Capítulo 4: De Aquitania y Navarra
Los siguientes años de Aloys fueron bastante oscuros, receloso de la propaganda, prohibía tomar nota de cualquier acontecimiento que tuviese lugar dentro del Reino salvo si él mismo encargaba una redacción revisada. Es por ello que los testimonios son procedente de Lombardía y vistos desde el exterior de forma muy escueta indicando acciones del rey francés como sus nuevos desposorios, la intervención en favor de sus aliados en Mercia o Bizancio o como hecho más destacable los problemas sucesorios por los que muchos duques acabaron muertos en las mazmorras del rey francés que buscaba que eligiesen a su hijo como sucesor.
Sin embargo la tendencia ocultista de Francia cambia en torno al año 893, motivado por dos grandes hitos de importancia que sería la conversión del Ducado de Aquitania en Reino y la cruzada contra el Badshah Aghlab II del Imperio Omeya por el Ducado de Navarra.
La razón por la que Aquitania pasó a ser un Reino venía por los diferentes problemas sucesorios que se habían planteado en Francia, la muerte del primogénito de Aloys hizo recaer el derecho de sucesión en su segundo hijo Maccus, pero muchos preferían al nieto de Aloys, con apenas dos años, y eso en el mejor de los casos. Es por tanto que Aloys tras intentar convencer incluso a través del miedo y ver que no conseguía nada, para evitar que la herencia supusiera una pelea en el seno de su familia creó el Reino de Aquitania, haciéndolo título principal y donde él sería el único elector, situando a su hijo de heredero. Llegó incluso a plantearse destruir el título de Francia pero sus consejeros le indicaron lo desacertado de su decisión, pues podían muchos de sus vasallos declararse independientes al no ser vasallos de iure de Aquitania como lo eran de Francia.
El otro hito fue algo insólito, a pesar de la fuerza del enemigo, Aquitania se lanzó a la guerra sin cuartel por recuperar no sólo Navarra, sino todo el territorio que componía el Ducado, aquél que su abuelo tuvo que repartir con la desaparecida Asturias. La forma de guerra, que planteó a Aloys al enemigo fue algo nunca visto, se inició una serie de ataques puntuales por la costa, para marear al conjunto enemigo y obligarles a separar sus fuerzas para sofocar todos los frentes. Después llamó a sus aliados y contrato mercenarios con los cuales entró en tropel, cayendo sobre Toledo, capital Omeya, para acto seguido buscar y combatir a los ejércitos que aún no habían podido unirse nuevamente.
La guerra llevó dos años donde sufrieron muchas bajas ambos bandos, pero terminaría con una victoria para Aloys y una derrota para el Omeya que con su ejército diezmado debería hacer frente a múltiples revueltas tras la pérdida de Navarra y a otras invasiones como la de Francia Media que le arrebatará el Ducado de Barcelona años más tarde. Sin duda, toda Europa esperaba la debilidad del islam que con tanta fuerza había llamado a sus puertas durante siglos.