LIBER XVIII (primus regum Siciliae)

Yo Ramon, hijo de Bertran, consejero del muy cristiano rey de Sicilia y señor de Malta, Frederic, he recibido de las propias manos de mi tio Bertran este manuscrito en su lecho de muerte, en la ciudad de Pollença en Mallorca, a donde me dirigí desde Palermo en marzo de 1312, avisado por mi hermano Frederic de su estado de salud. Las últimas palabras de mi tio son terriblemente precisas, nunca la vieja casa condal de Barcelona, reyes de Aragón por derecho sucesorio, se había encontrado en tal estado de postración. Mas la lectura de su crónica, con las glorias de gestas pasadas, ha infundido en mi el ánimo para levantar las sombras de la mente de mi señor Frederic e iniciar la reconquista de nuestras tierras sicilianas. Esperemos que el rey Jaume de Aragón consiga también recuperar la posesión del trono de Aragón.


En primer lugar había que recuperar Malta de las manos de los nobles que se resistían a obedecer a su legítimo señor y se dedicaban al pirateo por nuestras costas y las sarracenas. Pero mientars organizábamos la expedición para recuperar Malta, el emir de Túnez decidió declaranos la guerra. Era el mes de julio de 1312. A pesar de la amenaza tunecina, la escasa flota del emir no era capaz de transportar gran cantidad de tropas a nuestro territorio, por ello seguimos adelante con el plan de recuperar Malta. En mayo de 1313 iniciábamos la campaña.

El control de la pequeña isla fue rápido, pero los nobles rebeldes se atrincheraron en La Valletta y hasta octubre del sigueinte año no conseguimos capturar la ciudad. Los traidores tuvieron el castigo que se merecían. La guerra con Tunicia parecía no existir, pues, excepto algunas batallas navales de poca importancia, nada parecía indicar que hubiera una guerra. Después de cinco años en que nos dedicamos a mejorar el nivel de nuestro pequeño ejército y a construir más galeras para la flota, la guerra se reactivó repentinamente en la primavera de 1321. La flota tunecina obtuvo una pírrica victoria ante nuestras galeras frente a Palermo, pero en octubre devolvimos el golpe a los infieles ante el puerto de Túnez. Nuestros espías nos informaban que la capital estaba poco resguardada, por lo que decidimos una acción arriesgada: un desembarco en las costas enemigas. La operación se preparó para la primavera siguiente y nuestras tropas desembarcaron al sur de Túnez el 10 de abril de 1322. Vencida la oposición de los infieles establecimos el asedio de la capital. El asedio se desarrolló con pocos problemas, pues los hombres del emir no se atrevían a salir de las murallas. Sin embargo una considerable tropa se estaba reuniendo en las llanuras argelinas; era imperioso conquistar Túnez antes de que la tropa reunida por los lugartenientes del emir iniciara su marcha. Mas Dios nos colmó de gracia después de muchos de penalidades y el 24 de noviembre de 1323 el rey Frederic entraba en Túnez y obligaba al emir a pagar una fuerte cantidad de oro.
