Una casa dividida 2: La Segunda guerra Civil Americana(HoI2 Kaiserreich)
País: Empezamos con EEUU
Escenario: Kaiserreich
Dificultad: Normal
Agresividad de la IA: Normal
PROLOGO
Eran los últimos días de 1935. Teddy Oswolski se dirigió a la multitud de que le escuchaba en la fábrica donde trabajaba en Detroit. Las reuniones de la Asociación de Sindicatos de America cada día eran más multitudinarias, y Oswolski cada día se hacía oir más en ellas. No era un tipo joven. El primer americano de una familia llegada desde la Polonia rusa, sus veinte años como operario industrial cargando piezas empezaban a causarle dolores en la espalda. También su encanto se había resentido, ya que ahora llevaba gafas y cada día tenía más pelo. Pero sabía hablar muy bien, y siempre se dirigía a la gente con fuerza y ardor. Un ardor que en gran parte le había dado el hecho de pertenecer a la Asociación de Sindicatos.
"Los que llevais tiempo en estas fabricas recordareis cuando empezamos a construir armamento para los franceses y americanos en la Gran Guerra. Tuvimos la suerte de que ningún hijo de America se sacrificó por el orden continental, pero trabajamos para que otros trabajadores de Europa matasen a sus hermanos del bando opuesto. Con esta neutralidad los que ganaban eran los banqueros y los industriales. Y cuando Francia e inglaterra capitularon, ¿Qué nos dejaron? Créditos sin pagar e infinitas deudas que se tradujeron en trabajadores despedidos y familias en la miseria".
Hubo muchos murmullos afirmativos. La economía americana se resintió mucho con la derrota de los Aliados en la Gran Guerra. Muchas fábricas cerraron por culpa de los créditos impagados de los aliados. Y es que la derrota llevó a Francia al Socialismo y al Reino Unido a abrazar el sindicalismo, liderado por Alexander Berkman en esos momentos.
"Y no solo eso. Aunque Francia e Inglaterra vieron la luz tras la derrota y abrazaron las doctrinas de Marx, nosotros seguimos con nuestro modelo capitalista. Y ¿donde nos ha llevado esto? Hemos de trabajar muchisimas horas para que nuestras productos puedan venderse fuera, allí donde los alemanes nos dejan. Si es que podemos vender aún algo. Y los barones de la industria siguen explotándonos, apretandonos más con demandas draconianas y exprimiendo nuestros salarios para prolongar su incipiente bienestar. Nuestros bolsillos se vacían mientras que los suyos siguen llenándose de dolares y más dólares."
Alexander Berkman, el hombre fuerte de la Unión de Sindicatos Americanos.
La Asociación de Sindicatos de América era hija de Alexander Berkman, un lituano. Pero el alma detrás de ella era Jack Reed, el americano que estuvo al lado de Lenin durante la Revolución Rusa y que sobrevivió a un atentado para poder seguir liderando huelgas y la lucha de clases en América. Teddy no dudaba que Reed sería el nuevo jefe del Comité Central. Y el tener a un americano nato en ese asiento permitiría hacer la Revolución más americana.
"Pero se acerca el día en que los trabajadores de América abandonaran las banderas y las etiquetas para unirse en un frente común contra los explotadores. y yo os digo que cuando la tormenta de la ira proletaria estalle en America, esta tormenta será imparable.
Muchos kilometros más al sur, otra reunión tenía lugar. Pero esta en un ámbito muy diferente. En Nueva Orleans tenía lugar la convención del Partido "América Primero". Su líder, Huey Long, predicaba el retorno a los valores tradicionales sureños, y no solo para los estados del Sur. Uno de sus admiradores y seguidores, metido entre la multitud que escuchaba el discurso en la gran Sala de Reuniones del Partido era Jefferson Myers. Se emocionó cuando supo que Huey iba a organizar la convención en su ciudad como solo un adolescente puede emocionarse. Colaboró en la organización con un celo militante y ahora escuchaba las palabras de su líder como a las de un Mesías.
