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Es del mod, aparecen los escudos de algunas unidades históricas, para mi también es un follón porque me toca ir mirando unidad por unidad para ver a que me enfrento.
Pues vaya, a ver si se arregla pronto.
 
Acabo de volver a Granada, como dije, os pongo dos capítulos en uno, espero si todo sale bien, no tener que hacer otro parón, pero hay cosas que no puede planear uno. Un saludo a todos!

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7 de mayo de 1941


60 millas al noreste de Cayena

El almirante Cervera contemplaba la inmensa flota reunida bajo su mando que se extendía varias millas sobre el océano. Después de la reunión a finales de marzo con el gobierno en pleno en la sala de guerra había quedado aprobado la realización del plan Colón, una operación que requeriría la participación de la armada y arriesgaría la totalidad de la flota de superficie española.

Ahora, estando próximo al puerto de Cayena se permitía relajarse de un viaje que había transcurrido casi sin sobresaltos a excepción de un contacto esporádico con lo que creyeron fue un submarino enemigo cuando arribaban a la costa de Brasil. La ruta elegida por la flota había sido larga pero segura. Tras abandonar Ferrol la Escuadra de Maniobra pusieron proa a las azores, para tras recorrer medio día de navegación girar al sur y dirigirse a Cádiz, allí se les unió dos flotas de transportes con pertrechos y tropas, las cinco escuadras de desembarco y los restos de la tercera escuadra peninsular, en total una flota de más de cien buques, a los que todavía restarían unirse medio centenar de submarinos que esperaban en Cabo Verde, y desde donde finalmente la flota pondría proa a Cayena.

Ahora, que el almirante Cervera había cumplido su parte, restaba sólo esperar que las fuerzas de tierra y del ejército del aire cumpliesen su cometido.



Mientras tanto en Cayena, el general Infantes había llegado con los primeros relevos pertenecientes a unidades del tercio de armada a principios de año, reorganizando la defensa e incluso llegando a lanzar una ofensiva limitada contra las posesiones aliadas obligándoles a retirarse hacia el interior. Ahora había recibido un mensaje que informaba de que la flota estaba próxima a llegar, por lo que cumpliendo órdenes se dirigió a la caja fuerte de su despacho y extrajo un sobre que habían enviado en submarino una semana antes con las instrucciones de leerlo solamente cuando estuviese seguro de que los refuerzos y la armada llegarían a Cayena.

En la soledad de su despacho fue sacando lentamente informes de inteligencias sobre despliegues de fuerzas y estimaciones de rutas de cabotaje enemigas, ciertamente el SIM había hecho un trabajo increíble de espionaje y no quiso ni imaginar la cantidad de vidas que habría costado dicho esfuerzo.

Finalmente llegó al plan en sí, este se dividiría en cuatro fases y debería realizarse con presteza mientras los americanos aún no estuviesen del todo involucrados en la guerra y considerasen una prioridad reforzar las islas británicas alejando el fantasma de la invasión de las costas de sus primos. Además, pensó Infantes, ¿quién pensaría que los españoles atacarían el Caribe? Todo el traslado de tropas y fuerzas se había hecho con relativo cuidado y el grueso de las fuerzas de ofensiva junto con sus suministros estaban por llegar en ese gigantesco convoy, de forma que para cuando los servicios de inteligencias aliados se percatasen de las intenciones españolas, estos ya estarían cayendo sobre las costas caribeñas.

Observó con atención las instrucciones y especificaciones de la operación, las cuales dejaban a discreción de Infantes la decisión final que debería discutir con los oficiales de las unidades que estaban por llegar, mientras iba leyendo fue siguiendo con el dedo la ruta que debería seguir la operación.

Primeramente se terminaría de asegurar las colonias en Sudamérica partiendo desde el puerto de Cayena, las instrucciones eran cortar las rutas de retirada pues se consideraba que si no la totalidad, gran parte de las fuerzas de ultramar de la zona habían sido desplegadas por los aliados con la intención de expulsar a los españoles.

Tras hacerse con los diferentes puertos, necesarios pues aún el puerto de Cayena no estaba en condiciones de recibir y alojar los pertrechos precisos para iniciar las operaciones, debería comenzar una campaña isla a isla, utilizando fuerzas aeronavales que le deberían llevar finalmente a Cuba. Infantes parpadeó un par de veces antes de volver a leer las órdenes, no había lugar a dudas, su misión era recuperar lo que se le había arrebatado a España en el 98.

