general Alfonso Armada y los "Cuerpos Voluntarios". El 8 de enero Armada había sido nombrado oficial de enlace entre el estado mayor y los "Cuerpos de Voluntarios", y había estado en contacto con algunos de sus comandantes. SE ocupó de organizar y enterar a las nuevas unidades que se estaban formando por toda España, pero esto requería un tiempo que González no tenía. La huelga general proseguía en Madrid y Barcelona,el Comité Revolucionario todavía estaba reunido y el ejemplo parecía a punto de repetirse por diversas ciudades. Si los "Cuerpos Voluntarios". no estaban listo, no se podría intentar algo con el ejército regular? Así, mientras negociaba y afirmaba su voluntad de evitar un derramamiento de sangre, González se reunía con Gabeiras.

La batalla se produjo del 9 al 15 de enero de 1980. Una mezcla de unidades voluntarias (los ultras ‘Guerreros de Julio’, el recién formado "Regimiento España", el regimiento ultraderechista "José Antonio " y los batallones de Carabanchel al mando del comandante Esteban, formados la mayoría de ellos con los soldados derrotados en diciembre y reforzados desde entonces) lucharon en violentos combates callejeros casa por casa para retomar los edificios ocupados uno por uno.

Las batallas más encarnizadas tuvieron lugar el 12 en torno a las sedes de los periódicos, que fueron asaltados. Doscientos defensores cayeron prisioneros. El comandante Esteban telefoneó a La Moncloa preguntando qué tenía que hacer con ellos. Le contestaron "Fusílelos". Se negó. Era un oficial de la vieja escuela. Pese a ello, siete de los prisioneros y muchos más golpeados con las culatas de los fusiles sin que Esteban pudieran evitarlo.

Para el 14 la lucha en Madrid había terminado. En Barcelona duró un día más. La revolución había sido aplastada. Se dijo que rea una revolución comunista (los vencedores así lo dejaron por escrito), y ese nombre se ha mantenido hasta este día, pero lo cierto es que no es así. El PCE ni organizó ni pudo preveer la sublevación de enero. De hecho, quedaron horrorizados por los acontecimientos. Incluso el Comité Revolucionario (de cuyos 70 miembros sólo dos eran comunistas) tampoco había tenido nada que ver con el levantamiento popular y espontáneo de unas gentes que, en el pasado, habían votado más por el PSOE que por el PCE.

Los obreros intentaron por última vez reconducir la revolución el 17 de enero. Veinte mil obreros se declararon en huelga en Madrid y treinta mil en Barcelona, pidiendo la "unidad de todos los obreros" y formaron una comisión en la que los socialistas eran mayoría. En los días siguientes Madrid y Barcelona quedaron paralizados. Los obreros exigieron la dimisión de ‘los lideres políticos que no habían podido evitar este terrible fraticidio.’.

González, en octubre, también había invocado la unidad socialista, el final del fraticido y el final del estado burgés de clases en favor de un estado obrero. En realidad, había mentido. Quería mantener el viejo orden y, por eso, los obreros terminaron por sublevarse en enero. No fue una revolución comunista, sino los hecho de septiembre y octubre repitiéndose en enero.

Las consecuencias de esta traición tendrían un largo efecto que no se apreciaría hasta el futuro. Los obreros que se lanzaron a las calles en octubre y en enero se consideraba todavía socialistas. Para ellos, González, Guerra y su partido ya no eran socialistas, y no lo iban a olvidar. Por su parte, los nuevos aliados de González lo consideraban una escoria revolucionaria.

Pero Armada ya tenía sus "Cuerpos Voluntarios" listos para marcharon contra Madrid.
 

34. Entre represión y guerra civil: de enero a marzo de 1980

A partir de enero de 1980 España vivió varios periodos de violencia que se asemejaban a una guerra civil no declarada que dejó a su paso miles de muertos y una interminable amargura. Dividió para siempre a la izquierda y dañó el prestigio del PSOE, imposibilitando cualquiera futura alianza de izquierdas. Más extraño fue que, mientras una parte del país se sumía en la violencia, el resto de la nación vivía tranquilamente, como si nada sucediera.

Finalizada la Revolución, González se continuaba considerando un socialdemócrata (a su manera) y el amigo de los obreros. Sus objetivos no habían cambiado en absoluto: gobierno parlamentario y reforma social. Por eso, cuando las Cortes se reunieron de nuevo, el 19 de enero de 1980 González formó un gobierno de coalición con todos los partidos salvo PCE y PIS. Más dedos tercios del gobierno eran miembros del PSOE y el resto de UCD y de AP. González se sintió seguro de nuevo. Este nuevo giberno, para él, anulaba todo lo sucedido entre octubre y enero: creaba una nueva legalidad. Todas las instituciones creadas por la Revolución habían perdido su derecho a existir.

Por eso González comenzó exigiendo a los consejos de Obreros Y Soldados que es disolvieran. Ellos estaban dispuestos a transmitir sus poderos a las Cortes pero González no lo aceptó: los consejos no tenían nada que transferir. Obviamente, los consejos opinaron lo contrario, pues se consideraban la única fuente de legalidad. Además, les apoyaban los obreros. Lo cierto era que, mientras que los consejos tenían un cierto nivel de control local, González controlaba toda la estructura del estado. Para los consejos, la Asamblea Nacional les debía su existencia. González estaba decidido a enseñarle dónde estaba el verdadero poder.

De inmmediato el gobierno comenzó a disolver los consejos. Primero en Bilbao, luego en Andalucia y Castilla. Las razones fueron variadas, unas veces meramente burocráticas, como por ejemplo que interferían con el funcionariado públicos, y otras veces las huelgas y los desordenes. La historia de esos meses de lucha sorda y mezquina no es una con un hilo continuo. No tiene coherencia, ni momentos climáticos, ni batallas decisivas, sólo una especie de atmósfera de pesadilla con estallidos de violencia que saltaban de una parte a otras del país sin afectar al conjunto.

A comienzos de febrero empezó todo. Fue en el País Vasco, con Bilbao como centro de la acción; luego, a mediados de febrero los combates tuvieron lugar en Valencia;a finales de mes en Andalucia y el centro de España, a comienzos de marzo en Madrid, en abril en Cataluña, y en mayo en Navarra.

La historia de estos días es una colección de grandes y pequeñas escaramuzas, batallas y masacres. La sangría fue desatada por la decisión de González de acabar con el consejo de Bilbao y la orden dada a los "Cuerpos de Voluntarios" de ocipar la ciudad para "restaurar la ley el orden". Cuatrocientas personas murieron en los combates que siguieron y en la represión y el terror subsiguientes, centrada en los nacionalistas vascos y el entorno de ETA.

Esto causó un estallido de huelgas en el País Basco, Cataluña y Valencia. Miembros del PSI, del PCE ae incluso del PSOE convocaron una huelga general que comenzò el 4 de marzo y que, en Valencia, terminaron en combates callejeros. El gobernador de la ciudad, tras declarar el estado de sitio, pidiò ayuda a Madrid, y el general Armada envió a la "División de Guardias", formada por tercios del tamaño de una compañía, como, por ejemplo, el " Tercio de San Miguel",el "Tercio de Lesaca" y el "Tercio de San Fermín". Al final de los combates, el 15 de marzo, cerca de trescientos "revolucionarios" habìan muerto en los combates.

Desde el comienzo no pudo haber la menro duda sobre la postura ideològica de los "Cuerpos de Voluntarios" y de sus lìders. El coronel Diego Ibáñez Inglés, que de formar parte del estado mayor de la 3a Región Militar, pasó a liderar una de estas unidades, en uno de sus discursos a sus tropas tachó al gobierno de ‘mentirosos socialistas’. El jefe de la "Hueste de Hierro", el capitán Francisco Dusmet, escribiò el 21 de enero en su diario lo siguiente respecto al gobierno de González: ‘Ya llegará el dìa en el que tendré en mis manos a ese miserable atajo de cobardes'.

Aunque en Bilbao y la la España central la represiòn fue bastante "mdoerada", en Andalucia, donde los combates se prolongaron durnate cuatro semanas tras los combates de febrero, se produjeron hechos abominables. Y peores todavìa en Madrid, cuando, en maroz, el coronel Ibañez Inglés intervino al frente de su undiad para ocupar los distritos de los obreros y desarmar a la guarnición, de dudosa lealtad. Al entragar sus armas, treinta de estos soldados fueron llevados a un patio y fusilados sin màs.