Huey Long, el Rey Pez en un discurso.
Huey no lo había tenido fácil. Como gobernador de Luisiana había logrado que el estado prosperase. Construyó carreteras y un Capitolio estatal faraónico. Su amor por su estado solo era comparable a su devoción por los Tigers. Huey llegó a financiar a los aficionados que se desplazaban para ver un partido suyo en Tennessee, amenazando con imponer un nuevo impuesto a las compañias ferroviarias que cobrasen a los aficionados. Y fue tal el éxito que un diario de Tennessee publicó el titular: "¿Acaso Long nos ha invadido?".
"¿Sabeis cual es la diferencia entre los republicanos y los democratas? Pues que los republicanos os despellejaran de cabeza para abajo, y los democratas de los pies para arriba?".
El chiste surtió efecto y muchos en la multitud rompieron a reir. Huey Long seguía en su estrado, rodeado de un cordón de seguridad formado por la milicia del Partido, los "minutemen". Tras unos segundos prosiguió:
"Yo os digo que ya es hora de que los políticos dejen de pensar en los magnates y en los multimillonarios. Ya es hora que dejen de pensar en tener el anillo con su brillante en el dedo y a su querida a la que poder pasear en el coche. Y hemos de empezar el cambio con ideas americanas. No con inventos absurdos traidos por tipos con nombre de humorista. Los franceses e ingleses abrazaron estos ideales y aún han de pedir permiso a los fritz para ir al lavabo. Como americanos de verdad, no podemos conformarnos con quedarnos con los brazos cruzados y ver como nuestro país bosteza en el tedio de la indiferencia. Hemos de actuar. Y si queremos el poder, hemos de tomarlo. Por las urnas o luchando como hicieron los Padres Fundadores. Devolvamos el poder al ciudadano y que cada hombre sea un rey. ¿Quien luchará por su país?"
Y la multitud rompió a gritar. Y el fiero y desafiante aullido de Jeff Myers se fundió con el de la multitud.
País: Empezamos con EEUU
Escenario: Kaiserreich
Dificultad: Normal
Agresividad de la IA: Normal
PROLOGO
Eran los últimos días de 1935. Teddy Oswolski se dirigió a la multitud de que le escuchaba en la fábrica donde trabajaba en Detroit. Las reuniones de la Asociación de Sindicatos de America cada día eran más multitudinarias, y Oswolski cada día se hacía oir más en ellas. No era un tipo joven. El primer americano de una familia llegada desde la Polonia rusa, sus veinte años como operario industrial cargando piezas empezaban a causarle dolores en la espalda. También su encanto se había resentido, ya que ahora llevaba gafas y cada día tenía más pelo. Pero sabía hablar muy bien, y siempre se dirigía a la gente con fuerza y ardor. Un ardor que en gran parte le había dado el hecho de pertenecer a la Asociación de Sindicatos.
"Los que llevais tiempo en estas fabricas recordareis cuando empezamos a construir armamento para los franceses y americanos en la Gran Guerra. Tuvimos la suerte de que ningún hijo de America se sacrificó por el orden continental, pero trabajamos para que otros trabajadores de Europa matasen a sus hermanos del bando opuesto. Con esta neutralidad los que ganaban eran los banqueros y los industriales. Y cuando Francia e inglaterra capitularon, ¿Qué nos dejaron? Créditos sin pagar e infinitas deudas que se tradujeron en trabajadores despedidos y familias en la miseria".
Hubo muchos murmullos afirmativos. La economía americana se resintió mucho con la derrota de los Aliados en la Gran Guerra. Muchas fábricas cerraron por culpa de los créditos impagados de los aliados. Y es que la derrota llevó a Francia al Socialismo y al Reino Unido a abrazar el sindicalismo, liderado por Alexander Berkman en esos momentos.