Durante las siguientes horas, mientras la flota llegaba a Cayena fue estudiando y anotando las modificaciones que creyó oportunas en base a su experiencia en operaciones anfibias, obtenida durante su campaña en África al mando del cuerpo expedicionario.

Cuando el almirante Cervera llegó a su despacho para informar de la llegada de la flota, Infantes pudo presentar a su compañero el plan último con todos las modificaciones necesarias a falta de que el avezado marino diera los retoques que creyese necesarios en cuanto a la participación naval.



Tres días más tarde, el cuerpo de oficiales del Tercio de Armada y de la Brigada Paracaidista se reunía en un inmenso hangar preparado para tal fin mientras los oficiales generales iban llegando, un gigantesco mapa del caribe con diferentes indicaciones marcaba el teatro de operaciones donde esos hombres deberían dirigir a sus tropas en la operación Colón, cuya finalidad era doble, primeramente dificultar el paso de los americanos del Atlántico al Pacífico además de convertirse en una molestia constante que amenazara sus costas; segundo y último, asegurar el crucial suministro de crudo de los países iberoamericanos a la península.

Estrada, junto con sus compañeros del Tercio Sur, la unidad más condecorada de todo el Tercio de Armada y casi de todo el ejército español ocupaban la primera fila mientras el general Infantes en persona presentaba la operación.

Un gigantesco Mapa de la costa oeste norteamericana y del Caribe mostraba las zonas de operaciones conocidas de las diferentes armadas aliadas, el objetivo de la primera fase sería abrir una brecha para permitir el paso del grueso del ataque.

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La primera fase, encargada a las nuevas unidades del tercio de Armada con apoyo de dos banderas paracaidistas se les encargaría tomar las islas de Trinidad y Tobago y Barbados, desde dónde los submarinos españoles apoyados por dos flotillas de U-boat alemanas amenazarían el caribe y la costa oeste norteamericana, obligándoles a dispersar sus fuerzas.

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A continuación el grueso de la Armada apoyada por el ejército del aire se lanzaría a la carrera para tomar Curaçao, Puerto Rico y el resto de las Antillas, creando una red que obligara a rodear la isla de La Española a los aliados y cerrando el mar entre Curaçao y las Antillas menores, dónde los aviones navales y los submarinos se encargarían de hacer pagar caro cualquier intento aliado de penetrar.

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Sólo, y tras el éxito de esta fase, se iniciaría la operación final, el regreso a Cuba. Primeramente, y protagonizado por la Escuadra de Instrucción así como voluntarios del Tercio de Armada y de la Brigada Paracaidista, se lanzaría una operación de distracción contra Las Bahamas con la intención de distraer la mayor cantidad de recursos aliados. Inmediatamente después, el grueso de la flota y del resto del ejército se lanzaría a una carrera desenfrenada para tomar Jamaica y Cuba. Una vez se cumpliera este objetivo los submarinos y bombarderos navales acabarían con todos los barcos enemigos que se atreviesen a acercarse a las costas caribeñas, además que los submarinos alemanes que combatían en la batalla del atlántico tendrían un importante puerto desde donde operar.

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Este plan quedaba sujeto a las modificaciones que pudiesen darse conforme la operación avanzase, la única limitación era el tiempo, tenían dos meses desde el inicio de la operación antes de alcanzar los objetivos finales, esta operación era fundamental, pues debido a la intervención de los Estados Unidos, el flujo de petróleo que llegaba a la península se había visto drásticamente reducido lo que estaba poniendo en serios apuros a la industria española. Infantes dejó claro a los presentes que era un todo o nada, todas las victorias, todos los triunfos cosechados se acabarían cuando se consumiese la última gota de combustible, si España quería seguir en la guerra y soñar con la victoria debían ganar allí.
 
Vamos infantes España renace!
 
La actualización del lunes no me da problemas, sin embargo la carrera y las opos me tiene liadisimo entre semana, por lo que el jueves no sé si podré actualizar, (como me ha pasado esta semana) así que la actualización del jueves tendrá que ser cuando pueda por lo menos hasta navidad, algunos días será antes, y otros después, pero no os preocupeis, actualizar, actualizare.
Muchas gracias a todos por los comentarios, y vamos, que seguimos rizando el rizo.