Estos treinta soldados fueron una minima parte de todos los asesinados en España entre febrero y Marzo. Alfonso Guerra estimó el nùmero de ejectuados en esos dìas en torno a "unos novecientos". Estas batallas de marzo en Madrid alcanzaron grandes cotas de violencia, que acabò por estallar, un mes despuès, en Barcelona.
 

35. La primavera roja de Barcelona: de marzo a abril de 1980

A diferencia de lo ocurrido en Madrid o lo acontecido anterioremente en Barcelona, la siguiente eteapa de la revolución en Catalunya no cay`ode inemdiato en manos de las masas carentes de lìderes. Tuvo un lider, Gregorio López Raimundo, que logró supersar todos los problemas que fueron surgiendo mediante una mezcla de energía, idealismo y adaptabilidad. Con él, la Revoluciòn en Barcelona fue un éxito sin derramamiento de sangre. Ese, quiz´ñas, dfue su logro màs motable. López Raimundo era el lìder del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), el partido comunista catalán, aunque López Raimundo pertenecìa a su parte moderada.

La "Primavera Roja de Barcelona" comenzó en la tarde del 17 de marzo con una gran manifestaciòn frente al Liceo. El alcalde de la ciudad, Narcís Serra, del Partit Socialista de Catalunya (PSC) la habìa permitido con la idea de dar una válvula de escape a las emociones y que asì se agotaran. El lìder del PSC, Joan Reventós i Carner, estaba tranquilo. tenía un control completo de la gente y nada podìa suceder. Pronto el contro lse perdiò, los discursos màs agresivos y finalmente se exigió la dimisiòn del gobierno. Una larga columna formada por los manifestantes se puso en camino hacia el norte y el Este de la ciudad, hacia los cuarteles.

Los soldados se sumaron de nuevo a los obreros y, al saberse, estalló el caos y el terror. Al llegar López Raimundo a la Generalitat, encontró el edificio vacio. Así, en las primeras horas del 18 de marzo, López Raimundo se reunió con los restos del gobierno provisional catallán (Tarradellas había huído a Madird con la mayorìa de sus ministros) y, con los pocos políticos capaces de mantener el orden en Bareclona, formó un gobierno denominado "Consejo Nacional Provisional", preentado a la opinión pública esa misma tarde. En menos de 24 horas, la "Primavera Roja de Barcelona" se habìa materializad oy organizado sin que se derramara sangre.

López Raimundo objetivo era instaurar un estado democràtico de los obreros, con un parlamento libremente elegido, una democracia consittucional de consejos, con las dos estructuras trabajando hombro con hombro. López Raimundo contemplaba uns istema de contrapesos y balances entre los consejos y el parlamento, lo que le llevó a un conflicto con el lider del PSC, Joan Reventós, que seguía las instruccione de Madrid. Esto se materializó antes de la primera reunión de la Asamblea Provinicial el 21 de marzo: el PSC, la UCD y CiU, bajo el liderazgo de Reventós, formaron uha coaliciòn de gobierno que dejaba fuera al PSUC. López Raimundo, al ver esto, dimitió como Primer Minmistro; estaba decidio, sin embargo, a permanecer el frnate de los consejos, y exigir que ñestios fueran incluídos en la nueva Constitución.

Todo se vino abajo el 20 de marzo ,poco antes de las diez de la mañana. López Raimundo entró en la plaza de Sant Jaume camino del encuentro inicial del "Consejo Nacional Provincial", con su dimisiòn en la cartera. Entonces, un falangista Pedro Conde, a corta distancia, le disparò dos vecse a la cabeza. Lopez Raimundo murió al instante. Conde fue herido de gravedad por los escoltas de López Raimundo. Juzgado, fue condenado a 50 años de cárcel, pero fue amnistiado en 1982 y vivió hasta 2006.

Las noticias del suceso tardaron poco en conocerse por toda Cataluña, causando ira y horror. Pronto llegaría el dolor. Un dependiente llamado Ferrandis, tras enterearse del asesinato de López Raimundo, se armó con una pistola y se fue a la reuniòn del "Consejo Nacional Provincial", donde disparó contra Anton Canellas, lider de la secciòn atalana de UCD, que esteaba, en esos momentos, expresando su horror y honrando la memoria de su aseinado colega. Canellas, gravemente herido, no tuvo nada que ver con el asesinato. Sobrevivió a sus heridas.

Un violento estallido emotivo recorrió el país. El "Consejo Nacional Provincial", se disolvió, presa del pánico. Sólo dos ministros continuaron con su trabajo. Se convocó una huelga general, se declaró e lestado de sitio mientras miles de personas atendían el funeral de López Raimundo, que se convirtió en una muestra de furioso dolor. En todo este caos sólo los consejos prestaban alguna autoridad bajo el liderazo de un joven profesor, un tal Ernst Valls (1), decidido a mantener vivo "el legado de López Raimundo": un compromiso entre los consejos, los partidos de izquierda y el "Consejo Nacional Provincial". Tras tres días de confusas y apresuradas negociacoines, se formó un gobierno PSC-PSUC, bajo el lidereazo del nuevo lider del PSUC, Antoni Gutiérrez Díaz, el 26 de marzo.

De hecho, era un gobierno sin poder alguno. De todos modos, tampoco tuvo mucho tiempo para actuar.

González, temeroso de que en Barcelona se proclarama otra república o, incluso, una república catalana, pidió ayuda al ejército. Las pocas undiades todavía leales al Gobierno abandonaron sus cuarteles para restaurar el orden en la Ciudad Condal el 28 de marzo. Tras cinco horas de sangrientos combates, las tropas gubernamentales fueron dettoadas por una improvisada fuerza "roja". La violencia habìa sid odesatada. González proclamó el estado de sitio en todo el país y movilizó a las fuerzas armadas que, junto con los "Cuerpos Voluntarios" marcharon contra Barcelona desde el oeste.

Para entonces, Gutierrez Diaz había dimitido, consciente de su fracaso y de que los acontecimientos estaban fuera de su control. Se formó otro Consejo, pero tambièn carecía de poder, y sólo consiguió aumentar el caos y el pànico que provocaban las fuerzas que avanzaban sobre la ciudad. Las medidas desesperadas del consejo enfurecieron a muchos. Arrestaron a diverseos opositores políticos y ocho de ellos fueron ejectuados. Eran miembros de Falange, Fuerza Nueva y otras formaciones de ultra derecha. Las tropas guberna,emtañes avanzaron dejando u nratro de làgrimas incluso en aquellas oznas que nos e habìan sumado a la revoluciòn de Barcelona. Cuando tomaron Lerida el 6 de abril, la ciudad fue víctima de tres dìas de "terror blanco" como ninguna otra ciudad española habìa visto, ni siquiera Madrid en marzo. A efectos pràcticos, la ley y el derecho se habían suspendido en Cataluña.

Cuahdo las tropas del gobierno alcanzaron las afueras de Barcelona se compoprtaron como conquistadores en un territorio liberado. El 15 de abril, cuando 21 mienmbros de una asociaciòn católica de Sabadell, que, sintiendose a salv ocon la llegada de las tropas, al salir a recibirlos, fueron ejectuados in situ por sus libertadores. Un encuentro de jovenes que parecìan trabajadores fue intrepreados por los soldados como una "reuniòn de rojos" y los ejecutaron.

De repente, Madrid ordenó que las tropas se detuvieran y cesaran sus acciones, acuartelándose de inmediato.

¿Qué había pasado? Muy fácil, tras diversas semanas de avisos provocados por el caos y la violencia española, el mundo se habìa hartado. Portugal y Francia estaban concentrado sus triopas en la Frontera, los marines de la Sexta Flota habìan desembarcado en las Baleares, y Londres estaba reforzando la guarnición de Gibraltar.

(1) Un personaje inventado.
 


36: Paz armada: del 24 de abril al 11 de mayo de 1980

El 24 de abril de 1980, el presidente Jimmy Carter ordenó a las fuerzas especiales norteamericanas que rescataran a 52 ciudadanos nortamericanos retenidos en la embajada de EEUU en Teheran, para poner fin a una crisis que amenazaba su releecion y el prestigio de EEUU. Su fracaso causó un considerable desgaste de la imagen mundial nortamericana y que Carter viera más complicada vencer en las próximas elecciones.

