Esta es una idea que llevo acariciando varios días y por la que me he decidido finalmente, en forma más modesta de la original. Voy a ver si puedo crear una historia alternativa y plausible de los cátaros. Toda recomendación y sugerencia que ayude a mejorar este proyecto es más que bienvenido.
Adelanto que no tengo ni idea de por dónde discurrirá este "Y si..."
1. Los orígenes
La emigración cátara hacia la Península Ibérica y la Lombardía comienza con el goteo de los años 1213-1220. Tras la carnicería de Montsegur (1209) y las hogueras que habían seguido a la caída de las fortalezas en las que se habían refugiados los perfectos y perfectas cátaros (Minerva, Lavaur, Cassès..), los cátaros optan por abandonar las grandes ciudades occitanas y desperdigarse por la campiña. Una minoría opta por marchar a la Lombardía y a la Península Ibérica, mezclándose con mercaderes y comerciantes que cruzan las fronteras. En Italia se instalan en las comunas de Mantua, Ferrara, Padua, Verona y Como, mientras que en la península Ibérica pueden ser encontrados cerca de centros comerciales y laneros como Perpiñán, Vilafranca de Conflent, Puigcerdà, Ripoll, Sant Joan de las Abadesses, Tortosa y Girona; en Jaca y su demarcación pirenaica, en Burgos, Palencia y León. Aunque las fuentes históricas no puedan verificarlos, algunos de los componentes de las diezmadas diócesis de Albi, Carcasonne y Agen cruzarán los Pirineos buscando refugio en Aragón, como prueba el fugaz paso del socius del obispo cátaro de Tolosa por Sant Joan de las Abadesas.
El goteo se detendrá brevemente entre 1220 y 1230 pero, con la derrota definitiva de la causa occitana y los tratados de Meaux (1229) y Lorris (1242) y las acciones de la Inquisición, la llegada de refugiados se reanudará de nuevo a partir de 1230, que motivará las duras medidas anticátaras de 1232-1233 en los reinos peninsulares, además la introducción, en 1232, de la Inquisición en la Corona de Aragón, para convertirse en una riada entre los años 1240 y 1250. Es entonces cuando llega el anciano Guilhabert de Castres, junto con su "hijo mayor" y sucesor Bertran Martí, se refugiará en Aragón poco antes de su muerte, en 1240. Le seguirán Arnaud Roger y Raimond Aguilher, diácono de Sabartès, en Razès. También se refugiarán en la peninsula miembros de las família Pèreille, Lamothe y los escasos su pervivientes de los de Laurac. De hecho, cuando la fortaleza de Montseguir cae y los cruzados no encuentran la gran congregación cátara que esperaban -lo que no será óbice para que se quemen en la hoguera a más de 150 creyentes cátaros-, surge una paranoia de "avistamientos" de herejes cátaros, como el de Corba y Esclarmonde de Péreille, de los que existen informes de la Inquisición que apuntan a su presencia en Lleida hacia 1245 y en Tarragona en 1250 (otras fuentes apuntan a que madre e hija se refugiaron en la Lombardía, donde Corba fallecería en 1251).
Aprendida la lección, y vista la actuación real y eclesiástica contra los herejes burgaleses y palentinos, como podemos leer en la Crónica de Lucas de Tuy, los cátaros procuraran desaparecer entre la multitud, aunque algunos caen en las redes de la justicia cuando se persiguen a los "Pobres de León", tras ser estos excomulgados en 1215, y se unen a los colonos que parten para instalarse en las reconquistadas Córdoba, Sevilla y Carmona. Los hombres y mujeres buenos se esconden en casas particulares, hospederías y hasta en silos y bodegas: los nuntii van a buscar secretamente a los escasos Perfectos para las reuniones nocturnas. Para la década de 1320, el catarismo se considera finalmente aniquilado y la atención de la iglesia se centra en beguinistas y fraticellistas.
Y sin embargo...
Adelanto que no tengo ni idea de por dónde discurrirá este "Y si..."
1. Los orígenes
La emigración cátara hacia la Península Ibérica y la Lombardía comienza con el goteo de los años 1213-1220. Tras la carnicería de Montsegur (1209) y las hogueras que habían seguido a la caída de las fortalezas en las que se habían refugiados los perfectos y perfectas cátaros (Minerva, Lavaur, Cassès..), los cátaros optan por abandonar las grandes ciudades occitanas y desperdigarse por la campiña. Una minoría opta por marchar a la Lombardía y a la Península Ibérica, mezclándose con mercaderes y comerciantes que cruzan las fronteras. En Italia se instalan en las comunas de Mantua, Ferrara, Padua, Verona y Como, mientras que en la península Ibérica pueden ser encontrados cerca de centros comerciales y laneros como Perpiñán, Vilafranca de Conflent, Puigcerdà, Ripoll, Sant Joan de las Abadesses, Tortosa y Girona; en Jaca y su demarcación pirenaica, en Burgos, Palencia y León. Aunque las fuentes históricas no puedan verificarlos, algunos de los componentes de las diezmadas diócesis de Albi, Carcasonne y Agen cruzarán los Pirineos buscando refugio en Aragón, como prueba el fugaz paso del socius del obispo cátaro de Tolosa por Sant Joan de las Abadesas.
El goteo se detendrá brevemente entre 1220 y 1230 pero, con la derrota definitiva de la causa occitana y los tratados de Meaux (1229) y Lorris (1242) y las acciones de la Inquisición, la llegada de refugiados se reanudará de nuevo a partir de 1230, que motivará las duras medidas anticátaras de 1232-1233 en los reinos peninsulares, además la introducción, en 1232, de la Inquisición en la Corona de Aragón, para convertirse en una riada entre los años 1240 y 1250. Es entonces cuando llega el anciano Guilhabert de Castres, junto con su "hijo mayor" y sucesor Bertran Martí, se refugiará en Aragón poco antes de su muerte, en 1240. Le seguirán Arnaud Roger y Raimond Aguilher, diácono de Sabartès, en Razès. También se refugiarán en la peninsula miembros de las família Pèreille, Lamothe y los escasos su pervivientes de los de Laurac. De hecho, cuando la fortaleza de Montseguir cae y los cruzados no encuentran la gran congregación cátara que esperaban -lo que no será óbice para que se quemen en la hoguera a más de 150 creyentes cátaros-, surge una paranoia de "avistamientos" de herejes cátaros, como el de Corba y Esclarmonde de Péreille, de los que existen informes de la Inquisición que apuntan a su presencia en Lleida hacia 1245 y en Tarragona en 1250 (otras fuentes apuntan a que madre e hija se refugiaron en la Lombardía, donde Corba fallecería en 1251).
Aprendida la lección, y vista la actuación real y eclesiástica contra los herejes burgaleses y palentinos, como podemos leer en la Crónica de Lucas de Tuy, los cátaros procuraran desaparecer entre la multitud, aunque algunos caen en las redes de la justicia cuando se persiguen a los "Pobres de León", tras ser estos excomulgados en 1215, y se unen a los colonos que parten para instalarse en las reconquistadas Córdoba, Sevilla y Carmona. Los hombres y mujeres buenos se esconden en casas particulares, hospederías y hasta en silos y bodegas: los nuntii van a buscar secretamente a los escasos Perfectos para las reuniones nocturnas. Para la década de 1320, el catarismo se considera finalmente aniquilado y la atención de la iglesia se centra en beguinistas y fraticellistas.
Y sin embargo...
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