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21 de mayo de 1941


7 km al sur de Cork, Irlanda

Las luces de la ciudad de Cork iluminaban el horizonte mientras un grupo de estibadores se afanaban en descargar los botes al amparo de la oscuridad. Los botes habían partido de un mercante que debía llegar al puerto de la ciudad mientras este realizaba las maniobras para aproximarse al puerto.

En la costa, el agente Rohar hablaba con el líder irlandes de los hombres que habían llegado a ayudar con la descarga.

- Espero que esto demuestre un gesto de buena fe por parte del gobierno de mi nación, señor Lehane.- dijo Rohar- Tal y como acordamos aquí reciben los primeros tres mil fúsiles y treinta mil cartuchos para estos, además hemos adjuntado treinta y cinco fúsiles anti carro y tres morteros de ochenta y un milímetros.

- Gracias, sepa que el IRA hará buen uso de este material y de los consiguientes envíos, nuestros gobierno está harto de los británicos, más que ustedes.

- Sé perfectamente la política que el Reino Unido emplea en sus dominios, y la posición difícil en la que se mueve su primer ministro, pero los ingleses serán derrotados y ustedes recuperaran ese fragmento de su nación antes de que consoliden otra colonia que duré doscientos años- Aquello hizo recordar a Rohar como los británicos se habían enquistado en Gibraltar y como, más que probable hubieran prolongado su estancia sine die.

Uno de los estibadores hizo señas indicando que las labores de descarga desde los botes habían finalizado, a continuación cinco camiones se acercaron a la zona y comenzaron a ser cargados los fúsiles mientras los botes comenzaban a alejarse de regreso al mar en donde el buque bajo bandera Argentina “Nueva Esperanza” esperaba.

- Señor Rohar, esperamos los siguientes envíos con impaciencia, pronto esos cerdos británicos recibirán su merecido y serán expulsados de nuestra isla- Con un asentimiento, el agente español estrechó la mano del irlandés antes de subirse a uno de los botes.

Mientras la pequeña embarcación se alejaba de la costa rumbo al buque de carga, Rohar pensó en aquellos pobres irlandeses. Desde la caída de Francia el gobierno de las potencias del eje había intentado contactar con el Ira con ideas de lograr la participación del país para poder asfixiar a Gran Bretaña, no obstante aquellos burdos intentos por parte de la Abwehr habían fracasado y algunos agentes alemanes habían sido capturados. Así el gobierno español se enteró de las intenciones alemanas y decidió que quizás no era tan mala idea. Sin embargo al contrario de lo que habían previsto los alemanes, el SIM decidió un plan diferente.

Los españoles habían capturado varias toneladas de equipo británico, tanto en el frente francés, como del que habían suministrado a Portugal, es por ello que habían decidido emplear estos equipos para nutrir al IRA y que de esta forma se iniciase una campaña de guerra de guerrillas en contra de intereses británicos. El gobierno español sabía que los guerrilleros fracasarían, aislados y sin apoyo serían aplastados por los británicos, no obstante los españoles sabían del temperamento del primer ministro inglés, y Churchill ordenaría la ocupación de Irlanda, aquí sería donde España tendría su pretexto, para entonces la Royal Navy y la marina de los Estados Unidos estarían demasiado ocupadas intentando acabar con los corsarios y submarinos de sus enemigos que atacarían las costas americanas desde el Caribe español, por ello la toma de Irlanda se realizaría seguramente desde Irlanda del norte, o al menos esto era lo que el SIM había logrado descubrir gracias a sus agentes. Por ello, este sería el momento ideal de atacar, las fuerzas españolas lanzarían una operación aeronaval, mayoritariamente gracias a la experiencia que se esperaba cosechar en el Caribe y ocuparía la totalidad de la isla.

De cara a la población serían libertadores del yugo británico, sin embargo, lo que aquellos pobres diablos no sabrían, es que ese yugo habría sido provocado a propósito por sus propios libertadores.
 
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1 de junio de 1941

Salas de Gabinete de guerra, Londres

El teniente general John Dill había dado orden de que se despertará a Churchill con urgencia para informarle de las novedades recién llegadas desde el Caribe. El primer ministro no había tenido tiempo ni de vestirse acudiendo al gabinete en pijama y batín, fiel a sus costumbres Churchill se había tomado un coñac antes de dormir, prueba era el aroma que desprendía.

