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Parte III. Phillipe I de Peçac (839-862)
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Capítulo 1: Un indigno sucesor

La Corte de Burdeos a pesar de lo precario de su economía realizó faustos festines y celebraciones para la coronación del Rey Phillipe I de Francia y Duque Phillipe II de Aquitania. Al evento acudieron flor y nata de entre los vasallos y reinos vecinos, pero lejos de reforzar eso la situación del nuevo rey la hundió pues una mala organización mostró al mundo la debilidad y lo caprichoso de un rey que había vivido en el lujo y con una educación deficiente a manos de su madre que se había dedicado a mimarlo e inculcarle la idea que no debía imitar a sus antepasados.


Una vez terminada la ceremonia de la coronación que duró casi una semana los asuntos de gobierno se agolparon a la puerta de un rey inexperto que como primera medida cambió el consejo de su padre expulsando a los prohombres que condujeron a Aloys a la gloria por ineptos que sólo sabían adular al nuevo rey sin pensar las consecuencias. Fue de este grupo de patanes de donde surgió la idea de abandonar los conflictos que Francia mantenía sobre todo tras las derrotas que empezaron a sufrir las tropas reales en Bohemia por la mala estrategia que Phillipe imponía a sus comandantes. La guerra que en tiempos de Aloys auguraba un gran final acabó siendo un desastre de la que sólo se obtuvo una paz blanca debida más al respeto bohemio hacia la dinastía Peçac que a unas condiciones realmente favorables para dicho tratado. También abandonó a su aliado asturiano dejándole solo en una guerra contra el Omeya que acabó perdiendo y con ella la parte navarra que estaba en manos del cristiano peninsular desde tiempos de Aloys I.


Dos años más tarde, en el 841, el rey deshace el centralismo que ya inició su padre, volviendo a aumentar la autonomía de sus vasallos, aconsejado por los que serían los propios beneficiados de tal medida, pues ahora se volvían a permitir la guerra entre vasallos que su predecesor había prohibido. Fue en este año también cuando por el Reino se extendió las herejías cátara y fraticelli ante la dejadez del monarca, llegando incluso a hacerse religió oficial en varios condados como el de Eu, Lusignan o Gelre.

Mientras las arcas, a pesar de que el rey no participaba en ningún conflicto, seguían descendiendo, una trama de recaudadores corruptos y los dispendios en absurdos festines cuyo único fin era que el rey cotillease la vida de sus nobles, le hicieron ganarse el apodo de Phillipe I “El Chismoso”. También influyeron en la caída de los caudales reales el recrudecimiento de las invasiones paganas que animados por los saqueos sin castigo que realizaban se daban en todas partes del Reino, ya no sólo la costa era su objetivo sino que se introducían en el Reino con una impunidad increíble y muy criticada por duques y condes que de forma individual no podían enfrentar tan desagradables visitas
 
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Menudo inútil... esto pinta mal, muy mal.
 
Capítulo 2: Un torneo que degenera en odio


Es en el 843, cuando el reino no era más que una sombra de lo que pudiese ser y que se mantenía unido prácticamente por el miedo de los nobles a que otro rey que exigiese obediencia ocupase el trono. El Rey Phillipe decidió organizar unas justas que aumentara la amistad entre los nobles, nada diferenciaría a este evento de los miles que organizara anteriormente salvo el odio que creció dentro de Phillipe durante el acontecimiento.


Combatió en justas el Rey Phillipe al Duque Beorhtric de Normandía y perdió el monarca notando como grandes rumores se extendieron por las gradas y muchos vivas se vieron a favor del Duque que parecía ser más poderoso que la propia corona gracias a las tierras que había obtenido desde que se permitiese la guerra entre vasallos. Ostentaba el Duque tres ducados que incluía además Wessex arrebatado en sur de las islas británicas sin que el rey se hubiese ni percatado de la fuerza que este vasallo iba acumulando. No obstante, para sorpresa de muchos, era el duque su más fiel vasallo que incluso contando con los mismos votos que el rey para determinar sucesor a la corona favorecía a quien este prefería. Pero esto no era suficiente para Phillipe que haciendo honor a su sobrenombre inició una campaña de desprestigio contra el Duque a través de cotilleos sin fundamento, la envidia del monarca dirigirá su política durante años llegando a ordenar la extinción de la casa del duque, comparándola con los Louping a los que su padre enfrentó en Aquitania, comparación sin duda irrisoria, pues nada tenía que ver una situación con la otra.