Mientras tanto, en España, con la revolución aplastada, el PSOE se encontró gobernando un estado burgés... y sin la confianza de los españoles. La campaña de terror llevada a cabo por las fuerzas leales para destrozar a la revolución había horrorizado al mundo. N Washington ni London querían una España comunista, pero el estallido de violencia resultó demasiado para ellos.

El 26 de abril, una resolución de la ONU exigió "la retirada inmediata de las fuerzas españoles desplegadas en torno a Barcelona hasta una distancia de 10 kilómetros de la periferia de la ciudad como primer paso para la completa retirada de Cataluña.".Era algo extraordinario. Carter hizo un ruego apasionado a González para que finalizara la ofensiva, y, minutos después, el presidente español le informaba de que había anulado las operaciones de ataque y comenzado el repliegue. Pese a las ordenes del gobierno central, la violencia aún duró, pues los milicianos de extrema derecha continuaron buscando comunistas y ejecutando a todo aquel que albergara "ideas comunistas, separatistas o antipatrioticas". Con la violencia alcanzando nuevas cuotas, un informe emitida el 28 de abril por la Cruz Roja de Barcelona hizo saber que los milicianos estaban matando a centenares de catalanes, fueran de izquierdas o no, en la misma ciudad o en los pueblos de los alrededores. Ante tal hecho, la ONU reaccionó de inmediato.

Se ordenó el despliegue de una fuerza multinacional en Barcelona para asegurar la retirada de tropas regulares y milicianas y para proteger a los civiles. González, impotente, no pudo negarse. Las primeras tropas internacionales desembarcaron en Barcelona el 5 de mayo de 1980 para supervisar la retirada de las tropas españolas de Barcelona. La fuerza incluía tropas británicas, como el 2o Argyll and Sutherland Highlanders (Princess Louise's), contingentes americanos del cuerpo de marines, dos regimientos de la Legión Extranjera y unidades de la Gendarmerie francesa y la brigada Folgore y el batallón San Marco. Su misión era ayudar y apoyar al gobierno español por petición de éste a restaurar su soberanía en Cataluña asegurando el bienestar de la población civil. Sólo se permitió que permanecieran en Cataluña las unidades españolas presentes en la zona antes del comienzo de la crisis, pues eran esenciales para mantener el orden en la zona. La pregunta era si todavía quedaban unidades operativas (y leales) en la zona. El tiempo lo diría..

Esta intervención de la ONU fue demasiado para muchos españoles. Como si no hubieran nada de lo aprendido en los últimos meses, decidieron volver a usar viejos trucos. Desde marzo de 1980 existía una nueva formación política, la Unión Nacional Española (UNE), que no era otra cosa que un grupo de conspiradores preparando otro golpe de estado. Sus líderes eran Juan García Carrés, un ex lider del Sindicato Vertical, y el capitán Enrique Bobis González, miembro de la Guardia Civil. Mientras las fuerza internacional se desplegaba en Barcelona, se escucharon voces que afirmaban que todo eso era una humillación para el país, culpando a González de ello, que, de repente, se encontró atacado por la derecha. Entre esas voces figuraban muchos miembros de la UNE. Al final, la UNE iba a jugar un triste papel secundario en el drama de esos días de mayo, similar al que tuvo el Comité Revolucionario tuvo en la tragedia de enero.

Lo que siguió fue una insurrección militar, no a cargo ni de Garcia Carrés no Bobis González, sino del general Armada. Todo vino cuando González, presionado por Washington ordenó, el 3 de mayo, la disolución de todos los "Cuerpos Voluntarios". Una de esas unidades, la "Brigada Alcázar", unos 4,000 hombres, estaba acuartelada en Madrid. Durante la revolución, la brigada había combatido en Madrid y Cataluña, y estaba considerada una unidad de élite, extremadamente ultraderechista y antigubernamental. Su respuesta a la orden de disolución fue organizar un gran desfile al día siguiente, al que no se invitó al ministro de defensa y durante el cual el general Armada declaró: ‘No permitiré que una unidad tan cualificada y dotada de tan grandes soldados sea avergonzada y disuelta en este momento en el que la Patria nos necesita.’ Era un desacato público al gobierno.

Algunos de sus oficiales lo intentaron persuadir y detener. Manuel Fraga, el líder del partido conservador, que había estado extrañamente silencioso y ausente de la escena política durante la revolución, reapareció para exigir la disolución del parlamento y nuevas elecciones generales, una demanda completamente constitucional, pero que apuntaba contra el PSOE. Por supuesto, González no le hizo ni caso.

Armada y González se reunieron a las 18.00 del 10 de mayo. Con gran vehemencia y discurso escueto, Armada exigió nuevas elecciones y un gobierno "de expertos" que él presidiría. González, enfadado, rechazó tales exigencia y le dijo al general que esperaba tener su dimisión en su mesa a la mañana siguiente. En lugar de dimitir, Armada fue, el 11 de mayo, a ver al comandante de la "Brigada Alcázar", acantonada en Getafe y le preguntó si sus tropas podrían ocupar Madrid esa misma mañana. El coronel Alcázar replicó que para tal cosa necesitaba al menos un día de preparativos, pero Armada lo destituyó de su mando y comenzó a dar órdenes para lanzar la brigada contra Madrid.

Llamó a Fraga que, nuevamente, estaba ilocalizable. Luego llamó a la UNE, hablando con Garcia Carrión para exhortarle a que prepara un gobierno ese mismo día. Tal petición pilló desprevenido al lider de la UNE, por supuesto, que apenas hizo nada para ayudar en el golpe. Peor aún, las acciones de Armada eran conocidas no sólo por González, sino por el país entero y por el comandante de la Fuerza Multinacional. Armada ordenó a la brigada que marchara ‘sobre Madrid en orden de batalla para aplastar cualquier resistencia y ocupar el centro de la ciudad y los ministerios. Si se producen combates, se aplicará la máxima severidad contra los que empleen la fuerza contra ustedes.’ Decidido a derrocar el gobierno por la fuerza, Armada estaba preparando sus tropas para la marcha cuando algo inesperado pasó. Mientras dos oficiales se dirigían hacia la brigada para persuadir al general, cuatro cazas hicieron un pase sobre el acuartelamiento a baja altura.

Cuando Armada fue informado que los cazas llevaban bombas bajos sus alas y que estaban marcados con un circulo azul con una estrella blanca de cinco puntas en el centro, el general ordenó a sus tropas que cesaran sus actividades.

Así llegó a su final el último golpe de estado español.
 


36: "Volver a empezar": del 11 de mayo al 5 de junio de 1980

"Que hacer con España?" era la pregunta retórica que Jimmy Carter hacía a sus consejeros antes incluso deque los marines desembarcaran en España y permaneció mucho tiempo sin respuesta. Mientras, Felipe González comenzó a "legalizar" la transición española de una monarquía a una república. Entre el 15 de mayo y el 5 de junio el proceso se completaría... sin él.

El 15 de mayo, con los votos en contra del PIS y el PCE, el Parlamento aprobó la "Ley de Poderes Temporales", que permitía que el gobierno aprobara medidas de urgencia en caso de "gran necesidad". El Parlamento sería legislativo y también se instituyó el cargo del Presidente de la Republica. Al día siguiente, González se llevó la sorpresa de su vida

Al entrar el 18 de mayo en el Palacio de Congresos de Madrid para ser nombrado Presidente de la República, González fue visto hablando con sus colegas de partido y bromeando. Se le veía relajado ahora que la revolución había sido liquidada. Tenía que resolver todo lo concerniente a la intervención de la ONU, pero estaba seguro de poder hacerlo.

Tan pronto propuso su candidatura presidencial y la de Alfonso Guerra como primer ministro, la respuesta fue negativa y abrumadora. No sólo votaban en su contra PIS y PCE, sino también UCD, AP y un buen número de diputados del PSOE. Apenas pudo reaccionar cuando Jorge Vestrynge, que ocupaba el lugar de un "enfermo" Manuel Fraga, propuso a Claudio Sánchez-Albornoz como el primer Presidente de la Republica y a Adolfo Suárez como primer ministro. La propuesta fue aprobada por mayoría absoluta.

Las negociaciones que facilitaron este acuerdo llevaban mucho tiempo en curso. Tan pronto surgieron los rumores del desprecio internacional hacia Gonzalez, la rueda de reuniones comenzó a girar. La intervención internacional en Cataluña los disparó y ahora estallaban frente a un sorprendido González, convertido de repente en un cadáver político.