- Primer Ministro- Comenzó John Dill- Las fuerzas en las colonias de Sudamérica acaban de capitular, los españoles las han rodeado efectuando un lanzamiento paracaidista.

- Eso es imposible, Lord Moyne me dijo que las tropas coloniales serían más que suficientes para recuperar ese puertucho de las manos de los españoles, cómo dijo… Sí, sí Cayena, eso, Cayena.

- Primer Ministro, no dudo de las intenciones del Secretario de Estado para las Colonias- Dill estaba comenzando a cansarse de las bravuconadas de aquel general de sillón que habían costado tanto al imperio- Los españoles han estado desplazando fuerzas de forma progresiva a Sudámerica, por lo que sabemos deberían tener un equivalente a un cuerpo de ejército, y no sólo eso es lo peor, estamos casi completamente seguros de que están preparándose para iniciar una importante operación en la zona, tal y como indican el cese de todo tipo de comunicación con la península. Además, desde hace un mes no se tienen noticias de la principal formación naval española, lo último que logramos de nuestros agentes fue un mensaje que indicaba que la flota española había abandonado Ferrol.

- ¿Y los americanos? -inquirió Churchill.

- Por lo que sabemos están reforzando Puerto Rico, Cuba y Santo Domingo con las divisiones de la Guardia nacional más preparadas, en el ámbito naval no se atreven a desviar a ninguna fuerza de entidad por miedo a dejar los convoyes de suministros a merced de los submarinos alemanes.

El Primer Ministro pareció enmudecer, él había dado orden de desplazar todas las guarniciones de las Indias occidentales hacía Sudamérica confiando en derrotar a los españoles, con la derrota, no quedaba nada en el Caribe que pudiese oponerse a una invasión lo que de facto cerraría el caribe.

- General- Wiston Churchill se reafirmó con un tono de voz severo- Desvíe hacia el caribe todas las divisiones de los Dominions, Canadá nos estaba por enviar dos divisiones, que las envíen al Caribe donde deben terminar su formación y prepararse para defender las islas. Alexander, quiero que destine al Caribe a una división de acorazados y otra de cruceros, será suficiente para aplastar a ese intento de armada de los españoles.

La mayoría de los presentes se limitó a asentir las palabras del primer ministro mientras llamaban a sus ayudantes, John Dill sin embargo interrumpió.

- Primer ministros y resto de personalidades, no puedo sino expresar mi completo desacuerdo. Si desviamos esas fuerzas debilitaremos aún más nuestra delicada posición aquí. Ya enviamos fuerzas desde África hacía Grecia, dónde usted insistió que serviría para apuñalar el vientre blando de Europa, sin embargo, nuestros hombres se vieron de espaldas al mar luchando por sobrevivir. Suspendimos las operaciones en Libia cuando estábamos a punto de aplastar a los italianos, dándoles tiempo a que recibieran refuerzos españoles y alemanes, ahora la victoria se ha convertido en una derrota. También denegó refuerzos a los portugueses, dándoles tiempo a los españoles a cerrar ese frente y reforzar sus líneas en Francia, cuando era sabido gracias a nuestro servicio de inteligencia que el gobierno de Mola no hubiese aguantado una guerra en dos frentes.- Dill estaba rojo de la ira- Me niego a enviar a esos hombres a una muerte segura, dos divisiones bisoñas no tienen nada que hacer contra un cuerpo de ejército veterano, y menos cuando nuestros hombres son más necesarios aquí para defender nuestras costas de los alemanes. Si da usted esa orden, quiero que sepa que mañana mismo presentaré mi dimisión.

Los presentes en la sala parecieron quedar congelados en el tiempo, ninguno se atrevió a realizar ningún movimiento mientras aquel hombre continuaba en pie desafiante hacía su primer ministro. Churchill miró al Jefe del Estado Mayor Imperial con rabia.

- Teniente General Sir John Greer Dill, ha servido fielmente al imperio, cumpla sus órdenes y mañana recibiré gustoso su dimisión.

- Como desee Primer Ministro, ahora veo que está dispuesto a cumplir sus palabras, porque no habrá nada para nosotros salvo sangre, sudor y lágrimas.
 
