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Mañana te busco si tengo alguno de esta altura de partida, pero sino creo que un poco más adelante salen mapas 
Lo prometido es deuda:
Irlanda está casi completa, le falta dos condados que son parte del reino de Man, que también tiene el este de Inglaterra y un condado en Gales. York es el más grande de los señoríos vikingos, el que se formó en el centro de Inglaterra se rompió en muchos condados independientes. Ducados cristianos queda el del sur, que sobrevivió al ataque inicial y ya se mantiene muy sano.
Irlanda está casi completa, le falta dos condados que son parte del reino de Man, que también tiene el este de Inglaterra y un condado en Gales. York es el más grande de los señoríos vikingos, el que se formó en el centro de Inglaterra se rompió en muchos condados independientes. Ducados cristianos queda el del sur, que sobrevivió al ataque inicial y ya se mantiene muy sano.
Cambia el modelo del arpa, sí, pero el esquema es el mismo, "de azur al arpa de oro".
Capítulo 8: Entre guerras
Una vez conseguida la independencia, nuestro respeto asciende entre nuestros vasallos tanto que por fin aprueban la ley de Impuestos Mínimos a los Barones. (10 años después):
En otro orden de cosas se acuerda que mi heredero se despose con la condesa de Gallaibh, cuando ambos niños alcancen la mayoría de edad (16 años):
Los años van pasando y después de un tiempo prudencial se ofrece al Rey de Alba pagar un rescate de 74 monedas de oro por su hija, la princesa Nuala, (se me olvido comentarlo, la capturé en uno de los asedios en la guerra de independencia):
6 años de aburrimiento después, una noticia nos sorprende, nuestra esposa Ermertrude se queda nuevamente embarazada del que sería ya nuestro tercer hijo varón. La dinastía está más que asegurada con tres niños, en este caso se le bautiza con el nombre de su padre:
A los pocos días el nuevo Rey de Alba nos manda un emisario, que aunque no es nuestro señor de facto, sigue siéndolo de iure:
Como debríamos interpretar esto, ¿Cómo una cosa sin importancia o como una nueva muestra de opresión del monarca?
Capítulo 8: Entre guerras
Una vez conseguida la independencia, nuestro respeto asciende entre nuestros vasallos tanto que por fin aprueban la ley de Impuestos Mínimos a los Barones. (10 años después):
En otro orden de cosas se acuerda que mi heredero se despose con la condesa de Gallaibh, cuando ambos niños alcancen la mayoría de edad (16 años):
Los años van pasando y después de un tiempo prudencial se ofrece al Rey de Alba pagar un rescate de 74 monedas de oro por su hija, la princesa Nuala, (se me olvido comentarlo, la capturé en uno de los asedios en la guerra de independencia):
6 años de aburrimiento después, una noticia nos sorprende, nuestra esposa Ermertrude se queda nuevamente embarazada del que sería ya nuestro tercer hijo varón. La dinastía está más que asegurada con tres niños, en este caso se le bautiza con el nombre de su padre:
A los pocos días el nuevo Rey de Alba nos manda un emisario, que aunque no es nuestro señor de facto, sigue siéndolo de iure:
Como debríamos interpretar esto, ¿Cómo una cosa sin importancia o como una nueva muestra de opresión del monarca?
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Capítulo 9: Las manos de Alba
Reunió al Consejo enseguida y les indicó que aceptaba la propuesta de tomar el trono de Alba por la fuerza. Los siguientes meses en el castillo fueron caóticos con tantos preparativos y tropas que iban llegando de sus vasallos y las suyas propias que estaban entrenándose.
El rey también se estaba preparando. No le sorprendió la declaración de guerra de Donncuan pues siempre le había tomado como un pelele y por eso de vez en cuando le mandaba títulos honorarios para tenerle tranquilo y poder acercarse más a él... Lo que le incomodaba era, primero, la guerra y segundo, que sus vasallos se contagiaran de la estupidez de retarle.
En medio de los preparativos de la guerra, Ermentrude le dio la magnífica noticia de que esperaba en su vientre a su cuarto hijo. Donncuan quería que fuese niña, puesto que ya con tres varones su legado estaba protegido. En este tiempo, su primogénito Indrechtach cumplió la mayoría de edad y su padre se percató de que era un gran administrador (tocado por Midas).