Los políticos socialistas que accedieron a colaborar con UCD y AP condicionaron su apoyo con la aceptación de los políticos burgueses del estado republicano, una política fiscal que se centrara en las grandes fortunas y una socializacion de "algunas" empresas. Suárez sólo aceptó lo primero y les dijo que, de presionar demasiado, se podían encontrar responsabilizados por el fracaso de las negociaciones a ojos de la nación. Con tal amenaza los "traidores" del PSOE aceptaron la oferta de UCD, tras varios días de duras negociaciones.

UCD retendría la cartera de Justicia, trabajo y defensa. Hacienda sería para AP y asuntos exteriores para un político independiente. Ocho ministros de UCD, tres de AP y tres del "reformado" PSOE se sumarían a uno del PNV y otro de CiU, junto a tres ministros militares que tomarían parte en las reuniones pero sin derecho a voto.

Era un gobierno equilibrado, con ocho miembros de UCD con otros ocho de otros partidos. Se mantenía casi la continuidad, pues ocho de los miembros del nuevo gabinete habían ocupado posiciones ministeriales entre 1975 y 1980, y otros seis habían sido diputados del consejo revolucionario. Entre los socialistas predominaban los moderados o los "reformistas". Así, era un gobierno con considerable experiencia, pero con grandes diferencias ideológicas .

El 17 de mayo el nuevo gobierno comenzó su andadura. El 1 de junio se aprobó la "Ley para la Reforma Militar", que estipulaba la conversión de las fuerzas armadas en un ejército profesional sin reclutas a partir de 1981, reduciendo sus efectivos de 400.000 a 150,000 hombres. Finalmente, el 5 de junio, se confirmaba la validez de la constitución de 1978 y se abolían todas las medidas tomadas desde octubre de 1979.
 


37: Tener y no tener: de junio a octubre de 1980

Uno de los mitos más persistentes de la Transición fue que "Suárez nos salvó", Aunque es cierto que parte de la recuperación fue resultado de su esfuerzo, de la suerte y del trabajo duro del primer ministro para encandilar a la población y a los líderes extranjeros,Suárez consiguió seguir adelante porque, tras tantos desastres, España ya no podía ir a peor.

Durante los meses finales de 1980, Suárez afrontó una tarea doble: mantener a su partido unido y a la economía española viva. Durante su segundo mandato tuvo el balón de oxígeno que representaba la ayuda económica estadounidense que el presidente Carter logró que aprobara el congreso. Sin embargo, la inflacción siguió subiendo y el valor de la peseta continuó decayendo, causando grandes críticas al gobierno.

Mientras, los partidos de izquierda seguían peleando entre ellos. El PCE acusaba al PSOE de haber traicionado a la clase obrera (para entonces, Felipe González y Alfonso Guerra ya habían dimitido de sus cargos en el PSOE y se habían retirado de la política, mientras su partido caía en una profunda crisis). Por supuesto, diversos grupos de ultra derecha se oponían todavía a cualquier sistema democrático y añoraban un retorno a los días de Franco. Para todavía perjudicar más la estabilidad de la República, diversos ultras (procedentes en su mayoría de Fuerza Nueva) hicieron correr el rumor de que la Revolución había sido causada por una conspiración de socialistas y comunistas para romper España (1). Los comunistas replicaron recordando la violencia gratuita empleada por el ejército y las fuerzas del estado contra los trabajadores mientras que los socialistas, habiéndose aliado con el ejército durante la represión, guardaban silencio. Los españoles, por su parte, hartos de tanta pelea, sólo querían seguir adelante.

El fracaso revolucionario fue usado contra el PSOE. Las retiradas de González y de Guerra tampoco ayudarían demasiado (Felipe González acabaría sus días, roto, en Italia, muriendo en ese país en 2015, mientras Guerra caído en el olvido, murió en 2010). Mientras el PSOE intentaba resurgir con el liderazgo de Enrique Tierno Galván,se fue transformado en un partido socialista para la clase media, que, al final, acabaría rompiéndose y su sección más moderada abandonando sus filas para unirse al heredero de UCD, el CDS, en 1996.

AP, por su parte, también se recuperaba de los estragos sufridos en la Revolución. Fraga, que había estado ausente durante la misma para reaparecer con un extraño papel durante el fallido golpe de Armada, fue expulsado del partido y reemplazado por Jorge Vestrynge, muy a pesar de ambos. Enfrentado a la enorme tarea de evitar que el partido se rompiera, Vestrynge acabaría por reconocer su derrota. Entre 1980 y 1982, el partido fue sufriendo numerosas deserciones, ya fuera para unirse al CDS o a CiU, o para crear sus propios partidos. Esto desembocaría, en 1982, en la refundación de Alianza Popular como el Partido Popular (PP).

Suárez, por tanto, podía gobernar sin demasiada oposición. "Sólo" tenía que ocuparse de la depresión mundial y sus efectos en España, del destrozado consenso y de un ejército demasiado interesado en la política. La parte "positiva" era que, con la población tan traumatizada por casi perder la democracia y la libertad en un baño de sangre, estaba encantada de disfrutarla de nuevo. Brutalmente optimistas en ocasiones, profundamente deprimidos en otras, los españoles iban a permanecer tranquilos durante el mandato de Suárez, incrementando el mito de un hombre que nunca fue ni intentó ser lo que hoy se "recuerda" de él.



(1) Las cicatrices serían cerradas, más o menos, hacia la década de 1990 y la del 2000, con las denominadas Leyes Restitutivas destinada a compensar a los que sufrieron bajo el franquismo y la represión de la Revolución de Septiembre.
 
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38: Nuevos amigos y viejos enemigos. de octubre a diciembre de 1980

Una de las primeras tareas del tercer gobierno Suárez fue la entrada de España en la OTAn y el Comunidad Economica Europea. Eran los "efectos colaterales" de la ayuda europea recibida para recuperarse de la Revolución de Septiembre. Los guasones dijeron que, treinta años tarde, por fin llegaba Mr. Marshall a España.

Suárez no pudo evitarlo. La idea de unirse a la OTAN le disgustaba porque significaba depender de Estados Unidos y que éste determinada la política exterior española. Pero hacia 1979 Suárez había empezado a considerar el tema de otra manera, pues unirse a la OTAN calmaría a los militares. De todos modos, la llegada de los dólares americanos forzó la situación, sobre todo cuando Ronald Reagan se convirtió en presidente de EEEUU en 1981 y condicionó cualquier préstamo a la entrada española en la OTAN y a la renovación de las bases americanas en el país.

Sobre la CEE, España ya había pedido incorporarse a la misma en 1977, junto a Portugal. El primer intento, en 1962, había sido rechazado, obviamente, pero ahora se trataba de una cuestión distinta y el proceso empezó a tomar formar a partir de abril de 1979. Se envió a Bruselas una delegación encabezada por Marcelino Oreja, ministro de exteriores, que acabaría por lograr la entrada de España en la CEE el 1 de enero de 1984.

En torno a 1979 Adolfo Suárez retomó sus contactos con Leon Tindemans, ex primer ministro belga y por entonces presidente de la Internacional Demócrata Cristiana (IDC), asociación en la que quería integrarse la UCD.

Un efecto de la salvaje represión de los contrarevolucionarios fue la campaña de terror que los paramilitares llevaron a cabo en el País Vasco, donde se produjo una auténtica caza de todo lo que sonara nacionalista o del entorno de ETA. Sin una fuerza multinacional que lo evitara, para cuando el gobierno, presionado por la ONU, detuvo los actos de violencia, varios cientos de nacionalistas vascos, inocentes de cualquier crimen, habían muerto o tenido que huir a Francia. ETA, por su parte, tuvo que retirarse al país vecino, con su estructura destrozada. Tras su sangrienta campaña de 1978, ETA no volvería a aparecer en el escenario político español en 1984, afortunadamente, sin el mismo apoyo ni la misma potencia que una vez tuviera.

Así, con el flujo de ayuda internacional, a finales de 1980 España parecía recuperarse con gran rapidez. La caída de la productividad y el explosivo incremento de los salarios experimentados desde 1974 comenzó a frenarse, pero no así el paro, que se mantenía alto, ni en la inflación, que llegaba al 16%. El gasto público crecía, y las reservas de moneda extranjera empezaba a vaciarse.
 