Bien, un ingles competente menos
 
Muy buenos post,como siempre. ¿Asi que estoy ayudando a los irlandeses a tocar las narices a los cara-te? Muy bien,muy bien. En cuanto a Churchill....¿que se puede esperar del que planeo la unica victoria importante otomana de la Gran Guerra siendo el del contrario?:D
 
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10 de junio de 1941


Barbados

El sargento Fernando Casado paseaba entre los restos del campamento canadiense, aquellos hombres se habían defendido como leones, sin embargo, el lanzamiento paracaidista por detrás de sus líneas una vez iniciado el desembargo desmoronó la defensa que los canadienses habían organizado.

El ocho comenzaba la operación Colón, los transportes de tropas, con los cañones de los destructores que apoyaban a las lanchas de desembarco, no tardaron en causar centenares de bajas en los defensores que habían abierto fuego demasiado pronto, aun así, alguna lancha acabo embarrancando frente a una ametralladora que causaría decenas de bajas entre los asaltantes. Más tarde la infantería de marina acabaría atascada en las playas al recibir los defensores refuerzos desde el interior de la isla, durante unas horas se vivieron auténticos momentos de angustia en las playas, donde los defensores amenazaban con expulsar a los españoles de vuelta al mar.

Sin embargo, esa noche, los atacantes realizarían un lanzamiento paracaidista sobre el interior de la isla. Amparados por la oscuridad y por los ruidos de la batalla los paracaidistas pudieron infiltrarse por la retaguardia canadiense acabando con las posiciones defensivas una a una, para cuando los mandos se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo ya era demasiado tarde, el flanco más oriental había caído fruto de la colaboración entre los paracaidistas y la infantería de marina, tras esto, las posiciones aliadas fueron cayendo como en un castillo de naipes hasta que finalmente el oficial al cargo de la defensa de la isla comprendió lo fútil de mantener la defensa.

A la mañana siguiente los españoles reunieron a los supervivientes y contabilizaron las bajas propias, habían perdido algo menos de cuatrocientos hombres, la gran mayoría durante el desembarco, por su parte los canadienses habían perdido casi novecientos hombres entre heridos y muertos, la gran mayoría a causa de la incursión de los paracaidistas.

De casi mil cuatrocientos defensores habían causado baja dos terceras partes. Fernando Casado se sentó sobre los restos de uno de los blocaos defensivos que los canadienses habían improvisado con troncos de palmera y reforzado con arena, su pelotón solo había sufrido una baja, y había sido a causa del salto, cuando el soldado Moretes fue a parar a un grupo de palmeras. Por lo que sabían esta era una de las islas menos defendidas debido al escaso tiempo que habían tenido los defensores de prepararse, en el resto de islas se esperaba que hubiese en torno de dos a cuatro divisiones británicas y canadienses principalmente, además de esperarse la llegada de más tropas de los Dominios. Iba a ser una batalla dura, una campaña isla a isla.

Horas más tardes, el contraalmirante Manuel de Vierna reunía a los oficiales y suboficiales para transmitirles el éxito absoluto de la primera fase de la operación Colón, las fuerzas españolas habían tomado todos sus objetivos sin tener que lamentar bajas navales y siendo las bajas terrestres de toda la operación menores a tres mil con menos de cuatro centenares de muertos.

De esta operación se adoptaron las primeras medidas de cara a las siguientes operaciones: Primero se realizarían los lanzamientos paracaidistas con algunas horas de antelación al desembarco para debilitar las posiciones de artillería y reducir los principales núcleos de defensa, los paracaidistas de la primera fase se habían encontrado en que las posiciones defensivas levantadas por los aliados no estaban preparadas para resistir un ataque por la retaguardia. De esta forma se esperaba reducir las bajas entre los infantes de marina cuando desembarcasen. Segundo, la artillería naval debería apoyar el desembarco incluso una vez iniciado este, de forma que, aunque se corriera el riesgo de alcanzar a las tropas propias, lo cual se intentaría evitar manteniendo un contacto continuo con las unidades de la playa, los defensores se verían agobiados por la capacidad de fuego de los barcos españoles. Finalmente, en caso de encontrarse con una posición de los defensores en las que la resistencia no pudiera ser vencida los atacantes no se lanzarían a nuevos asaltos, sino que se solicitaría apoyo aéreo o naval hasta que la posición se rindiera o perdiera fuerza, donde la infantería finalmente entraría a limpiar las zonas, de todas formas, el mando iba a solicitar al menos una compañía de carros a Madrid, para apoyar el avance de la infantería.

Estas medidas respondían a las exigencias que habían llegado desde el Estado Mayor, donde se exigía a los mandos que se intentarán evitar bajas innecesarias empeñándose en asaltos de desgaste.
 
