Acabo de volver a Granada, como dije, os pongo dos capítulos en uno, espero si todo sale bien, no tener que hacer otro parón, pero hay cosas que no puede planear uno. Un saludo a todos!
7 de mayo de 1941
60 millas al noreste de Cayena
El almirante Cervera contemplaba la inmensa flota reunida bajo su mando que se extendía varias millas sobre el océano. Después de la reunión a finales de marzo con el gobierno en pleno en la sala de guerra había quedado aprobado la realización del plan Colón, una operación que requeriría la participación de la armada y arriesgaría la totalidad de la flota de superficie española.
Ahora, estando próximo al puerto de Cayena se permitía relajarse de un viaje que había transcurrido casi sin sobresaltos a excepción de un contacto esporádico con lo que creyeron fue un submarino enemigo cuando arribaban a la costa de Brasil. La ruta elegida por la flota había sido larga pero segura. Tras abandonar Ferrol la Escuadra de Maniobra pusieron proa a las azores, para tras recorrer medio día de navegación girar al sur y dirigirse a Cádiz, allí se les unió dos flotas de transportes con pertrechos y tropas, las cinco escuadras de desembarco y los restos de la tercera escuadra peninsular, en total una flota de más de cien buques, a los que todavía restarían unirse medio centenar de submarinos que esperaban en Cabo Verde, y desde donde finalmente la flota pondría proa a Cayena.
Ahora, que el almirante Cervera había cumplido su parte, restaba sólo esperar que las fuerzas de tierra y del ejército del aire cumpliesen su cometido.
Mientras tanto en Cayena, el general Infantes había llegado con los primeros relevos pertenecientes a unidades del tercio de armada a principios de año, reorganizando la defensa e incluso llegando a lanzar una ofensiva limitada contra las posesiones aliadas obligándoles a retirarse hacia el interior. Ahora había recibido un mensaje que informaba de que la flota estaba próxima a llegar, por lo que cumpliendo órdenes se dirigió a la caja fuerte de su despacho y extrajo un sobre que habían enviado en submarino una semana antes con las instrucciones de leerlo solamente cuando estuviese seguro de que los refuerzos y la armada llegarían a Cayena.
En la soledad de su despacho fue sacando lentamente informes de inteligencias sobre despliegues de fuerzas y estimaciones de rutas de cabotaje enemigas, ciertamente el SIM había hecho un trabajo increíble de espionaje y no quiso ni imaginar la cantidad de vidas que habría costado dicho esfuerzo.
Finalmente llegó al plan en sí, este se dividiría en cuatro fases y debería realizarse con presteza mientras los americanos aún no estuviesen del todo involucrados en la guerra y considerasen una prioridad reforzar las islas británicas alejando el fantasma de la invasión de las costas de sus primos. Además, pensó Infantes, ¿quién pensaría que los españoles atacarían el Caribe? Todo el traslado de tropas y fuerzas se había hecho con relativo cuidado y el grueso de las fuerzas de ofensiva junto con sus suministros estaban por llegar en ese gigantesco convoy, de forma que para cuando los servicios de inteligencias aliados se percatasen de las intenciones españolas, estos ya estarían cayendo sobre las costas caribeñas.
Observó con atención las instrucciones y especificaciones de la operación, las cuales dejaban a discreción de Infantes la decisión final que debería discutir con los oficiales de las unidades que estaban por llegar, mientras iba leyendo fue siguiendo con el dedo la ruta que debería seguir la operación.
Primeramente se terminaría de asegurar las colonias en Sudamérica partiendo desde el puerto de Cayena, las instrucciones eran cortar las rutas de retirada pues se consideraba que si no la totalidad, gran parte de las fuerzas de ultramar de la zona habían sido desplegadas por los aliados con la intención de expulsar a los españoles.