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39: Enamorado de la moda juvenil: los años 80 en España

Cuando Ronald Reagan se convirtió en el 40o presidente de EEUU, España se convirtió en uno de sus objetivos. Era un país clave en su cruzada anticomunista y, dado que el país había sufrido y derrotado a una revolución "comunista", su interés era enorme. En unjo de su primeros discursos internacionales, Reagan afirmó que su país apoyaría "la completa integración" española tanto en la OTAN como en la CEE. Elogió a los españoles por su "coraje" al resistir tanto a un golpe de estado como una revolución comunista. Estados Unidos, dijo, veía a España ''no sólo como un gran aliado estratégico y un socio de confianza, sino como a un viejo amigo".

La nueva República Española sufría una inflación masiva que no se podía permitir y que devaluaba constantemente el valor de la peseta. Si en 1977 se necesitaban 87,30 pesetas para comprar un dolar, en 1980 hacía falta 127,10 pesetas. Hasta mediados de 1980, la moneda española logró permanecer estable. Se fueron adoptando diversas soluciones, como aceptar gran cantidad de préstamos de EEUU para desarrollar la industria y las infraestructuras españolas. Por supuesto, este endeudamiento estaba creando un gran problema, pero por el momento nadie parecía preocuparse por ello.

Suárez tuvo suerte, pues desde 1980 en adelante España gozó de una periodo de cierta calma. La economía comenzó a crecer y la calma regresó a la población. Una vez se estabilizaron los ánimos, Suárez comenzó a hacer lo mismo con la moneda, que daría confianza en la economía española, mejorando la recuperación tan necesaria. Logrado esto, la confianza internacional haría que creciera la economía española.

La clave de esta recuperación fue el Tratado de Washington (Marzo de 1980): un acuerdo entre diversos bancos estadounidenses y el gobierno español por el cual los primeros prestaban dinero a España a cambio de que ésta diera garantías para asegurar el pago. Así se hipotecaron los ferrocarriles, el Banco de España y diversas industrias. Con la notable recuperación de la economía española, nadie se preocupó de la creciente dependencia respecto a las finanzas americanas.

España era feliz, pese a todo. Los malos tiempos parecía cosa del pasado.Los cines, los bares y los clubes estaban llenos de clientes. La Movida Madrileña revolucionaba el panorama cultural. El cine, el teatro, la música y la literatura española entraron en una época dorada de gran creatividad. Hollywood invadió los cines españoles. España era presa de una euforia tremenda, feliz de gozar de nuevo de la libertad.

No todos eran felices en España. Los más conservadores y los reaccionarios no estaban contentos con los cambios que se producían. Afirmaban que se estaban traicionando los valores españoles de siempre al adoptar costumbres extrajeras, en especial con las películas de Hollywood, que convertían a Nueva York en la capital global de la moda.
 
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40: Reformas, criticas y sorpresa: de enero a mayo de 1981

El año comenzó con la aparición de dos nuevos partidos políticos: el PDE y el PPE. El Partido Demócrata de España (PDE) fue fundado por ex miembros del PSOE. Era un partido social liberal liderado por Raúl Morodo (ex miembros del PSP de Tierno Galvan). Su base social era la clase media, los funcionarios públicos, los maestros, los científicos y los artesanos y se consideraban profundamente nacionalistas, aunque también favorecían la colaboración internacional.

El otro partido era el Partido Popular Español (PPE), creado por otro ex-socialista, Miguel Boyer. Representaban a los intereses de los industrialistas y fomentaba los valores familiares cristianos, la educación secular, bajos impuestos, oposición total al sistema del bienestar y los subsidios agrarios, además de ser profundamente hostiles al marxismo (incluyendo en ello tanto a comunistas como socialistas). Que un ex miembro del PSOE hubiera adoptado tal actitud política explicaba bastantes cosas sobre el caos que afectaba al partido socialista.

Por su parte, desde octubre de 1979, Suárez había estado ocupado reformar el mercado laboral, el permiso de maternidad y las ayudas a los desempleados, un proceso que finalizó en enero de 1980. Se incrementaron un 40% las ayudas a los parados y, el 29 de marzo, se aprobó una serie de leyes que afectaban a los impuestos y a las tasas aplicadas a las empresas y a los capitales, seguidos por la Ley de Reformar de los Salariost (Abril de 1980), que mejoró en gran medida los sueldos de los funcionarios, y la Ley de la Vivienda, (mayo de 1980), que buscaba ayudar a los grupos sociales economicamente vulnerables a encontrar una vivienda, junto a la Ley de Protección de los Propietarios (Junio 1980), que buscaba combatir los deshaucios y "los aumentos desmedidos de los alquileres", creando oficinas de asistencia para propietarios e inquilinos, y un juez para mediar en las disputas.

Estas leyes preocuparon a la CEOE, que empezó a ver con malos ojos el giro a la izquierda que estaba dando Suárez, y que daban razones para desconfiar a los partidos de derecha y a los conservadores. Entonces llegó la sorpresa.

El 21 de mayo, de repente, Suárez presentó su dimisión como primer ministro. Un mes después,el parlamento votó a su sustituto, Jaime Lamo de Espinosa, que había sido ministro de agricultura desde 1978. Tras su elección Lamo de Espinosa convocado nuevas elecciones, que tendrían lugar el 1 de septiembre de 1981.

Para empeorarlo todo, Suárez guardaba un silencio absoluto sobre la causa de su dimisión.
 


40: Un partido para siempre: el escenario políticos español en los años 80

La inesperada dimisión de Adolfo Suárez fue seguida, el 1 de junio, por su retirada como presidente de UCD. Luego abandonó el partido que creó y, el 29 de julio de 1982, se presentó con una nueva formación, el Centro Democrático y Social .

Como el mismo Suárez admitiría más adelante, tras el fallido complot de la "Casa de la Pradera", aunque logró mantener el control de partido, Suárez tuvo que luchar para mantenerlo vivo con una creciente dificultad. La Revolución de Septiembre le otorgó un periodo de gracia, pero la ruptura era inevitable. Por ello dejó la UCD para formar un partido que pudiera sentir como propio, con su gente (es decir, personas leales que él pudiera sentir como tales y controlar) en una versión mejorada de la UCD.

Esto tuvo lugar en un momento en el que el panorama política de la joven Tercera República Española se había fragmentado más allá de los sueños más salvajes del más enloquecido amante de la historia alternativa. En enero de 1982, en España existiían 18 partidos políticos.

Izquierda

Partido Demócrata Español (PDE). Un partido social-liberal de izquierdas. De hecho, es euno de los dos partidos liberales más potentes. Su periódico es el "El Vigía del Pueblo"

Partido Comunista de España (PCE) Con Gerardo Iglesias al frente, el PCE ha recuperado su programa marxista-leninista y, aunque ha abandonado su postura revolucionaria, apoya todavía la creación de un estado comunista al etilo de la Unión Soviética. Su periódico es el "Mundo Obrero"

Partido Socialista Obrero Español (PSOE), liderado por Luis Gómez Llorente tras la retirada de Felipe González, mantiene la línea socialdemócrta adoptada por su antecesor. Su periódico es "El Socialista".

Partido Socialista Independiente (IPIS). La facción más extremista del PSOE. Tras una ruptura interna en la que parte de sus miembros más de izquierdas se unirían al PCE, en 1982 el PIS volvió a fusionarse con el PSOE. Era un partido marxista que buscaba cambiar la sociedad mediante programas sociales progresivos

Partido Comunista Obrero Español (PCOE), Una curiosa amalgama de uiltranacionalistas y socialismo radical, que adaptaba el programa marxista-leninista a los principios de la "españolidad".

Centro

Partido del Estado Español (PEE). Formado en 1979 por la unión de Fuerza Nueva y restos del Sindicato Vertical. Es menos minoritario de lo que podría parecer.

Unión de Centro Democrático (UCD) , liderado por Leopoldo Calvo Sotelo tras la dimisión de Suárez. Entre 1982 y 1983 sufrió diversas rupturas internas y deservios que llevarían a la disolución del partido el 18 de febrero de 1983.

Centro Democrático y Social (CDS). El nuevo partido de Suárez, una versión de UCD sin sector socialdemócrata (1)

Derecha

Partido Popular Español PPE). Surgido de una ruptura de UCD, es un partido de centroderecha nacionalista y liberal. Su primer presidente fue Pio Cabanillas hasta ser reemplazado por Miguel Boyer, que alineó los intereses de su partido con los de los industriales.

Convergència i Unió (CiU), una coalición de partidos nacionalistas de centroderecha catalanes. Considerado moderado en España. Su presidente es Miquel Roca.