Este absurdo interés, llevó incluso al término de que durante una década el heredero de la corona sería el duque de Valois y no su hijo, a quien su esposa había encerrado en Blois para alejarlo de semejante padre esperando que no se contagiase del mal que dirigía su vida. Lo mismo fue aplicado a todos los hijos del rey por lo que las nuevas alianzas a través de los matrimonios del príncipe y los infantes era totalmente imposible, por primera vez en la historia de Francia una reina consorte evitaba que sus hijos acudiesen a la corte real, su lugar por derecho de nacimiento. No sería hasta el año 855 cuando se dejase de atacar a la familia del Duque de Normandía, que pese a los agravios seguiría siendo la más fuerte del Reino.


En el escenario que esta situación nos plantea Francia continúa desangrándose en guerras contra invasores e internas, lo que sigue sujetando a Phillipe en el trono pues nadie tiene tiempo de iniciar una rebelión y más cuando al rey podían robarle y manejarlo fácilmente. Sólo algunas construcciones en Burdeos y dominios cercanos fueron reseñables hasta el año 848 cuando muere la Reina Madre y llega a la corte el que será apodado “el Gran Mariscal”.
 
Ya podría suicidarse el dichoso rey... o caerse por una ventana...
 
Capítulo 3: Las ideas del Gran Mariscal


El año 848 sería un momento de revolución dentro del reino, no sólo en el plano político y militar sino también en el cultural, se inició lo que sería conocido en Europa como el “Renacimiento Carolingio” fue un intento de volver a la cultura que originó el nacimiento de Francia a través de imitar la cultura clásica latina que se había recreado en la época del imperio Carolingio donde hubo un incremento de estudios de literatura, artes, arquitectura, jurisprudencia y litúrgicos. El momento se vivió con gran expectación y entusiasmo, acudían a Francia los pensadores y artistas más brillantes al igual que estrategas militares y mecenas que ayudarían al rey a impulsar ese resurgimiento, se llegaron a recoger testimonios sobre el 853 que decían “Muerto el demonio que fue la madre despertó el hijo como vuelto a nacer con un nuevo padre, Eduardo el Gran Mariscal” Pues por el mundo era conocido que todo impulso vino del cortesano y favorito del rey.


Eduardo que era un hombre de baja cuna, llevaba trabajando como doncel del rey varios años, hasta que en el 848 estando este enfermo Eduardo fue el único capaz de restablecerle la salud a través de remedios caseros calificados incluso de herejes por los físicos que inútilmente habían tratado al rey. Ya que este era el problema de Eduardo, todo era perfecto salvo su religión era judío sefardí que llegó a la corte del rey huyendo de las persecuciones que había hacia su pueblo en el califato Omeya. La restitución de la salud del rey fue el trampolín que a tan ingenioso hombre sirvió para entrar en el consejo privado y gracias a muchas de sus aportaciones se ganó totalmente el favor del rey y ser recompensado con el cargo de mariscal y senescal de Francia.


Las aportaciones más reseñables de Eduardo fueron si bien encaminadas a recuperar cierta parte del poder real, para ello apartó al rey del control del ejército quedándose él al frente para poder combatir de forma inteligente a los nórdicos que campaban a sus anchas saqueando el reino, aunque al principio hubo recelos pronto los nobles aportaron tropas para la labor y en 854 el ejercito de la corona contaba con 6000 infantes y 2000 caballeros que cruzaban el vasto territorio en pocos meses gracias a la rehabilitación y mantenimiento de las calzadas ya creadas por los romanos, añadiendo algunas nuevas para llegar a la parte más oriental y que el dicho que se conocía como “Todos los caminos llevan a Roma” se tornase en “Todos los caminos llevan a Burdeos”.


Con los invasores a raya tras varios años de batallas donde el Gran Mariscal sólo obtenía victorias, estos decidieron reducir sus incursiones dando libertad ahora al rey y su favorito junto a la posibilidad de otros planes que engrandecieran la casa Peçac tan desprestigiada en los últimos tiempos. Aprovechó Eduardo la rivalidad del rey con los sucesores del Duque de Normandía para convencerle de la necesidad de conquistar nuevas tierras y conseguir nuevos títulos para ser superior en fuerzas a ellos, la idea, como todas las propuestas por Eduardo, caló rápido en el rey y su consejo centrando la vista en la desestructurada Bretaña.