Antes de irse Donncuan quería dejar todo hilado por lo que se hizo cumplir rápidamente el contrato de matrimonio de Indrechtach con la condesa de Gallaibh.
La boda fue sencilla y austera puesto que el dinero debería gastarse en el cuidado de las tropas. El nuevo miembro de su familia, la condesa de Gallaibh no estuvo de acuerdo con esta decisión pero Donncuan le dejó claro quién mandaba en sus tierras. Así que la noche antes de partir casó a su hijo y le pidió que regentara el castillo en su nombre. Fue una buena noche para ir hacia la guerra.
Después de mes y medio de viajes, la primera batalla fue el asedio en Blàr Athall y salimos victoriosos. El ánimo de las tropas era inmejorable y Donncuan ya olía la madera del trono.
Sin embargo, la segunda batalla que se presentaba era muy importante y se preveía que iba a ser una gran ofensiva. Las tropas de Donncuan estaban seguras de que también saldrían vencedores de esta cruzada.
Pero el ánimo y las ganas de vencer se fueron diluyendo poco a poco ya que las tropas del rey hicieron una gran defensa sangrienta. La derrota tardó en llegar puesto que los soldados de Donncuan luchaban con fuerza y vigor pero las tropas quedaron mermadas y la inferioridad numérica por las bajas se iba notando cada vez más. La victoria del rey quedó impregnada en la bravura de los soldados supervivientes y Donncuan, apesadumbrado pero enojado, no quería rendirse. Esto no iba a quedar así.
Capítulo 9: Las manos de Alba.
Donncuan despertó sudando del sueño. A su lado estaba Ermentrude durmiendo. No solían dormir juntos tan solo cuando necesitaban pasar un tiempo juntos. Había soñado que él era el Rey y la idea le gustaba. El Consejo desde hacía semanas le recomendaba que tomara el trono a la fuerza, puesto que el rey no hacía más que menospreciarle y mandarle agravios, por lo que había que tomar cartas en el asunto. Donncuan en esas semanas se recluía en la biblioteca dándole vueltas a esa idea pero la imagen de las batallas ensombrecía su decisión. Pero en el sueño todo era distinto: unos cuantos años malos de guerra para que luego fueran muchos años de paz y buen reinado. Así que se levantó de la cama y el sueño ya empezaba a hacerse realidad.
Reunió al Consejo enseguida y les indicó que aceptaba la propuesta de tomar el trono de Alba por la fuerza. Los siguientes meses en el castillo fueron caóticos con tantos preparativos y tropas que iban llegando de sus vasallos y las suyas propias que estaban entrenándose.
El rey también se estaba preparando. No le sorprendió la declaración de guerra de Donncuan pues siempre le había tomado como un pelele y por eso de vez en cuando le mandaba títulos honorarios para tenerle tranquilo y poder acercarse más a él... Lo que le incomodaba era, primero, la guerra y segundo, que sus vasallos se contagiaran de la estupidez de retarle.
En medio de los preparativos de la guerra, Ermentrude le dio la magnífica noticia de que esperaba en su vientre a su cuarto hijo. Donncuan quería que fuese niña, puesto que ya con tres varones su legado estaba protegido. En este tiempo, su primogénito Indrechtach cumplió la mayoría de edad y su padre se percató de que era un gran administrador (tocado por Midas).
Antes de irse Donncuan quería dejar todo hilado por lo que se hizo cumplir rápidamente el contrato de matrimonio de Indrechtach con la condesa de Gallaibh.
La boda fue sencilla y austera puesto que el dinero debería gastarse en el cuidado de las tropas. El nuevo miembro de su familia, la condesa de Gallaibh no estuvo de acuerdo con esta decisión pero Donncuan le dejó claro quién mandaba en sus tierras. Así que la noche antes de partir casó a su hijo y le pidió que regentara el castillo en su nombre. Fue una buena noche para ir hacia la guerra.
