Capitulo 1
"Sòlo el que se da por vencido està perdido"
Hans-Ulrich Rudel
Capitulo 1: Un reich de mil años
El Reichstag, el emblemático edificio que constituía el centro de poder de Alemania situado en el corazón de Berlín se alzaba orgulloso ante él. Fue en ese mismo edificio donde Hitler y los nazis ascendieron al poder y fue desde ese mismo edificio desde donde comenzaron a tomarse las medidas necesarias para convertir Alemania en el Tercer Reich.

Los vehículos de la comitiva desaceleraron hasta detenerse ante las escaleras que subían a las puertas principales del Reichstag. Una comitiva de soldados perfectamente uniformados le esperaban con los últimos rayos de sol, Gerd von Rundstedt se colocó bien la gorra y el bastón de Mariscal de campo, los soldados se pusieron firmes y saludaron. El oficial alemán de 64 años comenzó a subir las escaleras que conducían a la puerta principal del edificio, la cual se encontraba flanqueada por más soldados, que le recibieron con el saludo militar. Aunque se tratase del centro de gobierno del Reich, la seguridad era excesiva, pensó.
Al entrar al interior de la cancillería, Himmler le aguardaba flanqueado por dos oficiales de las SS. Tras saludarse formalmente y acompañarlos a lo largo de suntuosos pasillos, llegaron a una puerta que estaba guardada por más soldados. Himmler despidió a sus dos escoltas y procedió a entrar junto al mariscal a una pequeña antesala donde dos hombres de traje recogieron los abrigos así como las gorras y el bastón de Von Rundstedt antes de retirarse.
- Heinrich, ¿cuándo me explicarás a qué viene tanta seguridad? – preguntó Rundstedt.
- Gerd, me han prohibido revelar el más mínimo detalle, Berlín es un hervidero de espías, las fuerzas de Hans han acabado con más de 50 infiltrados en los últimos dos años, pero te puedo asegurar que todas las respuestas a tus preguntas están detrás de esas puertas – tras estas palabras Himmler, ministro de seguridad del Reich, entró en la habitación colindante.
La sala era amplia y lujosa, aunque pobremente iluminada. Había varías mesas con mapas, así como maquetas situadas alrededor de una mesa oval en la que estaban sentados algunos de los más altos cargos del Reich. Muchas caras le resultaban familiares de los periódicos y la propaganda del partido. Himmler se adelantó y se sentó junto a quien Rundstedt reconoció como el Jefe de la Inteligencia militar Hans Oster. El mariscal siguió observando a los distintos ocupantes de la habitación, excepto Hitler, Hess y von Neurath, todo el estado mayor de Alemania estaba ante él. Se sentó en la silla que estaba reservada para él y, al cabo de unos minutos, otro mariscal entró en la sala acompañado de Hess, el Jefe de Gobierno del Reich. El nuevo mariscal era von Gienanth, el encargado de los ejércitos del oeste del Reich.

Pasó cerca de una hora hasta que Hitler, acompañado de von Neurath, entró en la sala. Todos se pusieron en pie y saludaron al Führer de Alemania. Una vez estuvieron todos, este dio comienzo a la reunión.
- Queridos señores, me gustaría agradecer, ante todo y principalmente a los dos mariscales de campo, la presteza con la que han acudido. Antes de revelar el verdadero sentido de esta reunión, repasemos el estado actual en el que se encuentra nuestra nación. Por favor, Hess, ¿podrías sintetizarnos el nivel de industrialización en el que nos encontramos?
- Bien, señores – dijo Hess mientras se levantaba tomando en la mano un dossier - como pueden apreciar en sus documentos, la nación se encuentra en un estado de industrialización bastante avanzado. Además, hemos destinado durante estos años una importante cantidad de nuestra producción a conseguir un excedente de casi todo. De lo que más faltos estamos es de materiales tales como el caucho, estaño… Pero aún son suficientes como para mantener la producción durante varios años. El caso de la pérdida de suministros es algo más preocupante, pero tenemos una ingente cantidad que hemos acumulado durante estos años para casos como estos.

- Perfecto. – intervino Hitler -. Ludwing, ¿podrías proceder a exponernos cuál es el estado de nuestras fuerzas militares?
- Por supuesto, mein Führer – Ludwing Beck, Jefe del Estado mayor, se puso en pie -. Nuestras fuerzas armadas a día de hoy son las siguientes: los ejércitos de tierra están compuestos por 129 divisiones y las fuerzas aéreas las componen 30 escuadrones en total. Estas cifras son bastante alentadoras, pero las hemos conseguido a costa de la armada, puesto que disponemos únicamente de 22 buques, la mayoría obsoletos, y 18 flotillas de diversas índoles, de las que cabe resaltar las flotillas de submarinos que componen, a día de hoy, la espina dorsal de la Kriegsmarine.