Se intentó, para sorpresa de todos, que los propios condes bretones aceptasen ser vasallos franceses, eso sí, exhortados por un ejército que esperaba en la frontera. Sin embargo, a pesar de los dispendios para adular a los condes la empresa no surtió efecto y fue en el año 855 cuando se inició “la Gran Guerra bretona” que enfrentó a una coalición de condes bretones, unidos para proteger su independencia, al reino de Francia que preparado como estaba no dio tiempo al enemigo a organizarse cuando arrasó el grueso de sus fuerzas. La rápida victoria se hizo eco en todos los rincones del reino, el Gran Mariscal volvía a darle grandeza al rey la cual se reflejaría en la adquisición del Ducado de Bretaña, que ostentaría desde 857, y la usurpación del título de Ducado de Hwice (el cual entregó a uno de sus vasallos), por la intervención de este en la guerra a favor de los bretones y el control que tenía Francia en el sur de Inglaterra gracias al Duque de Normandía.


Parecía ahora que el Reino se encaminaba, pero todo éxito levanta envidias…
 
Bueno, parece que el reino levantaba cabeza... aunque se otean problemas en el horizonte.
 
Capítulo 4: El asesinato de “El Gran Mariscal”


En el 860, Francia parecía ser el faro del mundo, nada se le podía negar a un reino que mantenía a raya incluso al islam en Navarra deteniendo un par de razzias sin importancia, aunque el miedo de una guerra abierta siempre estuvo presente en la corte del francés porque se temía no sería controlada como hacían creer mediante propaganda.


Pero todo lo que sube debe bajar, el rey seguía siendo ese hombre inútil preocupado por festines y revocar o dar títulos solo por el placer de ver guerrear a sus vasallos entre ellos. Y Eduardo seguía como mariscal, controlando a ese rey inútil y manteniendo la paz para mostrar la fortaleza de Francia como llevaba haciendo desde su llegada a la corte. Fue el 24 de noviembre cuando la situación cambió, un complot que se orquestó en la sombra gracias a la traición del jefe de espías que debía encargarse de evitarlos, un atraco en el camino acabó con la vida del Gran Mariscal y dejó gravemente herido al rey, con la muerte de aquél hombre la luz del faro se apagó, la regencia hasta que Phillipe mejoró cayó en el traidor que debió pagar los favores a quienes les había ayudado. Se volvían a los viejos usos nobiliarios donde la autoridad del rey no era más que una serie de directrices que los nobles podían pasar por encima sin preocupaciones Las invasiones paganas se recrudecieron nuevamente, las herejía volvieron a extenderse por el imperio, los caudales desaparecieron de las arcas usados para entretener a un monarca que nada había aprendido de gobierno y lo peor de todo la sucesión sería puesta en entredicho y aunque se aceptaba a Aloys, hijo de Phillipe, se crearon varias facciones que buscaban o bien colocar su candidato o hacerse independientes en cuanto el rey muriese exigirían dar cumplimiento a sus peticiones. El reino volvía a ser lo que fue antes de la llegada de la casa Peçac al gobierno, aunque esto no preocupa al ya anciano rey “el Chismoso” que murió el 14 de octubre del 862 teniendo un funeral donde los últimos ahorros de la corona fueron dilapidados, sin duda planeado para debilitar aún más al nuevo monarca.


Internacionalmente Asturias ha desaparecido, salvo Navarra no hay cristianismo en la Península Ibérica por lo que la frontera era ahora más peligrosa. Por su parte Francia Media se mantiene fuerte al igual que Italia, ambos reinos no parecen conocer la disensión que toda se concentra en Francia. En las Islas Británicas el reino más fuerte era Escocia seguido del Ducado de Northumbria pero enzarzados en peleas que acababan en paces blancas permitían que el Duque de Normandía conservase el Ducado de Wessex. Por Oriente y Norte, diferentes reinos de cultos diversos hacen un puzle de culturas y religiones de reinos de tamaño medio pero con unos raros sistemas de alianzas que no han permitido al “Gran Mariscal” poner su bota en aquella zona.
 
No sería más fácil que la Francia Media conquiste a la otra e intentar reinar en esta unión?
 
