Las armas del siglo XIX.
A principios del S.XIX la ciencia y las técnicas de producción no permitían grandes alardes. Se luchaba con lo que había disponible, y no es que fueran armas impresionantes precisamente.
El arcabuz había dado paso al mosquete hacía ya mucho tiempo, y este se había perfeccionado (*), pero seguía siendo un arma pesada, con poco alcance y nula precisión, lo que hacía inútiles los disparos sobre blancos individuales a más de 50m.
Como siempre a lo largo de la historia, los ejércitos adaptaban sus tácticas a las armas con las que luchaban: para soslayar el corto alcance, la infantería se acercaba al enemigo cuanto podía, normalmente entre 50 y 100m, y para aprovecharse de la escasa precisión, los hombres formaban en masa compactas, pues cuando más apretadas las filas, menor era el blanco que presentaban al enemigo y por tanto, más difícil que este les acertara.
Además, estas armas eran difíciles de recargar, pudiendo tardarse un minuto entre disparo y disparo. Para empezar todas eran de avancarga -se cargaban por delante -es decir, por donde sale la bala- por lo que la operación debía realizarse de pie, ofreciendo un blanco magnífico al enemigo y estorbando a los compañeros de las filas posteriores. La pólvora y la bala se introducían por separado, apretándose en el fondo del cañón con una larga baqueta. Pero cuidado: aquella pólvora ardía mal, por lo que tras un disparo, siempre quedaban restos calientes dentro de un cañón también muy caliente. Había que eliminar estos restos con la baqueta antes de introducir la nueva carga de pólvora, o esta ardería al instante.
Todo ello hacía que los reclutas mal instruidos, con los nervios propios de los primeros disparos, cometiesen algún error en el proceso y acabasen inutilizando el arma. Lo más frecuente era que disparasen sin haber sacado la baqueta, por lo que esta salía despedida y el soldado ya no podía recargar su arma.
Los soldados bien adiestrados avanzaban en apretadas filas hasta ver claramente los rostros de sus enemigos. Por el camino soportaban estoicamente los cañonazos contrarios y algunos disparos aislados de los soldados menos expertos que perdían los nervios al verles acercarse. Esos soldados expertos sabían que los disparos a larga distancia no les causarían apenas bajas, pero en cambio, cuando llegasen a tiro de piedra del enemigo y descerrajasen al unísono todas sus armas sobre ellos, la descarga sería demoledora, porque los mosquetes, otra cosa no, pero cuando daban en el blanco, eran muy contundentes.
Esta descarga se podía organizar de muchas maneras, pero hay dos que eran las más frecuentes:
- En la primera, la primera fila se tira al suelo tras disparar, permitiendo a la segunda que dispare cómodamente por encima de ellos antes de tirarse al suelo a su vez. Cuando todas las filas habían disparado, los hombres se ponían en pie y recargaban al unísono sus armas.
- En la segunda, cuando una fila disparaba, retrocedía pasando entre sus compañeros y se colocaba tras sus compañeros, recargando en ese momento. De esta forma se aumentaba la potencia de fuego, pues cuando la última fila disparaba, ya la primera tenía sus armas listas para hacer fuego una vez más. Sin embargo, al tener que dejar espacio entre los hombres para que las filas pudieran retroceder, la fila se alargaba, presentado un blanco más grande al enemigo, y favoreciendo la puntería de este.
Durante el S.XIX los ejércitos pedirán a sus armeros nuevas armas que aprovechen los puntos flacos de estas tácticas, lo que a la postre se traducirá en un cambio de tácticas.
Durante este siglo los armeros se centrarán sobre todo en aumentar el alcance y la precisión de las armas, lo que permitirá disparar al enemigo desde una posición más distante y por tanto más protegida. No hará falta acercarse tanto para disparar, con lo que se evita el fuego enemigo al avanzar hacia él, pero además, cuando es este el que se acerca, la descarga de plomo comenzará mucho antes y será por tanto más duradera.
En ambos sentidos fue muy importante la adopción de cañones de ánima "rayada", que hacen girar el proyectil dentro del cañón, evitando que este se desvíe al salir del arma debido a que su centro de gravedad esté mal ubicado. Hay que pensar que la fabricación de proyectiles era completamente artesanal. De hecho eran los propios soldados quienes fabricaban sus propias balas, por lo que la estandirazación de las mismas era inexistente.
Además, otros avances importnates serían:
- La aparición de un cartucho que incluía la bala y la pólvora, que además de simplificar el uso del arma aumentó considerablemente su cadencia de fuego.
- La eliminación de la avancarga, incluyendo una recámara posterior en la que, inicialmente, el soldado introducía las balas una a una, y que además de permitir al soldado tumbarse o cubrirse para recargar, también aumentó su cadencia de fuego.
- La aparición del cargador, que a finales del S.XIX consistía en un simple peine donde alinear las balas para poder introducirlas en el arma y facilitar luego su inserción, todavía manual, en la recámara.
- La constante lucha por disminuir el peso, aumentó la movilidad y permitió a los soldados llevar más equipo, como vendajes, máscaras de gas...
Todos estos avances y la adopción de la pólvora blanca, que, en contraste con la negra, apenas producía humo, obligaron a los ejércitos europeos a romper con las viejas tácticas basadas en filas apretadas de hombres que jugaban a una guerra de nervios para ver quién disparaba desde más cerca, causando más daño a su contrario.
Ahora un hombre solitario y escondido podía hacer fuego con precisión sobre blancos individuales desde una distancia considerable. Los ingleses, tras la amarga experiencia de la guerra de los Boers, fueron quizá quienes más preparados llegaron a la Primera Guerra Mundial, un conflicto en el que todos los participantes contaban con fusiles de similares características (un tremendo alcance, superior a los 1000m., una increíble precisión, de retrocarga y con cargador para 5 ó 6 balas) pero no todos contaban con tácticas y, sobre todo mentalidades acordes a estas armas.
Este será nuestro punto de inicio: la Primera Guerra Mundial.
No he explicado la diferencia entre los distintos tipos de armas como carabinas o fusiles, ni el significado de términos como propelente o recámara, porque el siguiente hilo tratará precisamente de aclarar estos detalles .
Por cierto, supongo que ahora me creerán en lo del escaso material gráfico
(*) La evolución del mosquete no entra en el tema de este hilo, por lo que sólo nombraré los dos avances más importantes: la adopción de la chispa en lugar de la mecha, y el aligeramiento del arma, que permitió utilizarla sin necesidad de un apoyo.