Partido de los Trabajadores Españoles (PTE). Formado en 1980 por ex miembros de laFalange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, disuelta por Suárez en 1977. En 1990 se rebautizó como "Falange Española" (FE).

Alianza Popular (AP). El partido de Manuel Fraga está ahora liderado por Jorge Vestrynge, y es el partido principal de la oposición de derechas de España,. Menos ruidoso que en su etapa fraguista, parecer evolucionar hacia posicione de centro.

Partido Socialista Español (PSE). ¿Dónde sino en la España de los 80 podemos encontrar un partido de ultra derecha que se llame así mismo "socialista". Creado en 1980, era un partido muy organizado y jerarquizado. Acabaría por disolverse en 1982 para fusionarse con el PTE. Apoyaba la unidad de todas las clases en un estado corporativista de corte fascista.

A estos partidos podemos sumar Esquerra Republicana de Catalunya, (ERC), un partido nacionalista de izquierdas catalán; el Partido Nacionalista Vasco (PNV), partido de nacionalista vasco de corte demócrata cristiano;Herri Batasuna (Unidad Popular, HB), un partido nacionalista vasco de extrema izquierda; Euskadiko Ezkerra (EE), socialista; Bloque Nacionalista Galego, (BNG), una coalición de partidos de izquierda nacionalista gallegos fundada en 1982.

(1) Jocoso, por lo menos...:D
 


41: Un camino largo y tortuoso: de mayo a septiembre de 1981

Una de las más tristes características de la Tercera República Española es que estuvo desde sus primeros días bajo el ataque de sus enemigos.

Felipe González recibió duras críticas de la ultraderecha y los conservadores, que le llamaron traidor por haber causado la caída de la monarquía, la abdicación de Juan Carlos I y por permitir que la revolución tomara cuerpo. La izquierda (en especial los comunistas), por su parte, le acusaba de traicionar a la clase obrera. Alfonso Guerra también fue objetivo de estos ataques, junto con muchos de los lideres socialistas. Desde 1980 a 1985, Felipe Gonzalez fue a los tribunales en 170 ocasiones para defender su honor de las calumnias vertidas contra él por ambos bandos.

El lector no se sorprenderá si digo que González perdió la mayoría de las casos, pues muestra hasta que punto la República estaba indefensa frente a sus enemigo, pues los ataques contra González también iban contra ella. A medida de que los jueces más antiguos fueron siendo reemplazado por otros más jóvenes, González pudo defenderse mejor y con algo más de éxito. Pero para entonces la desconfianza hacia los juzgados españoles y su falta de objetividad se habían convertido en legendarias.

Mientras, el PSOE intentaba aproximarse a UCD y al CDS y a mejorar sus perspectivas como partido socialdemócrata, dañando en el proceso sus relaciones con los otros partidos de izquierda y sin poder desplazarse hacia el centro-izquierda.

Con las elecciones cada vez más cerca, el nivel de ferocidad de los ataques lanzados en todas las direcciones crecieron. Los problemas internos del PSOE y de la UCD se hicieron de dominio público, siendo especialmente obvios en el partido de centro, que, de hecho, estaba completamente carente de liderazgo, pues Jaime Lamo de Espinosa carecía de apoyos entre los barones o conexiones con las diferentes familias. Que fuera el presidente del gobierno significaba poco para los que se creían llamados a sucederle y pronto el partido cayó en una guerra civil abierta.

El primer desertor fue Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, que, el 5 de agosto, junto a otros tres diputados, dejó UCD para unirse a AP. Apenas una semana después,Herrero, siguiendo lo que había hecho en UCD, comenzó a conspirar contra Vestrynge para deponerlo. Dos semanas después el siguiente en marcharse fue Francisco Fernández Ordóñez, que se llevó consigo la facción socialdemócrata de UCD para unirse al PDE de Modoro.

El 1 de septiembre Landelino Lavilla se convirtió en el presidente de la moribunda UCD, que al día siguiente perdió a Fernando Álvarez de Miranda y a los democratacristianos, que se marcharon para formar el Partido Demócrata Popular (PDP), que, a su vez, desaparecería unos pocos días después cuando algunos de sus miembros (Jaime Mayor Oreja, Javier Arenas, José María Álvarez del Manzano y José Ignacio Wert) dejarían el partido para unirse al CDS. Tras esto, el presidente del PDP, Óscar Alzaga, disolvería el partido para ,junto lo que quedaba de su partido, unirse a AP. Finalmente, Antonio Garrigues Walker dejó UCD para unirse al PPE de Boyer.

Mientras, Pablo Castellano, profundamente criticado por su triste papel durante la fracasada revolución, dimitió el 18 de julio, siendo reemplazado por Enrique Tierno Galvan, llo que causó otra ruptura interna del PSOE cuando Castellanos y sus seguidores dejaron otra vez el partido para volverse a unir al PIS.
 


42: Votantes y vencidos: el proceso electoral autonómico: de marzo a junio de 1981

Mientras la carrera electoral proseguía, el gobierno aprobó la Ley de Defensa de la Democracia, el Concierto Económico Vasco, la ANE (Acuerdo Nacional de Empleo) y la Ley del Divorcio, además de solicitar, formalmente, la entrada de España en la OTAN.

Además empezó a considerarse una reforma del proceso autonómico, algo que ofendió tanto a CiU como al PNV, pues postulaba un retorno progreso de las competencias dependiendo de las capacidad de cada región para asumirlas, de manera que todas tuvieran al final las mismas competencias. Los nacionalistas vascos y catalanes acusaron a esta futura ley de reforma autonómica de ser anticonstitucional, pues dicha ley interfería con sus respectivos estatutos. Sería el comienzo de un largo y complicado proceso que terminaría en fracaso y amargura.

Esta idea de UCD fue usada contra ella por políticos de Madrid y Murcia, que querían que el proceso autonómico fuera aplicado también a ellos. Sintiendo la debilidad del gobierno, lo presionaron, pero sus demandas fueron rechazadas una y otra vez y sólo contribuyeron a empeorar el ambiente político. Si esperaban lograr el éxito obtenido por Andalucía, estaban muy equivocados. Con la delicada situación del PSOE, nadie estaba para apoyarlos.

Cuando Andalucía pidió un incremento en la transferencia de las competencias de las autonomías, Lamo de Espinosa se enfureció. El gobierno rechazó las presiones del PSOE-A y se reafirmó en el actual proceso de devolución asimétrica, que no iba a experimantar cmabios. Esto, por supuesto, fue el final de UCD en Andalucía.

Llegaron las elecciones autonómicas vascas, catalanas, andaluzas y gallegas, que fueron un duro golpe para la UCD. Las primeras fueron las vascas, celebradas el 9 de marso de 1980. Ganó el PNV con un 44% del voto y 28 escaños. Le seguían el PSE-PSOE, con un 15.1% y 10 escaños; UCD 13.5% y 9 escaños, EE con 12.8% y 8 escaños y AP, con 4.8% de los votos y dos escaños. Fue un claro aviso para UCD. Carlos Garaikoetxea (PNV) se convirtió en el nuevo Lehendakari.

En Cataluña Jordi Pujol no sufrió demasiado por el daño causado por su deserción y las de los principales líderes nacionalistas durante la Revolución: CiU obtuvo un 23.83% de los votos y 40 escaños; UCD logró un buen resultado con su versión catalana (Centristes de Catalunya-UCD). 22.43% y 38 escaños. PSC-PSOE y PSUC disputaron una feroz lucha que hizo un gran daño al PSC, que perdió todos sus apoyos pre-revolucionarios. Así, el PSUC se convirtió en la tercera fuerza política catalana con un 18.77% y 25 escaños, obteniendo el PSC 10.61% de los votos y 10 escaños). Esquerrra Republicana de Catalunya (ERC) ganó un 8,90% de los votos y 14 escaños.

Entonces llegó el desastre. Dañado por la lucha autonómica y su oposición a aplicar el artículo 151, UCD se estrelló en las elecciones andaluzas de mayo. Ganó el PSOE-A, con 29.8% de los votos emitidos (25 escaños), un resultado notable para el partido en esas circunstancias. UCD ganó el 22% de los votos y 20 escaños. AP (con el 27% y 22 escaños) y PCE (16.5%, 18 escaños) salieron mejor parados de lo que esperaban los analistas políticos, especialmente AP, que se benefició de la caída de UCD.

Esta victoria del PSOE-A, al no ser tan grande como su presidente, Rafael Escuredo, esperaba, frenó su intento de hacerse con la secretaría general del PSOE. por ello, tuvo que esperar a intentarlos de nuevo en 1984.