- Comprendo –indicó el dictador asintiendo- Göring, ¿podrías indicarme exactamente el estado actual de la Luftwaffe?
- Sí, mein Führer –el rollizo Göring se puso en pie mientras pasaba páginas apresuradamente en su dossier-, si todos observan las páginas 35-36 de sus carpetas podrán observar un estudio minucioso de los aparatos con los que actualmente cuenta la Luftwaffe. Siguiendo órdenes expresas del Führer procedimos a modernizar a la fuerza de interceptores en primer lugar, dotando a nuestro país de 16 escuadrones, agrupados en cuatro alas.

- También –continuó el jefe de las fuerzas aéreas tras la pausa- hemos procedido a crear una considerable fuerza de ataque a tierra y, como iniciativa propia, he pedido la construcción de escuadrillas de escoltas para todos los bombarderos tácticos de nuestras fuerzas – añadió con pomposidad, aunque todos los presentes sabían que sólo lo decía para quedarse con los meritos de lo que habían pedido los pilotos de los bombarderos

Tras estas últimas palabras, los presentes en la sala comenzaron a murmurar entre ellos sobre las hipotéticas razones de su convocatoria a tal reunión.
- Bueno señores –Hitler levantó la mano reclamando de nuevo la atención de los componentes de la cámara- Una vez que ya sabemos como está nuestra nación. Demos paso al verdadero tema a tratar.
Los componentes de la cámara guardaron silencio interrumpido únicamente por Ludwing, al indicar que se presentaran sus ayudantes personales.
- Mein Führer, pido permiso para hablar –rompió el silencio Rundstedt, a lo que Hitler le respondió asintiendo con la cabeza-. ¿Qué asunto es tan importante como para tener una seguridad semejante? ¿Es que acaso esperamos un ataque?
- Mi querido mariscal, las respuestas a su tiempo –respondió con tranquilidad el dictador y se puso en pie mientras los ayudantes de Ludwing desplegaban una serie de mapas sobre la mesa-. Ahora descubrirán porqué han sido llamados a Berlín con tanta presteza.
Los presentes se arremolinaron alrededor de los mapas y observaron con asombro que se trataban de documentos de origen militar, los cuales mostraban las posiciones de fortificaciones y tropas además de numerosos informes de carácter militar sobre las fronteras del Reich.

Todos se quedaron perplejos ante uno en especial. Un papel en el cual se había escrito, sin saberse, el destino de Alemania.
- Mein Führer ¡eso es territorio polaco! –apreció asombrado Giennanth.
- Exacto –Hitler cruzó los brazos a la espalda y comenzó a andar alrededor de los presentes-. Queridos caballeros, durante estos seis años hemos reconstruido nuestro país persiguiendo un único ideal, la reconstrucción de un espacio vital para nuestro pueblo, la consecución de una nueva Alemania. Hemos reclamado a occidente todos los territorios que históricamente nos han pertenecido o que son de población germana.

Los presentes seguían con detenimiento las palabras del dictador, mientras contemplaban los distintos mapas.
- ¡Danzing nos pertenece! No podemos permitir que la población germana siga viviendo oprimida bajo el yugo polaco, y por eso ha llegado la hora de intervenir.
- Pero, señor ¿por qué no lo intentamos por la vía diplomática como hemos hecho con anterioridad? –dijo Rundstedt.
- Ya lo hemos intentado, pero se han negado rotundamente a entregárnosla, incluso nos han retado a que vayamos por ella –respondió Neurath.
- Señores, si no respondemos a esa clara amenaza, todo por lo que hemos luchado se desmoronará ¡No podemos permitirnos mostrar debilidad! Ya sea diplomáticamente, ya sea militarmente, Alemania recuperará Danzing – sentenció Hitler.
- Pero Mein Führer –replicó Giennanth- ¿Y las potencias occidentales? ¿O la URSS? No creo que permanezcan imparciales mientras invadimos un país. Además no creo que los comunistas vean con buenos ojos nuestra expansión territorial.
- La URSS no es problema, Von Giennanth, mi compañero, Ribentropp, logró lo impensable –Neurath sacó de su dossier una carpeta que contenía el sello de la Abwehr-. El pasado 23 de agosto, mi homólogo de la URSS se reunió con Ribbentropp en presencia de Stalin. Tras mucho negociar se alcanzó un pacto que, incluso hoy, a mí me resulta sorprendente. Nuestros vecinos comunistas accedieron a colaborar con nosotros a cambio de que Europa del Este quedara dividida entre nuestras respectivas esferas de influencia y, estas esferas, incluían la partición del territorio polaco.
El ministro de asuntos exteriores pasó a mostrar los distintos documentos.