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17 de junio de 1941

Palacio del Pardo, Madrid

- Agustín, acércate.

- Mi general- Dijo Muñoz Grandes mientras se acercaba a donde yacía postrado Mola.

- Mi tiempo se agota, me llena de congoja y pesar saber que no podré ver el final de nuestra obra, pero- un golpe de tos le obligó a callar mientras uno de los médicos se acercó rápidamente a ofrecerle agua.

Muñoz permanecía con semblante serio al lado del Jefe de Estado. Los médicos habían dictaminado que Mola padecía una neumonía aguda, sin embargo, y debido al elevado ritmo de trabajo que había llevado este, la enfermedad había sido detectada demasiado tarde cuando la bacteria había pasado a la sangre produciendo sepsis; se esperaba que muriese en las próximas horas, no pudiendo hacer los médicos nada que no fuese mitigar su dolor. Mola había solicitado la presencia de Muñoz Grandes y del ex-monarca Alfonso XIII en un momento de conciencia que había tenido.

- Señores. Les he hecho venir porque ustedes deberán construir el futuro de la nación. Una España que se aleje de todas las miserias que hemos padecido en estos siglos bajo gobernantes inútiles. No repetir los mismos errores, y además, deberán trabajar por evitar que España se vea bajo la bota de un dictador, sea este alemán o ruso. Deben luchar por la independencia de nuestro país. Trabajen juntos, esfuércense por conseguir una España mejor, y cuando ganen la guerra, no dejen que todo ese trabajo desaparezca. Por España, señores, por España.

Ambos asintieron, mientras conversaron sobre el futuro de los cargos de la nación. Muñoz mantendría su puesto de presidente, había demostrado su eficacia trabajando y las decisiones que había tomado habían demostrado ser acertadas, sin embargo, no debía dejarse engañar, muchos verían la muerte de Mola como el momento ideal para intentar hacerse con el poder. El puesto de Jefe de Estado lo ocuparía el antiguo monarca, sin ostentar el cargo de rey y sin ningún tipo de poder político más allá de servir de moderador y sancionador de las medidas de Muñoz. Este sistema se mantendría al menos hasta que la guerra acabase, cuándo el pueblo elegiría su forma de gobierno. Este punto había sido idea del propio Alfonso, en un intento de evitar que España se convirtiera en una dictadura totalitaria al estilo alemán y acercándose más a una forma de gobierno parecida a la italiana. Muñoz no estaba de acuerdo del todo en este punto, pero fue finalmente convencido, viendo que un pueblo exultante con la victoria no querría una república que les traería recuerdos de viejos odios.

De esta forma, y de facto, Muñoz se convertiría en un presidente que aglutinaría casi la totalidad del poder del estado, quedando el rey para realizar un papel moderador.

- Confió en que terminéis la obra que se inició en el 98 y devolváis a España al puesto que le corresponde ocupar en la historia- dijo Mola con un hilo de voz, los médicos habían comenzado a azuzar a Muñoz y al ex-monarca para que abandonasen la sala y dejasen descansar al jefe de estado, pero este se había negado hasta que no hubiese acabado- Una última cosa, cuando Cuba vuelva a ser nuestra, me gustaría que se me enterrará en la tierra que me vio nacer de nuevo bajo bandera española.

Ambos asintieron antes de abandonar la sala mientras se levantaba acta oficial y el Jefe de Estado estampaba su firma. Detrás de ellos quedaba Mola bajo los cuidados de los médicos y la asistencia de un pater militar.

Fuera, generales y ministros esperaban noticias, Muñoz les puso al tanto brevemente de la decisión de Mola, notándose el descontento de algunos oficiales de la vieja guardia con las decisiones del Jefe de Estado, a quien consideraban que estaba demasiado débil como para pensar con lucidez. Mientras se iban formando pequeños grupos a la espera de que llegase la fatal noticia, los coroneles Salas y Rueda del SIM lograron hablar con Muñoz a solas con el pretexto de salir a fumar.

- Mi general- Comenzó Salas- No sé durante cuánto más tiempo podremos evitar que la noticia salga a la luz, aunque controlamos las filtraciones y las publicaciones, algunos diarios ya comienzan a hacerse eco de que algo está pasando con el Director, solamente las noticias que llegan desde el Caribe logran distraer la atención del pueblo.