Tras hacerse con los diferentes puertos, necesarios pues aún el puerto de Cayena no estaba en condiciones de recibir y alojar los pertrechos precisos para iniciar las operaciones, debería comenzar una campaña isla a isla, utilizando fuerzas aeronavales que le deberían llevar finalmente a Cuba. Infantes parpadeó un par de veces antes de volver a leer las órdenes, no había lugar a dudas, su misión era recuperar lo que se le había arrebatado a España en el 98.
Durante las siguientes horas, mientras la flota llegaba a Cayena fue estudiando y anotando las modificaciones que creyó oportunas en base a su experiencia en operaciones anfibias, obtenida durante su campaña en África al mando del cuerpo expedicionario.
Cuando el almirante Cervera llegó a su despacho para informar de la llegada de la flota, Infantes pudo presentar a su compañero el plan último con todos las modificaciones necesarias a falta de que el avezado marino diera los retoques que creyese necesarios en cuanto a la participación naval.
Tres días más tarde, el cuerpo de oficiales del Tercio de Armada y de la Brigada Paracaidista se reunía en un inmenso hangar preparado para tal fin mientras los oficiales generales iban llegando, un gigantesco mapa del caribe con diferentes indicaciones marcaba el teatro de operaciones donde esos hombres deberían dirigir a sus tropas en la operación Colón, cuya finalidad era doble, primeramente dificultar el paso de los americanos del Atlántico al Pacífico además de convertirse en una molestia constante que amenazara sus costas; segundo y último, asegurar el crucial suministro de crudo de los países iberoamericanos a la península.
Estrada, junto con sus compañeros del Tercio Sur, la unidad más condecorada de todo el Tercio de Armada y casi de todo el ejército español ocupaban la primera fila mientras el general Infantes en persona presentaba la operación.
Un gigantesco Mapa de la costa oeste norteamericana y del Caribe mostraba las zonas de operaciones conocidas de las diferentes armadas aliadas, el objetivo de la primera fase sería abrir una brecha para permitir el paso del grueso del ataque.
La primera fase, encargada a las nuevas unidades del tercio de Armada con apoyo de dos banderas paracaidistas se les encargaría tomar las islas de Trinidad y Tobago y Barbados, desde dónde los submarinos españoles apoyados por dos flotillas de U-boat alemanas amenazarían el caribe y la costa oeste norteamericana, obligándoles a dispersar sus fuerzas.
A continuación el grueso de la Armada apoyada por el ejército del aire se lanzaría a la carrera para tomar Curaçao, Puerto Rico y el resto de las Antillas, creando una red que obligara a rodear la isla de La Española a los aliados y cerrando el mar entre Curaçao y las Antillas menores, dónde los aviones navales y los submarinos se encargarían de hacer pagar caro cualquier intento aliado de penetrar.
Sólo, y tras el éxito de esta fase, se iniciaría la operación final, el regreso a Cuba. Primeramente, y protagonizado por la Escuadra de Instrucción así como voluntarios del Tercio de Armada y de la Brigada Paracaidista, se lanzaría una operación de distracción contra Las Bahamas con la intención de distraer la mayor cantidad de recursos aliados. Inmediatamente después, el grueso de la flota y del resto del ejército se lanzaría a una carrera desenfrenada para tomar Jamaica y Cuba. Una vez se cumpliera este objetivo los submarinos y bombarderos navales acabarían con todos los barcos enemigos que se atreviesen a acercarse a las costas caribeñas, además que los submarinos alemanes que combatían en la batalla del atlántico tendrían un importante puerto desde donde operar.
Este plan quedaba sujeto a las modificaciones que pudiesen darse conforme la operación avanzase, la única limitación era el tiempo, tenían dos meses desde el inicio de la operación antes de alcanzar los objetivos finales, esta operación era fundamental, pues debido a la intervención de los Estados Unidos, el flujo de petróleo que llegaba a la península se había visto drásticamente reducido lo que estaba poniendo en serios apuros a la industria española. Infantes dejó claro a los presentes que era un todo o nada, todas las victorias, todos los triunfos cosechados se acabarían cuando se consumiese la última gota de combustible, si España quería seguir en la guerra y soñar con la victoria debían ganar allí.