Entonces, en mayo de 1981, llegó el síndrome del aceite tóxico, también conocido como síndrome tóxico o enfermedad de la colza, que desató el pánico de la población y una tempestad política. La causa de la enfermedad resultó ser el consumo de aceite de colza desnaturalizado, que no estaba autorizado para el consumo alimenticio en España. Para evitar que se destinasen partidas de ese aceite al consumo humano dentro de la península, se obligó a los importadores a añadirle un colorante -desnaturalizarlo- que disuadiese su uso en alimentación. Importado de Francia para uso industrial, pero fue comercializado de forma fraudulenta para el consumo humano. Puesto a la venta en mercadillos ambulantes sobre los que las autoridades municipales no ejercieron inspección o control alguno, el aceite causó estragos.

Las autoridades quedaron perplejas, de manera que un mes después del comienzo de la epidemia aún se carecía de una estrategia. Una vez determinado su origen en junio de 1981, se inició un programaba de cambio del aceite adulterado por aceite puro de oliva, lo que puso fin a la epidemia. Hacia finales de 1982, el número de muertes causado por el aceite adulterado se cifraba en 1100, además de 25.000 afectados con secuelas por la enfermedad.

Las elecciones gallegas del 20 de junio tuvieron lugar en medio de una ansiedad generalizada, pues las predicciones no resultaban creíbles (una característica de la Tercera República, siendo especialmente notorio el caso de la agencia Metroscopia, que se convertiría en objeto de numerosas chanzas y burlas por sus generalmente erróneas predicciones). UCD perdió la hegemonía que venía ostentando desde 1977. AP ganó las elecciones con un 30.5% de los votos emitidos (26 escaños). UCD obtuvo el 27,8% (24 escaños), el PSG-PSOE el 15.6% (14 escaños) y el PCE 6.9% (3 escaños). En sus primeras elecciones autonómicas, el Bloque Nacionalista Galego (BNG) alcanzó el 7.1% de los votos y ganó tres escaños. La alianza UCD-AP dio la presidencia de la Xunta a Xerardo Fernández Albor, de AP.

Entonces, con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, el PSOE de Tierno Galván descubriría su nuevo y mortal Talón de Aquiles.
 


43: Las primeras elecciones generales de la Tercera República Española: 1 de septiembre de 1981

Cuando Alonso Puerta, teniente de alcalde del PSOE en el ayuntamiento de Madrid, acusó a Baltasar Aymerich y a Jesús Espelosín, delegados de Hacienda y Saneamiento, respectivamente, de haber aceptados sobornos, saltó el escándalo.

Fue en el peor momento posible para el PSOE, no ya por la cercanía de las elecciones sino porque el "caso Fidecaya" todavía estaba presente en muchas memorias y enfureciendo al país. El caso Fidecaya comenzó el 4 de julio de 1981 (1) la liquidación forzosa de la entidad de ahorro particular Fidecaya. Ello era debido al fraude masivo que, mediante una doble contabilidad, la caja había llevado, lo que, junto a unas inversiones catastróficas, llevó a Fidecaya a tener una deuda de 1.800 millones de pesetas, que fue asumida por RUMASA junto al resto de a caja, prometido su presidente que pagaría la deuda y devolvería el dinero a los accionistas de Fidecaya (2). Fue entonces cuando Alonso Puerta hizo saltar la leibre.

La reacción del PSOE pasmó a España. Como puerta actuó por unas informaciones procedente de un edil de UCD en el ayuntamiento, Florentino Pérez (2), Puerta fue acusado de ser un caballo de Troya y parte de un complot de UCD para destruir el PSOE. Por ello, la solución socialista fue expuisar a Puerta del partido y no hacer más, lo que hizo que la opinión pública exigiera explicaciones. Y cuando el PSOE las dio... pues mejor que no lo hubiera hecho. El primero en hablar fue Joaquín Leguina, que desmintió rotundamente que se hubiera recibido ningún dinero. Entonces habló José Barrinuevom, que reconoció que se había recibido algún dinero, pero que el PSOE lo había devuelto ipso facto (3). Entretanto, la credlbilidad del PSOE y su imagen se fueron ensuciando más, y la de Tierno Galvan, cuyo control del partido fue puesto en duda.

El tema no quedó ahí, pues resurgió en 1982 (4) cuando se demostró que una empresa, Sellberg, "donó" 10 millones de pesetas al PSOE, que fueron recibidos por Emilio Alonso Sarmiento, miembro de la ejecutiva socialista y que tanto Leguina como Barrionuevo (y Juan Barranco) lo sabían todo. La reputación de Tierno Galvan salió malparada. Incuso si no sabía nada del tema, era obvio que se había fiado de la gente equivocada y, peor todavía, mantenía en sus cargos a implicados en el escándalo, y, en lugar de aclarar el asunto, había expulsado a Puerta. O Tierno Galvan no era consciente de lo que pasaba (que ya era malo) o lo estaba intentando tapar (que era peor).

Entonces llegaron las elecciones, adelantadas, pues no tocaban convocarlas hasta comienzos de 1983.

El 1 de septiembre de 1981 los españole fueron a votar masivamente. Las pasiones desatadas por la Revolución estaban todavía presentes. Las encuestas anunciaban que la UCD se iba a hundir, pero que el PSOE no iba a salir tampoco bien parado. Dividido entre los que querían convertirlo en un partido socialdemócrata moderno y los que seguían fieles al marxismo, el PSOE apenas se mantenía unido bajo el liderazgo de Pablo Castellano, que sufría graves críticas por el sector reformistas liderado por Narcís Serra, Carlos Solchaga, José Barrionuevo y Joaquin Almunia.

El PSOE logró convertirse en la mayor fuerza del parlamento, con 5,604,398 votos (26.1% del total), y 73 de los 350 escaños del Congreso. La UCD, por su parte, fue diezmada en la peor derrota sufrida por ningún partido europeo que ostentara el gobierno (1,319,446 votos, 6.1% del total, 21 escaños). El partido de Suárez, el Centro Democrático y Social, obtuvo 3,845,001 votos (17.9% del total) y 62 escaños, mientras Alianza Popular aprovechaba el desastre de UCD: 3,249,100 votos (15.13%) y 52 escaños, doblando los votos y los escaños obtenido en 1979. El PCE se hundió: 589,454 voto (2.74%) y 9 escaños. (5)

La participación fue considerablemente alta; 79.97%.

La cuestión era... Quién podría formar un gobierno?

(1) En nuestro "mundo" tuvo lugar el 4 de septiembre de 1981.
(2) Lo que no llegó a pasar.
(3) Si... ESE Pérez....
(3) Más o menos, la defensa del PSOE fue
-No, no recibimos ni un duro.
-Bueno, nos ingresaron algo de dinero en el banco.
-Todo el dinero recibido que no reconocíamos haber recibido fue devuelto íntegramente.
(4) En nuestro mundo, el caso Sellberg estalló en 1984
(5) Los resultados de los otros partidos:

PPE 3,203,384 votos, 13.09%, 49 escaños.
PIS 2,046,813 votos, 9.53%, 33 escaños.
PDE 1,965,101 votos, 8.03%, 28 escaños.
CiU 773,344 votos, 3.60%, 12 escaños.
PNV 319,108 votos, 1.48%, 5 escaños.
PTE 218,596 votos, 1,01%, 3 escaños.
 


44: "Eso no les va a funcionar": Septiembre de 1981 - Noviembre de 1982

Las elecciones generales de septiembre de 1981 se convirtieron en el modelo de lo que sería una década de inestabilidad política en España. Algunos de los problemas de la República ya estaban allí, como el "presidente sin corona": la figura del Presidente de la República es, todavía hoy, considerada como un intento de reemplazar al rey con una institución de igual fortaleza.

El problema venía del artículo 98 de la Constitución, que daba al presidente el poder para "tomar todas las medidas necesarias" en caso de que surgiera una emergencia, lo que sería usado con bastante frecuencia en los años 90 en los famosos "decretazos", sin tener que contar con el apoyo del parlamento. Peor todavía, el artículo 98 no definía claramente lo que constituía una "emergencia" y por tanto justificara el uso del artículo. Sin embargo el parlamento podía anular esos "decretazos" con un simple voto mayoritario, lo que podía forzar, por otra parte, a que el presidente, siguiendo el artículo, disolviera el parlamento y convocara elecciones en un plazo de 60 días .