- Como ha expuesto Constantin, los comunistas no constituirán ningún problema –dijo el Führer restándole importancia al asunto-. Y, en cuanto a las demás potencias occidentales, Gran Bretaña es un imperio en declive y Francia apenas si puede mantener sus colonias. No creo que una nueva guerra en Europa les interese demasiado.
Los presentes comenzaron a murmurar entre ellos. Los mapas mostraban una gran acumulación de tropas polacas en la frontera germana.
- ¿Y qué dice al respecto la Abwehr? –preguntó Rundstedt.
- Según los últimos informes, Polonia contaría con unas 37 divisiones. Si estos datos no se equivocan, más del ochenta por ciento de su ejército estará en nuestra frontera.
- Gerd, tú dirigirás a los ejércitos alemanes en la consecución de la operación, a partir de ahora denominada “Fall Weiss”. Esta se iniciará con las primeras luces del uno de septiembre, es decir, dentro de tres días. Ludwing te proporcionará una lista con el número de efectivos de los que disponemos y el plan de invasión trazado.
Todos los componentes de la cámara se pusieron en pie y saludaron el Führer, este les devolvió el saludo.
- Queridos señores. El 1 de Septiembre Alemania declarara la guerra a Polonia y retomara lo que nos ha pertenecido historicamente. Espero que todos cumplan con sus deberes a la perfección. ¡Por un Reich que dure mil años!
- Heil Hitler -respondieron al unísino.
Y tras esto, el Führer dio por terminada la reunión.
Gerd se subió al coche que le esperaba en la puerta, en su mente sólo se cristalizaba una idea. ¿Cómo lograría en tres días planear una invasión? Tendría que recurrir a todo su talento, para tal fin. Mientras el vehículo del mariscal se puso en marcha en dirección al aeropuerto de Berlín.
Las primeras luces del 29 de agosto iluminaban la mesa de campo del cuartel general del Este. Gerd estaba revisando los informes con el número de soldados de los que disponía, en total eran 71 divisiones: 44 de infantería germana, 9 divisiones blindadas y 18 que aportaban los aliados húngaros sumando entre todos 930.000 hombres, más de 10000 cañones y casi 3000 tanques, sin contar el apoyo de la Luftwaffe y de la Kriegsmarine.
El plan inicial que había trazado el alto mando propiciaba abrir un frente en el Norte, centrando todos los esfuerzos en él, y luego empujar a las fuerzas polacas hacia el Sur, donde quedarían atrapadas contra las fuerzas húngaras. Se esperaba de esta forma que los polacos finalmente cedieran ante las peticiones de Alemania.

Sin embargo, Rundstedt se planteó otro tipo de ataque, inspirado por los consejos de Guderian, que consistiría en un avance sostenido en todo el frente con las unidades más rápidas rompiendo el las defensas polacas en puntos aislados y dejando atrapadas en ese avance a las fuerzas enemigas, que serían barridas por las unidades más lentas cuando avanzaran. El plan de Rundstedt fue visto con buenos ojos por el alto mando alemán, que se lamentó del poco tiempo con el que contaría el mariscal para preparar su ataque.
Los dos días que siguieron fueron agotadores pero, finalmente, para el anochecer del 31 de agosto todo estaba preparado para dar comienzo a la operación Fall Weiss. El primer movimiento lo haría el IX Korps al mando del teniente general List, los cuales tomarían Danzing y asegurarían de esta forma una ruta de suministros estable con Prusia Oriental.
A partir de aquí, la operación se dividiría en dos fases:
La primera, que comenzaría a las 5.00 AM, la llevarían a cabo las tropas del XIX y del XVIII Korps, comenzando el ataque contra Bydgoszcz. Una hora más tarde se les uniría el apoyo del cuartel general de Von Rundstedt con el II Armeekorps y de las fuerzas del VIII Korps. Paralelamente y, encuadrada en esta primera fase, las fuerzas del XXI y del VII Korps comenzarían a atacar Czestochowa. Al llegar las 10.00, se les unirían las fuerzas de XII y del XX Korps.
La segunda, consistiría en cerrar la bolsa preparada alrededor de la provincia de Poznan. Para ello, las fuerzas del XII y las del XX Korps atacarían Lodz con el apoyo de las divisiones más cercanas, posiblemente del XIX y del VII Korps.

Se esperaba conseguir cercar al menos 6 divisiones polacas en la primera etapa de la operación junto con la ocupación de cientos de kilómetros de territorio polaco, obligando de esta manera al gobierno a replantearse la oferta germana.
La noche del 31 de agosto al 1 de septiembre un desvencijado camión, cargado de tropas alemanas, se acercaba al puesto de frontera que delimitaba las posesiones territoriales de Alemania con Polonia. Al otro lado de aquella barrera y, a través de los árboles, ya se vislumbraba la ciudad de Danzing. Los soldados alemanes del IX Korps comprobaron sus armas una última vez.
Servirían como avanzadilla al grueso del ejército y no estaban dispuestos a fallarles.
PD. Siento haber tardado en actualizar, pero tengo un concepto de día un tanto difuso
Un saludo y Disfrutad