- Eso no es lo peor- Interrumpió Rueda- Los alemanes se huelen algo, por lo que hemos podido saber han establecido contacto con algunos oficiales del ejército. Al parecer desean apoyar a aquellos que les sean más útiles para sus intereses en este juego de poder- Muñoz puso mala cara- Excelencia, le seré franco, los alemanes no quieren a alguien como usted, o como al viejo rey en el poder, no quieren que España sea un país independiente a sus deseos y harán todo lo que esté en su mano por conseguirlo.

Rueda dio unos segundos antes de soltar la noticia más importante mientras Muñoz todavía reflexionaba.

- Hitler está preparando algo importante en el este, por lo que hemos podido conseguir de algunos agentes, el OKH lleva meses desviando tropas hacía la frontera soviética, nos tememos que ese necio vaya a iniciar otra guerra sin haber acabado con el Reino Unido antes.

- ¿Por qué no se me ha notificado antes? Es que esos idiotas no aprendieron nada de la Gran Guerra- Estalló Muñoz- Mira que Stalin y sus socios no son santo de mi devoción, pero no es el momento de golpear al Oso sin antes acabar con el León.

- Agustín- Dijo Salas, refiriéndose al presidente por su nombre lo que denotaba cierta familiaridad surgida del trabajo conjunto que ambos llevaban realizando desde que había sido puesto en el cargo- Aunque la operación Colón marcha bien, y hemos logrado asestar un golpe a los británicos en el Caribe este no es decisivo. Como bien sabes, los alemanes bombardean día y noche las ciudades del Reino Unido, en África les hemos obligado a retirarse hacía Egipto y en Oceanía los japoneses les están arrebatando posesión tras posesión, sólo el apoyo de sus primos mantiene la industria británica, sin embargo, es Churchill el que mantiene el espíritu de la nación. Ese hombre ha logrado lo indecible, evitando ya dos mociones de confianza y derrotando a todo aquel que ha querido expulsarle del poder- Hizo una pausa para que Muñoz pudiese entender por dónde iba- Si los alemanes se meten en una nueva guerra con los soviéticos y nosotros apoyamos a Hitler con nuestro ejército, los ingleses se reforzaran y para cuando queramos darnos cuenta estarán desembarcando en nuestras costas, atacando nuestras ciudades y todo por lo que hemos luchado desaparecerá.

- Entonces que me aconsejas, que no apoye a Hitler en su campaña en Rusia, como bien ha dicho Rueda si no le apoyamos no tardará en intentar quitarnos del poder. Entonces sí que desaparecerá todo por lo que hemos luchado, pero si España va a la guerra a Rusia bajo mandato alemán todo se perderá igualmente. Y créeme cuando te digo que no dudaría ni un segundo que haya generales entre nuestros oficiales que sean capaces de levantarse en armas contra sus propios compañeros deslumbrados por la capacidad alemana, ¡no hace ni dos años ya desbaratamos un intento de golpe de estado! ¡Y este era en apoyo de los británicos!- Muñoz se tranquilizó mientras recordaba cuando descubrió las intenciones de los traidores- Pero entonces Mola representaba todas las ideas de la restauración nacional, todos los valores que unieron al pueblo español, ha sido bajo el liderazgo de Mola cuándo hemos tomado Portugal, derrotado a los franceses, expulsado a británicos de África y ahora incluso recuperado Puerto Rico de los americanos.

- No Agustín, no lo ha hecho Mola, han sido los españoles, los hombres y mujeres que hacen grande este país, desde los soldados hasta los que trabajan en las fábricas, desde el primer al último español que con su esfuerzo ha permitido que este país se levantara y se enfrentará a sus enemigos- dijo Salas.

- Mi general- habló Rueda- debe decirles a los españoles lo que ha pasado, debe adelantarse a aquellos que podrían oponerse, únales a todos bajo la misma bandera, deles esperanzas en que esta guerra acabará y los españoles que surjan de esta barbarie serán los que tengan la llave de nuestro futuro, del futuro de la nación, al fin y al cabo, esa es la voluntad del Director.
 
 
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22 de junio de 1941


Son las primeras horas del domingo y la vida abandona a Mola con cada suspiro. La habitación está en penumbra y solamente el tintinear de algunas velas rompe la oscuridad. Él es consciente de que el final está cerca, pero contra todo pronóstico ha logrado resistir cinco días, los suficientes como para que se le notifiquen que las tropas españolas han pisado Cuba.