Parte IV. Aloys III de Peçac (862-898)
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Capítulo 1: La corona se rompe

Ceremonia diferente a como lo fue la de su predecesor Rey Phillipe I de Francia y I en el Ducado de Aquitania, todo el derroche que hubo en aquella ceremonia fue sustituida por austeridad, la corona por primera vez en mucho tiempo era consecuente con sus arcas y su posición. Sin embargo esta celebración sólo animó a los nobles que veían en Aloys II de Francia a un rey sin recursos que estaría obligado a seguir aceptando sus imposiciones a pesar de los diferentes ducados que había adquirido por los tejemanejes de “el Chismoso” los cuales realmente solo eran títulos de prestigio pues los condados que debían obedecerle por derecho habían sido repartido entre sus vasallos.


Las facciones se multiplicaron, muchas de ellas pretendían poner su propio rey, otras perseguían que la autonomía de la que ya gozaban se convirtiese en una independencia y desde luego ninguna de ellas esperaría a que Aloys pudiese asentarse en el trono o que apareciese otro Gran Mariscal que les arruinase sus planes es por ello que en solo unos pocos meses después de su coronación, ya en el 863, el Duque Aubry de Flandes mandase una carta donde exigía al monarca que concediese su independencia y las de sus coaligados. Aloys ni siquiera meditó la idea, muy diferente a su padre, como inteligentemente había planeado su madre, no estaba dispuesto a perder la corona ni debilitarla, los necesitaba unidos a todos para expandir sus dominios y defenderse de paganos e infieles que acosaban las fronteras. Al no aceptar la exigencia una guerra que enfrentaba casi a media Francia con su rey tuvo lugar obligando al rey, aislado y sin aliados, a recurrir a préstamos para contratar mercenarios.


La guerra, conocida como “La Gran osadía de los Duques” fue un continuo de toma de plazas de uno y otro bando, un frente demasiado amplio para combatirlo obligaba al rey a intentar ir eliminando a sus enemigos de uno en uno, lo que ello suponía que por otro lado las tropas que levantiscas tomaban otras plazas reales, lo igualado de la contienda no permitía dejar claro quién sería el derrotado y quien el vencedor.


La guerra que tres años más tarde, 866, se mantenía en la misma situación que años antes sin un vencedor claro para sorpresa de los levantiscos que habían visto como el rey estaba dando todo por someterlos y fue en ese momento, como otrora hizo Aloys II de Aquitania para tomar Francia, se levantará el Duque Egidio II de Hwicce contra el rey para poner en el trono a Aldedramn de Orleans.


Este nuevo frente era demasiado para las cansadas tropas de Aloys y las deudas estaban a punto de acosarle por lo que solo tras un enfrentamiento contra el nuevo sublevado Aloys se rindió en Paris en el 866 ante este nuevo levantisco, acaban aquí treinta y siete años de reinado de la familia Peçac en Francia, quedando Aloys sometido al nuevo monarca pero conservando rango de Príncipe de Francia.


Los tratados firmados dejaron a Aloys reducido a sus dominios territoriales directos de Aquitania y Bretaña, pero sin conservar los vasallos que de iure le correspondían. Pero al menos no tendría que hacerse cargo de la facción de independencia con la que llevaba combatiendo años que ante el nuevo rey se rindieron y volvieron a la paz real para pesar de Aloys.

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En rojo territorios del Duque Aloys III de Aquitania, I de Bretaña y I de Turingia tras la rendición en París (866)

 
Que mala suerte. Creo que es la primera vez que veo un AAR en la que el rey jugador es depuesto. Felicidades por seguir adelante, pete quien pete.
 
Capítulo 2: La reconstrucción del Ducado


Lejos de lo que muchos esperaban, la pérdida del Reino y su reducción a tan pequeña heredad no hizo desistir a Aloys de imitar a sus antepasados, seguía conservando el Ducado de Aquitania y los dos aportados por su padre de Bretaña y Turingia los cuales no podían serle revocados ya que la autoridad real había quedado tan tocada que el rey no tenía potestad para tal fin. Esto daba una ventaja a Aloys, pues como también se permitían las guerras entre vasallos podría comerse rápidamente a los condes que le pertenecían por derecho y que estaban en manos del Duque de Gascuña, uno de los grandes beneficiados de su caída.


Inició por ello la reconstrucción de la forma más violenta jamás imaginada, todos esperaban que su ejército fuese insuficiente para cualquier empresa, sin embargo, estaban equivocados y contaba con la fuerza suficiente para reclamar los vasallos de iure, declarado por ello en 870 la guerra a Egidio II de Gascuña y arrebatándole en solo unos meses el arzobispado de Agen.