"Y no solo eso. Aunque Francia e Inglaterra vieron la luz tras la derrota y abrazaron las doctrinas de Marx, nosotros seguimos con nuestro modelo capitalista. Y ¿donde nos ha llevado esto? Hemos de trabajar muchisimas horas para que nuestras productos puedan venderse fuera, allí donde los alemanes nos dejan. Si es que podemos vender aún algo. Y los barones de la industria siguen explotándonos, apretandonos más con demandas draconianas y exprimiendo nuestros salarios para prolongar su incipiente bienestar. Nuestros bolsillos se vacían mientras que los suyos siguen llenándose de dolares y más dólares."

Alexander Berkman, el hombre fuerte de la Unión de Sindicatos Americanos.
La Asociación de Sindicatos de América era hija de Alexander Berkman, un lituano. Pero el alma detrás de ella era Jack Reed, el americano que estuvo al lado de Lenin durante la Revolución Rusa y que sobrevivió a un atentado para poder seguir liderando huelgas y la lucha de clases en América. Teddy no dudaba que Reed sería el nuevo jefe del Comité Central. Y el tener a un americano nato en ese asiento permitiría hacer la Revolución más americana.
"Pero se acerca el día en que los trabajadores de América abandonaran las banderas y las etiquetas para unirse en un frente común contra los explotadores. y yo os digo que cuando la tormenta de la ira proletaria estalle en America, esta tormenta será imparable.
Muchos kilometros más al sur, otra reunión tenía lugar. Pero esta en un ámbito muy diferente. En Nueva Orleans tenía lugar la convención del Partido "América Primero". Su líder, Huey Long, predicaba el retorno a los valores tradicionales sureños, y no solo para los estados del Sur. Uno de sus admiradores y seguidores, metido entre la multitud que escuchaba el discurso en la gran Sala de Reuniones del Partido era Jefferson Myers. Se emocionó cuando supo que Huey iba a organizar la convención en su ciudad como solo un adolescente puede emocionarse. Colaboró en la organización con un celo militante y ahora escuchaba las palabras de su líder como a las de un Mesías.
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Huey Long, el Rey Pez en un discurso.
Huey no lo había tenido fácil. Como gobernador de Luisiana había logrado que el estado prosperase. Construyó carreteras y un Capitolio estatal faraónico. Su amor por su estado solo era comparable a su devoción por los Tigers. Huey llegó a financiar a los aficionados que se desplazaban para ver un partido suyo en Tennessee, amenazando con imponer un nuevo impuesto a las compañias ferroviarias que cobrasen a los aficionados. Y fue tal el éxito que un diario de Tennessee publicó el titular: "¿Acaso Long nos ha invadido?".
"¿Sabeis cual es la diferencia entre los republicanos y los democratas? Pues que los republicanos os despellejaran de cabeza para abajo, y los democratas de los pies para arriba?".
El chiste surtió efecto y muchos en la multitud rompieron a reir. Huey Long seguía en su estrado, rodeado de un cordón de seguridad formado por la milicia del Partido, los "minutemen". Tras unos segundos prosiguió:
"Yo os digo que ya es hora de que los políticos dejen de pensar en los magnates y en los multimillonarios. Ya es hora que dejen de pensar en tener el anillo con su brillante en el dedo y a su querida a la que poder pasear en el coche. Y hemos de empezar el cambio con ideas americanas. No con inventos absurdos traidos por tipos con nombre de humorista. Los franceses e ingleses abrazaron estos ideales y aún han de pedir permiso a los fritz para ir al lavabo. Como americanos de verdad, no podemos conformarnos con quedarnos con los brazos cruzados y ver como nuestro país bosteza en el tedio de la indiferencia. Hemos de actuar. Y si queremos el poder, hemos de tomarlo. Por las urnas o luchando como hicieron los Padres Fundadores. Devolvamos el poder al ciudadano y que cada hombre sea un rey. ¿Quien luchará por su país?"
Y la multitud rompió a gritar. Y el fiero y desafiante aullido de Jeff Myers se fundió con el de la multitud.
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