Había llegado a este punto casi cincuenta y cuatro años antes en una Cuba española, y ahora lo abandonaba sabiendo que esta volvería a estar bajo la rojigualda. Confiaba en que Muñoz y Alfonso supieran mantener los frutos de las victorias y que fuesen capaces de mantener el legado que se había construido.

“Bum, bum” Oye los latidos de su corazón en el silencio. “bum, bum” son cada vez más distantes y débiles.

“Bum, bum”

Son casi las tres de la mañana y el embajador soviético en Berlín ha sido llamado al despacho de Ribbentrop, allí en una pomposa ceremonia se le hace entrega de la declaración de guerra por parte de Alemania a su país ante la sorpresa del embajador.

“Bum, bum”

En el tejado del 10 de Downing Street, Churchill celebra cada avión alemán que es derribado sobre los cielos de su patria.

Alan Brooke, quién ha sido llamado para sustituir a John Dill, intenta concienciar a un tozudo primer ministro de que es necesario tomar medidas en los diferentes frentes antes de que sea tarde para el imperio.

“Bum… Bum”

Los soldados soviéticos se mantienen a la espera en sus puestos, en las últimas horas del sábado han recibido la orden desde el alto mando de estar preparados para combatir ante cualquier movimiento al otro lado de la frontera.

Para el soldado Vasilev parece completamente imposible de creer que se espere una invasión por parte de los alemanes, sin embargo no se atreve a expresar sus inquietudes ante sus oficiales, por lo que simplemente espera y reza que los alemanes no falten a su pacto mientras el relevo se acerca.

“Bum… Bum”

La luz abandona las aguas del Atlántico mientras el capitán Salas Pinto observa desde su periscopio como el crucero norteamericano es engullido por las aguas al haber intentado auxiliar a un mercante británico averiado.

Toma nota de los buques y se dirige a su director de tiro para facilitarle nuevos datos para los torpedos, mientras sube el periscopio el Capitán Salas no puede sino sonreír sabiendo el destino que espera a los buques enemigos.

“Bum…”

El teniente Estrada supervisa a sus hombres mientras izan orgullosos la bandera española en Fort Buckanan, la base norteamericana ha sido un hueso duro de roer, pero finalmente la última resistencia en Puerto Rico ha sido aplastada.

Esta es la primera pérdida de territorio considerado norteamericano desde su guerra civil, y promete no ser la última.

“Bum…”

El cielo se ilumina en el oeste, la barrera de artillería alemana que marca el inicio de la operación Barbarroja ruge a lo largo de la frontera mientras lanzan la muerte sobre las líneas soviéticas, en ellas unos incrédulos soldados se agazapan en sus coberturas mientras rezan porque acabe la tormenta de fuego.

“…Bum…”

Hitler recibe la noticia del inicio de la operación barbarroja en compañía de su estado mayor, esta es la mayor operación terrestre de la historia.

Mientras la información no cesa de llegar el Führer no puede evitar dejar de pensar en la nueva posibilidad que abre en el oeste y el cerca de millón de soldados experimentados que esperan en España.

El viejo Mola ha sido un problema para sus planes, pero ahora con su muerte se abre una nueva oportunidad para encunar alguien más favorable al régimen, la pregunta es ¿quién?

“… Bum …”

El despacho es iluminado bruscamente cuando se enciende una cerilla. Francisco Franco observa la papelera en la que reposa destrozada una carta sellada por el MI6, el general español deja caer la cerilla que comienza a devorar el papel. Mientras el fuego se extingue y quedan sólo las cenizas, Franco se promete a si mismo que no permitirá que España desaparezca consumida por la guerra.

“…”

Son las 1.12 de la madrugada del 22 de junio en Madrid y Mola ha muerto. El doctor Linares abandona la estancia en la que descansa el cuerpo del jefe de estado para notificárselo a Muñoz y a los allí presentes.

Muñoz suelta un suspiro, el futuro de España es incierto y no podía ser en peor momento.

Mientras, el mundo está en guerra, los hombres luchan y mueren a lo largo de los cinco continentes en un conflicto inimaginable; por honor, por el deber, por ideologías, ya sea por sus líderes, su patria o sus familias, el mundo es la guerra y la guerra es el mundo, una pesadilla que amenaza con no acabar; la locura no ha hecho sino comenzar.