Se esperaba en el Reino que todo quedase ahí pero Aloys, hombre ambicioso por le importaba la pérdida de piedad o prestigio que podía suponer romper una tregua, volvió a atacar al de Gascuña, que aún más rápido, pues no se había recuperado de la derrota anterior infligida hacía pocas semanas. En esta victoria, sucedida en el 874, Aloys obtuvo el propio Ducado de Gascuña, al que tenía reivindicaciones por matrimonios de su abuelo Aloys II, y con este ducado amplió sus tierras de control directo a Bearn y Armagnac. Basto era su dominio pero se negaba a repartirlo, hasta que hubiese terminado de reclamar todo lo que le pertenecía.


En el 876, Aloys tomó nuevamente la iniciativa centrando su vista en el norte, aprovechó su título ducal sobre Bretaña para con ello tomar los condados de Leon y Vannes. Pero su expansión se detuvo dos años después por la muerte de su primera esposa Wynnflæd, a quien prometió que sería enterrada cuando la corona volviese a ostentar sobre su cabeza, por lo que el cuerpo de la mujer fue embalsamado y expuesto en la catedral de Burdeos frente al altar mayor para morbo de muchos que acudían diariamente a visitar a la difunta mujer.


Desde este momento Aloys se dedicó a forjar alianzas por el Reino, casó a sus hijos con familiares de duques franceses e incluso con reinos vecinos como Francia Media y Lombardía. Todo era parte del plan del de Aquitania, pretendía cumplir su promesa aunque él mismo se hubiese tenido que casar con Magnatrude de Brabante para su mayor pena.


Francia por su lado, con la alta autonomía de los nobles se veía envuelta en un caos interno como estuvo en época de Phillipe que le impedía reaccionar al exterior perdiendo en el año 879 el condado de Navarra a favor de los Omeyas y toda la heredad del Duque de Normandía que como resultado de la política de exterminio que llevó a cabo Phillipe sobre su familia se había hecho ahora vasallo de Escocia, estas pérdidas serían un golpe del que el rey Aldedramn de Francia no se podría recuperar y dejaba la puerta abierta a facinerosos…
 
...o a ambiciosos nobles con sentido de estado ;)
 
Capítulo 3: El sexenio revoltoso


Será en el 880 cuando Aloys tome esa puerta abierta a las facciones, no tardó mucho en proponerse como rey a sí mismo, a la vez que no tardaron muchos en secundarle, su expansión no había pasado desapercibida y había creado una mezcla de admiración y temor hacia el de Aquitania que hacían de él un pretendiente perfecto para la corona, pues daría la fuerza que esta necesitaba a costa de la autonomía que muchos nobles habían visto que no sabían administrar, sobre todo los más pequeños.


La razón por la que se dio el paso fue la muerte del hombre que le arrebato la corona y el ascenso al trono de su hijo Ingalbert de Francia, era el momento de devolverle el favor que le hicieron, perder la herencia de un padre, pues ninguna humillación le había marcado tanto como aquella. Así en el 880, casi inicios del 881, escribió su exigencia y la envió a Paris de donde fue devuelta con una negativa, realmente ansiada por él, pues quería poder enfrentarse en el campo de batalla a los traidores que le arrebataron todo.


Para asegurar la victoria se convocaron a los diferentes aliados que tenía Aloys, gracias a matrimonios había reunido auxilio de Francia Media, el Imperio Bizantino y el Reino de Lombardía, todos encantados de participar y poner a un aliado en el trono del que era el muro de infieles en el Norte y en el Sudoeste.


La guerra fue prácticamente liderada por Aloys seguido de sus aliados, aunque varias revueltas campesinas y la muerte de su segunda esposa en el 884 lo distraen de su cometido, permitiendo al rey de Francia Media que se haga cargo de dirigir la contienda. Aunque este liderato fue sólo de cuatro meses, hizo que el Reino vecino sufriera las consecuencias. Al haber aportado más recursos durante este periodo, tendría lugar una rebelión que terminaría tres años más tarde en la escisión del Reino de Borgoña de su territorio, creando un nuevo actor más en la política europea.


Es en el año 886 cuando finalmente se reconquista París y Aloys vuelve a ser coronado como el Rey Aloys II de Francia ganándose el epíteto de “el Grande” aunque para sus detractores sería conocido como lo fue su bisabuelo “el Usurpador”.
 
Venganzaaaaaaa!!!! :D