El otro problema que salió a la luz en 1981 fue la fragmentación del voto y el excesivo número de partidos, lo que condujo a un parlamento muy dividido y debilitado, con la consiguiente dificultad para formar un gobierno de mayoría.A esto se sumaba la complicada situación económica, que favoreció en los primeros años de la década de 1980 que se radicalizara el voto.

Esta fragmentación hizo que en septiembre de 1981 el PSOE fuera incapaz de formar uh gobierno por la falta de aliados y el odio mutuo entre los socialistas y el PIS y el PCE, lo que llevó a un nuevo gobierno de Adolfo Suárez, que encabezó una coalición formada por el CDS, el PDE (izquierdas social liberal) y el PPE (un partido nacional-liberal de derechas). España estaba regida por un presidente socialista, un primer ministro centrista y un parlamento dividido.

Esta coalición duraría hasta noviembre de 1982. Una de sus medidas más recordadas fue el aumento de la prestación del paro en un 40%, siendo otras las intensas relaciones internacionales del gobierno, estando el primer ministro Suárez muy activo mejorando las relaciones con el mundo árabe y Francia, logrando de manera sorprendente, una gran sintonía su colega galo, el socialista François Mitterrand, con el que llegaría a un cierto grado de entendimiento. Suárez también adoptó una linea dura con ETA, que llevó a la banda terrorista a clasificarle como "un matón fascista disfrazada con un gorro frigio". Suárez replicó con un sencillo: "Eso no les va a funcionar" , que, junto a su ya famoso "puedo prometer y prometo" se convertiría en una de sus frases inmortales.

Suárez, presionado por sus aliados de izquierdas, adoptó una política monetaria y fiscal expansionista entre 1981 y 1984 para reducir el empleo, objetivo en el que logró un éxito moderado ya que las reformas fiscales introducidas en 1982,con reducciones aplicadas a los ingresos y riqueza y aumento de los programas públicos, llegaron a proporcionar 50.000 trabajos en 1981–82, o 100.000 si tenemos en cuenta al sector público. Este logro fue realizado a coste de un gran gasto, que llevaría a que el déficit del estado se doblara en estos dos años.

Un punto débil del gobierno fueron las constantes peleas entre los ministros del CDS y sus colegas del PPE sobre las ayudas del desempleo lo que, al final, acabarían por causar la caída del gobierno en noviembre de 1982, cuando Suárez, tras anunciar la ruptura del gobierno de coalición, presentó al nuevo gobierno, que incluía al PSOE y dejaba fuera al PPE.
 


45: Grados de gris: septiembre de 1981 - Noviembrede 1982

La presencia delas tropas internacionales en Cataluña y la cuestión de los prestamos causó la primera crisis del tercer gobierno Suarez creando una espiral que envenenaría la política española de los 80.

Ronald Reagan no había dado un cheque en blanco al gobierno español. Su ayuda tenía un precio y el primer pago había sido la entrada española en la OTAN. Reagan prestaba especial cuidado a las relacione con la democracia española sobre todo por el fallido intento "comunista" de hacerse con el poder. Por ello Washington decidió cuidar la transición española y la ayuda económica fue completada por las frecuentes visitas de altos cargos norteamericanos a Madrid para mostrar la solidaridad americana. Esto junto a las negociaciones para renovar las bases de EEUU en España debía reforzar los lazos entre ambas naciones.

Así España se convirtió en un tema de confrontación entre el secretario de defensa americano, Caspar Weinberger y el secretario de estado, George Shultz. Ese estaba convencido de que llegar a acuerdos diplomáticos con España aumentaría la seguridad norteamericana mientras que el primero estaba convencido de que sólo una estrecha vigilancia de los asuntos españoles podría funcionar (obsérvese que ni Weinberger ni Schultz se preocupaban por la seguridad española no era asunto suyo). Reagan no intervenía en tales disputas aunque se mostraba de acuerdo con el punto de vista de Shutlz.

En España la influencia americana era mal vista por alguna gente (con independencia de su ideología) que temía que los EEUU intentaban convertir a España en una colonia

Esta sensación fue reforzada por la presencia de la Fuerza Muiltinacional y los prestamos. Cuando a comienzos de 1982, el retraso para pagar los prestamos se había convertido en algo excesivamente regular (6 en los últimos doce meses), estalló la crisis. Francia presionó a España para que pegara, mientras que Londres proponía renegociar a la baja los pagos. Entonces apenas unas semana después de comenzar su nuevo mandato Suárez se vio en la obligación de devaluar la peseta un 8%. París creía que Madrid lo había hecho expresamente para desafiar a sus creditores y estaba contemplando el gobierno galo en aumentar su presencia militar en Cataluña para presionar todavía más al gobierno español. Curiosamente, el presidente francés no estaba de acuerdo con su primer ministro, y consideraba que bastaría con amenazar con sanciones económica s conjuntas para forzar a Suárez a ser sensato

Fue entonces cuando la premier inglesa, Margaret Thatcher, recordó a Mitterrand las consecuencias de la ocupación francesa del Rur en 1923. Inmediatamente París reconsideró sus ideas y comenzaron a buscarse otras soluciones. Por desgracia par entonces el daño estaba hecho y para los españoles, el presencia de la Fuerza Multinacional se convirtió en un agravio similar al de Gibraltar

Mientras la cuestión de los pagos seguía no sólo sin resolverse sino que además coartaba la libertad de maniobra del gobierno español. Peor todavía, el español medio estaba desinformado de las verdaderas condiciones de los prestamos y a tribuía lo sucedido a una conspiración internacional para hundir a España. Este problema junto con las diferencias entre ministros sobre las ayudas del desempleo llevaron al gobierno de Suárez a la ruptura, que acabó por manifestarse cuando el PPE anunció que no podía seguir apoyando la política exterior de Suárez. A finales de octubre de 1982, con los rumores Washington y Londres iban a proponer una nuevo calendario de pagos y nuevas medidas para evitar los impagos el 4 de noviembre el gobierno dimitió y el 10 de noviembre fue reemplazado por otro de colación entre el CDS y el PSOE con Suárez todavía al frente, un Suárez que empezaba a mostrar el desgaste causado por llevar el peso del gobierno.

El nuevo gabinete estaría basado en la alianza formada por el PSOE, el CDS y el Partido Demócrata Español (PDE), que logró mantener a Pedro Solbes al frente del ministerio de Hacienda. (1)

(1) Solbes abandonaría el PDE en 1985 y se uniría al PSOE. El PDE acabaría por unirse, en 1990, al Partido del Estado Español (PEE).
 


46: Las extrañas alianzas políticas. Del 5 al 11 de noviembre de 1982

El nuevo gobierno tuvo que hacer frente al denominado "ultimatum de Londres", hecho público el 5 de noviembre, que demandaba que para el 11 de noviembre Madrid aceptara el nuevo calendario de pagos; además, debía procederse a reformar el ejército según lo estipulado en los acuerdos firmados en abril de 1980 e iniciar el juicio de los criminales de guerra. En caso de incumplimiento, se aplicarían sanciones económicas en las exportaciones españolas.

Hasta el día 10 estuvieron los partidos discutiendo sus posiciones respecto al ultimatum. El PIS, el PSOE y CDS apoyaban aceptarlo el PDE estaba dividido y dejaba la decisión final en mano de sus parlamentarios y AP se opinía encarnizadamente. Mientras, los intentos del PSOE por convencer al PIS para que formara parte del gobierno de coalición fracasaron pues los del PIS no querían colaborar ni con los socialistas ni con Suárez. Suárez, fracasado su intento de formar un gobierno de unidad que incluía también a AP y tras discutirse si el nuevo primer ministro sería él o Enrique Tierno Galván (PSOE), se hizo cargo del gabinete..

En la tarde del 10 Suárez presentó su gobierno aunque faltaban por decidir algunos ministerios, como el de exteriores, temporalmente dejado en manos de Fernando Morán (PSOE). Suárez propuso entones en las cortes que se aceptara el ultimatum cosechando 220 votos a favor, 129 en contra y una abstención. En la noche del 10/11 se informó a Londres, París y Washington de que se aceptaban las condiciones.

El gobierno de coalición contaba con la mayoría tanto en el Congreso cono en el Senado. Además, contaba con el apoyo del PIS para este asunto en particular. Tanto AP como PPE votaron en contra, mientras que la extrema derecha rugía de indignación ante la cláusula referente a los "criminales de guerra".

Así terminó 1982.