Después de mes y medio de viajes, la primera batalla fue el asedio en Blàr Athall y salimos victoriosos. El ánimo de las tropas era inmejorable y Donncuan ya olía la madera del trono.
Sin embargo, la segunda batalla que se presentaba era muy importante y se preveía que iba a ser una gran ofensiva. Las tropas de Donncuan estaban seguras de que también saldrían vencedores de esta cruzada.
Pero el ánimo y las ganas de vencer se fueron diluyendo poco a poco ya que las tropas del rey hicieron una gran defensa sangrienta. La derrota tardó en llegar puesto que los soldados de Donncuan luchaban con fuerza y vigor pero las tropas quedaron mermadas y la inferioridad numérica por las bajas se iba notando cada vez más. La victoria del rey quedó impregnada en la bravura de los soldados supervivientes y Donncuan, apesadumbrado pero enojado, no quería rendirse. Esto no iba a quedar así.
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Capítulo 10: De vencedores y vencidos
La situación no pintaba nada bien para las tropas ducales, pero gracias a una saneada economía se pudo llegar a un acuerdo con La Banda Bretona, un ejército de mercenarios francoceltas que contaba con unos 1500 efectivos, entre infantería pesada, arqueros, piqueros y caballería ligera.
No todo iban a ser malas noticias, y desde luego esta no lo era:
Nacía el cuarto hijo barón del Mormaer, Máel-Pátraic, lo cual supuso una inyección de moral a las lastimosas tropas de Moray.
Y fue gracias a estos dos eventos que se consiguió retomar la iniciativa en la guerra con una gran victoria en Fortingal sobre las tropas del monarca. A la que siguió otra, en este caso en Scoine, que prácticamente eliminaba cualquier posible intento de conformar un contraataque del rey.
A esta batalla siguieron una serie de asedios victoriosos sobre las tierras de los vasallos del rey.
Aunque el tiempo y las victorias no desalentaron al monarca de Alba el cual consiguió reunir a unas cuantas maltrechas tropas para intentar volver a plantar batalla en el previo campo de batalla:
Pero nuevamente fueron derrotados por los mercenarios bretones. Y esta vez, sí que fue la definitiva y tras una nueva serie de asedios victoriosos al fin conseguimos la rendición del, ya, antiguo monarca de Alba.
A la familia Mac Ailpin se le permitía mantener a sus vasallos del ducado de An Mhaorine, así como sus tierras y castillos, sin embargo, ahora estarían sometidos a vasallaje por parte del verdadero Rey de Alba, Donncuan I O’Moray.
Capítulo 10: De vencedores y vencidos.
La situación no pintaba nada bien para las tropas ducales, pero gracias a una saneada economía se pudo llegar a un acuerdo con La Banda Bretona, un ejército de mercenarios francoceltas que contaba con unos 1500 efectivos, entre infantería pesada, arqueros, piqueros y caballería ligera.
No todo iban a ser malas noticias, y desde luego esta no lo era:
Nacía el cuarto hijo barón del Mormaer, Máel-Pátraic, lo cual supuso una inyección de moral a las lastimosas tropas de Moray.
Y fue gracias a estos dos eventos que se consiguió retomar la iniciativa en la guerra con una gran victoria en Fortingal sobre las tropas del monarca. A la que siguió otra, en este caso en Scoine, que prácticamente eliminaba cualquier posible intento de conformar un contraataque del rey.
A esta batalla siguieron una serie de asedios victoriosos sobre las tierras de los vasallos del rey.
Aunque el tiempo y las victorias no desalentaron al monarca de Alba el cual consiguió reunir a unas cuantas maltrechas tropas para intentar volver a plantar batalla en el previo campo de batalla:
Pero nuevamente fueron derrotados por los mercenarios bretones. Y esta vez, sí que fue la definitiva y tras una nueva serie de asedios victoriosos al fin conseguimos la rendición del, ya, antiguo monarca de Alba.
A la familia Mac Ailpin se le permitía mantener a sus vasallos del ducado de An Mhaorine, así como sus tierras y castillos, sin embargo, ahora estarían sometidos a vasallaje por parte del verdadero Rey de Alba, Donncuan I O’Moray.
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